Los medios de comunicación que nos rodean constituyen unas formidables maquinarias de conformación del pensamiento colectivo. Tecnologías culturales poderosas que moldean nuestras inquietudes y que nos incitan a pensar y proceder de una manera determinada. Estamos inmersos en una gran manipulación de la que no queremos ser conscientes, por lo general. Hace poco señalaba, en un comentario al artículo tituladoTerritorios inventados en el blog de José Fariña, los efectos colectivos de la manipulación y el engaño que padecemos colectivamente y de ahí, la necesidad de aprender a combatir las tergiversaciones cotidianas, entendiendo primero como se producen. Lo curioso es que estas cosas se planteen en una escuela de arquitectura y en una asignatura como la que corresponde a la enseñanza del urbanismo. Algunos arquitectos y urbanistas hemos buscado entender el funcionamiento real de las sociedades en las que trabajamos, con el objeto de poder intervenir y mejorarlas. Es algo que aprendimos de los postulados del Movimiento Moderno y también del magisterio de los maestros de la arquitectura que creyeron en las utopías transformadoras que se plantearon a lo largo de los siglos XIX y XX.
Viene esto a cuento de lo que los medios de comunicación nos presentan como realidad, y como nos lo envuelven tergiversadamente, como parte de nuestro paisaje intelectual habitual. Mientras está teniendo lugar el rito anual del despilfarro familiar, en lugares como Gaza, Congo, o incluso en la ribera atlántica de África, ocurren inmensas tragedias que deberían hacer restallar a nuestras conciencias frente a la modorra inducida desde periódicos, radios y televisiones.>
Israel y Gaza. Imágenes sacadas de la prensa de estos días
Israel y Gaza. Imágenes sacadas de la actualidad de prensa Mientras unos son descalificados por lo que desean hacer, otros se quejan por recibir criticas sobre los que realmente hacen. La cuestión de la capacidad de acción es un elemento fundamental para determinar el equilibrio de las justificaciones en este caso.
Mientras unos utilizan una sofisticada pero brutal tecnología militar para el combate otros emplean a su propia población civil como arma ideológica para ganar ventaja en la batalla de las conciencias. El dicho de ojo por ojo, diente por diente se transforma aquí en ciento por diente. La lucha por la razón se plantea con una desproporción conmovedora que inclina al observador hacia el punto de vista del más débil; ello a pesar de las fortísima propaganda desplegada desde el lado de los más poderosos. Asistimos a la batalla de Goliath contra David, un drama que va añadiendo cientos de vidas y una destrucción inconmensurable, con un coste inmenso que se acumula en el tiempo.
En nuestros días es bastante complicado, por no decir imposible, tener una representación objetiva de la situación durante el desarrollo de un conflicto bélico. Observando la posición de algunos grandes representantes internacionales de la prensa escrita -oh, las maravillas de Internet-, como
Es curioso el sistema de apropiación de la actualidad que existe en los medios de comunicación y la fuerte influencia que tienen las imágenes, fotografías y videos para explicar lo que ocurre. Debería inventarse algún tipo de mecanismo que permitiera advertir y evaluar el alcance de la imparcialidad, si ello es posible, sobre las opiniones. Así como diversas organizaciones no gubernamentales sin ánimo de lucro muestran una valoración de aspectos políticos reprochables que están ocurriendo en distintos lugares (piénsese en Human Right Watch o Amnesty International), se debería contar también con algún sistema que reflejara el alcance de la manipulación informativa.
Afectados por la guerra en Congo Este. Foto: Michael Kamber. NYT
Al mismo tiempo que está ocurriendo este hecho histórico, también se ha producido una matanza de más de 150 personas en un pequeño enclave de Congo Este, Kiwanja, y de la cual apenas nos hemos enterado (por lo menos en España). Allí parece existir una lucha despiadada entre facciones por el control de recursos que son necesarios para alimentar el conspicuo consumo contemporáneo de todo tipo de bienes superfluos. Soldados equipados con armamento sofisticado, y sufragado por alguien no identificado, guerrean por el control de yacimientos ricos en materias primas para proceder a su expoliación y devastación con la connivencia de intermediarios y productores sin escrúpulos que se escudan en una ignorancia asumida. El problema son los llamados “efectos colaterales”, un eufemismo despreciable inventado por el Departamento de Estado estadounidense para enmascarar una realidad dolorosa para cientos y miles de desplazados, muertos y heridos en contiendas de las que no son responsables.
Mientras, en las aguas del Atlántico, cerca de las costas de mi querido archipiélago, también se desarrolla cotidianamente otra tragedia en pequeñas dosis, la de aquellos que tratan de alcanzar la fortaleza europea en busca de un futuro mejor. No por menos intenso, esta circunstancia deja también de ser terrible e injusto.
En la crisis actual del sistema productivo y de circulación de bienes, las primeras victimas suelen ser los más desprotegidos y desfavorecidos: Señalaba Sami Nair, en un artículo reciente de opinión, que los inmigrantes subsaharianos enclavados ya desde hace años en Europa, y los centroamericanos en Estados Unidos, van a ser los más perjudicados por la coyuntura. La preferencia hacia los europeos, y los anglosajones en América, está suponiendo una especie de apartheid interno no reconocido.
Frente a ello, lo justo sería la inclusión sin reservas de los desposeídos en las redes de solidaridad así como la ampliación de los recursos públicos destinados a estas redes por la esfera pública. Una acción necesaria para capear las inclemencias de una situación generada por una mala administración financiera de la que la mayoría no tiene responsabilidad. El futuro de los inmigrantes es sombrío tanto para los que pretenden llegar, en situaciones muy dramáticas a veces, como para los que ya están dentro de las fortalezas europea y americana.
Madre e hija emigrantes recien llegadas a las playas de Canarias. Del Muro Atlántico. Foto: Juan Medina
Cien al cien de acuerdo con la propuesta ética que propones. Yo diría que es procedente no sólo como protesta frente a tantas tragedias que nos son ajenas (a nosotros, los occidentales, los niños mimados del planeta), sino como planteamiento vital sin más.
Sin embargo, una cosa es estar de acuerdo en teoría y otra muy distinta ser capaz de llevar esta actitud a la práctica. ¿Cómo conseguir no regalar en estas fechas sin ser denigrado o tener que sufrir algún tipo de castigo psíquico? ¿Y cómo convencer a quienes te quieren que no te regalen nada? Máxime cuando uno sabe que nada necesita ni tampoco nada necesitan a quienes hace regalos.
Estaría bien mantener la tradición de los regalos, pero evitando los que se compran. Regalar objetos o intangibles (o acciones) producidos por nosotros mismos. De alguna manera volver a la idea romántica primigenia de que el regalo es algo de nosotros que damos a quienes queremos.
Pero, Federico, con estas propuestas no contribuyes demasiado a que salgamos de la crisis y se mantenga a flote el capitalismo que, como la democracia, es el menos malo de los sistemas disponibles.
PS: Me voy pal Corte Inglés.
Con los años me he dado cuenta de esa gran manipulación de los medios de comunicación y es realmente asquerosa.
Yo propongo que cada uno tire el televisor por las ventanas de sus casas. Porque las personas se han vuelto realmente esclavas de esa caja.
Con respecto al comentario anterior, señor Xavier yo pienso que el hecho de no regalar y ser denigrado o sufrir algún castigo psíquico depende de cada uno. Porque si realmente te afectan los problemas del mundo, en mi caso por ejemplo, te sientes mejor dejando de consumir y no alimentando al sistema y sabes que aunque sea una ayuda mínima, personas en el mundo estarán mejor. Y tus seres queridos como bien dijistes, seguramente no necesiten nada de lo que les regales. Asi que si no lo entienden, en pocos días se les olvidará que no les distes nada.
Estas Navidades yo solo he regalado un objeto hecho por mis manos y fue realmente gratificante como iba cogiendo forma mientras pensabas en la persona a la cual estaba dirigido. Es algo que todos deberían experimentar, pero claro estamos secuestrados por el sistema.
Hay que embridar este capitalismo desbocado a no se dónde.
Un saludo
Eloy González Suárez
Eloy:
Recogiendo una idea aportada por Don Xavier Adsuara, creo que una buena alternativa a todo este despilfarro que nos rodea en las sociedades más desarrolladas, es la dedicación de tiempo a los que apreciamos. Para nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo y estudio, etc.
Un analista americano, Clay Shirky, que se interesa por las cuestiones de Internet y al que considero muy clarividente, ha señalado algo interesante: todo lo realmente valioso que se está haciendo en estos momentos es una cuestión de amor a esa materia y el resultado de una cooperación sin precedentes, debido a la aparición de nuevas herramientas que lo permiten. Es el caso de Wikipedia, por ejemplo.
El problema es que alrededor de estas cuestiones existe toda una ecología parasitaria que busca extraer renta del trabajo desinteresado de tantísitma gente.
Es cuando las conversaciones que mantenemos, como ésta, pasan a transformarse en mercancías e, inevitablemente, aparece la codicia y el desastre asociado al sistema capitalista en el que nos desenvolvemos.
Hay que dedicar más tiempo a los próximos y no dedicarnos a comprar su estima mediante el intercambio de objetos cada vez más inútiles y estúpidos
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