Pabellón Driftwood. Danecia Sibingo, alumna de la Architectural Association. Londres, 2009
En una entrevista aparecida hace unos meses en un periódico nacional, el conocido escultor estadounidense Richard Serra rechazaba una posible conexión entre arquitectura y escultura. Es más, la entrevistadora extendía el alcance de sus palabras al interpretar que por ello la arquitectura no sería de una expresión artística en cualquier caso.
Decía Serra en aquella ocasión: Mi escultura trata sobre el tiempo, el espacio y el movimiento de la persona, no es solo un objeto. Un arquitecto hace cosas funcionales y útiles. Un escultor hace cosas que son, por definición, inútiles en cuanto a su propósito. ¿Es que alguien cree que Miguel Ángel, Giacometti o Brancussi hicieron lo mismo que Mies van der Rohe o Frank Gehry? ¡No! ¡Es absurdo!
<---Se podría interpretar que las palabras del escultor revelan un cierto resentimiento hacia la arquitectura. Pero cabría también revertir esa actitud despreciativa si considerásemos que gran parte de su trabajo podría ligarse, por el contrario, a una íntima y secreta admiración hacia el trabajo de los arquitectos. Su constante referencia al orden, el peso, la repetición y serialización de elementos son claramente estrategias artísticas que tienen una relación directa con la arquitectura. Las propuestas escultóricas de Serra son una investigación que entronca directamente con el movimiento minimalista y que, tal como expondría Rosalind Kraus en Passages in modern sculture, concierne a ciertos elementos, piezas estandarizadas , que resisten a la manipulación:
La idea de que ciertos materiales que usa el artista no fueron preparados por él sino que tendrían otro uso previsto socialmente, construir edificios por ejemplo, les daría cierta opacidad. Será difícil interpretarlos de una manera ilusoria o verlos como alusiones a una vida interna de la forma (que puede ser roca erosionada o tallada en un contexto escultural que aludiría a fuerzas biológica interiores) Por el contrario, permanecen obstinadamente externos, como objetos de uso frente a su consideración como vehículos para la expresión.
Lo cierto es que el trasvase entre las distintas experiencias que se relacionan con el arte, ha sido una constante a lo largo de la historia de la cultura occidental. ¿Quién sería capaz de determinar si un personaje tan polifacético como Miguel Ángel era antes escultor que pintor o arquitecto? Si consideramos tanto los frescos de la Capilla Sixtina como el David o el espacio de acceso a la biblioteca Laurentziana, habría que concluir que practicó con éxito todas esas variantes artísticas y, a veces, de una manera simultánea. Determinados genios han sido capaces de expresarse a través de múltiples lenguajes y no por ello dejar de producir espacios y obras extraordinarias. La arquitectura y la escultura son dos quehaceres intelectuales que comparten un hecho fundamental, el manejo del espacio. Sin embargo, tal y como señala Serra, en el caso de la arquitectura se añade también el deber de la utilidad y la funcionalidad.
Doble torsión elíptica. Richard Serra, 1998
—> <---Para completar el marco de la definición anterior habría que señalar que la arquitectura para ser útil colectivamente debe responder al principio de economía y a la posibilidad de que los espacios puedan construirse de una manera razonable y duradera más allá de los dibujos y representaciones imaginados. En estos tiempos en los que lo visual ejerce una dictadura implacable, las meras ensoñaciones de enfebrecidos artistas han adquirido un protagonismo en el que se confunde la arquitectura de calidad con la producción de espacios descoyuntados y espectaculares más propios de la investigación espacial abstracta. Para mí, el problema se suscita cuando la arquitectura se contempla exclusivamente como una mera especulación formal y espacial, imponiéndose así el reconocimiento de simples esculturas como obras que representan a la arquitectura más avanzada.
Quizás, lo más sorprendente sea la absurda veneración en los ámbitos académicos respecto a determinadas actitudes profesionales que ignoran radicalmente los aspectos prácticos que son inseparables a los edificios. Hoy en día, en la enseñanza de la arquitectura, tanto referida a los estudiantes como a los propios enseñantes, se presentan como ejemplos a reproducir, multitud de edificios que difícilmente pueden considerarse como funcionalmente apropiados para el uso previsto. Más allá de los aspectos icónicos, la arquitectura se ha convertido en un pozo sin fondo que consume recursos ingentes en la producción de elementos esculturales que contribuyen a la generación de un continuo espectáculo que nada tiene que ver con la cultura propia de los lugares concretos.
Viene a cuento esto con la proliferación de tanta obra rimbombante que invade nuestro entorno, edificios relacionados con marcas arquitectónicas reconocibles o no que continuamente agregan a las ciudades toda una pléyade de aparatosos iconos esculturales. En un mundo en competencia, la planificación y crecimiento del atractivo turístico de las ciudades como marcas de referencia ha llevado a que se utilicen, en algunos casos, estos elementos como herramientas dentro de estrategias de posicionamiento global.
El refuerzo de algunos territorios con un riquísimo capital acumulado, se evidencia en el apoyo a actividades culturales de vanguardia como un componente que acrecienta aún más el acelerado proceso de concentración del capital y la opulencia en unos pocos y cada vez más escogidos lugares del planeta. En esos sitios, como ocurre en París, Nueva York, Roma, etc., la estrategia de crecimiento y desarrollo urbano tiene muy en cuenta el atractivo que los productos culturales producen en nuestros días y, más concretamente, todo aquello que suponga extravagancia, novedad o entretenimiento.
Oficina de información turística junto a la catedral de San Pablo. Londres, 2009
Es el caso de la ciudad de Londres que, desde hace algunas décadas, apuesta por su expansión como centro cosmopolita de referencia en el ámbito de lo más culturalmente novedoso. Allí, se prodigan múltiples acontecimientos y numerosas instituciones que, con un potente apoyo económico público y privado, contribuyen al desarrollo de este atractivo efímero que se relaciona con exposiciones y, más recientemente, con instalaciones urbanas temporales. Un ejemplo de lo anterior, es el caso de la Serpentine Gallery, en el céntrico Hyde Park, que cada año organiza la construcción de un pabellón temporal, diseñado por un arquitecto reconocido internacionalmente. En este espacio público han intervenido profesionales tan celebrados como Rem Koolhaas, Toyo Ito y Frank Gehry; cada uno de ellos ha proyectado un espacio cada verano desde hace más de una década. En esta ocasión, le ha tocado el turno al dúo japonés SANAA (Kazuyo Sejima y Ryu Nishizawa a los que me he referido recientemente), que ha planteado un sutil ejercicio formal consistente en una fina lámina de forma ameboidea que se despliega superficialmente como una especie de nube plana a una altura variable sobre el césped colindante.
Serpentine Gallery Pavillion. Kazuyo Sejima y Ryu Nishizawa, arquitectos. Hyde Park, Londres, verano de 2009
El principal material empleado para el pabellón de SANAA es el acero inoxidable pulido, que define la textura general de la cubierta como una especie de espejo reflectante, que genera unos reflejos muy sugerentes de los elementos vegetales próximos y establece una distorsión del paisaje en la que se confunde lo real con lo proyectado. La escondida y ligerísima estructura que forma la cubierta de escasos tres centímetros se apoya en unos reducidos pilares circulares de acero inoxidable bruñido. Su mínimo tamaño y disposición irregular incentivan su desaparición visual creando la ilusión de una ligera superficie flotante. Esta follie de SANAA ha tenido un éxito extraordinario de público, organizándose autenticas peregrinaciones para su visita, en combinación con las exposiciones que alberga la propia Serpentine Gallery. De una manera informal, se ha dispuesto un recinto bajo la cubierta, destinado a cafetería con una pequeña barra protegida por una lamina de metacrilato que mantiene la transparencia general.
Una idea sugerente que juega con las escalas y hace las delicias de grandes y pequeñas. Lástima que cuando llueve tiene goteras. Debe ser un problema que persigue a muchos arquitectos. Otro ejemplo de ensayo espacial –yo diría más bien curiosidad con pretensiones arquitectónicas, se ha situado en Bedford Square en la misma ciudad. Justo enfrente de una de las más famosas escuelas de arquitectura, Architectural Association. Consiste en una propuesta conceptual preparada para la Intermediate Unit 2 como trabajo de curso, que ha sido elegida para ser llevada a la realidad durante el verano de 2009.
Pabellón Driftwood, Architectural Association. Bedford Sq. Londres, 2009
El equipo liderado por la alumna Danecia Sibingo ha construido finalmente este pequeño recinto denominado Driftwood en alusión al material básico empleado, la madera contrachapada. Su ejecución ha sido patrocinada por la empresa maderera finlandesa Finn Forest y apoyada técnicamente por las consultoras HOK y Arup Ass. La formalización espacial consiste en un recinto triangular que establece ámbitos interiores y exteriores mediante la concatenación de tres círculos entrelazados. Su sistema constructivo consiste en 28 capas de chapa de madera de picea insertadas en piezas estructurales del mismo material lígneo. Con ello se ha definido una especie de pabellón escultural que establece un foco de atención justo frente a la fachada principal de la escuela.
Planta del pabellón de la Architectural Association
Tanto la obra de SANAA como la propuesta docente de la Architectural Association reflejan una deriva vigente en la práctica arquitectónica de nuestros días, la continua reducción del trabajo profesional a una expresión artística emparentada con la escultura y que ignora todos aquellos otros componentes que conforman realmente la construcción de edificios. Como señalaba hace unos meses en un texto sobre arquitectura y publicidad, los arquitectos vamos siendo reducidos a unos meros agentes publicitarios y la arquitectura a una herramienta más del marketing de las ciudades y las empresas. El resto de las tareas que forman parte indisociable de la edificación están siendo paulatinamente asumidas por otras disciplinas y profesionales, quizás menos cualificadas artísticamente pero cada vez más eficientes. Estos ejemplos arquitectónicos, junto con algunos otros como las oficinas de información turística, salpican esta temporada el centro de la ciudad de Londres, añadiendo puntos de interés y atractivo para aquellos visitantes atentos a las numerosísimas curiosidades que presenta esta ciudad, una de los principales focos actuales del capitalismo global.—>
El Royal Crescent de Bath. John Wood the younger, arquitecto. 1774
Hace más de veinte años recorrí la ciudad de Bath en el Suroeste de Inglaterra, a lo largo de un solo día y en compañía de unos amigos. Siempre la he recordado como una de las ciudades más hermosas que he visitado. Este verano he pasado varios días allí disfrutando nuevamente de sus espacios y su bullicioso ambiente turístico.
Es que Bath ha sido durante largos períodos un lugar de visita muy frecuentado, desde que los romanos la fundaron alrededor de un manantial de calientes aguas minerales (las Aquae Sulis) 100 años antes del comienzo de nuestra era.
<--- Transcurridos 1.700 años, a finales del siglo XVII, era todavía una pequeña ciudad amurallada habitada por algo menos de 3.000 personas. Cien años después había experimentado un cambio radical, espoleado por el interés de la corte y la nobleza inglesa, deseosos de disfrutar las ventajas derivadas del uso de sus aguas medicinales. A partir de 1702, la reina Ana visitó la ciudad varias veces durante los veranos, iniciando una costumbre que con el tiempo convertiría al valle alrededor del río Avon en un recinto selecto. Pero lo que verdaderamente catalizó la transformación de Bath en un lugar de referencia social obligada se produjo con la actuación de un aventurero llamado Richard Beau Nash. Este personaje, un jugador profesional, logró implantar a comienzos del siglo XVIII unas normas de etiqueta muy estrictas y sofisticadas, lo que junto a la promoción de diversas y variadas actividades de entretenimiento, produjo un interés extraordinario y la popularización del sitio entre los ingleses como balneario y lugar de descanso. El éxito de la ciudad como espacio turístico queda ejemplificado por la existencia de más de 500 casas para el albergue temporal y una población residente superior a 30.000 habitantes ya en los principios del siglo XIX. En cien años, Bath se había transformado en el lugar de veraneo de referencia en Inglaterra, conocido como el valle del placer. —>
Planos de la ciudad en dos momentos sucesivos del siglo XVIII. Izquierda, Bath, 1696, por Gilmour. Derecha, Bath, 1817 por Meyler
—> <--- Lo curioso del asunto es que la belleza de sus espacios y la calidad de su arquitectura fueron el resultado del esfuerzo emprendedor y la voluntad especulativa de una serie de personajes singulares, entre los que destaca John Wood y su hijo del mismo nombre, ambos promotores y arquitectos. El hijo, John Wood the Younger, siguió la estela profesional de su antecesor, heredando las iniciativas y compromisos comenzados por su padre, acabando arruinado y arrastrando a su familia a la indigencia. Algo que suele ocurrir con demasiada frecuencia en estos casos de arquitectos metidos a especuladores.
Nacido allí en 1704, John Wood the Elder, regresó a su ciudad natal tras dos décadas en las que adquirió la capacidad profesional para ejercer la arquitectura, actuando también como agente inmobiliario en distintos lugares como Yorkshire y Londres. Su objetivo era transformar radicalmente Bath, aprovechando el reciente interés de la selecta sociedad londinense por el lugar y sacar en consecuencia un beneficio con ello.
En los primeros años del siglo XVIII, Bath iba a crecer hacia el Norte en una primera operación urbanística, cuya ordenación fue concebida por Wood ocupando unos prados adyacentes a la antigua muralla en lo que iba a ser la futura Queen Square. Para ello, concertó el arriendo de las superficies implicadas a un terrateniente local residente en Londres, Robert Gay, Lord del señorío de Walcot. Se acudía así a un sistema habitual para la promoción inmobiliaria en la Inglaterra de la época, el posteriormente llamado derecho de superficie, que tanto se ha admirado en la legislación comparada urbanística española hasta nuestros días y que tan poco se ha aplicado realmente.
La estrategia inmobiliaria de John Wood, basada en esa idea de disposición del derecho de superficie, consistía en el alquiler a bajo coste de la tierra a pequeños propietarios por largos períodos de tiempo y su subarriendo a otros promotores y constructores que posteriormente venderían el derecho a los futuros inquilinos de los edificios. En el caso de Bath, el acuerdo arrendatario para la urbanización de la Plaza de la reina Ana (Queen Square) se extendía a 99 años, transcurridos los cuales todos los edificios, jardines, calles, etc. retornarían al patrimonio del propietario original o, lógicamente, al de sus herederos. Todo ello a cambio de una pequeña renta anual que ascendía a 137 Libras según señala el estudio histórico del Bath Preservation Trust. A su vez John Wood, arrendatario en ese caso y como también arquitecto, estableció las líneas maestras de la operación definiendo una gran plaza cuadrangular circundada por una serie de edificios de carácter neopalladiano. La disposición urbana exterior de los edificios quedaba definida en el propio acuerdo de subarriendo (existen planos detallados de alzado, dibujados por el propio arquitecto e incorporados a las mismas escrituras de arrendamiento).
En el caso de la Queen Square y según se explica en The building of Bath, estos acuerdos secundarios conseguidos en la operación ya le suponía a Wood una renta superior al doble de lo pactado con el propietario original del suelo. En último término, el subarrendatario, promotor final o sus clientes, determinaban la organización de las plantas y las fachadas auxiliares de acuerdo a las necesidades concretas.
Maqueta de la Queen Square realizada en 1993 por Michael Bishop
Esta plaza, planteada como una operación inmobiliaria especulativa, se estableció básicamente con una preocupación por el orden y la estética del espacio urbano lo que produciría un recinto público singular de alta belleza. Su lado Norte se concibió como la fachada de un palacio ordenada bajo parámetros clasicizantes con sus pilastras corintias y su frontón central triangular y que, sin embargo, integraba siete modestas casas de veraneo en su composición tripartita de tres alturas. En el centro de la plaza se reservó un espacio de parterre o jardín común, presidido por un obelisco en honor del príncipe de Gales. Las implicaciones económicas de la actuación también fueron muy tenidas en cuenta y por ello, la plaza no se niveló, manteniendo la suave pendiente natural del terreno, generándose con ello un ahorro importante. No obstante, el conjunto con sus fachadas laterales al Este y al Oeste presentaba un aspecto muy armonioso y adecuado a las prácticas sociales habituales en la época. Esta primera operación permitiría el planteamiento de una nueva propuesta más ambiciosa que se apoyaría en la disposición de la Queen Square. Para ello, Wood the Elder arrendaría al conde de Essex más suelo en las laderas colindantes que se expandían hacia el Norte. La ordenación del llamado King’s Circus se basaría en el trazado de un círculo, de 100 mts de diámetro aproximadamente, en el que quedaron inscritas las fachadas de 33 viviendas, formando tres arcos de circunferencia. La disposición del centro del círculo se situaría en la prolongación de una de las calles laterales de la Queen Square, la llamada Gay Street y simétricamente se situarían los inicios de otras dos calles que acabarían de definir la composición tripartita de tan singular espacio.
Fotomontaje de dos segmentos de la fachada de la King’s Circus
Wood no llegaría a ver el resultado de lo que había imaginado pues moriría al año siguiente del inicio de las primeras casas que compondrían el recinto del King’s Circus. Las obras las terminaría su hijo, siguiendo estrictamente los criterios formales y compositivos que estructurarían una pieza de arquitectura urbana de una gran belleza. En su conjunto, el King’s Circus es un reflejo de las obsesiones del arquitecto, su implicación con la masonería, su reverencia por una antigüedad mitificada y en una mezcla heteróclita del clasicismo, la mitología druídica, el orden y la numerología. Algunos señalan que las seiscientas columnas de estilo jónico, enmarcan un espacio urbano inspirado en el Panteón de Roma. En un principio, Wood lo pensó como un gran salón urbano pavimentado cuya bóveda sería el propio cielo. Con los años acabaría plantándose en el centro la media docena de centenarios plátanos que le confieren su maravilloso encanto actual. Otros especulan con la rememoración del gran espacio ceremonial prehistórico de Stonehenge, un círculo también próximo a Bath, que establece una referencia a sociedades antiguas provenientes del occidente europeo y que servía para los ritos de observación y determinación de los movimientos cósmicos del sol, la luna y las estrellas. Las prácticas urbanísticas e inmobiliarias ya consolidadas en el King’s Circus se prolongarían en el Royal Crescent, una invención exclusiva de John Wood the Younger. Este espacio remataría una de las calles que nacen del anterior espacio. Aquí el arquitecto inventa una forma espacial totalmente novedosa, basada en una semielipse y que, probablemente, se inspiraría en la visión de grabados de la época. En el siglo XVIII era muy habitual disponer de ediciones sobre la arquitectura antigua, publicaciones que toman como motivo la exposición de los grandes edificios de la antigüedad clásica. En este caso, la referencia pudiera ser la del Coliseo de Roma y su forma elíptica, expuesta parcialmente en secciones y esquemas explicativos de su forma en muchos libros y tratados. El Royal Crescent introduce un elemento esencial que le confiere su carácter, la incorporación del paisaje en la composición. Una idea genial que, mediante la reserva de la gran pradera descendente frente a la que se sitúa permite la contemplación singular de la campiña local. Esta es una práctica que luego se incorporaría a las típicas Terraced Houses británicas, el mantenimiento de espacios libres comunes en combinación con la edificación en hilera de viviendas. El Royal Crecent de Bath es un espacio único que, a partir de una práctica urbana previamente desarrollada, consolida un modo de hacer ciudad muy adecuado a lugares con topografía compleja.
Otra operación inmobiliaria en la estela de los Wood. Landsdown Crescent
Lo cierto es que esta manera de hacer espacio urbano se prolongaría en otros ejemplos de la misma ciudad como los Landsown y Camden Crescents, dentro de propia zona de Bath. Estos conjuntos de viviendas posteriores, que van conformando laderas urbanizadas de una manera armoniosa, reflejan el éxito del modelo y son responsabilidad de otros promotores y arquitectos posteriores. En escasamente cincuenta años, la ciudad de Bath transformó radicalmente su fisonomía hasta convertirse en uno de los espacios urbanos más armoniosos de Europa. Una ciudad cuya fisonomía queda también pautada por el uso constante de una piedra suave caliza de color meloso. Los llamados Ashlars de Bath, extraídos de las canteras próximas de Combe Down, constituyeron un material básico en la renovación de la ciudad. Otro elemento que confiere unidad formal a un conjunto ya de por sí hermoso. La arquitectura y el urbanismo de Bath servirían de ejemplo para la ordenación urbana de toda una época realmente interesante, la que constituye el período de consolidación de Gran Bretaña como un imperio de primer orden en el mundo. Su influencia se puede rastrear en otros ejemplos notables en la construcción y desarrollo de ciudades en Escocia e Inglaterra. Es el caso de la New Town de Edimburgo, proyectada por James Craig, aprobada en 1767 y construida en gran medida por John y Robert Adams, así como la operación coetánea de John Nash para la Regent’s Street de Londres, cuyo Park Crescent final guarda unas similitudes formales notables con lo realizado por los Wood en Bath.
Park Crescent, espacio final de conexión de la Regent Street con el parque del mismo nombre en Londres. Una obra de John Nash
La construcción de Bath ejemplifica una forma de hacer ciudad que intenta conjugar el interés empresarial hacia el beneficio privado con la consecución de espacios públicos de altísima calidad. En ese caso, la formación estética de sus promotores les indujo probablemente a no exprimir de una manera avariciosa la totalidad del beneficio posible, logrando finalmente con ello una notable mejora colectiva e imprimiendo un carácter único a esa ciudad que ya forma parte indeleble de la historia social y cultural de la humanidad. —>
Puente de Salginatobel. Robert Maillart, 1930. Foto: Mattschoelholz, Flickr
Hay que renunciar y denunciar el desarrollo. Es el recurso dialéctico que acalla la discusión, el gran argumento que avala cualquier posición porque parece irrefutable que nos conduce a un futuro mejor. Esa es la prueba a la que acude la demagogia política ligada al poder para imponer lo inaceptable.
Lo cierto es que el desarrollo que se propugna como incontrovertible es el sistema que ha originado la mayor parte de los problemas sociales y ambientales que padece el planeta, esquilmación de los recursos naturales, destrucción del paisaje, superpoblación galopante, etc. Un proceso que nos hunde en el abismo.
<---El cuestionamiento radical de este concepto, el desarrollo, implica la descolonización paulatina de nuestro pensamiento de ese objetivo impuesto, la transformación total del mundo -de la naturaleza, de las relaciones entre los hombres y de estos con lo biológico- en simples mercancías y bienes. Habría que imponer una necesaria higiene mental que deseconomice las ideas y los sentimientos, una guerra a ganar necesariamente que permita el restablecimiento de un equilibrio imprescindible entre el hombre y el territorio heredado. El progreso humano, tal como se define en el Manifiesto por un futuro posterior al desarrollo de Serge Latouche, debería reorientarse a la búsqueda de un bienestar basado más en la expansión de la calidad en las relaciones personales y por el contrario, la atenuación de la acumulación de objetos y posesiones que acaban transformadas en basura. Una alternativa que debe poner más énfasis en la mejora de los intercambios locales frente al movimiento masivo y geográfico de bienes, personas y capital. Este futuro posible debe basarse en el decrecimiento económico, en el ajuste del consumo a una cantidad muy limitada de recursos por persona, aquellos realmente necesarios para una supervivencia digna. El ineludible decrecimiento implica el control sobre la actual disposición ilimitada de recursos en algunos lugares y su saqueo masivo en otros. Se debe asumir que un consumo como el actual nos condena a la destrucción global del planeta y frente a ello hay que actuar localmente tanto para preservar la tecnobiosfera, es decir el mundo en que vivimos, como para ayudar a restaurar una mínima justicia social. Nuestra propia supervivencia está relacionada con la de los demás y con la del medio que nos rodea. Esta posición implicaría una integración matizada en el contexto mundializado, ampliando y profundizando la autonomía local del pensamiento, la cultura y, en definitiva, la economía. Las ideas y los bienes deben voluntariamente asumirse, producirse e integrarse desde la constante construcción de sociedades particulares con verdadera autonomía, autocentradas y marginadas voluntariamente respecto a la economía mundo dominante. En el contexto de la arquitectura ello significa combatir una serie de falsas premisas ampliamente extendidas y consideradas inmutables. Entre ellas, destaca la avasalladora colonización del arte del diseño y la construcción de edificios por la economía, su ajuste para apoyar la ideología desarrollista dominante y el reforzamiento de las necesidades del mercado mundial. También, la masiva generación de iconos construidos que ha presidido la última etapa de la escena cultural internacional que debe de repudiarse como representación de una ideología impuesta asociada a un progreso mal entendido y al crecimiento innecesario que nos acerca peligrosamente a esa inexorable destrucción colectiva en curso. Tumba de Robert Louis Stevenson. Monte Vaea Upolu, Samoa. Foto: Simone Sassen, 1987 <---
Es expresivo de este estado de cosas, la situación actual en la que se desenvuelven los fundamentos de la arquitectura.
La utilitas, la funcionalidad, está hoy dominada por los últimos conceptos de moda, el merchadising, la commodification y el branding. Basura economicista.
La firmitas, la manera de construir, entregada a materiales y formas efímeras que no garantizan perdurabilidad y apoyan el más antiético despilfarro. Falso ahorro inmediato que estimula los intercambios y facilita la acumulación del beneficio por unos pocos.
Y la venustas, la belleza, carne de cañón de la publicidad y de la propaganda de los poderosos. La herramienta definitiva para moldear las mentes según el interés exclusivo del dinero.
En una época en que la mayoría de las personas no están predispuestas a repensar críticamente los paradigmas ofrecidos desde el poder, hay que abstenerte. Por eso yo me declaro apóstata de la arquitectura, abandoné hace tiempo esa religión a la que he amado. Una imposibilidad manifiesta para la poesía, secuestrada por la comunicación del vacío. Habría que recuperar aquel papel que tuvo architékton, el humilde primer obrero: construir ese lugar reservado para el hombre, que existe entre la tierra y el cielo. La arquitectura se construye a la contra, frente a la resistencia del suelo para expresar las ideas de la época percibidas en lo alto. Excavar los lugares para encontrar la firmeza de los terrenos. Analizar las formas heredadas como expresión de la interpretación de los caracteres específicos, topografía, clima, variabilidad de la luz, etc. Escrutar los cielos implica interpretar las líneas que nos dibuja el firmamento hacia el futuro, recto entre las estrellas y las constelaciones y curvo según las orbitas de los planetas. Proyectar con la geometría, esa herramienta olvidada asociada a la razón. Utilizar los materiales heredados y próximos que no hay que transportar. Volver a recuperar las ideas esbozadas por nuestros antepasados frente a la imposición forzada de la novedad. Nuestras verdaderas referencias, la percepción de los fenómenos de la naturaleza, la enseñanza de los antiguos, la experiencia de los próximos. Habría que recuperar la búsqueda de la expresión en el análisis de los sitios. Me faltan las palabras.
Elogio del horizonte. Gijón, Asturias. Eduardo Chillida. Foto: khuasi, Flickr
<---Decía Eduardo Chillida en relación a su obra Elogio del Horizonte: He buscado la escala que me ha parecido justa para ayudar al hombre a pasar de lo pequeño que es a la grandeza del horizonte. Estuve mucho tiempo sintiendo el lugar como posible y circulando mentalmente dentro de mi escultura como si fuera un hombrecito para darme cuenta de lo que iba a ser en relación a la escala definitiva, para darme cuenta de lo que iba a ser la relación del hombre con la montaña de Santa Catalina en Gijón. Lo que no he sabido nunca descifrar es la relación matemática que hay entre la dimensión del hombre y la del horizonte. Una cosa es inmensa y la otra, nosotros, pequeña. La obra, lo que pretende, es ayudar, ser un peldaño, una ayuda para pasar de la mínima dimensión que tenemos a la enorme dimensión del cosmos y de su definición frente a la curvatura de la tierra que es el horizonte.
Siguiendo la magnífica línea discursiva presentada por Felix Duque en Habitar la tierra -y que copio descaradamente- ser en el mundo significa construir sobre los lugares, sosteniendo a lo que allí hay y al mismo tiempo abrirse a los cielos, el recinto de las ideas que nos conectan con lo sagrado. Los lugares no existen por lo general en sí mismos. También pueden ser creados por los humanos a la manera en que los puentes generan un espacio accesible que antes no estaba. Como escribió Martín Heidegger en su premonitorio Construir, habitar, pensar:
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El puente se tiende ligero y fuerte sobre por encima de la corriente. No junta dos orillas ya existentes. Es pasando por el puente como aparecen las orillas en tanto que orillas. El puente es propiamente lo que deja que una yazga frente a la otra.
Es a partir de esta idea como se puede entender en lo que hemos convertido los lugares y el mundo en su conjunto, algo que no existía anteriormente y que hemos transformado en nuestro beneficio. Lo natural preexistente se ha transformado en parque debido a la acción del pensamiento, la tierra se ha excavado para extraer las cavernas que constituyen nuestra morada.Pero ahora estamos a punto de perderlo todo por la acción de todos. Desde hace varias décadas la huella ecológica global realmente existente implica que el consumo desplegado ya no puede sostenerse con la totalidad de la accesible masa planetaria. La tecnobiosfera que hemos creado, la interacción de los materiales de la Tierra con la acción civilizatoria de la humanidad, es un mecanismo con una fecha de caducidad que se ha vuelto claramente evidente en los últimos tiempos. Durante dos siglos se ha vivido en movimiento continuo, tras el falso progresismo de las vanguardias. Bajo la enseña de lo nuevo, las vanguardias han acabado imponiendo la moda como medida del tiempo y con ello, la renovación constante de las mercancías. Frente a este proceso descabellado, habría que reivindicar la recuperación de posiciones de retaguardia crítica, considerar que la enseñanza realmente valiosa también es la que procede de una mirada atenta a lo que nos rodea y el simple disfrute sensual de los que nos ha sido dado. La finitud del planeta y nuestra supervivencia nos lo exige.
Escuela en Rudrapur, India. Hieringer Roswag. Selección Premio Aga Khan 2007 <---
Percibir el latir del suelo, escudriñar el horizonte, habitar realmente el solar donde se vive son los requisitos para salvar la tierra. A su vez, decía también Heidegger, la esencia de la persona está en el DaSein, precisamente el Ser Ahí. No en otro lugar imaginado.
Desentrañar ese ahí, ese simple ahí, esa es la verdadera tarea.—>
Piscina en el museo de Kanazawa. Foto: cameranew, Flickr
Japón es un territorio mítico para la cultura occidental. Para algunos, entre los que me cuento, representa quizás un nivel de sofisticación extremo y también ese lugar donde hoy se anticipan y experimentan algunos posibles escenarios de ciencia ficción; aquellos en los que probablemente vamos a estar inmersos en el futuro.
En ese conjunto de islas se produce un refinamiento extremo de muchas ideas y experiencias que a lo largo de la historia se han ido incorporando al acervo humano. Por ello, es tan interesante observar los procesos que allí tienen lugar. Esa potencia cultural heredada ha permitido a un país concreto, y a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, haber logrado situarse a la vanguardia del desarrollo económico y social. Y también experimentar con ello, la anticipación de las consecuencias positivas y negativas del modelo de crecimiento global sin límites ni contrapesos en el que estamos inmersos.
En su libro Armas, gérmenes y acero, Jared Diamond definía un eje geográfico fundamental para la transmisión de las innovaciones y el conocimiento, aquel que se desarrolla en dirección Este Oeste, desde Bretaña en Francia hasta Japón, aproximadamente a lo largo del paralelo 50. Este es un espacio terrestre que ha permitido un movimiento recurrente de las migraciones históricas, sin impedimentos infranqueables, así como una transmisión de las innovaciones y el conocimiento aportados sucesivamente por las distintas culturas que se han organizado y desarrollado a lo largo del mismo. Desde los sumerios y griegos hasta los imperios persa, chino y mongol. Frente a otras posibles directrices de transmisión geográfica -como las orientadas de Norte a Sur (es decir, las que se podrían haber dado en el continente americano o en África) las principales aportaciones a la historia de la humanidad se han movido principalmente entre Europa y Asia. Ello se debe a la continuidad esencial del territorio, caracterizado por esa plataforma sensiblemente horizontal de más de 12.000 kilómetros de longitud. Un espacio que está interconectado geográficamente sin la existencia de grandes barreras. África cuenta con la frontera que supone el enorme desierto del Sahara y América con el istmo de Panamá; dos hitos territoriales que han impedido una relación fluida entre las partes dividiendo esos dos continentes en grandes espacios infranqueables y no relacionados. Los Mayas y Aztecas no pudieron tener un contacto con la civilización del Tahuantinsuyu, los llamados incas Las nuevas ideas y los sucesivos sistemas de pensamiento han llegado a Japón siempre en último lugar. Sus habitantes han ido absorbiendo las aportaciones intelectuales de una variedad enorme de naciones situadas al Oeste, definiendo una cultura peculiar que además ha permanecido también aislada durante largos períodos de la historia. Ese país insular ha representado siempre un extraordinario laboratorio de pruebas de la cultura global. Este libro, After the crash, analiza un período económicamente convulso de la historia reciente de Japón, un testimonio de lo ocurrido desde la perspectiva específica de la arquitectura y el urbanismo, aquel que se ha desarrollado desde 1990 hasta casi nuestros días. Como arquitecto extranjero que reside allí, Thomas Daniell es un privilegiado observador inmerso en las peculiaridades de esa cultura tan sofisticada y avanzada que pretende mimetizarse dentro del panorama internacional. A partir de 1990, los japoneses han experimentado una situación económica similar a la que actualmente se sufre en numerosos países avanzados. Un desarrollo acelerado y muy potente que estalla de repente, como consecuencia de la explosión de una burbuja especulativa acumulada y que lleva al país a entrar en una recesión prolongada, que dura ya más de una década. Las consecuencias para la industria de la construcción y para la arquitectura en Japón han sido devastadoras y cuando se empezaban a ver los primeros síntomas de un tímido resurgimiento, nuevamente la economía nipona se ha visto azotada también por las consecuencias del desplome del sistema financiero internacional. Desde 1960, el archipiélago asiático experimentó un crecimiento extraordinario originado por su exitosa incorporación a la producción industrial avanzada primero y por sus aportaciones tecnológicas de vanguardia posteriormente. En paralelo, y sobre todo a partir de los años 80, se desarrolló una espectacular expansión del sector de la construcción, apoyado por unos bancos muy potentes que llegaron a situarse entre los primeros del mundo por recursos. Desde otras partes del mundo se observaba Japón como una especie de fenómeno fascinante, el país más rico del mundo, admirado y temido a la vez que empezaba a comprar masivamente activos extranjeros con sus excedentes de capital. En Japón tenía lugar la producción de una arquitectura altamente brillante, innovativa y sofisticada que emanaba de esas enormes cantidades de dinero disponibles. Ello se inscribía en un entorno de desarrollo inmobiliario masivo que alimentaba una burbuja de precios en las que el valor del suelo era irrelevante y donde los edificios se hacían para ser usados y sustituidos de una manera extremadamente rápida. Debido a ello, la experimentación surgía de un caldo de cultivo extraordinario que produjo una generación de arquitectos con un gran talento estético. Es el caso de Tadao Ando, Waro Kishi, Shin Takamatsu y tantos otros ampliamente divulgados en el panorama internacional de la cultura arquitectónica alrededor de 1980.
Proceso de destrucción de la Expo 85 de Tsukuba. Foto: Ryuji Miyamoto
Sin embargo, a comienzos de los años 90 la situación estalló como consecuencia de un mercado de la propiedad excesivamente revalorizado y del apalancamiento financiero que se apoyaba en esos activos inmobiliarios ficticios. De repente, se produjo el hundimiento de la bolsa y con ello, dio inicio la llamada década perdida. Una recesión que ha durado más de una docena de años salpicada de escándalos en el sector de la construcción y la paralización casi total en la realización de nuevos edificios. Una situación que constituye un precedente al que se refieren los expertos para entender lo que actualmente sucede en la mayor parte de las economías avanzadas del planeta, con Estados Unidos a la cabeza. <---Según Daniell, de un día para otro, la siguiente generación de prometedores arquitectos se quedó sin un espacio propicio para un ejercicio profesional minimamente viable. Las alternativas exploradas por ellos ante el vacío originado, se orientaron hacia la introspección, la experimentación formal y al análisis de la realidad metropolitana existente. El discurso teórico de la arquitectura se recentró en el examen de la vida cotidiana y la identificación de los patrones de asentamiento suburbano más allá de la intensidad de los espacios centrales de las megaciudades principales. De acuerdo a lo expuesto en el capítulo titulado Less than zero, minimalism and beyond (Menos que cero, minimalismo y más allá), el resultado de esa catarsis se ha concretado en un período dominado por una arquitectura que ha tendido hacia la simplicidad, la insubstancialidad e, incluso, la banalidad. Para representar este posicionamiento generacional el autor cita una obra del joven arquitecto Junya Ishigami, incluida en la exposición Hi-energy field, celebrada en Tokio en 2004. Consistía en una simple mesa formada por una lámina de acero de 3 milímetros de grosor, nueve metros de largo y dos metros y medio de ancho, apoyada en cuatro patas de ese mismo material de un metro de alto. Para lograr un efecto de ligereza extraordinaria, la superficie y sus soportes fueron pretensazos previamente, formando una leve curvatura que permitía recuperar la horizontalidad con la acción del propio peso del elemento, una vez colocado en su posición definitiva. El alto grado de sofisticación que tratan de expresar en Japón tiene una relación directa con una austeridad extrema y la búsqueda de una reducción material al mínimo posible. Se recurre a conceptos significativos como ligereza, transparencia y carácter efímero para adjetivar la voluntad hacia una arquitectura específica. Según el autor, también se puede detectar el recurso a valorar la necesaria sostenibilidad planetaria y la reutilización adaptativa de los materiales constructivos. Casi, cabría conceptualizar este esfuerzo como la búsqueda de una estética de la desaparición
Plantas esquemáticas de obras significativas del período. Arriba a la izquierda, Onishi Hall, Gunma de Kazuyo Sejima, 2005. Arriba a la derecha, Museo del Arte Contemporáneo del siglo XXI en Kanazawa de SANAA, 2004. Abajo a la izquierda, Museo Tomihiro, Gunma de aat+ de 2005. Abajo a la derecha, Forum para el Arte Ambiental en Annaka de Sou Fujimoto, 2003.
Otra característica interesante de la experiencia arquitectónica japonesa, surgida de la recesión económica, es la voluntad de mantener la simplicidad de los esquemas iniciales de proyecto y con ello lograr directamente la expresión constructiva de los diagramas abstractos que inspiran las ideas espaciales. Esta tensión formalista hacia la reducción simbólica de las obras, se fundamenta en formas geométricas muy simples, aquellas que tienen un enunciado fundamentalmente bidimensional, definido por cajas, cilindros, mallas y curvas informales. En estos años, un arquitecto de la generación anterior ha liderado las ideas más avanzadas y los procesos experimentales. Arata Isosaki ha estado presente en muchos de los debates e iniciativas culturales que sobre la arquitectura han tenido lugar en ese país. Desde su oficina se han coordinado experiencias tan interesantes como los barrios experimentales de Nexus World en Fukuoka y Motosu en la prefectura de Gifu. En ellos se han realizado obras muy interesantes de gente como Steven Holl, Rem Koolhaas y jóvenes locales como Kazuyo Sejima
Interior de la Mediateca de Sendai de Toyo Ito. Foto: cittadioro, Flickr
Posteriormente, todo este pensamiento colectivo ha cristalizado en una serie de obras esenciales y representativas de la época. Como las que suponen la famosa mediateca de Sendai de Toyo Ito de 2001 y el Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI en Kanazawa de Kazuyo Sejima y Ryu Nishizawa de 2004, entre otros. En el primer caso, Ito logra aplicar su discurso sobre los flujos en unos espacios sin límites y altamente ambiguos. Toyo Ito termina la mediateca en 2001, un proyecto ganado en el concurso correspondiente. Un edificio planteado como un híbrido entre biblioteca pública y espacio expositivo. En él, el arquitecto trata de expresar la dramática reducción de la capacidad de la arquitectura para representar las ansías culturales de aquella sociedad. Para Ito, las nuevas capacidades tecnológicas relacionadas con las telecomunicaciones y el acceso masivo a la información habrían vuelto redundante la corporeidad de la arquitectura. Así el diseño de este edificio trata de expresar la relación entre el espacio físico y el mundo digital. La característica estructura tubular de patios significaría el nexo de conexión entre el lugar y la dinámica de fluidos provenientes del resto del universo, información, agua, electricidad, etc. En 1999, Sejima y Nishizawa ganan el concurso para realizar el museo de Kanazawa. En él plantean una forma extremadamente simple, un cilindro en el que casi desaparece la división entre espacios interiores y exteriores en la transparencia e invisibilidad de los paños acristalados. La forma que permite el máximo espacio interior con la mínima longitud de cerramiento se plantea como un recurso para lograr la total ausencia de voluntad expresiva. La estructura se estudia para lograr también su desaparición o su transformación en un simple recurso gráfico que forma parte del esquema primitivo. Todo ello se acompaña de una mínima elaboración de la idea inicial, una vez establecida la elección del esquema funcional en que va a encajar el programa solicitado.
Interior del Museo de Kanazawa de SANAA (Sejima y Nishizawa). Foto: vlaysuke, Flickr
Con este planteamiento extremadamente minimalista, se corre el riesgo, en mi opinión, de imponer una imposible estrategia constructiva, en la que el sometimiento de los materiales a la estética de las refelxiones soñadas transforme los edificios en una efeméride con un grado de caducidad muy corto. Quizás en Japón, la longevidad de los edificios no sea lo habitual pero este planteamiento encaja muy mal con la reclamación de una ética de lo sostenible. No obstante, es muy interesante observar desde la distancia lo ocurrido en aquel país asiático para vislumbrar lo que puede suceder en otros lugares.—>
Documento digital del Avance del Plan General de Ordenación de La Laguna, realizado en 2009, que ha permitido la masiva participación de los ciudadanos de ese municipio
En Canarias, con la llegada de la democracia se ha iniciado un proceso de activación de iniciativas participativas que, en las dos últimas décadas, que se han dirigido hacia cuestiones que tienen que ver principalmente con el manejo del territorio. La incorporación al debate sobre el espacio de multitud de colectivos sensibilizados, organismos ciudadanos y grupos de intereses económicos confieren una gran riqueza al marco participativo ya consolidado pese a la existencia de una fuerte incomprensión, importantes contrapesos y grandes frenos a su desarrollo.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo esta deliberación colectiva sobre los asuntos comunes centrados en el uso del suelo –un bien cada vez más escaso en un archipiélago como el nuestro y sobre el que se proyectan todo tipo de tensiones- se ha ido enriqueciendo y adquiriendo un mayor nivel de argumentación y discusión. Todo ello, a pesar de los potentes intereses en juego y de las sutiles estrategias para el habitual intento de secuestro de las decisiones por grupos minoritarios ligados a los poderes económicos tradicionales. Aquí, la extensión de la participación ciudadana ha ido adquiriendo progresivamente el carácter de una mancha de aceite omnipresente en todo aquello que se refiere al territorio.
<--- En julio de 1992, por primera y única vez, se aprobó un texto legal en el Parlamento regional, a instancias de un colectivo ciudadano. La llamada ley de iniciativa popular para la salvaguarda de un paraje singular conocido como el Rincón, en el municipio de La Orotava constituye un hito inédito en la historia de este archipiélago. La Ley del Rincón, como es conocida en Canarias, fue avalada por varias decenas de miles de firmas de ciudadanos isleños, tenía como objetivo evitar la expansión de la urbanización turística convencional hacia un espacio visualmente muy significado de ese espectacular valle. Para ello, proponía concentrar un posible desarrollo turístico en unas superficies muy acotadas del paraje y redistribuir los beneficios económicos, estableciendo mecanismos compensatorios que garantizaran la permanencia de la actividad agraria que constituye la imagen tradicional del conjunto. La historia de la Ley del Rincón es ilustrativa de la forma de actuación de los movimientos ciudadanos. En 1984, Isaac Valencia, Alcalde del municipio de La Orotava, anunciaba la inminente construcción de una nueva urbanización turística en la costa norte del Rincón. Contaría con innumerables hoteles de gran lujo en torno a un campo de golf y un palacio de congresos. La nueva ocupación de uno de los pocos espacios agrícolas remanentes de ese maravilloso valle del norte de Tenerife, iba a suponer la inversión de más de 12 millones de euros de entonces, procedentes de Noruega y se presentaba con el habitual discurso de creación de riqueza y generación de numerosos puestos de trabajo. Ese mismo año, se constituía una plataforma ciudadana opositora de la iniciativa urbanizadora, la Mesa en Defensa del Rincón, liderada por personas significadas de la cultura local. Ese primer grupo crecería para acabar transformándose en uno de los colectivos ecologistas más significados de la isla de Tenerife.
Vista panorámica del valle de La Orotava en el norte de Tenerife, con el paraje del Rincón a la derecha
<---Pasado el tiempo, se declararía urbanizable este importante reducto paisajístico y como respuesta, el Movimiento en Defensa del Rincón presentaría al Parlamento de Canarias, la Iniciativa Legislativa Popular para su salvaguarda y protección. Esta propuesta legislativa fue avalada con su firma de apoyo por 35.000 personas e introdujo por primera vez un debate específico sobre el territorio dentro de la cámara regional. El texto original de la propuesta fue rechazado y enmendado en su totalidad, dando como resultado la aprobación de la Ley 5/1992 de 15 de julio para la ordenación de la zona del Rincón, en La Orotava. La ley del Rincón propuso en sus seis artículos establecer un mecanismo para conjugar el mantenimiento de los usos agrícolas con un desarrollo turístico acotado. Para ello, proponía la redacción de un plan específico que concretara los elementos a proteger y los aprovechamientos turísticos que pudieran insertarse en ese espacio. El Plan Especial del Rincón llegó a formularse pero no ha podido alcanzar sus objetivos al no poder satisfacer satisfactoriamente todos los intereses en juego. Esa iniciativa pionera nunca ha llegado a concretarse en algo verdaderamente práctico, más allá del mantenimiento de los usos y formas preexistentes en un territorio agrícola con un claro valor paisajístico. Unas fórmulas imaginativas de gestión en apariencia, orientadas a la concentración de unas posibles plusvalías ligadas a determinados aprovechamientos turísticos específicos no han podido gestionarse realmente ante la obstinada oposición de los propietarios del suelo. Probablemente, su escaso éxito se deba tanto a su exceso de idealismo de los promotores como a la incomprensión de los operadores inmobiliarios y de los representantes políticos sobre la validez de las ideas formuladas. Los contradictorios objetivos de la ley han desembocado en la congelación de este espacio para el desarrollo turístico y ha originado realmente, la parálisis de las actividades económicas preexistentes. Mientras languidecen unas fincas dedicadas al cultivo del plátano para su exportación no se realizan acciones tendentes a su mejora. Quizás haya sido un buen resultado y congratularse con la preservación de ese espacio libre de construcciones como reserva estratégica para el futuro. Lo verdaderamente importante es que este precedente ha servido de ariete para una reivindicación popular cada vez mayor de mecanismos participativos en la toma de decisiones sobre las acciones en el territorio. Esta es una demanda cada vez más sentida por la población canaria y dificilmente entendida todavía por los poderes públicos legalmente constituidos en este archipiélago. Los usos y costumbres habituales en la ordenación territorial, derivados de una concepción elitista e ilustrada en el mejor de los casos, siguen siendo lo habitual. Sin embargo, están empezando a aparecer síntomas de cambio hacia una participación cada vez activa de la población. Una transformación espoleada por una demanda popular representada por tipo de asociaciones y colectivos ciudadanos y crecientemente reivindicativa de un papel activo frente a los desmanes urbanísticos y la acción salvaje de los operadores inmobiliarios que ha caracterizado las últimas décadas. En los últimos dos años he tenido oportunidad de intervenir en dos casos significativos al respecto y que afectan a dos municipios importantes en el contexto del área metropolitana de Tenerife y los cuales me gustaría explicar someramente. Ambos se inscriben en los procesos para la revisión de planes generales municipales de ordenación. El primero de ellos, se refiere a un pequeño municipio, Tegueste, de la periferia norte de carácter rural que, con escasos 11.000 habitantes, se encuentra sometido a unas fuertes presiones urbanizadoras para su transformación en suburbio residencial.
Planteamiento de las alternativas de modelo territorial para el municipio de Tegueste. Arriba, ocupación concentrada frente a dispersión de la edificación. Abajo alternativas de variante viaria para la principal vía de comunicación que lo atraviesa
En Tegueste, los responsables políticos de la corporación municipal llevan varios años intentando sacar adelante un planeamiento que preserve su carácter rural y, al mismo tiempo, poder compatibilizar la implantación de unos usos económicos más avanzados y sofisticados. Este objetivo genérico se enmarca dentro del marco de la complejísima legislación urbanística canaria, llevando ya varios años en proceso de tramitación. En Tegueste, se ha forzado un debate participativo desde el esfuerzo de grupos ciudadanos cualificados, que se han movilizado exigiendo una discusión en profundidad de las decisiones de carácter más territorial. Se partía de un proceso habitual adaptado a las sucesivas informaciones públicas tradicionales en la práctica española, para constituir posteriormente algunas plataformas de debate más amplías que han cristalizado en un nuevo órgano asesor al estamento político, el Consejo Sectorial sobre el Plan de Urbanismo en el que participan representantes de esos colectivos que han reclamado una presencia más plural. Las cuestiones que se han debatido se enmarcan en el debate genérico sobre el modelo territorial y los elementos estructurales que definirán ese territorio en el futuro. En lo que se refiere al modelo a desarrollar se ha argumentado por un lado, sobre la posibilidad del freno al crecimiento y la reducción del espacio reservado a la urbanización; por otro lado, se ha reflexionado sobre la ocupación extensiva y puntillista de todo el espacio rural disponible, aceptando una dinámica de indisciplina generalizada lo que ha sido bastante habitual en el entorno insular en las últimas décadas. Finalmente, se optó por una solución intermedia de ocupación densa y más eficiente de los espacios vacantes interiores a los núcleos urbanos ya comprometidos por la urbanización, lo que permitiría un crecimiento poblacional razonable en los próximos 25 años.
Propuesta para la transformación de la actual carretera que atraviesa el núcleo principal de Tegueste en un espacio público semipeatonal. Eje ciudadano de Tegueste
Un segundo caso es que el representa el nuevo Plan General de Ordenación de La Laguna. Un proceso de planificación apasionante que afecta al segundo municipio de la provincia con una población que se aproxima aceleradamente a los 150.000 habitantes y tiene una gran variedad de espacios y asentamientos poblacionales. Su alcalde ha tenido la valentía de apoyar masivamente el debate ciudadano sobre el futuro territorial, otorgando la palabra y, casi, la decisión final a los ciudadanos. Este documento se apoya en un análisis territorial y urbanístico muy minucioso por el cual se han acopiado los datos y características más relevantes de los principales núcleos poblacionales para, a partir del mismo, establecer un diagnóstico de situación detallado desde múltiples perspectivas, ambiental, económica, social, jurídica, etc. sobre cuales eran los problemas más significativos y las principales potencialidades que afectan al municipio. Es muy interesante el proceso participativo impulsado desde el propio Ayuntamiento, puesto que ha establecido canales de contacto con la población, incluso antes de iniciar los trabajos de redacción del usual trámite de avance de planeamiento. Se estableció una consulta ciudadana previa que permitió sondear directamente cuales podían ser las preocupaciones y necesidades reales de cada barrio o pueblo. A la misma se aportaron 1.500 comentarios que han resultado muy esclarecedores de cuales eran los problemas urbanísticos que más preocupan a la población. Sobre esa base, y para los aproximadamente quince núcleos poblacionales en que se podría dividir el municipio, se construyó posteriormente un conjunto de documentos que plantearon múltiples alternativas específicas para la solución de cuatro cuestiones básicas. Esta clasificación temática se refiere a soluciones viarias, mantenimiento o expansión de los espacios urbanos existentes, definición de la morfología edificatoria y localización de los déficits dotacionales. Junta a ello, se plantearon también alternativas sobre cuestiones estratégicas que afectaban a la economía y los usos posibles en localizaciones concretas. A partir de lo anterior se ha construido un documento de avance de planeamiento que se ha sometido nuevamente a la consideración ciudadana con un compromiso del alcalde y su grupo de gobierno de aceptar las elecciones que mediante votación decidiesen los propios ciudadanos. El proceso de decisión se ha complementado con un ingente esfuerzo explicativo que ha supuesto varias decenas de sesiones públicas en casi todos los enclaves poblacionales del municipio, en las que el alcalde con la apoyatura de los técnicos redactores han expuesto las distintas alternativas sujetas a elección. Una característica esencial de este esfuerzo es que técnicamente se ha intentado mantener en cualquier caso, la coherencia de las distintas alternativas ofertadas que han ofrecido un abanico amplío de posibilidades, desde mantener las situaciones en su condición actual hasta introducir importantes desarrollos y expansiones.
Avance del Plan General de Ordenación de La Laguna. Alternativas propuestas para el desarrollo residencial del núcleo de Bajamar en la costa norte del municipio
Esta segunda fase del proceso ha concluido recientemente y sorprende la madurez colectiva que se ha logrado con un nivel de participación altísimo que ha incorporado al debate a más de 25.000 personas, de las cuales 9.000 se han pronunciado fehacientemente. Si bien la tónica general de la elección se ha orientado a la congelación del crecimiento y a la mejora de las condiciones actuales en lo referente a infraestructuras y dotaciones, también se han producido propuestas que van a suponer una introducción de nuevas alternativas de desarrollo económico. Propuestas que permitirán la incorporación de un desarrollo que va más allá de la usual expansión residencial de los asentamientos existentes. Esperemos que este apasionante debate colectivo en curso no se frustre y pueda llegar a buen puerto con unas propuestas de ordenación urbanística que logren encajar las interesantes demandas aportadas ya. —>
Bañistas en la playa de Manhattan, Los Angeles. Fotos: Nick Carlson, Flickr
A partir de la revolución francesa y la extensión de la forma constitucional y desde la creación de los Estados Unidos, se ha ido extendiendo un modelo de organización política que algunos definen como democracia liberal o representativa. Sustentada en el ya clásico reparto de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, hoy en día, la democracia representativa constituye el canon de referencia para el gobierno de las naciones y de otras entidades territoriales de menor tamaño.
Sin embargo y después de una experiencia de más de 200 años, la democracia, tal y como se conoce en los países más desarrollados, ha ido acumulando ya algunos lastres de considerable importancia. Entre ellos cabría destacar el secuestro y manipulación de las decisiones colectivas por unas elites ligadas tanto a los poderes económicos, como a las castas partidarias y los medios de comunicación que los apoyan, han ido generando un creciente sentimiento de frustración entre las capas más sensibilizadas de la población.
<---Frente al deseo de cada cual hacia lograr dirigir los factores que condicionan sus propias vidas, la realidad del poder tiende como siempre a concentrarse en unas pocas manos. Esta vez agrupado en unos liderazgos cada vez más difusos y sin rostro que se ocultan y al mismo tiempo orientan en beneficio propio el devenir de millones de personas. Una alternativa política que algunos propugnan para combatir esta tendencia natural del poder político es la que se conceptualiza como democracia participativa, una opción intermedia entre las lacras de la democracia representativa que se padece y la democracia directa como utopía en que el gobierno y la decisión sobre las cuestiones comunes no se deleguen en agentes interpuestos. La participación ciudadana sería así una estrategia para exigir y extender la capacidad de decisión política entre capas más amplías de la población, mejorando con ello, la calidad del proceso de toma de decisiones e introduciendo cada vez más la discusión y argumentación sobre opciones diversas y contrapuestas.
El tradicional pueblo suizo, que cuenta con uno de los sistemas democráticos más avanzados del planeta. Foto. VanessaK, Flickr
En este contexto, el gobierno del territorio es una parte fundamental de la actividad política sujeta a la apetencia de todo tipo de factores y a la aplicación de técnicas variopintas con el objetivo de lograr una mejor convivencia de intereses contrapuestos. En los últimos tiempos, se ha extendido la visión de que la mejor manera para su gestión es la que se deriva de la más vasta participación de los ciudadanos afectados. Sin embargo, esta aproximación a la ordenación territorial, organizada sobre la ampliación de la participación democrática activa, de la acción de los propios habitantes en el control del crecimiento y el desarrollo urbanístico, también tiene sus inconvenientes y, en mi opinión, no debe considerarse una panacea necesariamente en sí misma para una mejor disposición de las ciudades y de los usos y aprovechamientos. La actividad económica y el crecimiento urbano tienen un sustento espacial, un territorio que debe ordenarse de la manera más racional posible. Como consecuencia de esta necesidad hace más de cien años surgió el urbanismo –algunos atribuyen el concepto al catalán Ildefons Cerdá- una disciplina dedicada a orientar el crecimiento de las ciudades y que, estuvo ligada fundamentalmente a la ingeniería y la arquitectura en sus inicios. La específica tarea técnica e, incluso, artística, del urbanismo ha ido derivando hacia enormes desafueros en la última cincuentena de años, como consecuencia de sus mecanismos económicos y, entre otras cuestiones, de las gigantescas plusvalías que genera el simple proceso administrativo de recalificación de terrenos rústicos, asignándoles usos y aprovechamientos urbanos. Los abusos y errores cometidos en el marco del urbanismo son motivo de incesantes críticas, algunas basadas en hechos incontestables y otras apoyadas desde visiones profesionales interesadas en controlar este tipo de procesos tan golosos. Así, y de una manera recurrente, han ido apareciendo nuevas aproximaciones a la forma de ordenar el territorio, lideradas desde otras disciplinas que pretenden ofrecer soluciones totalizantes a un problema extremadamente complejo que afecta a múltiples cuestiones sociales y técnicas. La necesidad de una visión holística, transversal es un factor esencial en la ordenación del territorio que nunca ha llegado a comprenderse cabalmente, impidiendo en la práctica una correcta administración y salvaguarda del entorno habitado. El esfuerzo para controlar esta materia desde perspectivas parciales, económicas, geográficas, jurídicas, ambientales, arquitectónicas, ingenieriles, etc. ha conducido a la aparición constante de nuevas recetas y panaceas de todo tipo que se revelan también fallidas a la larga. Es el caso del planeamiento estratégico, de la visión ambientalista o del marketing territorial a los que hemos atendido en años recientes. En los últimos tiempos ha aparecido una nueva posición heredera de esta forma parcializada de abordar la ordenación territorial y que, como siempre, aventura una nueva solución definitiva a los problemas del mal gobierno territorial. Tendría que ver con una aproximación ligada a la política y la extensión de la democracia en los países avanzados a la que antes hacia referencia. Es la idea participativa de la población en los procesos de toma de decisión sobre el uso del territorio. Un argumento en principio inobjetable, pero como todo, sujeto también y posiblemente a manipulación política. La participación ciudadana es una cuestión relevante que enlazaría de nuevo con la política con mayúsculas, por cuanto pretende la superación de las prácticas estrechas que encorsetan la democracia representativa parlamentaria. Existen ya algunas experiencias políticas que avalarían esta alternativa de desarrollo democrático hacia un planteamiento participativo de mayor calidad en la implicación de los ciudadanos en la administración colectiva. Un ejemplo señero es el que representa la Confederación Helvética, un país altamente descentralizado en el que se toman importantes y numerosas decisiones comunes a los ciudadanos por el sistema de referendos consultivos a todos los niveles, estatal, cantonal y local.
Cartel de la campaña para la aprobación en referendum de un sistema de expulsión directa de emigrantes con problemas. Una iniciativa del derechista Partido del Pueblo Suizo- Unión Democrata Suiza
En Suiza, la democracia participativa, basada en una importante descentralización administrativa y política es una práctica con una tradición muy extendida y fructífera que se basa en un alto nivel de conciencia colectiva de la población. La articulación a múltiples niveles de los debates sobre todo tipo de cuestiones comunes ha llevado a los suizos a extender el debate hacia asuntos muy diversos y con ello, tener la posibilidad de discutir desde las cuestiones más domésticas hasta asuntos delicados como los relacionados con la seguridad nacional. Hace unos años, se produjo un ejemplo sorprendente en relación a la capacidad del país para tomar decisiones colectivas; se planteó un referéndum que tenía por objeto decidir la compra de varios cazabombarderos destinados a la defensa nacional. Un ejemplo sorprendente impensable en otros lugares, que expresaría un alto nivel de madurez democrática. Actualmente, otro ejemplo significativo a este respecto es el que representa también el estado de California, un territorio en el que existen viejas costumbres relacionadas con la democracia directa. En 1911, el gobernador Hiram Johnson introdujo un método para la aprobación de todo tipo de iniciativas populares mediante referendos directos que allí se conocen como Propositions. Una buena idea participativa en sus comienzos ha ido derivando con el tiempo en un sistema político de gobierno imposible que está a punto de colapsar como ha reflejado un reciente artículo de la revista Economist, titulado El estado ingobernable. California cuenta con instituciones representativas muy consolidadas que se concretan por ejemplo, en sus dos cámaras legislativas asentadas en la ciudad de Sacramento. Sin embargo, algo que podía funcionar bien a comienzos del siglo XX, cuando ese estado contaba aun con una población pequeña y homogénea se ha transformado cien años después, en un sistema impracticable, en el que la población ha crecido hasta los 35 millones de personas, formando un conglomerado territorial, social y económico complejo, con una amplísima variedad racial, de intereses económicos y, lo que es más importante, una escasísima minoría de votantes efectivos. Esos minoritarios participantes, electores, conscientes de la importancia del control político, se han polarizado por distritos irreconciliables y extremistas. Es el caso de Berkeley, en San Francisco o Santa Mónica, en Los Ángeles que se situarían en posiciones a la izquierda y Orange County o la zona central del estado, representativas de una concepción de la convivencia más a la derecha.
El actor Arnold Schwaerzenegger, actual gobernador del estado de California
La democracia directa ha ido derivando en California hacia una situación ineficiente mediante una progresiva aplicación de Propositions cada vez más crípticas y complejas (el pasado mes de Mayo, se votaron 6), que ha generado toda un ecosistema ampliamente organizado de recolectores de firmas y para la gestión de iniciativas. Un caso extremo de esta aplicación interesada del sistema referendario lo constituyó la famosa Proposition 13 que significó una autentica revolución contra la hacienda pública estatal. Fue aprobada mayoritariamente en 1978 y a partir de entonces quedó muy limitada la posibilidad de aumentar los impuestos sobre los bienes inmuebles. Para variar los impuestos es necesario conseguir una mayoría parlamentaria de dos tercios en las dos cámaras legislativas de Sacramento, una condición que impide en la práctica una activa y eficiente gobernanza en momentos de crisis. El desarrollo de grupos de presión de todo tipo y de iniciativas legales muy variopintas ha llevado a ese estado americano a una situación de colapso financiero y a un control efectivo y exacerbado de la gestión pública por minorías radicalizadas. Según The Economist las personas corrientes ya no son las que controlan el sistema legal sino los ciudadanos más ricos, desde los magnates de Hollywood a empresarios de Silicon Valley y grupos de presión variopintos como los sindicatos de prisiones, de enseñantes y de salud que son los que promueven la mayor parte de las iniciativas. La manipulación de los medios de comunicación, campañas de correo masivo y llamadas personales producen un estado de confusión mayoritario que impide saber con certeza el contenido real de lo que se vota. En otras partes del mundo, se observan este tipo de cuestiones con incredulidad -cuando no con envidia- y se citan como un avance necesario en la profundización de la democracia. El problema de la extensión de la participación democrática se puede enmarcar en el acaparamiento del espacio político por toda una pléyade de posiciones oportunistas que aprovechan la apertura de nuevos escenarios decisionales para sacar adelante intereses privados muy determinados. Esta epidemia de la exigencia participativa presenta otra faceta negativa que tiene que ver con el progresivo encadenamiento de los representantes políticos, realmente refrendados por el sistema electoral, a las decisiones y argumentaciones que no suelen tener un real respaldo mayoritario. La manipulación de los medios de comunicación y el amoldamiento de la opinión pública son otras de las herramientas que se utilizan para la imposición de intereses que no suelen mostrarse con claridad. Es un campo abonado para la extensión de la demagogia y la exacerbación de las pulsiones suicidas de la población. No obstante, son riesgos que se deben correr y combatir con las armas de la razón para lograr una extensión del poder de las personas frente a la práctica habitual del secuestro de las decisiones que nos afectan a todos por unas pocas elites poderosas. En España, y especialmente en Canarias, este tipo de procesos se encuentran todavía circunscritos fundamentalmente al del campo de la organización del territorio y del planeamiento. Existe ya una cierta experiencia local sumamente interesante sobre este tipo de procesos que trataré de explicar en una próxima ocasión. —>
La continua incoporación de nuevas piezas al desarrollo territorial. 25 aniversario del juego del Tetris. Fotomontaje de Erik Johansson, Alt eller inget.com
En las últimas décadas el tratamiento y gestión del suelo y el territorio ha evolucionado a una velocidad vertiginosa. Como consecuencia se han gestado nuevos especialistas, profesiones y técnicos ligados al manejo del espacio y su mejor aprovechamiento.
Muchas de estas nuevas especialidades no han encontrado todavía acomodo en la enseñanza técnica y, mucho menos, tienen estructurado su currículo académico, por ello, como señalan algunos teóricos, deben aprenderse en la llamada universidad de la vida. Una primera aproximación a estos fenómenos debe intentar nombrar y definir en que consiste todo este nuevo cúmulo de actividades.
<---Es debido a esta evolución que les propongo analizar una serie de términos -todos ellos neologismos técnicos- que puedan introducir una futura reestructuración de lexicológica de las profesiones que actúan sobre el territorio. Todo ello sobre la base de la evolución reciente de las prácticas profesionales y las expresiones técnicas habituales.
Esta es mi humilde aportación:
Almande: Personaje político elegido popularmente que suele estar al cargo de territorios con altas potencialidades de desarrollo especulativo. El almande suele estar sometido a innumerables presiones de consruptores y terramangantes que intentan lograr el aumento infinito del valor de sus propiedades y/o actividades económicas. En consecuencia, es presa fácil de manejos turbios y sobornos varios. Movido inicialmente por afanes altruistas, al cabo del tiempo suele actuar totalmente al dictado y bajo el mando de aquellos.
Aparejotecto: Ayudante de los arquineptos que se encarga de ejecutar y completar realmente el trabajo profesional que aquellos suelen dejar inacabado debido a sus constantes ensoñaciones artísticas. El aparejotecto aspira a sustituir al arquinepto puesto que considera que es el que verdaderamente dispone realmente del conocimiento técnico necesario. Profesión característica del entorno español que, en otros países, es realizada por los ingañeros.
Apogado: Especialista en cuestiones jurídicas que conoce todas las posibles triquiñuelas encaminadas a subvertir el marco legal vigente en beneficio de consruptores e innobiliarios. El apogado suele haber ejercido cargos de funcioparia en épocas anteriores de su vida y suele trabajar en colaboración con los arquineptos.
Arquinepcia: Profesión de alto componente artístico, consistente en producir documentos destinados exclusivamente a la obtención de permisos y licencias de construcción para ejecutar edificios que se caracterizan por el máximo aprovechamiento de la capacidad de parcelas y solares. Los beneficiarios habituales de la arquinepcia suelen ser los innobiliarios y, en menor medida, los consruptores.
Ejemplo de trabajo resultado del ejercicio profesional de un arquinepto
Arquinepto: Individuo o profesional que practica la arquinepcia. El arquinepto es un factor esencial para la generación de riqueza, sea esta obtenida de manera ortodoxa o por cualquier otro medio asequible. Por lo general, el arquinepto desconoce las técnicas necesarias para construir, siendo ayudado en esas tareas por los ingañeros y aparejotectos.
Ejercicio imaginativo carácterístico de la aptitud profesional del arquifecto. Sopot, Polonia
Arquifecto: Arquinepto especialista en halagar el intelecto de sus clientes con ensoñaciones, imágenes y narraciones de lugares y construcciones extraordinarias para embarcarlos en aventuras costosísimas de imprevisible resultado. El arquifecto suele ser un profesional con una alta estima de sí mismo y que se considera enormemente incomprendido por la sociedad.
Ingañero: Técnico especializado en engañar a los arquineptos en su intento por conseguir documentos de proyecto en los que sea factible y económica la construcción de edificios. El ingañero sufre con estoicismo la indefinición e ineficacia consustancial a la práctica habitual de los arquineptos.
Enredado de obra: Trabajador técnico encargado por el consruptor para la compleja tarea de ejecutar directamente la obra definida en los royectos. Su objetivo principal es lograr realizar el trabajo con el mínimo esfuerzo personal y económico, así como el máximo ahorro de medios aun a costa de una calidad técnica y del quebranto de las condiciones estéticas y técnicas que, con tanto esmero, han querido lograr los arquineptos e ingañeros.
Consruptor: Personaje con escasa experiencia empresarial que se ocupa de realizar efectivamente los royectos, produciendo materialmente los edificios que son la esencia del negocio innobiliario. Gran parte de los consruptores no suelen tener una cualificación profesional adecuada y dedican una parte importante de su tiempo y sus recursos a convencer a los almandes y funcioparias de las razones para mejorar las condiciones económicas de los royectos que les son los encargados. A veces, los consruptores también superponen a su tarea la que suelen ejercer los innobiliarios.
Consrupción: Conjunto de actos y actividades legales y alegales practicadas por los consruptores.
Flaneamiento: Documento que arbitrariamente asigna valor económico a las distintas piezas del suelo existentes en una localidad, municipio o región. Normalmente, se ejecuta por los urtanistas, bajo el encargo y dirección de los almandes. El flaneamiento suele configurarse a partir de elecciones supuestamente lógicas y racionales que suelen acabar siendo transformadas radicalmente en beneficio de algunos innobiliarios y terramangantes con influencia.
Flanificación: Disciplina técnica que analiza y establece teóricamente los mecanismos e instrumentos con los que se ejecuta el flaneamiento. Normalmente, la flanificación se desenvuelve en un universo ideal que nada tiene que ver con el resultado práctico de sus teorías. La flanificación tuvo su origen en una visión utópica para disponer el crecimiento de las ciudades.
Uniformes empleados en las celebraciones profesionales por arquineptos, ingañeros, funcioparias y aparejotectos. Ilustración cortesía de Ruth Fau
Funcioparia: Individuo cuya tarea y principal esfuerzo consiste en encontrar el mayor número de inconvenientes y de defectos en los documentos de royecto presentados por innobiliarios y consruptores para obtención de permisos de ejecución y así acotar su objetivo básico de enriquecimiento desmedido. El funcioparia desarrolla su tarea en el seno de las administraciones públicas y suele despreciar a los arquineptos, ya que cree conocer infinitamente mejor que ellos la flanificación y las técnicas para la elaboración de los royectos.
Innobiliaria: Ente empresarial o actividad orientada a la consecución de actividades especulativas en la transformación del espacio disponible en parcelas y solares edificables. En general, las innobiliarias se dedican a la mutación y tráfico de bienes rústicos de escaso valor en productos con un rendimiento económico extremo sin apenas aporte de esfuerzo material.
Profeisional del sector innobiliario caracterizado con su uniforme habitual de trabajo. Ilustración: Eneko
Martirmonio: Contrato personal de convivencia que algunos profesionales, arquineptos, ingañeros, funcioparias, almandes, etc., establecen por largos períodos de su vida, cuyo pacto principal consiste en compartir escaso tiempo y responsabilidades con otra persona. Normalmente, los graves perjuicios generados por este acuerdo los sufren las parejas de estos profesionales, que no pueden contar con ellos para otro tipo de actividades que no sean las de ocio y representación pública.
Royecto: Documento elaborado normalmente por los arquineptos e ingañeros con el apoyo y ayuda de los aparejotectos y que permite la obtención de permisos de edificación. Por lo general, el royecto refleja una escasa preocupación social o estética e innumerables defectos técnicos que suelen elevar considerablemente el costo de los productos finales, aunque cumplan a la perfección la flanificación que se aplica en el lugar. El royecto consta de innumerables elementos inutiles, exigidos reglamentariamente, que en nada contribuyen a su definición técnica.
Starquinepto: Especie extrema de arquifecto que se mueve en el panorama internacional de la arquinepcia y es sumamente apreciado por almandes e innobiliarios como elemento generador de marketing y presencia mediática. Habitualmente y de una manera mágica, suele eliminar las insuperables trabas de todo tipo existentes para la consecución de objetivos económicos difíciles. Curiosamente, los funcioparias suelen estimar enormemente a los starquineptos, llegando en algunos casos extremos a su adoración.
Ilustración de Steve Buenes. Fuente: Blog, Mi Moleskine arquitectónico
Terramangante: Propietario de porciones de suelo que considera que allí se puede realizar cualquier tipo de aprovechamiento ya que su tenencia y propiedad es un derecho divino con caracteres sagrados. Generalmente, el terramangante odia de una manera visceral a los urtanistas que les imponen, a través de la flanificación, limitaciones injustas y arbitrarias a sus expectativas de enriquecimiento infinito.
Urtanista: Especialista dedicado a la producción de los documentos ligados a la flanificación. Suele estar sutilmente implicado en la obtención de rentas colaterales a la realización de su actividad y es objeto constante de presiones múltiples, directas e indirectas, de innobiliarios, terramangantes y consruptores.
Urtanismo: Disciplina ligada a la práctica de la flanificación y ejercida por los urtanistas. El urtanismo incluye una especialización en el riesgo y es, en tiempos recientes, estudiado con ahínco por fiscales y jueces, dentro de otro mundo profesional compenetrado con el del manejo del suelo, el de la justicia.—>
Pareja de tajinastes blancos, especie endémica de las islas Canarias, que han florecido este año en mi jardín En estos días se cumplen dos años desde que empecé a publicar mis textos en esta plataforma de multitudes que es Internet. De repente ha pasado otro año y es que el tiempo para la gente de mi edad se encoge enormemente y se hace cada vez más escaso.
Durante este último año, he procurado presentarles a ustedes una reflexión personal cada semana sobre las cosas que me entretienen y me preocupan. Fundamentalmente, urbanismo, arquitectura, diseño paisajístico, etc. En la práctica forman parte de las ocupaciones a las que he dedicado bastantes años de mi vida. También he comentado noticias de actualidad, e incluso he hecho algunas piezas jocosas. Todo ello siempre teñido por el acento de esta actividad profesional caleidoscópica que realizo.
<---Con el paso de las semanas y los meses me he ido decantando cada vez más hacia la arquitectura y la ordenación de las ciudades, todo ello visto desde una perspectiva insular. Ello ha quedado ya reflejado en el volumen de artículos publicados donde los que se refieren a estos temas son ya una mayoría destacable. Me preocupa la creciente espectacularización de la arquitectura y el empleo indiscriminado de técnicas de mercadotecnia para imponer visiones reaccionarias y personajes deleznables que no contribuyen a una mejor aplicación social de esta disciplina. La colonización por las grandes firmas mundiales y sus estrategias de marca ha ido imponiendo unas obras cada vez más absurdas y teñidas por el despilfarro como canon de la arquitectura en los países avanzados. La pulsión social y artística de la arquitectura, su carácter como una de las bellas artes, ha sido tergiversada en aras de una creciente estetización de la realidad, una deriva emparentada con la publicidad y la propaganda política. El problema que supone la implacable transformación espectacular de la arquitectura se ha incorporado a mis reflexiones en algunos textos. Ese fue el caso de aquel artículo titulado La arquitectura ¿una especialidad del marketing?, que hizo enfadar a alguno o aquel otro sobre Los arquitectos como marcas de consumo, que tuvo una gran audiencia en su momento.
He querido presentar críticamente algunas obras de arquitectura, realizadas en mi ciudad o que he visto en algún lugar. Y en ello me he guiado siempre por una máxima que creo fundamental que consiste en conocer personalmente esos edificios o lugares que definen y enmarcan la arquitectura. Para realizar una valoración arquitectónica me parece básico vivir el lugar, recorrer los espacios y sentir como se usan.
Es lo que hice en el caso de dos trabajos terminados en Tenerife del equipo suizo Herzog y deMeuron, la reforma de plaza de España y el centro cultural Tenerife Espacio de las Artes que han contribuido (con sus aciertos y sus fallos) a mejorar enormemente la calidad del equipamiento colectivo de mi ciudad. Así mismo, me parece apasionante conocer cuales son las actuaciones más innovadoras en esa tarea hercúlea que consiste en la orientación de la transformación de las ciudades, el urbanismo y la planificación territorial. Ahí ha sido un gran aporte para mí, el seguimiento de lo que se hace en sitios como Estados Unidos, Holanda o, incluso, lo que ocurre en algunas ciudades españolas como Zaragoza, Barcelona o Madrid, unos referentes claros para todos los que vivimos en este pais.
Desde mi ignorancia y atrevimiento, he ido glosando también algunas publicaciones sobre economía e, incluso, sobre política. Es el caso de mis comentarios sobre libros que he leído y en cuyo espejo me veo como alguien al que han convencido de la necesidad de recuperar posiciones un poco más autárquicas y éticas. Entre ellos, destacaría La globalización de la pobreza de Eric Reinert, El desgobierno de lo público de Alejandro Nieto y El crack de 2010 de Santiago Niño.
De acuerdo a los que se expresa en esos textos, vivimos en un contexto de injusticias globales, de las que somos partícipes y responsables también; junto a una creciente corrupción y rapiña de los bienes colectivos, ejercida por minorías a las que es cada vez más difícil identificar y desenmascarar. A ello se añade un problema prácticamente irresoluble que consiste en el descontrol colectivo de un sistema económico cada vez más complejo y opaco. Creo entender que en un espacio finito como el que representa ya el planeta, el consumo indiscriminado de recursos nos conduce hacia una catástrofe o, más probablemente, a una nueva extinción como aquella de la que nos hablan los especialistas en las eras arcaicas. Últimamente, he incorporado algunas notas autobiográficas en las que he rememorado pasajes de mi vida relacionados con mi formación. La escritura de estos episodios ha sido un ejercicio muy gratificante; aunque a veces, la memoria hace que todo se tiña con un halo entre melancólico y mitificado. Al fin y al cabo, escribir es relatar: construir una suerte de ficción personal sobre los famosos hechos objetivos. A este respecto, he hecho dos incursiones sobre mis recuerdos que han tenido una acogida dispar: una sobre las primeras lecturas que tuve relacionadas con la arquitectura y otra sobre un viaje al centro de Europa que realicé para ver varios edificios de Le Corbusier. Curiosamente, la primera despertó un alto interés, mientras la segunda, ha pasado sin dejar casi rastro estadístico. Todo esto realmente es un esfuerzo egoísta porque disfruto enormemente con ello. En cierta manera, me alegra haber tenido este arranque de disciplina que me obliga a escribir una vez a la semana, ya que me ha permitido a lo largo de este lapso ir desgranado y organizando ideas y argumentos sobre las que he ido reflexionado durante un tiempo ya largo. Lo realmente valioso para mí, es que el número de lectores de este semanario de arquitectura continúa incrementándose paulatinamente. Así, según esa maravilla de las estadísticas gratuitas que se ofrecen en la red (gracias, statcounter.com), en 2007 accedieron a esta página alrededor de 3.000 personas, en 2008 aumentaron a 30.000 y en lo que va de 2009, 24.000. Una audiencia sorprendente, que ha accedido ya a más de 85.000 páginas. Como último dato, el número de entradas a este sitio de la red ha alcanzado las 10.000, en este último mes de mayo, en una progresión ascendente que empezó con 300 en el verano de 2007 y sigue creciendo con regularidad. . En un principio, el grupo de lectores que accedían a este espacio estaba probablemente muy relacionado personalmente conmigo. Con el paso de los meses, han ido llegando un mayor número de personas y percibo que el grueso de los que me leen ya no solo no son de las islas Canarias, sino que ni siquiera son españoles. Una gran parte de los que se conectan aquí son latinoamericanos, de Argentina, Colombia, Mexico, Chile, Perú, etc. Es significativo que los hispanos de Estados Unidos apenas entran en esta página, constituyendo un universo poblacional relativamente importante. Me supongo que aquel que vive en América del Norte considera como un hecho cultural incontrovertible que las referencias informativas e intelectuales provienen solo y necesariamente de lo escrito y publicado en inglés. Poco a poco he intentado ir mejorando la presentación y prestaciones de este espacio. Y es una cuestión curiosa el servicio que suponen esos artilugios que se ofrecen gratuitamente para ello en la red, los denominados widgets. La inserción de un ingenio de estos, orientado a generar una valoración del interés de lo publicado mediante la puntuación de cada artículo con estrellas, constituye una anécdota al respecto. Lo instalé con el objetivo de conocer cuales eran los temas que interesaban, pero sorprendentemente al cabo del tiempo fue colonizándose progresivamente por una publicidad intrusiva que yo no quería. Finalmente, tuve que desinstalarlo. Porque una cosa que me parece fundamental de Internet es que el contenido que una gran mayoría aporta a través de esta red global se oferta gratuitamente, por amor al conocimiento y a la divulgación de las ideas. Y para los que lo hacemos, nos parece detestable que alguien pretenda rentabilizar el esfuerzo realizado por la multitud, un material al que los profesionales y expertos tildan de ignaro. Pero desgraciadamente, la mutación en curso es de tal calibre que mejor sería que intentáramos entender lo que ocurre y participar. Es muy probable que a partir de ahora conceptos como trabajo y remuneración tengan que reenfocarse de una manera distinta a la que estábamos acostumbrados. Es algo que ha expresado de una manera clarividente Clay Shirky en un libro fantástico, Here comes everybody en el que se reflexiona extensamente de qué va toda esta transformación en curso. Sí, porque aquí venimos todos, nosotros aficionados a muchísimas cosas; que hacemos las cosas porque nos apetece. Como en Wikipedia, esa magnífica enciclopedia gratuita que ya ha desbancado categóricamente a la Encyclopedia Britannica y tantos otros servicios gratuitos extraordinarios. Y según Shirky, la razón para todo esto es que a la gente le gusta consumir información, desde luego, pero también producirla (“mira lo que he hecho”) y le gusta compartirlo (“mira lo que he encontrado”) Y lo que ocurre en este momento es que ahora disponemos de medios que permiten ambas cosas, hacer y compartir, al igual que consumir. Así que aquellas capacidades que habían permanecido secuestradas están reapareciendo y son ofrecidas mayoritariamente de una manera gratuita. Quizás sea un poco iluso, pero eso es lo que mueve a mucha gente en estos momentos. Frente a un mercantilismo parasitario de los derechos exclusivos de copia, esta apertura global de la información y los contenidos está significando que aquellos que están perdiendo su monopolio remunerativo, estén asustados. Debido, entre otros, a Creative commons, otra maravilla que permite compartir creaciones sin que ello signifique necesariamente pagar derechos de autor al que las disfruta.
Muchas gracias por seguir accediendo aquí y compartiendo conmigo estos temas e intereses que tanto me alegran la vida. Intentaré seguir aportándoles otra temporada más descubrimientos y reflexiones sobre ellos. —>
Uno de los vitrales del muro curvo de la Capilla de Ronchamp de Le Corbusier. Foto: Scarletgreen, Flickr
Hace ya 35 años hice un viaje a varios países europeos, aprovechando ese billete llamado Inter Rail que permite viajar sin restricciones durante un mes, utilizando las distintas redes de ferrocarriles nacionales. Surgió del deseo irrefrenable de conocer en vivo algunas obras relevantes de la arquitectura contemporánea. Este es la narración de lo que me aconteció en aquellos días.
Dice Claudio Magris en su libro El infinito viajar de 2005, una magnífica recopilación de relatos de lugares y visitas, que cada cual atraviesa un lugar con un ritmo particular. Unos van deprisa, otros remolonean. El paisaje es estratificación de tierra y de historia. No es solo naturaleza y arquitectura, golfos, bosques y casas, senderos de hierba y de piedra; es también y sobre todo sociedad, personas, gestos, costumbres, prejuicios, pasiones, alimento, fez.
<---Solo con la muerte cesa el status viagiatoris del hombre, su condición natural de viajero en constante búsqueda de las razones profundas de la existencia, recuerda también el gran teólogo católico, Karl Rahner. El viaje es un experiencia personal que nos retrotrae a aquellas épocas remotas en las que la humanidad recorría incansablemente las sabanas en la persecución de sustento. Algo parecido a uno de esos cuentos personales de Magris, en las que se exponen impresiones personales ligadas a la cultura, es lo que pretendo transmitirles en este mi viaje por la Mitteleuropa a la que siempre se refiere el escritor de Trieste, o más precisamente, en mi caso, a le centre de l’Europe. En ese viaje de 1972, que realice en escasos tres días entre Suiza, Francia y Alemania, puedo decir que empecé a apreciar el valor de la arquitectura.
A veces algunos lugares te hablan con intensidad y claridad exponiéndote algo que te resulta inesperado. Puede ser el resultado de la poesía, aquél lenguaje que nos une a los hombres que nos han precedido. Mi historia comienza en verano en la pequeña ciudad de Lausanne, frente al lago de Leman en la Suiza francófona, a la que habíamos acudido a disfrutar de la hospitalidad de la hermana de uno de mis compañeros de viaje. Ella hizo de cicerone para nosotros y nos enseñó algo de las pintorescas costumbres locales en una época en que, en España, estábamos en unas condiciones económicas y culturales sensiblemente diferentes. Recuerdo que visitamos Ginebra la ciudad de Calvino, cuyo escueto busto conmemorativo visitamos en una recoleta plaza.
Este fue un periplo que hice también en la soledad de mis pensamientos, cuando decidí abandonar a mis amigos por unos días y visitar algunas obras de Le Corbusier en ese territorio ambiguo de frontera situado al Este de Francia. En Ginebra pude acercarme también a una de las primeras obras de Le Corbusier, la Maison Clarté. Un edificio residencial de una claridad espacial intachable, que aun hoy en día conserva su carácter. Un volumen simple en el que predomina la preocupación por mejorar el entorno doméstico, basándose en herramientas simples y de sentido común, como la limpieza volumétrica de las estancias, el control de la luz y una adecuada relación con el paisaje urbano circundante. La Maison Clarté es una obra que ha aguantado con dignidad el dictamen del tiempo y en la que los toldos rojizos son unos elementos que le conceden una apariencia característica. En su zócalo curvo de piezas de pavés se insertan tiendas que ofrecen una escala amable de contacto con la calle. También aparece uno de aquellos característicos pórticos de hormigón que definen el acceso a muchos edificios de Le Corbusier. En aquel momento, la organización en dos plantas de las viviendas le pareció genial a un inexperto estudiante de arquitectura acostumbrado a las casas convencionales de su tierra.
Cargado con mi mochila y saco de dormir abandoné la seguridad de la estancia que me acogía para adentrarme en un territorio del que desconocía casi todo: el idioma, las costumbres, los lugares. Por no conocer ni sabía donde se encontraban aquellos edificios de los que había visto unas fotos impactantes en color de un pequeño libro de un italiano (siempre los italianos me precedían), Vittorio Franchetti Pardo, dedicado a la divulgación popular de la obra del arquitecto. Era una simple guía, titulada Le Corbusier de la serie Los diamantes del arte y publicado en 1967 por la editorial Toray-Sadea.
El espacio ceremonial de la capilla del Convento de la Tourette. Foto: Doctor Casino, Flickr
<---Lo que si sabía a mis diecinueve años es que el convento de La Tourette se había construido en las cercanías de la ciudad de Lyon, por encargo de unos monjes dominicos, escasos años atrás. Y Lyon estaba a 150 kms de Ginebra y Lausana, donde me encontraba.
Así que me planté en la oficina de información de la estación Perrache de Lyon con mi escueto equipaje, después de un pequeño viaje en tren desde las orillas del lago de Leman. Allí traté de indagar cuales eran las localizaciones de aquellas obras de Le Corbusier que más me sonaban, el convento de La Tourette y la capilla de Ronchamp. Mi interlocutora no imaginaba de qué le hablaba aunque intenté explicárselo en inglés y castellano. Después de múltiples conversaciones con otros compañeros y consultas a guías, supimos finalmente que el desconocido monasterio se encontraba en un pequeño pueblecito a las afueras de la ciudad llamado Eveux sur l’Arbresle, al que se podía acceder en tren en dirección a Roanne. También me informaron amablemente sobre el camino para llegar a Rochamp, situado más al norte, casi en Alemania. Así que después del almuerzo me dispuse a coger mi transporte, llegando al destino cercano hacia el atardecer. Eveux es un pequeño caserío en la campiña del país de l’Arbresle, junto a un afluente del río Ródano. En mi ignorancia juvenil ni me había planteado donde se podía dormir en un sitio así. Preguntando a personas del lugar me sugirieron un camping que, casualmente, se encontraba en las proximidades de mi objetivo. Llegado a las instalaciones que me recomendaron, solicité un lugar para dormir y cual no sería mi sorpresa cuando me encontré frente a una pequeña parcela de terreno de 5 por 6 metros con un pequeño enchufe por todo equipamiento. Allí dejé mi mochila al atardecer, embargado por un sentimiento de perplejidad. Unas horas más tarde, tras el oscurecimiento nocturno, extendí mi saco sobre el suelo y me dispuse a pasar la noche de aquella extraña manera, rodeado de roulottes y casetas.
La silueta del Convento de la Tourette, visto desde el camino de acceso. Foto: Minke Wagenaar, Flickr
La luz del amanecer se presentó pronto sobre unas montañas próximas y después de asearme en el baño común, recogí mis cosas y me dispuse a recorrer el corto trayecto hasta el vecino monasterio de la Tourette. Me adentré en un pequeño bosquecillo por un camino rural de tierra, a través del cual vislumbré enseguida la característica silueta del edificio, coronada por su campanario de hormigón. Me encontré la conserjería a la entrada, un lugar compuesto por unos módulos de formas orgánicas situado al cruzar, otra vez, uno de esos umbrales de hormigón, tan parecido a tantos otros portales que señalan la entrada a los edificios de Le Corbusier, como aquel que precede a la Cité de Refuge de París y, por supuesto, el que existía en la Maison Clarté. El espacio de la entrada incluía también un pequeño banco, preparado estratégicamente para recibir al cansado caminante.
Banco en el acceso al convento. Foto: Minke Wagennar, Flickr
En ese momento, los monjes desayunaban en el refectorio pero, muy amablemente, me dejaron circular por su interior sin problemas. Al recorrer los pasillos del claustro en U, entré en la famosa capilla cúbica sobre basamento en cruz y cubierta piramidal. Una de las cosas que más me gustaron fue aquella relación tan magnífica de los espacios interiores con las vistas del paisaje a través de aquellas ventanas de hormigón ritmadas musicalmente. Casi se podría decir que La arquitectura es la solidificación de la música, de acuerdo al gran Víctor Hugo. De alguna manera se palpaban las ideas musicales de Iannis Xenakis, un ingeniero y músico que trabajó con Le Corbusier, considerado uno de los creadores del movimiento estocástico sobre el que, años después, descubriría su participación en la formalización del Modulor. Ver la austeridad de las celdas me reconfortó, en el pensamiento sobre lo poco que se necesita para llevar una vida de plenitud espiritual y personal. La iglesia me pareció también un espacio ceremonial muy adecuado al carácter monacal de sus usuarios. Un prisma monumental de hormigón; un espacio de una austeridad espartana en la que se recurría apenas a la introducción de elementos figurativos, junto a un lacónico mobiliario reducido a los bancos y el altar. Sin embargo, el espacio que me causó mayor impacto fue la capilla semienterrada junto a la iglesia en la que los monjes celebraban cada mañana su primera misa bajo los lucernarios de colores puros, rojos, amarillos y azules. El edificio de reciente factura entonces -en aquel momento tenía escasamente una docena de años- producía un impacto extraordinario y se insertaba con una gran sabiduría en el lugar. Su lenguaje era de una gran sobriedad, expresando así poéticamente y de una manera magistral la visión del mundo que tenía la congregación que habían sido los clientes del arquitecto Años después me enteraría que el propio convento disponía de una hospedería para los peregrinos y visitantes. Hoy, el lugar se encuentra prácticamente abandonado y en una situación complicada que demanda una intervención publica para lograr la recuperación de este interesante monumento de la arquitectura francesa. De vuelta a Lyon me encaminé hacia mi siguiente lugar de peregrinación, Ronchamp, para lo que seguí la ruta que me habían recomendado hacia el Norte, atravesando aquellas tierras del Franco Condado, vecinas al macizo del Jura. A Ronchamp, llegué nuevamente al caer la tarde y esta vez logré alquilar una pequeña habitación en una coqueta pensión con restaurante. Bajé a cenar y, en mi incapacidad para comunicarme, pedí el menú del día. Recibí a cambio un regalo digno de dioses, una de las mejores sopas de verduras que recuerdo. Un plato que inició una opípara comida típica de esa región al Este de Francia; regada con su correspondiente vino de la tierra, naturalmente. Después de dos días a base de bocadillos, esa comida me supo a algo tan maravilloso que aun recuerdo con deleite después de tantos años. Desde entonces tengo en gran consideración a la gastronomía francesa. Ya descansado al día siguiente, a media mañana me encaminé hacia la famosísima capilla. Subiendo por una cuesta iba acompañado por otros peregrinos de la arquitectura, gentes venidas de lugares cercanos y lejanos. Para mí, la Chapelle de Notre Dame du Haut era un edificio de Le Corbusier que se presentaba enigmático en las fotografías y que entendí de alguna manera en el lugar. Frente al racionalismo cubista del grueso de la obra de aquel arquitecto, allí, en Ronchamp, había desplegado toda una sinfonía de muros curvos punteados por curiosas ventanas en nicho; un único espacio rematado por una enorme cubierta que se asemejaba a una gran cáscara de molusco. El contrapunto de las torres y el campanario parecía rematar aquella composición fantástica. Pasada la Maison des Pelerins, en lo alto de la colina, existe una pequeña explanada sobre la que se sitúa el edificio, rodeado de una pequeña masa boscosa; mientras en el otro extremo de la superficie, en los bocetos previos, se dispuso una gran plataforma en voladizo que, en el proyecto definitivo, se sustituyó por un graderío en pirámide para poder contemplar descansadamente las formas barrocas de la capilla proyectadas al exterior. La disposición de los lienzos de muro funciona como una especie de embudo que atrae, tanto a los visitantes como a la propia energía visual del paisaje circundante, estableciendo una relación invisible con las ondulaciones de la campiña lejana.
El muro perforado de la Chapelle de Ronchamp visto desde el interior. Foto: Claude05, Flickr
Es curioso que Le Corbusier, siendo no creyente, pusiera un empeño extraordinario en esta obra religiosa. No obstante, y como señala William Curtis en Ideas y formas, el arquitecto solía ver la naturaleza y el orden arquitectónico como manifestaciones de una presencia espiritual vagamente definida. La capilla de Ronchamp ha sido ampliamente estudiada y descrita por numerosos autores contemporáneos y a ellos me remito, para su interpretación profunda. No obstante, un aspecto que me resultó muy curioso fue que, en cualquier rincón de la capilla, se encuentran referencias tanto a los mitos primigenios como a aquellos específicamente relacionados con la liturgia católica. Cada elemento arquitectónico tenía su razón profunda, remitiendo a un enigma que se alcanza con dificultad. Mi interpretación sobre esta peculiaridad de esa obra estriba en las propias dudas de Le Corbusier sobre la trascendencia y lo sagrado. La arquitectura y el arte como expresión de una dificultad para entender la fe; como un proceso que conduce a un pensamiento irracional.
Púlpito en el espacio ceremonial exterior de Ronchamp. Foto: Claude05, Flickr
A media mañana decidí regresar a Suiza y para ello inicié el camino de retorno otra vez en el sempiterno ferrocarril. Disponer de uno de aquellos billetes mensuales de Inter-Rail tenía sus hipotecas. Después de pasar la tarde en Strassbourg, subí a otro tren que me llevó de vuelta a Lausanne a través de imágenes fugaces, Mulhouse, Basilea, Berna, a ritmo de insomnio y duermevela en esas condiciones incomodas que supone viajar a veces sentado y otras veces de pié en un pasillo. Y así terminó mi aventura por el centro de Europa, entre Francia, Alemania y Suiza, un territorio tan civilizado, que destila cultura a cada paso y en el que se corren pocos riesgos. —>
Propuesta para la reordenación del frente del río Delaware al sur de Filadelfia. Central Delaware Master Plan. WRT, 2008
Durante los últimos cincuenta años, las ciudades en los Estados Unidos han sido impulsadas principalmente por la iniciativa privada, con el contrapeso relativo de algunas agencias públicas y una legislación dispersa. Con la llegada del nuevo presidente Barack Obama parece que esta orientación va a cambiar.
A partir de que Lyndon B. Johnson definiera durante los años 60 el esquema para la Gran Sociedad, en ese país se establecieron las últimas iniciativas de corte social para atender a la ciudadanía. Es el caso de Medicare o Medicaid, programas que aun funcionan con grandes dificultades, en lo que se refiere a la asistencia sanitaria. Una parte de ese concepto incluía también estrategias para la reforma urbana (Urban Renewal) que afectaron a las principales ciudades estadounidenses; una política urbana genérica del gobierno federal americano que se concentró en tratar de mejorar la calidad de vida de las zonas centrales pobres en las grandes concentraciones habitadas.
<---En el conjunto de los estados miembros de la Unión, la reorientación experimentada desde entonces, relacionada con el tratamiento del urbanismo, paulatinamente ha ido dejando en manos de los operadores inmobiliarios la gestión del desarrollo urbano y la ordenación del crecimiento. El caso americano no es uniforme; varía de unos estados a otros y así, mientras en Oregon se promueve una cultura participativa para controlar el crecimiento, en Texas y California el imperio de los promotores se explaya por sus extensas costas bajo la hegemonía privada en la toma de decisiones urbanísticas. Un caso extremo de esta visión privatizadora de los bienes colectivos lo representa la ciudad de Houston, cuya expansión territorial se ha definido desde siempre a partir de los intereses privados y es actualmente, una ciudad sin planificación urbanística, tal y como entendemos este concepto en el entorno europeo. Elementos fundamentales para el desarrollo del mercado inmobiliario, como parcelación, volumetría, aprovechamientos, etc., es decir la zonificación en terminología americana, se concreta a través de la aplicación directa del derecho común, introduciendo cláusulas consensuadas en las escrituras de compraventa de terrenos; algo que ha descrito brillantemente Inés Sánchez de Madariaga, en su interesante libro La práctica urbanística en los Estados Unidos de 1998. La extensión de las ciudades y su forma urbana concreta se establece en muchos casos a expensas de la voluntad de los operadores urbanísticos individuales y bajo el imperio de las actuaciones aleatorias. En muchos casos, no se cuenta con el recurso a instrumentos que dirijan globalmente los procesos. La ideología extrema de lo privado llega a planteamientos inverosímiles en otros países desarrollados. Una muestra de esto puede ejemplificarse en la consideración de la implantación de una línea de metro ligero como un despilfarro intolerable, de acuerdo a lo expresado por Randal O’Toole del conservador Cato Institute en su blog The Antiplanner. La nueva administración de Barack Obama se ha propuesto producir un cambio en esta orientación paliativa y descontrolada que existe en el país norteamericano desde los tiempos de Kennedy y Johnson Sus primeros pasos proponen ya establecer nuevos mecanismos para ayudar a la intervención activa en la mejora urbana de las principales áreas metropolitanas. De acuerdo a un artículo aparecido en governing.com, la política federal se va a reorientar con el objetivo de estimular la conversión de las principales ciudades y regiones urbanizadas del país en instrumentos más potentes de desarrollo económico. Según al nuevo presidente estadounidense: Necesitamos dejar de ver a nuestras ciudades como el problema y empezar a verlas como la solución. Porque unas ciudades fuertes son las piezas que construyen regiones potentes y regiones potentes son esenciales para el progreso de América. En las últimas décadas, los estadounidenses han considerado como un tópico incotrovertible a las ciudades centrales como reductos donde se arremolina la pobreza constituyendo el caldo de cultivo de la criminalidad. Según Valerie Jarret, la nueva asesora presidencial en temas de urbanismo, esa imagen debería cambiar atendiendo a que las ciudades y las regiones pueden ser y son motores básicos para estimular la economía de los países. Según los nuevos planteamientos de la administración Obama, el refuerzo de las ciudades como activos económicos sustanciales debe conectarse a la cooperación entre entes locales y regionales. Pero la capacidad de intervención de la administración presidencial en la ordenación urbanística es escasa ante la autonomía legislativa de los distintos estados y la miríada de organismos autónomos. La legislación americana para la administración del suelo no constituye, por tanto, un sistema unificado como consecuencia de la estructura federal de gobierno. Ello ha llevado a situaciones ya históricas y que resultan curiosas observadas desde la perspectiva de otros países. Es el caso de la experiencia que ha supuesto el Plan Estatal de Nueva Jersey, un documento heredero de los trabajos desarrollados por la Regional Planning Association (RPA) de Nueva York. Según relata Inés Sánchez en su libro, esta institución privada de carácter filantrópico – que en la actualidad tiene más de 1500 miembros- se funda en la década de 1920, bajo los auspicios de declarados utopistas como Lewis Munford, con el objetivo de mejorar la calidad de la vida de los ciudadanos en el área metropolitana de 13.000 millas cuadradas, en torno a esa ciudad. La RPA ha preparado tres Planes Regionales a lo largo de su historia, siendo el más reciente, A region at risk, que data de1996. El primero de ellos, presentado en el año 1929, propuso facilitar el crecimiento extensivo y la transformación radical del área metropolitana neoyorkina. Sobre la base de un riguroso análisis del ámbito territorial en el que se enclava la metrópolis americana, el Regional Plan of New York trataba de potenciar de la movilidad sin perder calidad urbana. El documento aportado incluía un catálogo con 450 actuaciones concretas relativas a vías urbanas de alta capacidad, parques y vivienda pública. Es de destacar que este planteamiento planificador de carácter esencialmente privado, fue el soporte ideológico en el que se apoyó Robert Moses para llevar a cabo su visión reformadora de la metrópolis norteamericana; un esfuerzo hercúleo de gestión que transformó la ciudad y su entorno, de una manera substancial a lo largo de las siguientes décadas.
Imágenes explicativas de los posibles escenarios en distintas situaciones urbanas. Plan Estatal de Nueva Jersey, 2004
El más contemporáneo Plan Estatal de Nueva Jersey de 2004 se ha planteado sobre la base de una ley estatal de 1985; texto que sirvió para crear el organismo encargado de este tipo de iniciativas, la State Plan Commission. El Plan de Nueva Jersey se ha diseñado meramente como una guía explicativa de las posibles alternativas que puede experimentar el desarrollo de ese estado americano. Mediante el planteamiento de escenarios alternativos permite una evaluación de tendencias sobre aquellas posibles disyuntivas y facilitar con ello el debate y el proceso decisional. Las propuestas del plan pueden contribuir así, a una posible mejora en la ordenación del crecimiento y a un uso más eficiente del territorio. Uno de sus argumentos más reiterados es la necesidad de atajar la ocupación extensiva, el famoso sprawl que obsesiona a los americanos, y facilitar la concentración de la urbanización en aquellos espacios ya comprometidos. La densificación de los lugares centrales de los ámbitos urbanizados se presenta en el plan como un objetivo fundamental para el reforzamiento de la competitividad regional, mejorando con ello el aprovechamiento espacial de una región altamente urbanizada, que ya vislumbra los límites del máximo desarrollo de su territorio. Este novedoso documento de planeamiento ha tenido la virtud de ofrecer un marco participativo para la contraposición de las opiniones entre los distintos agentes que intervienen sobre el suelo, sin por ello, actuar como elemento de decisión en si mismo. Durante el siglo XX, una característica de la planificación territorial en Estados Unidos ha sido la creciente influencia de las técnicas paisajística en el diseño y planificación del suelo. Ello se ha ido concretando en la aplicación de sus recursos a ámbitos territoriales cada más amplios. Es el caso de lo ocurrido con la expansión del pensamiento generado alrededor del Landscape Architecture Department de la GSD de Harvard a partir de la segunda mitad del siglo XX. Personajes seminales como Hideo Sasaki o el escocés Ian McHarg (autor del recientemente traducido, Proyectar con la naturaleza de 1969) han tenido una influencia decisiva en la concepción actual de la planificación del territorio en los Estados Unidos, resultando en la fundación de oficinas y agencias de servicios especializados actualmente muy extensas. Los conceptos analíticos de Ian McHarg para la preservación regional de los espacios naturales y la consideración de determinados elementos físicos como vectores básicos de la planificación territorial fue algo novedoso en los inicios de la década de los 70. Hoy en día, aquellas propuestas analíticas, que son ya algo común en los sistemas de información geográfica, en los documentos de ordenación urbanística y territorial, así como instrumentos como la imposición de las evaluaciones ambientales, surgen en parte de aquellas ideas avanzadas por este arquitecto paisajista. En los años 80 aparece también en América una visión conservadora sobre el desarrollo urbano, el New Urbanism. Impulsado por gentes como Peter Calthorpe o Andrés Duany, el Nuevo Urbanismo introdujo técnicas participativas en el diseño de las nuevas piezas de ciudad y revivals de una concepción rancia en la formalización de la urbanización y la arquitectura. Visto desde la distancia se podría considerar una reivindicación de los modelos históricos, una extensión natural de lo que supuso el postmodernismo en arquitectura.
Propuesta de remodelación del centro de Omaha como Civic Place District. Imagen explicativa incluida en el Urban Design Master Plan de WRT, Omaha by design, 2005
La influencia teórica de Mc Harg, se ha mantenido a través de empresas como Wallace, Roberts y Todd, donde confluyen sus planteamientos con los del New Urbanism. Esta oficina es responsable de planes novedosos como el Urban Design Master Plan de la ciudad de Omaha o el recientemente premiado Action Plan for Central Delaware de 2008.
Sección de la propuesta de ordenación del waterfront del Central Delaware como Transit Oriented Development. Wallace, Robert & Todd
Otro pensador que esta teniendo una influencia decisiva en la planificación regional americana es Peter Calthorpe, divulgador del concepto del desarrollo orientado al transporte público (Transit Oriented Development, TOD). Calthorpe, autor del influyente libro, The Next American Metropolis, de 1993) es impulsor de una reorientación hacia el uso masivo de tranvías y metros ligeroscomo contraposición al vehículo privado, así como de la reurbanización gradual de los centros urbanos para incentivar una mayor eficiencia y aprovechamiento edificatorio. Su propuesta de centros urbanos densos servidos por sistemas viarios mixtos en los que se insertan redes fijas de tranvías, ha tenido una difusión extraordinaria en los últimos años, como ejemplifica el plan para Delaware, nombrado anteriormente, y también ha tenido aplicaciones interesantes como la propuesta para la ciudad de Portland, en el estado de Oregon, Metrovision 2040.
Metrovision 2040. Planificación del área metropolitana de Portland, sobre la base de la ordenación del transporte público. Calthorpe Ass.
Estas son algunas bases e ideas sobre las que la administración Obama va a retomar la recuperación de las ciudades como motivo para impulsar el desarrollo económico de las regiones. Esperemos a los próximos tiempos para ver en que medidas económicas y acciones urbanísticas se concreta esa posible política territorial en los Estados Unidos. —>
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