Como nos explicaba Federico hace unos meses en su blog
Islas y Territorio, una de las medidas para combatir la crisis es cultivar nuestro propio huerto con alimentos básicos.A parte de la situación económica actual que nos hace reflexionar en este tipo de aspectos, existen otros datos muy interesantes y por otro lado preocupantes que se deberían valorar.
Para el año 2050, cerca del 80% de la población del planeta residirá en ciudades. Si aplicamos las estimaciones más conservadoras de crecimientos demográficos, la población mundial aumentará en 3 billones de personas para estas fechas. Continuando con las prácticas agrícolas actuales, se necesitarán cerca de 1000 millones de hectáreas de nuevos terrenos para producir alimentos para esta población. Según datos de la FAO y NASA cerca del 80% de los terrenos productivos se encuentran actualmente en uso. Es por ello que se deben buscar nuevos suelos aptos para el uso primario que permitan hacer frente a esa gran demanda que nos espera.
Actualmente existen tendencias que tratan de introducir los usos agrarios en las áreas urbanas o en su defecto en sus alrededores. Es lo que se denomina agricultura urbana o peri-urbana. La agricultura urbana no depende del transporte de los productos y es relativamente inmune a la volatibilidad del precio del combustible, repercutiendo en gran medida en una eficiencia energética. La calidad de los productos suele mejorar frente a aquellos de producción industrial, al reducir los conservantes por la disminución de los desplazamientos. A su vez genera empleo reforzando en gran medida las economías locales.
En ciudades como La Habana en Cuba ha resurgido esta agricultura urbana tras la destrucción de la tercera parte de las plantaciones insulares por los sucesivos huracanes acaecidos. No obstante antes del colapso de la Unión Soviética ya había planes militares en este sentido para que Cuba pudiera ser autosuficiente en caso de guerra. Ahora se aprovecha la mayor cantidad de suelo disponible para usos productivos. Son utilizados para cultivar cada solar vacante, las cubiertas de los edificios e incluso las plazas de aparcamiento.
Huerta en La Habana. City Farmer
Este concepto de utilización de las cubiertas y sotanos como espacios cultivables ha sido llevado a otro nivel en países “ultra desarrollados” como Japón. Las cubiertas de los grandes edificios en Tokyo se han convertido en autenticas plantaciones que además de generar empleo, ayudan a mitigar el calentamiento de la isla. Métodos “high-tech” aplicados a la agricultura como la hidroponía ayudan a conseguir cierta productividad sin necesidad de suelos adecuados. No obstante los hidropónicos necesitan de fertilizantes artificiales por lo que su sostenibilidad queda en entredicho.
Plantación de arroz en el sótano de un edificio en Tokyo. Flickr
La aplicación de altas tecnologías a las técnicas agrarias llega a su máximo nivel con la aparición de las “cosechas verticales” (skyfarming). Así como las sociedades viven en ciudades verticales, se plantea la idea de crear edificios de cierta altura destinados a la producción agrícola, utilizando las técnicas más innovadoras.
Propuesta de SOA Architects
En muchas ciudades los espacios libres existentes se han reconvertido en pequeños huertos tratando de sensibilizar a la sociedad de su importancia. Incluso en la Casa Blanca con su nuevo inquilino Barack Obama, se ha decidido plantar un huerto, el primero desde el cultivado por Eleanor Roosevelt en plena Segunda Guerra Mundial. Con ello parece que quieren dar ejemplo a la ciudadanía.
Michelle Obama en su nuevo huerto
Hemos visto como la agricultura se introduce en las ciudades, no obstante otro tema que requeriría citar es como adaptar el crecimiento urbano a las áreas rurales. Por ejemplo la busqueda de nuevas tipologías edificatorias que interactuen con entornos agrícolas. Sin duda un tema muy interesante y cercano a nuestra profesión en un territorio insular como el nuestro. Espero que alguien se anime a escribir sobre ello…
Valle de Guerra, Tenerife
Magnífico post, Ralf.
Creo que tal y como viene la cosa dentro de poco nos veremos todos cultivando verduras en los parques y con corrales en los patios de casa.
La sensación que tiene uno frente a esta situación deterioro implacable que nos rodea es de parálisis colectiva. Convendría ir empezando en que hacer si las cosas pudieran ir todavía a peor. Cada día que pasa las señales son mayores en esa dirección.
Ante la inacción de tantos políticos que solo hacen declaraciones y ante la inercia administrativa de aquellos que dirigen el bien común, habría que ir pensando en la autoorganización colectiva para intentar pasar este amargo trago de la manera más benigna posible.
Porque el asunto no pinta nada bien.
Gracias Federico,
Creo que le voy cogiendo el gusto a esto del blog, y más cuando los temas que se plantean parece que interesan a la gente.
Viendo como esta la cosa no es muy descabellado pensar que podemos llegar a una situación de colapso. En un territorio insular como el nuestro de tal dependencia con el exterior creo que es básico fomentar el sector primario por lo menos para garantizarnos el abastecimiento de productos básicos. Si no mal vamos…
Yo ya planté cuatro lechugas en la terrraza de mi casa. ¡Por algo hay que empezar!. Ahora sólo falta que crezcan.
El problema no es la tierra sino el agua, buen tema para un proximo post.