Por Santiago Niño Becerra
Los libros del lince. Barcelona 2009
Los economistas suelen ser una casta extraña de historiadores frustrados, especializados en explicar las cosas que ocurrieron en el pasado y pudieron hacerse de otra manera. Muy pocos entre ellos, son capaces de hacer prospectiva e intentar anticipar una explicación sobre cuales serán los fenómenos que nos depara el futuro. Algo que en las actuales circunstancias necesitamos con urgencia.
<--- Uno de esos raros especimenes es Santiago Niño Becerra, un economista heterodoxo que acaba de publicar un libro tremebundo. En él expone una argumentación sobre porqué podríamos estar a las puertas de una transformación radical del sistema productivo con el que hemos convivido más de 200 años, el capitalismo. El profesor Niño, catedrático de Estructura Económica de la Facultad de Economía de la universidad Ramón Llull, era prácticamente un desconocido más allá de los ambientes académicos hasta que el mes pasado ha publicado este libro que comento; El crack de 2010 es un texto que se ha convertido casi instantáneamente en un best seller y que va ya por su quinta edición en los escasos dos meses desde su primera publicación.
En
El crack de 2010 se hace un somero repaso sobre las condiciones históricas y las posibles causas que nos han llevado al desastre financiero actual. Pero lo realmente novedoso de su exposición, es la anticipación de cual puede ser un posible escenario hacia el que nos dirigiéramos inexorablemente.Para el profano, una gran parte de la tesis que presenta Santiago Niño parece bien cimentada sobre una descripción lógica y temporalizada de los acontecimientos. Resulta sobrecogedor constatar que, probablemente en este momento, no nos encontramos ante una de las habituales crisis recurrentes a las que el sistema capitalista nos ha tenido acostumbrado en los últimos años. Lo que ya está claro es que la situación es netamente asimilable al proceso ocurrido en la década de los 30 del siglo XX, en el que el Producto Interior Bruto Mundial se redujo a un 60% del que existía con anterioridad; en el que también la situación de desempleo de la población activa superó el terrible guarismo del 30% y la recuperación de la actividad empezó a producirse una vez transcurridos más de una quincena de años y una guerra mundial de por medio.
Según Niño, a partir de los años 30 del siglo pasado y como consecuencia de la imposición de nuevos procesos productivos tras la 2ª Guerra Mundial, el sistema económico ha crecido exponencialmente, a costa de la utilización de todo tipo de recursos y siempre con la consideración de una posible expansión infinita. Y ello de una forma desmedida e incontrolada que ha desembocado en una mayor acentuación de las tendencias al despilfarro y finalmente, al simple y puro desperdicio.
Este proceso habría llegado al punto de inflexión con la constatación de sus límites y la crisis de ahora sería la primera señal de un cambio inexorable de paradigma. Lo cierto es que la economía mundial llevaba años funcionando por inercia, sin control real de nadie, y sobre la base de una especie de piloto automático, sustentado por una filosofía suicida de que el mundo habitualmente iba bien. La secuencia del cambio se habría iniciado en 2007, hace ya dos años, con la manifestación primera del problema en el sector financiero (aquél originado por las llamadas hipotecas basura otorgadas por los bancos estadounidenses de las que tanto se ha hablado en estos últimos tiempos).
Los ciudadanos de a pie estamos asistiendo perplejos a una situación sobre la que la mayoría no comprendemos todavía cabalmente su alcance y consecuencias. Una contracción radical del sistema económico que se va engendrando a cámara lenta y en la que los lideres políticos y empresariales están actuando primordialmente a base de recetas cimentadas en mecanismos obsoletos y que se muestran claramente ineficientes ante unas situaciones absolutamente diferentes.
La protesta colectiva frente a los bancos como consecuencia del corralito argentino de 2001. Fuente: BAP Photographer
Son las secuelas de un intenso proceso deflacionario en ciernes sobre el que los responsables políticos están actuando mayoritariamente con estrategias declarativas y con ineficientes acciones organizativas. El principal objetivo consiste en prolongar la situación en que se ha vivido, alargar los recursos con el fin de no perderlos totalmente. Un planteamiento que está provocando recortes generalizados en todos los ámbitos del sistema económico. En el caso español, tanto en el ámbito central del estado como en el espacio de las autonomías y regiones, esta incapacidad de los líderes para afrontar convenientemente la situación se está tornando en una inercia suicida que va a incidir muy negativamente en una necesaria reorganización social.
Mientras tras el crack de 1929 la tendencia fue en ir a más, ahora hemos alcanzado un máximo de bienestar, una situación probablemente insuperable que nos coloca ante un panorama de ir a menos. En esta perspectiva de disminución creciente del acceso a todo tipo de bienes y también a los recursos del estado, lo que nos aboca probablemente a asumir una filosofía basada en la responsabilidad personal y en la que los apoyos exteriores a las personas así como los procedentes de las instituciones serán probablemente cada vez más escasos.
Depression soup, 1930. Fuente: The patriotic gentleman
Según el profesor Niño, una vez que la verdadera crisis estalle, se impondrá por la fuerza de los hechos, una paulatina imposición de limitaciones al uso y consumo de los recursos esenciales, bien a través del aumento de su precio, bien a través de la restricción o denegación de su consumo, lo que acarreará la muerte de algunas actividades, que se revelaran ineficientes cuando se les impida el desperdicio.
En el futuro, las tendencias hacia una mayor austeridad y un aumento en la eficiencia relacionada con la administración de los recursos se impondrán inexorablemente. Tampoco habrá trabajo para todos a la manera en que se ha entendido hasta ahora. Una minoría, cuyo tamaño estará en constante reducción, tendrá acceso a unos cometidos muy especializados mientras la mayor parte de la población solo se podrá dedicar a la mera subsistencia mediante la recuperación de las tareas más prosaicas y locales. Lo fundamental, de acuerdo a la argumentación de este autor, serán los conocimientos orientados hacia lo utilitario, es decir aquellos que sirvan en la práctica para diseñar y elaborar bienes y servicios que sean realmente necesarios e ineludibles socialmente.
Profesiones relacionadas con una mayor optimización y mejor aprovechamiento de recursos crecientemente escasos podrían a tener un papel fundamental. La rehabilitación y reciclaje de todo tipo de elementos desechados, o que actualmente forman parte de la basura, pasaran a adquirir una gran importancia colectiva. Los inmensos vertederos actuales pueden llegar a convertirse en las verdaderas minas del futuro, unos lugares de los que extraer laboriosamente los recursos necesarios para la subsistencia.
En este momento de profunda crisis, colectivamente estaríamos empezando a adquirir consciencia social sobre la necesidad de un cambio de filosofía, pasando de un pensamiento económico basado en el individualismo, aquél basado en que cada palo aguante su vela, a la imposición de un mayor protagonismo de conceptos como colaboración, coordinación y responsabilidad colectiva.
Mercado de trueque argentino. 2001. Fuente: orianomada
Un paso más allá -que vendría dado casi obligatoriamente por el agravamiento de las circunstancias- sería la implantación de una economía de subsistencia en la que los intercambios se reducirían a los niveles más primarios, orientando la recuperación de las producciones locales y recurriéndose a sistemas de funcionamiento superados como el trueque. Unas circunstancias que ya han ocurrido recientemente en algunos lugares sometidos a procesos asimilables, como en Argentina tras la etapa del llamado “corralito”. En ese hipotético caso, una consecuencia obligada sería la necesaria reorganización social con la transformación de las instituciones representativas y de la forma de estado que existe actualmente.
Uno de los mejores indicadores de que estaríamos a las puertas de una gran depresión, según Niño Becerra, es la combinación existente de los dos peores aspectos que pueden darse en una economía: la sobreproducción y el subconsumo. Mientras observamos en los medios de comunicación almacenes repletos de bienes dispuestos para su adquisición al mismo tiempo, todo el mundo ha restringido su consumo, bien para ahorrar ante un futuro incierto (aquellos que mantienen empleo) o bien para garantizar la mera subsistencia (aquellos otros que ya han perdido su modo de procurarse el sustento).
Otro exponente de la situación que produce escalofríos es el que muestra el conocido entre los economistas como Baltic Dry Index (Índice Seco del Báltico, BDI), cuyo primer valor, 741 puntos, es de 1985. Un indicador que representa el estado del comercio mundial a partir de la evaluación global de la evolución del tráfico marítimo de mercancías. En estos momentos, el BDI refleja ya un abismo escalofriante. Mientras en los inicios de 2004, el índice marcaba los 5.276 puntos, en Mayo de 2008 alcanzaba un máximo de 11.800 y a partir de ahí, ha descendido hasta 774 a finales del año. Una paralización radical en el movimiento e intercambio mundial de mercancías del 95% en solo nueve meses.
Los últimos párrafos del libro son aun más aterradores, si cabe. Dice el autor:
En este momento tal vez piense que a su ciudad, a su país, o al planeta ya ha llegado la crisis; pero no, nada más lejos de la realidad: lo peor, verdaderamente, todavía está por llegar.
La crisis, la verdadera crisis, cuando estalle, a mediados de 2010, será tremenda, paralizante, una auténtica caída a plomo, será deflación, depresión, nada comparable a pasadas recesiones que usted haya vivido. Será algo semejante al sentimiento que se refleja en los rostros de las gentes que muestran las imágenes tomadas durante la Gran Depresión; unos rostros que, si nos hablasen, aunque lo hiciesen con las palabras de los años treinta, en realidad estarían hablándonos con las de mañana. Los de esas gentes son los rostros de una crisis profunda, sistémica, como la que en estos momentos ya está llamando a nuestras puertas.
American migrant family. Dorotea Lange. 1935
La creciente superposición de noticias negativas que aparecen en los medios de comunicación acentúa la sensación de debacle económica. Ello no debería hacer perder la perspectiva sobre cuales son las tareas a las que conviene atender y actuar en consecuencia. Parecería que una alternativa real a este escenario de catástrofe debería estar ligado a la reactivación colectiva de lo local, tal y como ha propuesto Alberto Magnaghi en su magnífico texto El proyecto local, del que he escrito en otra ocasión en el pasado.
Esperemos que la catastrófica visión anticipada por Santiago Niño, sobre un próximo futuro de pobreza para todos, esté errada en lo sustancial y podamos asistir a una nueva recuperación del sistema económico. No obstante, seguro que no comparten este deseo de una manera similar en muchas partes del mundo no desarrollado.—>
coincido totalmente con este catedratico que nos hace ver la realidad que se nos avecina. Afortunadamente no tengo que mantener a unos hijos ni tengo esposa, ni hipoteca, y estoy libre de deudas, me considero afortunado, almenos tengo un techo y espero poder almenos obtener alimento para mi mismo. Mucho peor lo tendran las familias…..esto va a ser una caida a plomo….y veremos muchos disturbios y aumento de la delincuencia y suicidios.
A mi criterio este planteamiento es una exajeración irresponsable. De cumplirse, aterrador, pero si no se cumple, ¿cuál será la responsabilidad de este Catedrático?. Se me ocurre que, al menos, por dignidad profesional debería dimitir de su puesto como tal si cuando concluya 2010 sus tesis no se han cumplido. No es de recibo emitir un mensaje tan catastrofista, que puede desencadenar decisiones inadecuadas para quienes crean su dramática predicción y todo ello sin más responsabilidad sobre los efectos de su tesis.
Parece que más que alejarse de la crítica que se hace a los economistas como especialistas en predecir el pasado, su planteamiento centra el objetivo en predecir una crisis financiera cuando llevamos ya un año de castigo acumulado. Pedicciones como esta podría hacerlas cualquier niño mal educado.
Mi opinión personal es que la tesis avanzada por este señor es un poco exagerada y cae en la caricatura sobre lo que puede ocurrir. Hacer prospectiva de futuro siempre tiene sus riesgos y casi nadie acierta.
Lo que si es un hecho incontrovertible es que nos aproximamos aceleradamente a un momento histórico en que van a ir desapareciendo poco a poco las grandes materias primas que sustentan nuestra civilización y vamos a tener que afrontar nuevas estrategias de subsistencia en las que el reciclaje será una pauta fundamental. Ya no hay más Tierra que consumir.
Por otra parte, el gran tinglado que tenemos montado se basa en el petróleo barato y este elemento fundamental va a ir encareciéndose paulatinamente como consecuencia de la inexistencia de más yacimientos –la última esperanza está en el Artico- haciendo cada vez más inviable el desaforado intercambio global de mercancías.
Además, el consumo de materias y bienes al que nos hemos acostumbrado en los países avanzados es totalmente insostenible y, sobre todo, muy injusto con los que aportan de verdad los suministros que mantienen esta forma de vida absurda de acumulación constante de basura y desperdicios.
Por todo ello, creo que estamos al borde de un cambio trascendental para el que sería conveniente prepararse. Deberíamos transformar nuestras economías para consumir en la medida de lo posible, solo los recursos que podamos producir localmente y de una manera sostenible en el tiempo. Frente a las importaciones más baratas, producción local y las ineficiencias de precio combatirlas por la vía fiscal compensatoria.
No obstante, está bien que haya gente que nos presente las cosas de esta manera a ver si despertamos de este ensoñación estúpida en la que nos encontramos inmersos.
Decía Erich Fromm, hay que transformar nuestra manera de afrontar el mundo “Del tener al ser”.
Santiago Niño Becerra. Hay que quedarse con su nombre igual que con el de políticos, sindicalistas, banqueros y periodistas.
Atención a la frase: “Lo cierto es que la economía mundial llevaba años funcionando por inercia, sin control real de nadie…” Entonces ¿¿para qué se ha venido reuniendo en secreto la banca internacional año tras año desde mediados del siglo pasado con nuestros representantes políticos, dueños de los medios de comunicacion, empresarios, etc.?? ¿para jugar al mus? no, para traernos a esto… y lo que viene: El Nuevo Orden Mundial. Con cambio de sistema y nueva dictadura tecnológica incluída.
Esta crisis ha sido fabricada exactamente igual que la del 29. Y por las mismas familias: Rockefeller, Rothschild, Morgan, etc. Y con la complicidad de nuestros políticos, sindicalistas, periodistas, banqueros y los 'grandes de los negocios'. Y con la complicidad y la intoxicación informativa de Niño Becerra.
Menudo payaso. ¿Por qué no avisó de la crisis antes de 2007?. Daniel Estulin escribió 'El Club Bilderberg' en 2005 y ya predijo esta crisis internacional.
Él, que está en el 'club', avisa de lo que viene (cuando ya es tarde) y propone la receta para salir de la recesión: el Nuevo Orden Mundial. Y claro, como él es 'profeta' po hay que creerle, no?
Eso… a quedarse con su nombre y con su cara.
Señores, vayan organizando cooperativas de productores y consumidores, cooperativas financieras, mancomunidades de vecinos, etc.
Vayan invirtiendo en autosuficiencia y autoprotección y organicen sus familias en clanes.
Investiguen todo lo que puedan, conversen con gente competente y tómense su tiempo para pensar.
qué bueno, abril de 2011 y ¿ qué hay del crack Santiago? Solo te sirvió para vender libros, en eso consistía ¿no?