Vista aérea de Versalles en el momento de su plantación. Pierre Patel, 1688
En nuestros días, la ordenación y planificación espacial a gran escala se ha convertido en una técnica habitual para la remodelación de porciones sustanciales del territorio. Las primeras tentativas de estas estrategias contemporáneas de transformación positiva del espacio surgieron en la corte francesa de Luís XIV, en la que André Le Notre, desempeñó un papel central como jardinero mayor del reino
A lo largo del siglo XVII, el arte de la jardinería experimentó un desarrollo extraordinario en Francia. En el centro de esta evolución técnica hacia una proyectación integral del paisaje estuvo un influyente personaje del cual se conoce poco, André Le Notre. Su influencia estética en el diseño de la ciudad posterior se puede rastrear hasta nuestros días, en que los conceptos de Hausmann para París o Le Corbusier y su Carta de Atenas han sido asumidos plenamente Directa o indirectamente, el jardín clásico a la francesa ha sido durante los últimos siglos fuente de inspiración para la articulación urbanística del crecimiento de numerosas ciudades como podemos comprobar en los ejemplos de numerosos textos y proyectos urbanos para lugares tan dispares como la ordenación de las ciudades de Washington y Filadelfia y el movimiento del City Beautiful en Estados Unidos o el diseño de Canberra en Australia, la nueva ciudad capital desarrollada sobre la base del proyecto de Walter Burley Griffin. Hoy en día, si observamos las más recientes propuestas para Dubai, algunas reminiscencias de aquellos conceptos clásicos todavía subsisten inconscientemente, ayudando a la difusión de las propuestas espectaculares que formalizan empresas y arquitectos de renombre mediático. A finales del siglo XVI, sobre todo a partir del reinado de Enrique IV y la influencia de María de Medicis, se consagró el predominio definitivo del poder real sobre la nobleza en la corte francesa. En ese tránsito, se abandonan las formas tradicionales medievales de relación con el territorio abriéndose los castillos al espacio circundante y surgiendo los chateaus como complejos residenciales inscritos dentro de extensos parques. El caso del castillo de Courances, en la periferia de París, es un precedente del cambio de actitud de los terratenientes en el uso a gran escala del territorio. En Courances, la apertura de grandes visuales en los bosques circundantes, mediante su talado selectivo o la replantación ordenada, junto con la utilización de las láminas de agua como efectos que acentúan la grandeza del espacio, son algunas de las tácticas que en la reordenación territorial utilizaron aquellos jardineros del pasado a la busqueda del placer estético de sus clientes.
Planta general de la ordenación de Versailles. Abbé de la Grivé, 1746
La recuperación extensiva de las simetrías y la estructuración de las propiedades de acuerdo a los principios clásicos recuperados por Alberti y, sobre todo, a partir de la publicación del influyente tratado de Palladio ,daría lugar a la típica organización del chateau en tres ámbitos, la pars urbana, el espacio en contacto con los asentamientos rurales próximos, la pars rustica, la granja donde se aprovecha el territorio para los usos humanos, agrícolas y residenciales y la pars fructuaria, el resto preservado para el disfrute de lo natural. Una división mental del territorio que se prolonga hasta nuestros días en el planeamiento zonal o de mosaico al que tanto se acostumbra en Europa. Los inicios de André Le Notre son bastante oscuros y existe una ausencia notable de referencias históricas o escritas. Se sabe que su padre, Jean Le Notre, tenía el cargo de Jardinier Ordinaire en Las Tuilleries, el jardín a la italiana anexo al palacio real del Louvre. Este espacio tan característico de la actual ciudad de París, fue remodelado a mediados del siglo XVII por su hijo André, a partir de un encargo expreso de Luís XIV para transformarlo en el primer parque público de la historia, con destino no solo al uso de los cortesanos sino también al conjunto de los habitantes de la ciudad. Las obras de ordenación paisajística más conocidas de Le Notre son las que están asociadas a numerosas mansiones campestres, entre las que destacarían Marly, Chantilly, Vaux Le Viconte y, sobre todo, el parque del palacio de Versalles. En esta selección de obras se expresa lo más selecto del genio y la grandeza de Le Notre como planificador del territorio. En cada caso, la implantación de una linealidad contundente de las masas arboladas nos explica brillantemente que estamos en presencia de una actuación humana deliberada mientras que el movimiento masivo de la topografía y el plegamiento del suelo contribuyen a la grandiosidad de las distintas propuestas. Las axialidades son incorporadas como instrumentos para la definición de perspectivas de vasto alcance, planificadas a partir de la aparición de nuevos conocimientos matemáticos y su aplicación con instrumentos de medida y replanteo apropiados. El trazado de grandes avenidas paisajísticas y el despliegue de extensas láminas de agua dialogan con el horizonte y el cielo a partir de la intervención de todo un grupo de expertos que surgen a partir de necesidades concretas, botánicos, fontaneros, topógrafos, etc. Conceptos novedosos fueron asentándose durante el siglo XVII en multitud de vastas obras en las que siempre se observa la mano de Le Notre y que pasarían a ser esenciales en la composición formal de la jardinería clásica a la francesa. Posteriormente, todo ese bagaje cultural formalizado en el desarrollo histórico del arte del diseño paisajístico de ese país serviría en siglos posteriores como contraposición estética a las propuestas del parc paysager a la manera de Alphand y otros más inspirados en el pintoresquismo británico. En nuestros días, el estado francés ha extendido este interés por el paisaje hacia la preservación formal del territorio, una referencia para el resto del mundo.
El eje central de Vaux Le Viconte con los parterres de broderie en primer plano. Truthmaker, Flickr
En el Chateau de Vaux Le Viconte, construido entre 1656 y 1661, Le Notre plantea por primera vez, con plena libertad, la formalización de una vasta porción territorial a gran escala. Lástima que este espacio tan extraordinario esté asociado al episodio de la caída en desgracia de su promotor Nicolás Bouquet, defenestrado por Luís XIV precisamente por la afrenta que supuso que un subordinado hubiera podido llevar a cabo un lugar tan suntuoso que ensombreciera las riquezas del propio Roi Soleil. En el parque del castillo de Chantilly, en el que se empezó a trabajar en 1663, se actúa a una escala de mayor alcance. La disposición de grandes láminas de agua aparece aquí por primera vez, junto con el arte de la topiaria aplicado al recorte masivo de las masas boscosas y la configuración de grandes ejes visuales intersectados diagonalmente por avenidas. Finalmente, en Versalles, Le Notre llega a la plenitud de su concepción del espacio territorial considerado como un lienzo monumental, preparado para desplegar la obra de arte paisajística. La labor de una vida, progresivamente ampliada, que no llegaría a ver culminada en todo su esplendor. En Versalles, tuvo que lidiar con la intromisión y batalla constante con otros personajes influyentes de la corte, empezando por el propio rey y siguiendo por los arquitectos del palacio, Le Vau, Hardouin Mansart, etc. El resultado es la más magnificente expresión del poder absoluto, del poder hombre sobre la naturaleza y sobre los otros hombres, de la concentración de la riqueza en el monarca como consecuencia de la implantación de una concepción política determinada que ya es historia. La desigualdad extrema que genera como contrapartida excelsas obras de arte. En el caso francés, los trabajos prácticos se acompañan de toda una codificación teórica paralela. En 1636 se publica el Traité du jardinage selon les raisons de la nature et de l’art de Jacques Boyceau de la Baraudière, que expone por primera vez los criterios y preocupaciones de la gran cohorte de jardineros galos del siglo XVII. En el se explican, por ejemplo, las técnicas y plantas necesarias para formalizar parterres y realizar las famosas broderies, encajes decorativos de base botánica formados por setos recortados, que dibujan las zonas próximas a los edificios en los parques de la época de una manera tan característica. El texto también refleja en cierta medida la influencia del Hypnerotomachia Poliphili, del que ya he hablado en otra ocasión al comentar los jardines de la Villa d’Este en Tivoli. Pero las prescripciones y enseñanzas de Le Notre fueron finalmente recopiladas y presentadas a posteriori en el tratado de Dezallier dÁrgenville, La théorie et la practique du jardinage de 1709. D’Argenville establece cuatro normas fundamentales para lograr un jardín correcto a la francesa. Sorprendentemente, destaca un primer criterio básico, la necesidad de ceder la expresión artística a los elementos naturales. Las otras tres normas son más prácticas, no sobrecargar con sombras, ni dejar demasiado descubiertos los espacios ajardinados junto con buscar que el espacio paisajístico parezca mayor de lo que es realmente. En épocas posteriores, la influencia de la concepción del paisaje barroco a la francesa se ha extendido por toda Europa y América hasta llegar a nuestros días en que los problemas del diseño territorial son otros. Uno de ellos, cada vez más relevante, consistiría en como mantener las vastas extensiones rústicas y con una agricultura en retroceso en un estado aceptable.
Propuesta para la reforma de las Tullerías como arqueología poética vegetal. Bernanrd Lassus, 1990
El problema de la recuperación de los jardines históricos es un tema apasionante que ha abordado Bernard Lassus, un gran paisajista francés contemporáneo, en el parque de la Corderie Royal en Rochefort sur mer, un trabajo realizado entre 1982 y 1987, o en sus propuestas para la renovación del Jardín Real de las Tullerías de 1990. En la propuesta para la reforma de las Tullerías, Lassus reflexiona sobre como tratar un espacio vegetal que ha sido remodelado sucesivamente a partir de la destrucción de Le Notre del trabajo anterior a la italiana de Claude Mollet, hasta nuestros días. Lassus propone mostrar conjuntamente las diferentes capas del palimpsesto en una unidad compleja al que bautiza como jardín del retorno, restableciendo una serie de conexiones históricas a partir del tratamiento de las plantas en forma de vestigios biológicos de épocas pasadas. En América, otro paisajista notable, Richard Haag, ha investigado la relación espiritual entre la biología de los bosques y los mecanismos de la jardinería clásica. Haag pasó unos años en Japón y la influencia del Zen es patente en la formalización de sus jardines, traduciendo a los Estados Unidos una tradición milenaria de aquél país. Los cuatro jardines preparados por este paisajista en la década de los 80 para la Reserva Bloedel en Seattle, nacen de esta integración de varios mundos en las que relación entre lo natural y lo artificial son el fundamento básico de la concepción espacial y estética. En uno de esos jardines se ha producido una recuperación contemporánea de uno de los conceptos paisajísticos de la visión de Le Notre, el contraste de una línea de agua frente a la masa informe del bosque. La escenificación del jardín del Estanque Reflectante en la Reserva Bloedel se inspira en ese precedente de la jardinería clásica a la francesa, desde una concepción del espacio naturalizado como lugar para la presentación de lo sublime o sagrado.
La expresión de lo sagrado. Reflection Pool, Bloedel Reserve. Richard Haag, 1987. Seaturtle, Flickr
En nuestros días, el arte del diseño del paisaje no cuenta con el apoyo de monarcas como Luís XIV, pero es conveniente conocer estas experiencias para intentar mejorar la calidad de unos entornos antropizados cada vez más deteriorados por la incultura generalizada sobre el tratamiento del territorio.
Isla de Lanzarote. La estructura viaria urbana y rural constituye la base principal de la ordenación del territorio más allá de los documentos de planificación realizados. Proyecto Life 2001-2004, Reserva de la Biosfera
En la última década, las instituciones del archipiélago canario, su Gobierno Autónomo, su Parlamento regional y sus Cabildos Insulares, han hecho un ingente esfuerzo para dotar a estas islas con un marco legal apropiado para la ordenación del territorio. Sin embargo, y esta es la principal paradoja, es en este período temporal cuando se ha producido la mayor degradación espacial de la historia, teniendo como escenario a las islas más habitadas.
Mezcla incontrolada de usos sobre el territorio. Vista aérea de Valle de Guerra en el Norte de Tenerife
A comienzos del siglo XXI se aprobaba la Ley del Territorio de Canarias que, con sus 249 artículos, 10 disposiciones adicionales, 10 disposiciones transitorias y dos anexos, ha dotado a esta región con un marco legal de una singular coherencia y complejidad para la ordenación de su territorio. Pero a partir de ahí, Canarias ha vivido un desarrollo legislativo sobre el ordenamiento territorial profuso, sin parangón en el conjunto de las comunidades que componen España. Este esfuerzo de la región se ha concretado en 5 leyes, 3 reglamentos y recurrentes modificaciones legislativas de los textos aprobados a lo largo de este período. Acercándose a las reflexiones de uno de los responsables de la actual legislación canaria, el ex-parlamentario autonómico Luís Fajardo Spínola, se podría erróneamente extraer la conclusión de que el actual sistema de planeamiento de Canarias es un freno a la imparable transformación que experimentan las principales islas. Dice Spinola en su libro sobre el Sistema de Planeamiento de Canarias que: Canarias es, sin duda, una de las Comunidades Autónomas que mayor esfuerzo ha hecho por dotarse de una legislación de ordenación territorial y urbanística adaptada a sus circunstancias.
…la enorme presión ejercida en las últimas décadas por el desarrollo urbanístico- turístico ha obligado a reflexionar sobre los límites del crecimiento y a adoptar medidas para su contención basadas en conceptos nuevos, de difícil integración jurídica, como la capacidad de carga…
No creo que haya muchos países en los que se estén planteando y abordando estos problemas con un alcance tan general. El cambio de perspectiva, del urbanismo desarrollista al urbanismo sostenible, es uno de los más grandes desafíos del siglo XXI.
Sin embargo, este adjetivado sistema de planeamiento, del cual los legisladores se sienten tan orgullosos, creo que constituye un poderoso corsé que está lastrando gravemente la capacidad para lograr una evolución positiva del propio entorno económico hacia opciones más sostenibles. La situación actual se podría calificar negativamente como de parálisis insostenible. Lo cierto es que cada precepto legislativo que se ha ido acumulando, incorporaba la insensata exigencia de adaptación inmediata de los documentos de planeamiento que afectan a los 90 municipios del archipiélago. Ello, además, en unos plazos tan irrisorios para la práctica real de la planificación que son de imposible cumplimiento. Así, el pomposamente denominado
Reglamento de Procedimientos de los instrumentos del Sistema de Planeamiento de Canarias, aprobado en 2006 y enmendado en 2007, impuso un máximo de dos años para la conclusión de los Planes Insulares y Generales municipales, un plazo a todas luces insuficiente que obliga al reinicio permanente de la tramitación de estos documentos.. Surge también una segunda paradoja, tan relevante como la primera que se mencionaba anteriormente: mientras los municipios canarios se esfuerzan por legalizar toda construcción posible surgida espontáneamente (de una manera ortodoxa, ilegalmente o alegalmente, etc.), sin mínimos criterios de previsión y organización racional del espacio, la legislación canaria ha ido restringiendo paulatinamente la supuesta autonomía local hasta configurar una situación absurda. Los Planes Generales de Ordenación se han convertido desde la perspectiva de los municipios en instrumentos que pugnan por la legalización progresiva de una realidad urbanística incontrolada, en la que los agentes que intervienen sobre el suelo tratan de actuar desbocadamente, apoyados por la continua improvisación de las administraciones locales, mientras que la legislación aprobada exige su continua readaptación.
La última arquitectura turística, fruto de la despreocupación por la forma urbana resultante. Playa de las Américas, Adeje. Isla de Tenerife, 2007. Foto realizada por la Arquitecta Araceli Reymundo
Y lo más grave del asunto es que la planificación futura de la utilización de los cada vez más escasos territorios insulares y municipales ha quedado postergada y sepultada en una maraña descabellada de excesos documentales a cumplimentar como consecuencia de la extensa legislación aplicable. Lo cierto es que apenas se habla del aprovechamiento racional del territorio o de la forma urbana que sería apropiada para el futuro, en unas islas densamente habitadas. Se dedica una parte sustancial del esfuerzo humano, del tiempo de trabajo y del debate ciudadano a constatar el cumplimiento de unas exigencias legales desquiciadas. La apertura de alternativas a esta situación es una necesidad social ineludible en un archipiélago amenazado por la insostenibilidad y con claros límites al crecimiento en extensión. La construcción de nuevos instrumentos para el tratamiento del espacio debería llevar desde una situación política y administrativa que entiende la ordenación del territorio como control férreo hacia otra en que se hiciera más hincapié en la guía de los procesos a favor del bien común. Como ha explicado Juan Freire muy certeramente en un texto reciente, hay que poner el énfasis en el desarrollo del capital intangible humano e institucional, formal e informal: frente a la obsesión por la construcción de lo tangible apoyado por burocracias ineficientes, construcciones e infraestructuras, se debe atender al desarrollo de las ciudades como redes de personas y espacios de interacción que explotan inteligentemente las tecnologías digitales de la comunicación. Es necesario pasar de aquella visión iluminista que concibe nuestras sociedades como espacios que deben controlarse y planificar hasta el mínimo detalle en la prefiguración de una imagen fija del futuro a concebir el proyecto de los territorios como un proceso liderado por el interés público, abierto a diseños flexibles adaptables a la mutación constante de las perspectivas continuamente variables de la época que nos ha tocado vivir. El planeamiento es un ejercicio que debe prever y desentrañar el posible devenir de un territorio concreto, a partir del análisis de cuales son las componentes de lo que previamente existe en ese lugar. Un urbanista italiano, Bernardo Secchi, explicitaba esta idea de una manera más certera en su libro Prima lezione de urbanística:
Para el planificador, la ciudad y el territorio son no solo un inmenso archivo documental sobre el pasado sino sobre todo un inventario de lo posible.
La idea de urbanística que propongo es aquella de un saber, no una ciencia, relativa al modo de construcción, continua modificación y mejoramiento del espacio habitable. Situada entre el estudio del pasado y la imaginación del futuro, entre verdad y ética, eso sí construida lentamente, por acumulaciones sucesivas, al amparo de practicas artísticas, constructivas y científicas de las que no se puede separar
Proyectar el territorio del futuro, esa es la tarea esencial; que se recrea constantemente ante el devenir acelerado de un mundo cada vez más interconectado y cuyas influencias y pugnas son a la vez locales y globales. Decía el Premio Nóbel
Ilya Prigogine:la utopia del futuro construye el presente. Ello, aunque a veces nos podamos equivocar en nuestros cálculos y visiones Por ello es importante tener claras una serie de premisas para la transformación de los instrumentos habituales de manejo de las ciudades y el territorio que resumiría en las siguientes:
- El proyecto hacia el futuro conviene que sea una apuesta lo más ampliamente compartida, social y políticamente, o no existirá como tal
- Gravitará en el reconocimiento y empleo de las tecnologías más baratas, simples y adaptadas a cada entorno concreto, funcionando como vectores para el cambio de nuestro modo de vida actual, insostenible a largo plazo.
- Se apoyará en la construcción de fuertes redes locales solidarias y entrelazadas que contrarresten la homologación económica internacional imperante y que impulsen al contrario la globalización desde abajo, a partir de los intereses de cada lugar.
- El cambio debería contemplarse como objetivo de permanente adaptación y la incertidumbre como caldo de las oportunidades posibles, que estimulan las perturbaciones y el afloramiento de las nuevas actitudes que necesitaremos con urgencia
- El concepto de sostenibilidad conviene entenderlo como una suma de estrategias para un aprovechamiento más eficiente de los recursos endógenos sin hipotecar el futuro de las generaciones venideras ni la exportación de las malas prácticas ambientales propias.
-Planificar a partir de ideas económicas coherentes con el desarrollo apropiado de cada lugar, con la conciencia de los fuertes cambios en curso. El territorio debe pensarse como espacio finito para la interacción en el que se premie la mayor eficacia y el menor despilfarro
- El planeamiento debe transformarse para engendrar herramientas más flexibles que valoren sobre todo los aspectos procesuales, facilitando la innovación y la creatividad de la pléyade de actores afectados.
El territorio del pasado. Autopista TF-5, columna vertebral del área metropolitana de Tenerife. Década de 1960. Foto cortesía del Ingeniero de Caminos Enrique Martín Este texto es una reelaboración parcial de la conferencia que voy a pronunciar el próximo Martes 29 de abril en la Universidad de La Laguna con motivo del Seminario sobre Planeamiento y Cultura del Territorio en Canarias que ha organizado el Colegio de Geógrafos, la Vice-Consejería de Ordenación Territorial del Gobierno de Canarias y la Fundación para el desarrollo y la cultura de La Palma.
Los pormenores de este Seminario se localizan aquí.
Las grietas del Memorial del Holocausto en Berlín de Peter Eisenman son una metáfora de la progresiva quiebra de la arquitectura espectacular basada exclusivamente en las ideas
LA ISLA VERDE. El Paso en el valle de Aridane. Cervusir, Flickr
Nuevamente se ha presentado el Avance del Plan Insular de Ordenación de la isla de la Palma. Constituye una versión más elaborada de un documento sobre el cual se viene trabajando desde hace muchos años. Todavía no ha podido culminarse debido, a entre otras razones, a las dificultades para lograr un acuerdo social sobre cual debe ser la estrategia para el desarrollo futuro de ese territorio.
Propuesta de modelo territorial. Avance del PIO de la Palma. CCRS Arquitectos 2008
Desde una lectura apresurada de los textos y planos que definen este nuevo Avance del Plan, de los colegas y amigos CCRS Arquitectos de Barcelona, se pueden extraer algunas ideas que aporten elementos para la discusión sobre el futuro territorial de esa isla. Tal como se ha presentado constituye simplemente una puesta en común de los elementos que componen la situación territorial actual junto con casi todas las ideas que para la ordenación futura del espacio insular son conocidas a día de hoy. Por ello, una primera crítica global que habría que hacer es que el plan presentado no hace realmente una apuesta clara sobre cuales pueden ser los vectores que incentiven el desarrollo de la isla. El Avance del Plan de La Palma presenta una colección de imágenes cartográficas que recogen aspectos diversos de la realidad insular a la manera de hojas separadas que interpretan una misma situación desde diferentes perspectivas disciplinares. Una metáfora muy sugerente de los autores explicaría esta estrategia, la idea de la presentación del territorio como hojaldre. Distintas capas que, agregadamente, acabarían definiendo una realidad territorial concreta. Por ejemplo, el Avance del Plan recopila la delimitación de los espacios naturales ya protegidos a partir de los distintos preceptos legales vigentes en Canarias, junto con otras vinculaciones parciales establecidas también para hacer más efectiva esa protección. También, se presenta el territorio utilizado actualmente para usos primarios en un inventario exhaustivo de los cultivos agrícolas existentes en otra capa del hojaldre.
Las capas del hojaldre territorial. FranzOswald-Joaquín Sabaté, arquitectos
Un segundo nivel interpretativo del Plan grafía las diferentes infraestructuras existentes así como las ya proyectadas para un entorno temporal asimilable. Ello incluye a los enclaves portuarios y aeroportuario, las carreteras, las redes de abastecimiento y reutilización de aguas, las energéticas así como los elementos que forman el sistema para la producción y transporte de energía. En esta última cuestión se realiza una tímida propuesta de enclaves para la implantación de energías renovables con especial énfasis en la hidroeléctrica, apoyado probablemente en otros estudios que se llevan a cabo en paralelo. En tercer lugar, los análisis preparatorios del plan de la Palma hacen una reflexión específica sobre las formas tradicionales de implantación de la edificación y su despliegue territorial actual en una identificación de los núcleos urbanos y los asentamientos dispersos que tanto caracterizan la isla. En una capa final se expone unificadamente una imagen conjunta de las apuestas planificadoras de los Planes Generales de Ordenación existentes en los 14 municipios de la isla. Naturalmente, el documento analiza muchísimas otras cuestiones de relevancia espacial. En este sentido informativo, el documento incide en la preparación de un marco adecuado para iniciar un proceso de debate participativo sobre el futuro con la población de la isla a partir de los datos que se han podido recopilar a partir de la situación preexistente. Por otra parte, se hace una tímida apuesta sobre el modelo territorial a proponer finalmente por el Plan Insular de la Palma que se fundamenta en la presentación de dos áreas de oportunidad para el desarrollo de actividades económicas. Estas áreas son coincidentes con los ámbitos más urbanizados, alrededor de la capital, Santa Cruz, en el Este y el valle de Aridane en la vertiente Oeste, separados ambos por el macizo central de la isla. Este boceto de desarrollo insular presentaría un sistema territorial a la manera de pequeñas ciudades gemelas que pendularían sobre el eje viario de comunicación principal de la isla, la carretera LP-2, que funciona ya como una especie de frágil cordón umbilical.
Ordenación tentativa para el valle de Aridane
Como crítica a la propuesta presentada, se podría esgrimir la ausencia de una mínima visión prospectiva, entendiendo como tal al intento de anticipar un futuro creíble como basamento de la planificación. Es patente la falta de una reflexión profunda sobre cuales pueden ser las alternativas para el desarrollo de una isla que presenta un retroceso evidente respecto a las pautas vigentes en el desarrollo del conjunto del archipiélago. Esta reflexión prospectiva debería cimentarse sobre cuales pueden ser las posibilidades económicas de un territorio insular de reducido tamaño, la isla de La Palma con sus 700 kilómetros cuadrados y sus 86.000 habitantes, en una posición excéntrica respecto a las áreas de crecimiento global. Como muestra de este esfuerzo visionario, aportaría cuatro reflexiones desde una perspectiva personal que podrían ser un referente para la especulación colectiva en un entorno insular concreto como éste. Se refieren a las alternativas energéticas, las posibilidades de la agricultura, las expectativas turísticas y el acceso a la red mundial de telecomunicaciones. En un mundo en el que nos dirigimos hacia una crisis energética de gran envergadura por la inexistencia de un sustituto viable para los combustibles fósiles, un territorio frágil como una isla como la Palma debería considerar muy seriamente la posibilidad de transformar radicalmente su sistema energético, que hoy en día es peligrosamente dependiente del suministro exterior de combustible. La Palma 100% renovable debería convertirse en un lema alternativo que guíe la acción de gobierno. En otra isla canaria, el Hierro, un sistema así va a ser una realidad posible en la próxima década, a partir de la aportación de la combinación de una instalación combinada, eólica e hidroeléctrica, en las localizaciones adecuadas. Esta es una alternativa responsable a estudiar profundamente y a buscar briosamente frente a derrotismos interesados del operador eléctrico dominante. El modelo económico insular, basado en la agricultura del monocultivo del plátano orientada a la exportación, es un sistema claramente insostenible a largo plazo en un entorno comercial abierto y con costes de transporte crecientes, que se mantiene solamente a base de subvenciones ineficientes de la Unión Europea. Una estrategia económica más viable para este sector podría cimentarse en la reconversión paulatina de los cultivos hacia un mayor autoabastecimiento del conjunto del archipiélago con la vista puesta en aquellas producciones que puedan aportar un mayor valor añadido. Sin querer llegar a una autosuficiencia alimentaria completa la reconversión inteligente de los cultivos actuales de la isla de mayor productividad agrícola podría traducirse también en una fuente alternativa de mayor riqueza. En la situación actual de apertura comercial serían necesarios aranceles compensatorios para que pudiera haber un futuro en esta dirección aunque los mecanismos existen y son posibles. Es una estrategia que ya se está explorando en otros archipiélagos con problemáticas similares como las islas de Hawai como he comentado en un texto publicado aquí. También en Canarias, las producciones vitivinícolas han experimentado un desarrollo espectacular en las últimas décadas a partir de unas estructuras de comercialización y puesta en mercado más sofisticadas que las previas. Algo similar podría producirse en relación a otros segmentos de la producción agroalimentaria como los del queso, la papa, etc. a partir de un manejo adecuado de las técnicas comerciales, la protección de determinados espacios especialmente aptos para la producción y la superación de la feroz mentalidad individualista del campesinado. En los últimos años, la isla verde está haciendo esfuerzos denodados para desarrollar su sector turístico, teniendo como referencia lo ocurrido en las islas centrales y orientales del archipiélago. El objetivo de atraer clientes originarios de los países centroeuropeos se ha saldado allí con un éxito relativo, por no decir que casi se ha fracasado. Como argumento en contra habría que considerar que desde un punto de vista de la sostenibilidad este esfuerzo tiene un resultado negativo, contribuye enormemente a una fuerte generación de gases de efecto invernadero, algo que va contra la imagen de isla ambientalmente consciente con la que se quiere vender a La Palma en el exterior. El transporte aéreo de pasajeros a media y larga distancia es uno de los factores más contaminantes que existen, al consumir una parte significativa de los derivados del petróleo disponibles. Un espacio territorial como La Palma debería reconsiderar su atractivo para reorientarse a un mercado más próximo y por tanto más ambientalmente sostenible, que bien podría ser el del propio archipiélago. Vecinos que observamos a esa isla como un edén paradisíaco todavía no contaminado por las implantaciones del turismo de masas. Otra alternativa de desarrollo que presenta una peculiaridad muy interesante es la interacción con las redes de comunicaciones. La apertura a las inmensas posibilidades que ha abierto una herramienta como Internet supone además una ventaja añadida puesto que el comercio electrónico no es consumidor de espacio y se puede desarrollar en cualquier punto del planeta siempre y cuando se sepan manejar eficientemente las herramientas telemáticas y se tenga un conocimiento adecuado de las disponibilidades logísticas. Internet es un territorio enormemente inexplorado que ofrece oportunidades de las que no somos todavía ni remotamente conscientes. Espero que estas simples ideas favorezcan un debate necesario sobre el futuro de La Palma, o de otros territorios insulares con similares problemas, y al que espero contribuir ampliando lo aquí expuesto en una conferencia que voy a dar sobre estos temas, mañana 11 de abril en la capital de la isla, Santa Cruz, invitado por el Seminario de Paisaje organizado por la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma, y a final de mes con la Fundación Ambiental de la Palma.
Los archipiélagos y las islas densamente habitadas constituyen un laboratorio experimental que anticipan la experiencia global y de la que se es cada vez más consciente, de habitar en un contenedor espacialmente finito. Sin llegar al extremo de islas como Hong Kong o Singapur donde la densidad habitacional es extrema, paulatinamente crece la percepción del limitado espacio planetario.
A este respecto hay que señalar que Singapur, con una extensión superficial de 700 km2 similar a la de la isla de la Gomera, alberga actualmente una población superior a los cuatro millones y medio. Las estimaciones de una planificación ordenada que se ha valorado en el último Plan Conceptual de 2001 sobre el futuro espacial diseñado para la ciudad estado, elevan esta capacidad habitacional hasta los seis millones de personas lo que equivaldría a una densidad bruta superior a 85 habitantes por hectárea.
El entrono geográfico de Canarias al anochecer. Imagen de satélite
Acudamos a una metáfora literaria para entender como percibimos indirectamente estas cuestiones
Varios millones se alineaban, sin tocarse las manos, cada uno rígido al lado de los otros, a lo largo de un muro coronado de pólvora. Varios millones parían con una mueca cerrada, la luz de cada día, la oscuridad de cada noche, sin solución en un parto repetido con el ejercicio doloroso de la premura: el día jamás se encadenaba a los días, ni la noche a las noches. Cada uno nacía de esa flora humana para cumplir un horario estricto y desaparecer, sin memoria, sin posibilidad de resurrección.
Estas palabras nihilistas, nacidas de la pluma del escritor mexicano Carlos Fuentes, corresponden a la novela que le elevó a la fama a comienzos de los años 60, titulada como he encabezado este artículo. Probablemente, el autor quería expresar con esa alusión, las fluctuaciones sociales que se producían entre clases en un tiempo y paisaje radicalmente diferentes, la ciudad de México a mediados del siglo XX. La transparencia es una metáfora que bien podría aplicarse también al archipiélago canario, puesto que es una región con una gran accesibilidad, tanto interior como exterior. Por Canarias circula muchísima gente y ello, de una manera cada vez más acelerada. Vienen estas líneas a cuento de un artículo que escribí en 1992, La isla es una ciudad, que he vuelto a rescatar hace unos meses, en el que asimilaba la isla de Tenerife a una gran ciudad. Alguien me comentó a raíz del mismo, la fuerza de los cambios que hemos experimentado en solo década y media desde su publicación. En ese lapso temporal, muchas de aquellas reflexiones se han quedado bastante anticuadas, superadas por la dinámica de una realidad territorial extremadamente volátil. Este proceso de transformación en la relación de los canarios con el territorio lo he podido experimentar personalmente. Hubo un tiempo en el que todas las semanas me desplazaba por la mañana temprano en avión a Gran Canaria para impartir clases de urbanismo en la Escuela de Arquitectura de Las Palmas. Al mediodía estaba de vuelta en mi casa para almorzar en una suerte de conmuting interinsular. Ello ejemplifica la fuerte compresión que el espacio sufre en la sociedad contemporánea. Paul Virilio lo ha señalado certeramente en su libro Cibermundo, la política de lo peor, al describir algunos de los males de nuestra época. Entre otros, la continua aceleración vital y el estrechamiento de nuestro espacio cotidiano. Hoy en día, muchos isleños hacen sus gestiones entre islas con una gran naturalidad, pudiendo desplazarse fácilmente entre capitales y lugares remotos de las islas utilizando para ello la gran cantidad de medios de transporte disponibles. Se puede viajar por vía marítima desde Gran Canaria a Tenerife y luego desplazarse en coche solamente por el goce de almorzar en los restaurantes especializados en carne, situados en el enclave rural de Agua García. Otros, por el placer del desplazamiento, se acercan a la Gomera para comprar productos frescos y regresar para la cena como me cuentan algunos amigos. Ayer mismo he hecho algo parecido por motivos de trabajo. La visita al parque del Jardín Canario o la asistencia a un congreso en el Auditorio Alfredo Kraus en Gran Canaria o incluso, recíprocamente, visitar una exposición o una fiesta popular en Tenerife, son nuevas posibilidades en la relación con el territorio isleño que han empezado a producirse con normalidad entre los habitantes de este archipiélago. Las islas Canarias llevan años funcionando como una gran unidad metropolitana con un fuerte grado de integración que va camino de lograr una alta especialización en los espacios y ciudades que la componen. El puerto de la Luz en Gran Canaria se ha convertido en la gran puerta de entrada y salida de mercancías con origen y destino en el archipiélago, canalizando y redistribuyendo los flujos físicos de multitud de productos y mercancías. Un papel diferente ocurre con el sistema aeroportuario del archipiélago, compuesto por ocho aeropuertos operativos. Según recientes estadísticas mueven más de 25 millones de pasajeros anualmente, lo que lo sitúan como una de las plataformas aéreas más importantes del país, en un tercer o cuarto puesto de la jerarquía solo por detrás de Madrid y Barcelona. Estas es una potencialidad de Canarias no suficientemente explorada desde una perspectiva económica. Esta idea de una hipermovilidad ha calado en el gobierno autonómico que ha llegado a planificar un sistema de unificación regional basado en la conjunción de carreteras y transporte marítimo y aéreo. La definición del llamado Eje Transinsular del Transporte y posteriormente, la Red Transcanaria del Transporte, presentados en la pasada legislatura, es una apuesta en este sentido. Es significativo, aunque probablemente poco efectivo, el importante esfuerzo que se ha hecho para subvencionar compañías aéreas y marítimas al objeto de incrementar los desplazamientos de personas hacia islas distintas al lugar de residencia y aumentando con ello indirectamente la cohesión social del archipiélago Incluso existen posibilidades ciertas para ir más allá, algo que sonará habitual a nuestros representantes en el Parlamento nacional, que se trasladan ahbitualmente a Madrid o Barcelona. Canarias es una región que péndula excesivamente de Madrid en lo que se refiere a la movilidad de las personas. En mi opinión, nuestra dependencia del aeropuerto de Barajas es extrema para las conexiones personales con el resto del mundo lo que representa una notable desventaja.
Las conexiones aéres de Canarias en 2003
Recientemente se han producido la apertura de conexiones impensables hace quince años. Las líneas aéreas regulares desde Canarias a Marrakech y Madeira son ya una realidad efectiva. El enlace marítimo con Tarfaya ha empezado a funcionar, extendiendo nuestra red de carreteras por el sur de Marruecos. Incluso es factible llegar desde aquí más allá, a Dakar en Senegal, a Cabo Verde o incluso a La Habana y Caracas en Venezuela en viajes de no más de cinco horas. Hace un par de años asistí, en el aeropuerto de Gran Canaria, volviendo de Marrakech, a una procesión de personas envueltas en vaporosas túnicas que bajaban de un avión de Air Mauritanie que me hicieron reflexionar sobre la cercanía de nuestro archipiélago a una humanidad extensísima y próxima de la que poco solemos conocer. Hoy vienen también pero con grandes dificultades en grandes barcazas de pescadores en busca de un destino mejor que aquel al que Occidente les ha condenado. Este archipiélago se ha convertido con el paso de las décadas en un espacio transparente por el que transitan innumerables viajeros. Algunos vienen del norte en busca de sol y calor, otros tratan de llegar a Europa para conseguir aquello que se les niega, trabajo y un futuro mejor para los suyos. Debemos estar al tanto sobre lo que ocurre en este entorno que se ha convertido en próximo con los años. Marruecos, Mauritania, Malí, Burkina, Senegal están ahí desde hace siglos en un limbo del cual los canarios sabemos muy poco. Los afanes y desvelos de sus gentes deberían ser muy importantes para nosotros puesto que son nuestros vecinos inmediatos y, en algunos casos, necesitan ayuda urgentemente. Las islas Canarias en 50 años han dejado de ser una arcadia autárquica basada en una agricultura de subsistencia para pasar a ser un territorio económicamente potente y más diversificado, fuertemente conectado y que depende del exterior en un nivel excesivo, casi peligroso para los tiempos que se avecinan. La fuerte inmigración que ha experimentado el archipiélago ha introducido enormes dificultades para dotar con los servicios necesarios a la creciente población, lo que ha llevado aparejado el deterioro paulatino de algunas infraestructuras existentes que, en algunos casos, requerirían de mayores esfuerzos colectivos. Canarias, junto con sus visitantes, ha pasado a contener cotidianamente casi dos millones y medio de personas en sus 7.000 km2. Nuestro referente inmediato son entornos insulares como Hongkong o Singapur. Tomando como lema referencial el título de un cuadro de Nicolas Poussin, Et in arcadia ego, nuestro futuro territorial será más parecido a Et in arcadia pluribus.
Et in arcadia ego. Museo del Louvre, Nicolas Poussin. 1638
El Camino Largo de La Laguna. Un espacio para disfrutar
En una reciente sesión del curso que sobre el diseño del territorio se está llevando a cabo en Tenerife desde el otoño pasado, se introdujo una cuestión que merece una reflexión específica: ¿Cuales son las razones que hacen a una calle memorable? ¿Cuales son las cualidades de este espacio urbano esencial?. A partir de ello y con la referencia a algunas calles positivamente valoradas de mi isla pretendo ofrecer algunas claves que entiendo deberían ser relevantes en el diseño viario.
En esa sesión sobre la red viaria local, el profesor de la politécnica de Barcelona, Miquel Corominas y el ingeniero urbanista, Enrique Amigó hicieron un exhaustivo repaso de las condiciones en las cuales se ha desenvuelto a lo largo de la historia el planteamiento de estos espacios públicos tan relevantes para la forma y personalidad de una ciudad. Con un carácter genérico, la forma de las calles representa de alguna manera el talante de una sociedad, sus aspiraciones así como la visión común del devenir colectivo de sus integrantes, etc. Sin embargo, las cualidades físicas de los ámbitos públicos son elementos que han quedado relegados a un papel subalterno en la concepción de la ciudad contemporánea. Las reglas de composición de la calle, en las que deben de tenerse en cuenta cuestiones como la geometría y la proporción, la elección de los materiales que la construyen, y los elementos auxiliares de mobiliario y ajardinamiento, suelen quedar subordinadas a la funcionalidad del tráfico y la disposición de las infraestructuras que forman parte sustantiva de la misma. Pero la bondad de una calle tiene que ver también con aquello que se desarrolla en sus bordes. Por ejemplo, las fachadas repletas de coquetas tiendas junto a los típicos cafés con sus terrazas exteriores y edificios señoriales de una similar altura definen la amabilidad de las aceras y hacen que algunas calles de París representen un ejemplo por excelencia de confortabilidad urbana. También, seleccionamos continuamente recorridos urbanos de nuestras ciudades en función de parámetros sensoriales que tienen que ver con el placer de observar los escaparates de algunos comercios peculiares o, simplemente, contemplar determinadas alineaciones de árboles que nos rememoran nuestro pasado ancestral. Además, algunas calles encierran para nosotros recuerdos gratos de momentos específicos de nuestra personal memorabilia.
La Rambla de Santa Cruz de Tenerife, recién inaugurada en 1950
Allan B. Jacobs, profesor del City and Regional Planning de la Universidad de Calfornia en Berkeley ha escrito dos libros extraordinarios sobre esta cuestión que desgraciadamente, no han sido traducidos todavía al castellano, Great Streets (Grandes calles) de 1993 y The boulevard book, history, evolution and design (El libro del bulevar, historia, evolución y diseño) de 2001. En relación a la razón del valor de determinadas calles extraigo una cita del primero:
Las calles son algo más que espacios de utilidad pública, más que el equivalente a conductos para el agua, la energía y el alcantarillado que de una manera bastante interesada encuentran su acomodo en ellas; más que espacios físicos lineales que permiten que las personas y las mercancías vayan de aquí para allá…La intercomunicación es una de las razones principales de las calles y la que ha recibido una atención abundantísima sobre todo en la segunda mitad del siglo XX. Pero hay otras cuestiones que no. Las calles moderan la forma, estructura y confort de las comunidades urbanas. Su tamaño y disposición ofrecen o niegan la luz como cualquiera puede haber experimentado. Pueden tener el efecto de enfocar las actividades en uno o varios centros, en los bordes, a lo largo de una línea o simplemente no dirigir la atención a algo en particular. De una manera elemental, las calles son aquellos espacios que permiten a la gente disfrutar del exterior.
Algunas calles de mi isla, al igual que en otros lugares, las consideramos ejemplares. En si mismas, tienen valor urbano por permitir el tránsito peatonal con comodidad y ofrecer un lugar cálido para el encuentro social y algunas actividades recreativas. También permiten un ejercicio físico moderado en condiciones agradables, al mismo tiempo que percibimos el cambiante ir y venir de otros peatones y vehículos. La consciencia de nuestra pertenencia a un mundo físico mayor y la relación con el universo, que nos ofrece la contemplación de la vegetación, las nubes y el cielo sería una consecuencia no racionalizada de nuestro deambular por las calles confortables de los núcleos urbanos en los que habitamos.
Calle de La Carrera, casco histórico de La Laguna
Una primera calle que me parece reseñable de Tenerife es la que se conoce como de La Carrera en el casco histórico de La Laguna, el enclave en que se apoyó inicialmente la colonización insular. Su nombre responde a una tradición histórica abandonada de carreras a caballo como parte de las fiestas tradicionales. Sus fachadas medievales con el añadido de algún edificio renacentista y barroco expresan el carácter de una remota sociedad castellana heredera de tradiciones islámicas. En la época de su creación, la vida familiar se desarrollaba tras las paredes y el espacio público, al igual que en los cascos antiguos de Andalucía y el Norte de África, exterioriza una tendencia a su máxima reducción. La calle de la Carrera presenta una escala armoniosa entre su ancho de 9 metros y una altura proporcionalmente similar definida por sus edificios de dos plantas. De ello podríamos extraer una posible regla básica para el diseño de vías, la altura de la edificación debe ser aproximadamente igual al ancho medio de la calle. La restauración y recuperación ejemplar del carácter estrictamente peatonal que hizo la arquitecta María Nieves Febles en el proyecto de remodelación de su primer tramo no ha sido continuado en otras vías emblemáticas de esta ciudad. El empleo de adoquines antiguos en un adecuado despiece del pavimento junto con una gran sensibilidad en el tratamiento de las instalaciones e infraestructuras, a pesar de añadidos posteriores, no ha podido reproducirse con igual intensidad en actuaciones posteriores más ligadas a una concepción burocrática del diseño urbano.
Camino Largo. Esquema de su sección de 18 mts.
Un espacio sensacional de esta misma ciudad es el llamado Camino Largo de La Laguna. Un paseo esencialmente peatonal en el que los vehículos circulan con dificultan, casi como delincuentes, y en el que el énfasis del diseño anónimo está volcado en la conformación de una doble hilera de palmeras: las Phoenix Canariensis, un orgullo botánico originario de este archipiélago que ha sido exportado para su empleo en la jardinería de muchos lugares del planeta. El Camino Largo con su sección de 18 metros, inserta en una amable colonia de ciudad jardín, representa quizás la calle de mayor valor de esta isla. Su paseo y disfrute es una delicia que recomiendo siempre a los que nos visitan. Otra vía memorable a la que aludir es la Rambla central de la ciudad de Santa Cruz, una arteria preeminente de esa aglomeración que conserva el nombre del General Francisco Franco después de más de 30 años de su desaparición, en una muestra del carácter conformista y acomodaticio de los canarios.
Rambla central de Santa Cruz de Tenerife
La Rambla, que ha servido de modelo a otras vías de nueva creación a lo largo y ancho de la isla, originalmente quedó definida como un camino ronda que circunvalaba la parte antigua de la ciudad en una forma parecida a la que se produjo en las reestructuraciones dieciochescas de las murallas de algunas ciudades europeas. La Rambla de Santa Cruz ha articulado algunos ensanches de la ciudad en el tránsito del siglo XIX al XX. Con su sección de 30 metros ha permitido acomodar eficientemente un amplio paseo peatonal central de 15 metros junto con cuatro carriles para el tránsito de vehículos. Ésta, la reserva del 50% del espacio disponible para el disfrute peatonal, podría ser otra regla relevante para el diseño viario. La presencia en la Rambla de los enormes Ficus Nitida de origen antillano, o Laureles de Indias como los conocemos en Canarias, dan un carácter emocionantemente espectacular a este espacio urbano esencial de la ciudad. Aquí encontraríamos así otro elemento muy importante para el diseño viario, el empleo de elementos vegetales concordantes con el carácter y capacidad de cada calle concreta. El arbolado es una de las herramientas fundamentales que a partir del barroco han ido otorgando un referente estético esencial a la forma de nuestras ciudades y que no debería de olvidarse en la formalización de las calles. Además, los árboles con su frondosidad suelen corregir favorablemente muchas intervenciones desafortunadas visualmente. No obstante, la rambla o bulevar arbolado presenta una contradicción en sí misma que consistiría en la escasez de sección de las aceras perimetrales frente al paseo central lo que impide disfrutar de los posibles atractivos urbanos que ofrezcan los edificios colindantes que acompañan a la vía.
En un barrio periférico, diseñado bajo los criterios del urbanismo del Movimiento Moderno, se encuentra otra calle que, aunque actualmente no ha llegado a una madurez funcional y formal, representa un experimento de mejorar la urbanidad de una zona de la ciudad inicialmente inhóspita. La Rambla de Ofra surgió a partir de la remodelación de una especie de autopista urbana de 8 carriles y su acomodación al modelo que representa el bulevar central de la ciudad al que me he referido anteriormente. Una actuación posterior que ha incorporado el recorrido del nuevo tranvía ha mejorado aun más el atractivo y la centralidad que su trazado ofrece.
Rambla del barrio de Ofra
En este caso, la sección de 32 metros hace complicado el encaje de excesivos elementos. En ella se insertan unas raquíticas aceras laterales de metro y medio junto con cuatro carriles reservados al tráfico rodado y otros dos para los raíles del transporte guiado, lo que ha reducido el paseo peatonal central a unos escasos ocho metros, un espacio muy justo para un buen disfrute de los viandantes que lo circulan.
Sección de la Rambla del Barrio de Ofra. 32 mts.
Finalmente, no me he resistido a traer a colación un trabajo, en el que intervine, consistente en el rescate de una vía costera para su uso exclusivamente peatonal, la reforma del Paseo de Colón en el núcleo turístico de Puerto de la Cruz en el norte de la isla. Esta calle estaba totalmente invadida por aparcamientos y un tránsito de servicio claramente ineficiente. Su transformación en ámbito peatonal exclusivo ha mejorado considerablemente la calidad urbana de este entorno costero presidido por un parque acuático diseñado por el artista lanzaroteño César Manrique.
Paseo de Colón. Puerto de la Cruz, 1993. Diseño de Federico García Barba en colaboración con los arquitectos Cristina González Vázquez y Angel García Palmas
En este caso, la preocupación por lograr una completa accesibilidad para personas de movilidad reducida junto con el empleo de la vegetación para dar unidad definieron las pautas del diseño. La explotación de determinadas perspectivas y aperturas al paisaje, el empleo de algunas referencias simbólicas y un cuidado en la disposición de pavimentos y en el diseño del mobiliario han contribuido al éxito de la propuesta que ha merecido algunas distinciones.
Como se enriquecieron los países ricos…y porque los países pobres siguen siendo pobres. Por Erik S. Reinert Editorial Crítica. Barcelona 2007
A partir de los años 70 del siglo XX, los adalides de la economía ortodoxa, algunos la adjetivan como neoclásica, han extendido el dogma del libre comercio como el bálsamo que solucionaría los problemas y desigualdades de este mundo globalizado. Por el contrario, el librecambismo es otro mito que ha contribuido a exacerbar las injusticias y la pobreza de este mundo bajo el manto ideológico de unas tesis equivocadas.
El autor presenta, desde una heterodoxia basada en su experiencia como consultor para el desarrollo en el Tercer Mundo y a partir de la recuperación de autores históricos ignorados por la ciencia económica, una visión alternativa sobre las razones que mueven el intercambio económico desigual entre los países, aquél que está en la base de una exacerbación creciente de la miseria de una parte muy importante de la humanidad. Sus argumentos para combatir la creciente desigualdad económica internacional los agrupa en lo que denomina como el Otro Canon, y han sido recuperados en gran medida de autores actualmente desconocidos como Antonio Serra, Philipp von Hörnigk y Friedrich Lizst. Para levantar este nuevo cuerpo teórico, Reinert procede primero al desmontaje de lo que presenta como el gran engaño de la economía del desarrollo que se concretó en el llamado Consenso de Washington, auspiciado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, cuya apoyatura ideológica partiría del texto de Adam Smith, La riqueza de las naciones de 1776 y de las ideas de David Ricardo. A continuación presenta las ideas alternativas de economistas heterodoxos para finalizar definiendo las condiciones para un desarrollo equilibrado de los países más pobres. El concepto fundamental que soporta la actual estrategia de dominación neocolonial de las regiones pobres es la imposición de la libertad de comercio como mecanismo natural para el reequilibrio de las rentas y la nivelación de los precios. Sin embargo, y de acuerdo a los datos presentados ocurre esencialmente lo contrario. Históricamente, los países que se opusieron el intercambio incontrolado de mercancías en los momentos clave de su desarrollo son aquellos que, posteriormente, se han convertido en las economías de más éxito del planeta. Sorprendentemente, es el caso de Inglaterra o Estados Unidos que en una fase inicial de su desarrollo industrial se cerraron mediante tasas y aranceles a los productos provenientes de otros lugares mientras estimulaban con incentivos a sus incipientes y poco competitivos tejidos industriales.
Trabajadoras en un fábrica china de productos electrónicos. El País 19/05/2005
La creencia en que la libertad de mercado, apoyada por la teoría neoclásica estándar, daría lugar a una armonía general en la que el intercambio sin impedimentos de bienes produciría a la larga un reparto equitativo de la riqueza y que la globalización que lleva aparejada beneficiaría por igual a todos, es un argumento que va acumulando detractores y que se ha demostrado con el paso de los años extraordinariamente inconsecuente con la realidad. Hay está la deriva de África durante los últimos 25 años para demostrarlo contundentemente. Lo cierto es que durante el primer período de globalización (entre 1840 y hasta el estallido de la primera guerra mundial) los países ricos se especializaron cada vez más en la exportación de productos manufacturados mientras que la periferia colonial permanecía tecnológicamente subdesarrollada, enviando materias primas hacia las metrópolis. Sin embargo, los intentos de Inglaterra por permanecer como el único país industrializado de Europa, apoyada ideológicamente por los profetas del libre comercio, fueron radicalmente ignorados por el conjunto de países continentales y las colonias anglófonas recién liberadas de ultramar, Estados Unidos, Canadá y Australia. Estos países siguieron la misma política de desarrollo que había llevado a cabo Inglaterra desde el siglo XV, alentar la industrialización propia y desincentivar la importación de productos extranjeros con una protección arancelaria relativamente alta. Aquí aparece uno de los conceptos básicos alternativos para conseguir un desarrollo de los países. Frente a la aplicación de un comercio sin restricciones hay que comprender lo que realmente hicieron aquellos que se enriquecieron y emularlo. No se trata tanto de hacer lo que los ricos te dicen que es conveniente hacer como observar lo que realmente hicieron e imitarlo para lograr un resultado mejor. La observación para elegir regiones concretas como referencia y la emulación de sus estrategias serían las herramientas básicas para el desarrollo que han demostradfo su éxito a lo largo de la historia. Hoy en día nos hallamos en una etapa en la que se ha impuesto una nueva globalización basada en los mismos postulados equivocados que se defendieron hace dos siglos: la visión de un mundo que tendería al equilibrio en una división natural del trabajo, algunos países exportan productos agrícolas y materias primas mientras importan abiertamente manufacturas y servicios avanzados. Con ello se ha recuperado una organización internacional muy parecida al funcionamiento de las colonias del siglo XIX pero de una manera más sutil con instituciones locales entregadas a la repetición de los errores del pasado. El neocolonialismo actual se basaría en la incentivación de la especialización de las regiones pobres en actividades económicas con rendimientos decrecientes que serían aquellas intensivas en trabajo poco especializado como la exportación de materias primas y productos agrícolas masivos como el algodón. Según ello, los países subdesarrollados se especializan en las ventajas comparativas que proporciona la naturaleza mientras que las regiones avanzadas se centran en la estimulación de ventajas creadas por el hombre. El autor señala la diferencia de los pobres respecto a los países avanzados que se han especializado en la búsqueda sistemática de las actividades que concentran rendimientos económicos crecientes. Para conseguir estos rendimientos, la alternativa estaría en la creación de nuevos productos innovadores que permitieran consiguientemente una industrialización específica. El texto hace una distinción significativa de la innovación posible entre productos y procesos. En el primer caso, la aparición de nuevos productos innovadores permitiría la extensión de la riqueza como consecuencia de la existencia de una competencia e información imperfecta generada por los nuevos conocimientos, la aparición de grandes barreras a la entrada de nuevos competidores y enormes beneficios mientras que la innovación en procesos conduciría por el contrario hacia un empobrecimiento paulatino derivado de la mejor información comparativa y el aumento de la competencia. Esto último es algo que en estos momentos está ocurriendo claramente en las industrias turísticas y del transporte donde la aparición de las tecnologías de la información aumenta la competencia de precios y ejerce una presión a la baja sobre los márgenes de beneficio.
Mina de oro de Serra Pelada, Brasil. Sebastiäo Salgado
De acuerdo e ello, el énfasis en la educación sería una condición necesaria pero no bastaría para extender la riqueza al Tercer Mundo ya que sin un proceso de diversificación y extensión de la industrialización, la inexistencia de puestos de trabajo acordes a la formación generada lo único que incentiva es la emigración. Sería necesario proporcionar empleo a la gente cualificada mediante la diversificación de la actividad económica. Desde la perspectiva del Otro Canon que propugna Reinert, la riqueza de una nación depende de lo que esta produce y de acuerdo a ello, el libre comercio entre naciones con un nivel de desarrollo similar beneficia a ambas partes. Cuando este libre comercio es asimétrico conduce a los países subdesarrollados a ser pobres, mientras que las regiones avanzadas incrementaran su especialización en ser cada vez más ricas. Según la tesis del autor, el desarrollo de las regiones pobres necesitaría inicialmente de una nueva autarquía que permitiera la aparición de una diversificación productiva y la introducción de actividades industriales y de servicios avanzados en condiciones forzadas de competencia imperfecta frente a las que se exportan desde el mundo desarrollado. Esta autarquía se presenta cada vez más necesaria en un momento en que el coste de los transportes en que se basa el libre comercio ha aumentado desmesuradamente como consecuencia de una escasez cada vez mayor de combustibles baratos. Gran parte de estas ideas se expresaban ya en 1684, cuando Erick von Hörnigk diseñaba una estrategia económica en su libro Austria por encima de todo. Sus comentarios, que aparecen en el libro, son sumamente elocuentes sobre el quehacer necesario, algo sobre lo que reflexionar en las circunstancias actuales de muchos lugares:
Primero, inspeccionar el territorio del país con el mayor cuidado, sin omitir las posibilidades agrícolas de la menor proporción de terreno Segundo, todos los productos que se den en un país y que no puedan utilizarse en su estado natural, deben elaborarse en el propio lugar, ya que el pago por su manufactura excede en general al valor de la materia prima en dos, tres, diez, veinte o incluso cien veces. Tercero, para satisfacer las dos reglas anteriores se necesitará gente, tanto para producir y cultivar las materias primas como para su elaboración. Así pues se debe de prestar atención a la población, que debería ser tan grande como el país pueda mantener. Cuarto, el oro y la plata existentes en el país, ya sean de sus propias minas u obtenidos de otros países mediante la industria, no deben de salir de él en ninguna circunstancia a menos que no haya otro remedio. Quinto, los habitantes del país deben hacer todo cuanto esté en su mano para mantenerse con sus propios productos, limitando a ellos el lujo y evitar en lo posible la importación de productos extranjeros. Sexto, en caso de que las compras mencionadas fueran indispensables, en la medida de lo posible se deben obtener de primera mano a cambio de otras mercancías propias. Séptimo, tales artículos extranjeros deben importarse como productos no elaborados y darles su forma acabada en el país, en el que permanecerán así los salarios correspondientes a la manufactura. Octavo, se deben buscar sin descanso oportunidades para vender los bienes superfluos del país al extranjero en forma manufacturada y a ese fin, el consumo se debe de buscar hasta en los lugares más lejanos de la tierra. Noveno, excepto por consideraciones de fuerza mayor no se debe permitir en ninguna circunstancia la importación de artículos de los que exista una oferta suficiente de calidad aceptable en el propio país y en esa materia no se debe de mostrar ninguna simpatía o compasión hacia los extranjeros ya sean amigos, parientes, aliados o enemigos, ya que toda amistad cesa cuando supone mi propia ruina.
Internet, la red que está entre nosotros en una traducción apresurada, es un fenómeno que puede ser ya muy familiar para los que acceden a esta página. Por el contrario, para muchos de mi generación constituye una gran incógnita que se conoce casi de oídas, un territorio desconocido que presenta una característica inquietante, no se desarrolla en un espacio concreto.
Campos de trigo. Havre, Montana. Alex S. Mclean. Del libro Across the american landscape
Vivimos en una época de transformaciones aceleradas donde se está produciendo una importante migración social hacia ese continente que permanece invisible para numerosas personas. Internet es un imaginario tecnológico que está situado en el espacio de la tecnología y que está inédito para una parte importante de la humanidad. Todavía hay muchas personas que no pueden acceder a la red y lugares que no están conectados, bien porque no existe electricidad o las telecomunicaciones están en pañales. Es el caso de la inmensa mayoría del continente africano y gran parte de Asia, probablemente bajo el férreo control que ejerce el poder político.
La localización de la comunidad bloguera, según The Bobs, Best of the Blogs
Para mí, Internet es un territorio inexplorado para el que convendría desarrollar mapas y conceptos que lo explicasen más allá del mundo de los fanáticos de la tecnología y siguiendo a los más jóvenes que son la vanguardia que se dirige hacia este mundo digital. Quizás sea una posición un poco irreflexiva pero es la de aquél que parte de la ignorancia. De acuerdo a este objetivo, intentaré exponer algunas ideas que he ido recopilando así como otros pensamientos que me ha sugerido la escasa experiencia que he tenido de este éter imaginario situado entre las personas. Nosotros, ustedes que me leen y yo, somos la primera generación de exploradores que se ha adentrado en este vastísimo lugar que se expande a medida que lo vamos conociendo, como en la famosa teoría del Big Bang del astrofísico Hubble. Internet es un inmenso espacio sin geometría en continuo movimiento que es muy difícil de percibir desde una perspectiva convencional como la que hemos utilizado hasta ahora. Todo ha partido de la capacidad de ciertas cosas para transformarse en ceros y unos. La matemática binaria ha encapsulado un infinito universo de ideas y conocimientos en paquetes digitales que circulan a la velocidad de la luz por las redes de transmisión de datos que ya circundan la mayor parte del planeta. Mundialmente, la información que está actualmente disponible en formato digital ha superado los 280.000 millones de Gigabytes lo que supondría una acumulación de 45 Gigabytes de datos por persona de acuerdo a una noticia reciente. Una cantidad inmensa que hace cada vez más real la máxima de que el exceso de cosas es basura y la abundancia de información se transforma en ruido. Ante esta avalancha necesitamos pautas de exploración así como la participación de algunos actores que actúen de intermediarios para el filtrado de la información, algunos los han definido como los brokers del conocimiento. Esta exuberancia ha hecho necesario la preparación de mecanismos nuevos que faciliten la exploración de la capacidad de acceso a esta nueva fuente de conocimiento que es altamente compleja. Según el famoso gurú japonés de estrategia empresarial Kenichi Ohmae, este continente invisible como titula uno de sus libros, presenta cuatro dimensiones superpuestas: la visible que afecta a los lugares que ya conocemos; la transfronteriza que tiende a escapar al control de las naciones y la administración; la cibernética que se relaciona con la extensión de las posibilidades tecnológicas de comunicación que han cambiado radicalmente las relaciones interpersonales; y, finalmente, la que se presenta como la dimensión de la alta multiplicidad, la capacidad para afectar a los sistemas económicos y sociales a una gran velocidad y con unos enormes resultados sin precedentes. Ohmae presenta también otros conceptos muy interesantes para entender Internet. Es el caso de los portales y las plataformas. Los primeros son una herramienta bastante conocida, las páginas de acceso que acogen inicialmente la entrada a Internet, recordemos aquellos puertos digitales antiquísimos que ya han desaparecido como Netscape o Altavista, bautizados como navegadores. Y los buscadores que resisten a la preeminencia de Google como Yahoo y MSN. Los portales tienen una repercusión notable para los negocios puesto que sus transeúntes ofrecen muchísima información sobre sí mismos, personalidad, preferencias, huellas digitales de todo tipo, etc.
Una imagen para un nuevo mundo. Internet Web Trends map. Information Architects, Tokio, 2007
El concepto de plataforma me parece más interesante. El ejemplo inmediato es el del esperanto, un idioma universal que se convirtió en una propuesta fracasada. Una plataforma podría definirse como un lenguaje o mecanismo universal que fuera fácil de manejar y que tuviera el máximo número de usuarios debido a que ha sido aceptado voluntariamente. Otros lo señalan como standards. La plataforma básica de Internet es el idioma inglés que es el que corresponde al pais que ha apostado más fervientemente por la inmersión en el nuevo territorio. Debido a ello, los ciudadanos de Norteamérica, Australia, India, etc. tienen una ventaja notable a la hora de acceder al continente invisible y sus posibles ventajas y oportunidades. Pero también hay otras plataformas muy valiosas en Internet. Por ejemplo, para la economía Visa o las monedas fuertes son otro elemento crucial que han acabado con los años imponiéndose como standards. Es el caso del $ólar y, crecientemente, el €uro que permiten transacciones en la red impensables hace 25 años cuando nació Windows, otra plataforma de facto. Otro elemento crucial en Internet es el de la identidad. Actualmente, nuestra identidad en Internet, el número IP, o Protocolo de Internet en su traducción inglesa, es el elemento básico. Un pasaporte que compartimos con las maquinas que nos permiten la intercomunicación y, por ello, el viaje hacia el nuevo territorio. En un futuro inmediato, esta identidad se va a extender a multitud de mecanismos y cualquier elemento o aparato tendrá su IP que le permitirá comunicarse con la red e interaccionar con nosotros Pero Internet es una auténtica revolución que está transformando radicalmente las relaciones sociales y económicas tal y como las hemos conocido en el siglo pasado. Se está produciendo un cambio que va a desbancar actitudes a partir de una serie de atributos que se han impuesto desde el inicio y que traen de cabeza a los viejos detentadores del poder y la riqueza. Estos atributos de los que disponen los usuarios para transformar las herramientas habituales de control son la capacidad para la autogestión, la gratuidad radical de lo que se produce u oferta y la cooperación como actitud social masiva. Parecería el triunfo final de la utopía del anarquismo, la ausencia radical de control, la imposición de la autonomía personal completa y la libertad de asociación para el desarrollo de los proyectos que cada cual estime. Esta anarquía de Internet trae de cabeza a algunas empresas que han logrado controlar en el pasado reciente el mundo de los contenidos analógicos y ven evaporarse sus fuentes de enriquecimiento. En mi caso particular, uso Internet para varias cosas que no deben de ser muy diferentes a la del común de los mortales: Correo electrónico, consulta de bancos y agencias de viaje, periódicos, aunque ahora pudiendo acceder a las ofertas digitales de otros lugares remotos, etc.
Mi Internet particular
Ahí van mis opiniones sobre algunos sitios a los que accedo regularmente o no tanto.
Mi portal es, evidentemente, Google. Considero que su ventaja está relacionada con la instantaneidad de acceso que otorga su algoritmo de búsqueda. Lástima que no sirva para desbrozar un poco más allá de lo que significa la ordenación y presentación de las cuestiones consultadas por número de accesos de otros internautas. Generalmente, aparecen en primer lugar los sitios menos interesantes y llega a ser agotadora la búsqueda de información realmente valiosa. En el pasado usaba Yahoo y casi lo he descartado definitivamente. Los portales son, en este sentido, excesivamente democráticos para mi gusto. En cuanto a redes sociales y personales, es decir aquellos lugares de socialización entre internautas, la verdad es que no los suelo usar mucho más allá de la comunidad bloguera que se articula alrededor de Blogger y WordPress, unas herramientas magníficas para la comunicación de ideas y vivencias de cualquiera. Alguna vez he visitado Myspace y Facebook pero no les acabo de encontrar el truco. En Facebook he abierto una cuenta y he colocado alguna imagen pero no me acabo de apreciar su utilidad. Será cuestión de la edad. Lo que sí me parece el invento más maravilloso de este tipo de redes colaborativas es Wikipedia, la encarnación digital de la famosa Biblioteca Universal que imaginó Jorge Luis Borges. Quizás sea la sección más interesante de aquella biblioteca imaginada que contenía todas las palabreas y relatos imaginables, aquella que actúa a modo de oráculo en la que uno pregunta y siempre tiene una respuesta al instante que va creciendo en intensidad a medida que sus esforzados editores van enriqueciendo el contenido. Lo siento por los detentadores de esa responsabilidad en el pasado, las enciclopedias como Espasa o Britannica pero han perdido el monopolio el saber. Otro de los recursos de Internet que me fascinan son los depósitos de información que se van construyendo de una manera colaborativa. Hay están YouTube en lo que se refiere al video amateur, y Flickr como inmensa colección de imágenes que permite viajar por todo el mundo sin moverse de casa. Technorati se ha convertido en un auxiliar valiosísimo para mí. Es un mecanismo que permite recolectar instantáneamente la nueva información que aparece en la red de los sitios y personas que me interesan. Lástima que esté en inglés para los que no dominan esta plataforma porque les dificulta extraer el partido que ofrece. En último lugar, quisiera reflexionar sobre algunos negocios que se apoyan en Internet y que resultan imbatibles en ciertas cuestiones. El caso de Amazon, el mercado por excelencia de Internet, es extraordinario para los anglófonos, porque ha sido capaz de integrar y ofertar las cosas más inverosímiles en su propuesta de intermediación. Así su potencial de venta es inmenso. Algo parecido a lo que ocurre con EBay, pero en este caso con la colaboración activa de una infinidad de intermediarios aficionados y profesionales en una mezcla curiosa. El tema de la publicidad en Internet lo considero bastante contradictorio con el carácter de este nuevo territorio, aunque ha ido creciendo con los años en una estrategia de negocio que puede ser incompatible con los rasgos a los que antes hacia referencia, autogestión, gratuidad y cooperativismo. Estimo que los internautas son reacios por naturaleza a la publicidad convencional y de ahí el gran fracaso de banners y sugerencias subliminales. El problema de cómo extraer valor en Internet es algo que debaten constantemente en estos momentos aquellos que pretenden actuar empresarialmente en este territorio. De hecho entiendo que la intermediación que tiene futuro es la que relaciona el mundo de las ideas que se exponen en la red con el acceso a mercancías concretas o físicas. Otra cuestión es la que supone este territorio como espacio para la construcción de nuevas marcas globales, tanto para las empresas como para los lugares y las personas. Como dice Ohmae, los jugadores mas exitosos en este nuevo continente serán aquellos capaces de definir una personalidad digital reconocible desde características particulares muy concretas. Finalmente, Internet parece una materialización caótica de aquella utopía de la lógica que los filósofos del Racionalismo, a partir de Descartes, vaticinaron en el siglo XVII. Según ellos, la adquisición del conocimiento se produciría a través de la aplicación de la razón para desentrañar aquello que nos es válido entre la avalancha de datos y hechos inconexos. Quizás me equivoque profundamente en mucho de lo que he escrito más arriba. Quizás esto que he contado les parezca ya conocido a muchos de ustedes, ciudadanos del continente invisible, pero es aquello que como neófito he querido compartir de lo que entiendo sobre este nuevo territorio inexplorado que es Internet.
Inmersion, Benjamin Edwards. The new suburban landscape. Walker art Center, Minneapolis, 2008
Interesante propuesta artística que transforma radicalmente un espacio interior. El volumen está definido con un globo de película de aluminio y relleno de helio. Ha surgido la arquitectura gaseosa como alternativa. A lo mejor alguno lo incorpora a sus proyectos