Visión de uno de los monumentos clásicos del siglo XX con algunas vistas de sus magníficos espacios interiores
Visión de uno de los monumentos clásicos del siglo XX con algunas vistas de sus magníficos espacios interiores Judith. David LaChapelle. Fotonoviembre 2007. Galería Leyendecker
En nuestros días ha pasado a ser irrelevante la noción del tiempo lento como un espacio para la meditación y la consecución de la precisión en nuestras actividades. El fundamento del arte como búsqueda de explicaciones trascendentes a nuestra vida ha sido engullido por la creación acelerada de imágenes para su uso inmediato y todo ha quedado supeditado a un consumismo que mueve una economía insostenible.
La vorágine en la que nos encontramos inmersos nos impide un mínimo sosiego para disfrutar de las cosas pequeñas que no tienen coste. Nos desvía del disfrute de las cosas bien hechas y de la comprensión de su significado profundo, aquél que requiere una aproximación relajada a una creación artística determinada.
Quizás sea la elaboración pausada y precisa del lenguaje, el antídoto a esta enfermedad.
Vienen a cuento estas palabras de una relectura del texto póstumo de Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio, que he encadenado a partir de un comentario que hacia referencia en el post anterior a las Ciudades Invisibles del mismo autor.
Escrito como un regalo a finales de 1985, todo el libro es una reflexión combativa sobre aquellas ideas y motivos que podrían contribuir a un nuevo florecimiento de la humanidad futura. Una visión humanista y una fe ciega en el valor de la literatura que recoge percepciones contrarias al consumismo que degrada la reflexión intelectual: Levedad, rapidez y exactitud junto con visibilidad y multiplicidad son las propuestas que en su enigmático planteamiento solo pueden ser comprendidos a partir de una lectura serena del texto original. Uno de los capítulos centrales es el que se refiere a la exactitud. No me resisto a extraer algunos párrafos del mismo para ilustrar esta cavilación de finales de año, junto con una recolección de imágenes que representan lo contrario: Para los antiguos egipcios el símbolo de la precisión era una pluma que servía de pesa en el platillo de la balanza donde se pesaban las almas. Aquella pluma ligera se llamaba Maat, diosa de la balanza. El jeroglífico de Maat indicaba también la unidad de longitud, los 33 centímetros del ladrillo unitario, y también el tono fundamental de la flauta.
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Liu Wei y el realismo cínico. Falls into Venezia. 2006 Tengo una impresión de que el lenguaje se usa de una manera aproximativa, casual, negligente y eso me causa un disgusto intolerable… Lo que más me molesta es oírme hablar. Por eso trato de hablar lo menos posible, y si prefiero escribir es porque escribiendo puedo corregir cada frase tantas veces como sea necesario para llegar, no digo a estar satisfecho de mis palabras, pero por lo menos a eliminar las razones de insatisfacción que soy capaz de percibir.
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Telón para la renovación de la sede del gupo inmobiliario Bleeken. 39, Av George V Paris. Patrick de la Vie, 2007.
A veces tengo el pensamiento de que una epidemia de pestilencia azota a la humanidad en la facultad que más la caracteriza, es decir, en el uso de la palabra: una peste del lenguaje que se manifiesta como pérdida de fuerza cognoscitiva y de inmediatez, como automatismo que tiende a nivelar la expresión en sus formas más genéricas, anónimas, abstractas, a diluir los significados, a limar las puntas expresivas, a apagar cualquier chispa que brote del encuentro de las palabras con nuevas circunstancias.
Recicladores de Dharavi, poblado chabolista a las afueras de Bombay. Marcus Fornell, Flickr Pero esto solo se produce en las sociedades opulentas en las que nos hallamos inmersos. Sin embargo, sorprendentemente aquellos que no pueden acceder a los bienes más elementales mantienen viva la llama artística. Quizá ello tenga que ver con sus difíciles carencias, decía Pierre Bourdieu en sus Meditaciones pascalianas que: Los más desposeídos, los más carenciados, son quizás quienes han perdido la lucha simbólica por ser reconocidos, por ser aceptados como parte de una entidad social reconocible, en una palabra, como parte de la humanidad. A Federico, mi hijo que quiere ser artista TEA, Tenerife Espacio de Arte. Instituto de Arte Comteporáneo Oscar Domínguez. Herzog&DeMeuron, 2007
En los últimos 15 años, la ciudad de Santa Cruz, en la isla de Tenerife ha ido adquiriendo una nueva fisonomía, un paisaje renovado en el que el perfil urbano actual está presidido por nuevas construcciones monumentales que pueden percibirse desde la lejanía. Entre las nuevas arquitecturas que destacan están las dos torres del barrio de Cabo Llanos y la silueta del nuevo Auditorio. En un recorrido más intenso, al visitante se le aparecerán sucesivamente los edificios que forman parte de una nueva hornada de instituciones culturales así como otras actuaciones sobre el espacio público que si por algo se distingue es por un aspecto amenazador que induce al sobrecogimiento.
La desolación de las calles y plazas del centro, derivada de la transformación urbana hacia un enclave de servicios sin apenas residentes, se ha ido imponiendo con la ayuda de un diseño aséptico que elimina radicalmente cualquier elemento acogedor. Paulatinamente, la ciudad bulliciosa de nuestra niñez con sus concurridas calles provincianas ha ido viéndose invadida por símbolos abstractos y piezas geométricas que, en el mejor de los casos, allanan y facilitan el proceso de colonización del espacio público por iniciativas privadas y elementos publicitarios destinados a la extensión del consumo de masas. La recientemente terminada Plaza de Candelaria a la entrada de la ciudad refleja de una manera clara esta sensación de desamparo que nos invade al recorrer la ciudad en un día festivo. Su diseño ha pretendido arrasar con aquellos elementos caligráficos sutiles que se habían definido anteriormente, que la anclaban al pasado y a la historia para sustituirlos por la implantación de un plano escueto de repetidas piezas de adoquín de basalto. Esta superficie pura no reconoce o dialoga siquiera con los edificios colindantes en su encuentro. Las articulaciones son inexistentes, los hitos escultóricos que forman parte de la fisonomía histórica de la ciudad son un engorro que dificulta la implantación espacial isótropa que se ha pretendido. El clásico monumento a la Candelaria yace aislado e ignorado dentro de este mar de piedra como si quisiera demolerse para permitir la extensión de lo nuevo sin obstáculos. Algo parecido sufren los elementos vegetales, las palmeras preexistentes, que, mantenidas con dificultad, se rodean con unos asépticos aros metálicos rellenos de un árido blanco de mármol, ajenos completamente a la forma tradicional en que se trata aquí la jardinería.
Tratamiento realizado en la Plaza de la Candelaria de acuerdo a la propuesta de reforma de Herzog&Meuron
Estas nuevas arquitecturas son el último resultado de un potente esfuerzo inversor público para dotar a la cultura insular con espacios y contenedores homologables con las formas y diseños de la vanguardia contemporánea. Para ello se han contratado a figuras cada vez más renombradas del estrellato de la arquitectura internacional hasta alcanzar a la oficina suiza de Herzog & Meuron, con sede en Basilea, galardonada con el premio Pritzker de Arquitectura del año 2001.
Plaza de acceso alMuseo de la Ciencia y el Cosmos. Garcés y Soria, arquitectos
Este edificio constituye una referencia urbana significativa del extrarradio de La Laguna con su antena parabólica orientada a las estrellas y su vinculación directa a su vecino, el Instituto de Astrofísica de Canarias. No obstante, una infraestructura de gestión escasa ha impedido una renovación constante y progresiva de sus elementos expositivos así como una vinculación más vibrante con los inmediatos usuarios del área metropolitana de Tenerife. Por ello, este museo desempeña un papel algo mustio que languidece paulatinamente a pesar de los ímprobos bríos de sus esforzados responsables.
La vela y el basamento del Auditorio de Tenerife. Santiago Calatrava, 2003
La nueva sede del instituto Oscar Domínguez de Arte Contemporáneo empieza a emerger también como un espacio significativo del centro de la ciudad de Santa Cruz. Sus tímidos volúmenes y sus inacabadas formas inspiradas en el paisaje local nos impiden tener todavía un criterio fundado sobre cual va a ser el resultado final de esta instalación. No obstante, la mudez de sus fachadas y el color oscuro que pretende dialogar con un supuesto entorno volcánico no dejan de contribuir ya a esa percepción siniestra a la que hago reiteradamente referencia. El gesto de atravesar diagonalmente los volúmenes, cuyo objetivo es peatonalmente la parte alta de la ciudad con el núcleo fundacional, es una incógnita; al igual que sus espacios interiores excesivamente monumentales con la futura biblioteca a modo de aplastante catedral de la cultura.
Infobox de Las Teresitas. 2006. Dominique Perrault, arquitecto
Una propuesta, la remodelación de Las Teresitas, teñida por una fuerte polémica ligada a corruptelas sin cuento y un saqueo descarado de los bienes públicos donde el grueso de la plusvalía generada por la ciudad se ha derivado directamente a particulares con una posible connivencia de los responsables administrativos y políticos. Alguien ha señalado que la estética sin ética es un mal negocio y este edificio ejemplifica claramente este pensamiento. Lo cierto es que esta pieza de arquitectura es una ruina ya desde el momento mismo de su inauguración; Su lenguaje absolutamente descontextualizado es inadvertido por los habitantes del vecino barrio de San Andrés. Otra payasada fantasmagórica, responsabilidad de los ediles municipales, que es ignorada por la población en un desprecio mutuo creciente. Uno de los debates más jugosos que tienen lugar recurrentemente sobre la ciudad en las sociedades avanzadas es el que se refiere a la densidad urbana más adecuada para el futuro. Municipio de Tegueste, Tenerife. Alternativas al modelo de crecimiento. Izquierda crecimiento disperso incontrolado. Derecha , compactación de los núcleos urbanos propuesta por el nuevo Plan General de Ordenación Sin embargo, esas organizaciones políticas de izquierda presentes en este municipio, junto con asociaciones y grupos ecologistas, defienden el freno al crecimiento poblacional de esos entornos urbanos así como la restricción completa del incremento de los aprovechamientos, ofreciendo como alternativa la liberalización de la construcción de viviendas directamente en cada finca agrícola. Un planteamiento que entra en contradicción aparente con un planteamiento genérico de defensa del medio ambiente. El espacio urbano del centro de Hong.Kong. Foto: Daniel Herrera Como planteamiento genérico la reflexión de Fernández Galiano pudiera parecer correcta en relación al gasto de energía ya que un entorno urbano denso, como el de Benidorm, supone una altísima concentración poblacional, que supera holgadamente los 500 habitantes por hectárea. En consecuencia, su consumo energético por persona es bastante bajo, al disminuirse drásticamente las necesidades de desplazamientos en vehículo privado. No obstante, la forma urbana resultante de esa ciudad mediterránea que se pone como ejemplo es bastante discutible. El agobio de sus espacios públicos, la escasez de zonas verdes y servicios y las dificultades de tráfico indicarían que algo falla en esos lugares de alta concentración de actividades y población. En una situación teórica de escasez de combustible, los rascacielos serían impracticables debido a la imposibilidad de garantizar la fuerza mecánica necesaria para su funcionamiento. La ciudad en altura es otra utopía que está perjudicando la calidad de las grandes urbes. Barrio de Notting Hill, Londres. Imagen extraída dede Google Earth En él se señala que Kensington es uno de los distritos con mayor densidad de población nacional, si se toma como referencia al Reino Unido, superando los 130 habitantes por hectárea. Uno de los barrios más agradables, de mayor riqueza y mejor ambiente urbano de la capital británica que, sin embargo, presenta una concentración poblacional relativamente alta. Curiosamente, en la imaginería popular de ese país la alta densidad se identifica con edificios en altura, vivienda pública, pobreza, criminalidad y mala calidad de vida. Ladbroke Gardens, Notting Hill. Foto: Villamote, Flickr En las últimas semanas, en relación a la cuestión de la densidad de la urbanización, también se ha difundido un estudio muy interesante de la Comisión Europea. Se titula La extensión urbana descontrolada en Europa, un reto ignorado (Urban Sprawl in Europe). En él se ofrece un análisis de las razones por las que es tan atractiva la urbanización extensiva y sin control. Fenómeno que se ha extendido como la pólvora en las regiones avanzadas del mundo desarrollado (el conocido sprawl de los países anglosajones). Este es un problema a resolver por los graves inconvenientes ambiéntales y de despilfarro territorial que aporta como alternativa para albergar el crecimiento poblacional futuro. Un caso extremo de estos procesos altamente insostenible es el que se señala que ha ocurrido en la costa mediterránea española.
Localización del desarrollo urbano descontrolado en la costa del Mediterráneo español. European Environment Agency El estudio presenta la aceleración del sprawl como una realidad predominante de la urbanización en el conjunto de la Unión Europea y otros países de su entorno. Las claves de esta extensión indiscriminada de la urbanización, según el análisis llevado a cabo, tendría que ver con la expansión de nuevas actividades económicas y el continuo despliegue de nuevas redes de transporte masivo de pasajeros y mercancías así como un precio relativamente alto del suelo en los espacios centrales ya urbanizados de las ciudades. Debido a ello, la atracción para residir en los núcleos urbanos ha disminuido progresivamente mientras que la supuesta calidad de vida asociada a las áreas rurales, incluyendo los suburbios más próximos a lo natural habría producido un notable incremento de la apetencia colectiva para residir allí. Panteón de Roma. Por Apolodoro, durante el reinado de Adriano
Una persona joven me pregunta sobre la razón de ser de la arquitectura. ¿Cuál es su motivo?
Una posible respuesta sería: La tarea del arquitecto es la construcción de la morada del hombre. La forma es contingente, la idea es trascendente. La arquitectura trata de la gravedad, lucha contra ella. Define los pequeños o grandes espacios donde se produce la vida íntima o colectiva. Busca evitar la amenaza de los elementos naturales para que se transformen en medios para el placer estético. A veces no es así. Adriano construyó el Panteón y quiso que el agua y el sol marcasen el interior, señalando el paso de los días y las estaciones. Pretendía con ello expresar el mundo en su unidad cambiante: orden y caos. El azar como medida de nuestra temporalidad La luz adjetiva los espacios que la arquitectura define. Tenebrosos cuando se inhibe su presencia. Esplendentes cuando inunda y acentúa las formas. Por eso, la luz es una herramienta fundamental. Pero ¿como se hace la arquitectura? ¿Cuales son sus hechos? La escritura de la arquitectura tiene sus palabras y sus reglas que definen, finalmente, unos textos concretos. Esto tiene que ver con las cosas que se construyen y como. La manera como se articulan los materiales que se pueden emplear. Algo muy complejo que se concreta con dificultad, experiencia y, sobre todo, un gran conocimiento de las técnicas. Lo sorprendente es cuando también surge la poesía. Cuando alguien siente ese cosquilleo, esa falta de aliento que se produce en determinados lugares o dentro de algunos edificios. En ese momento, es cuando realmente se ha tenido un encuentro con la Arquitectura. Decía Le Corbusier “las piedras yacen inertes en las canteras, el drama es fruto de la pasión” La Arquitectura trata de presentar el escenario para el ser-ahí. Tarea sumamente difícil aquella de expresar espacialmente el espíritu de una época cuando tantos quieren creer que siempre saben hacerlo mejor que tú.
Planta y Sección del Panteón. Publicado por Alejandro Aravena en los Hechos de la Arquitectura, Edición de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica. Santiago de Chile, 1999
(A Catalina, mi hija)
Zygmunt Bauman
En las sociedades contemporáneas, los individuos han cambiado radicalmente sus objetivos vitales, concentrándose paulatinamente en una creciente introspección que salvaguarde la libertad personal y, en contrapartida, rehuyendo progresivamente de las responsabilidades colectivas. Este libro hace una certera disección de los ámbitos hacia los que han derivado las relaciones humanas en los países desarrollados, exponiendo de una manera amena ejemplos y metáforas sobre las cuestiones centrales que conforman actualmente la trayectoria en común de nuestros vecinos.
Sociólogos como Ulrich Beck, Pierre Bourdieu, Richard Sennett o Zygmunt Bauman llevan varias décadas haciendo un trabajo impresionante para entender y desentrañar los sutiles cambios que ha ido experimentando la sociedad contemporánea. Sus ímprobos esfuerzos nos permiten orientarnos un poco mejor en un mundo envuelto en fuegos de artificio y variadas estrategias que tratan de impedirnos entender cuales son las claves que pautan nuestras vidas. La triada de la Revolución Francesa que se ha citado hasta la saciedad, Libertad, Igualdad y Fraternidad ha ido siendo sustituida subrepticiamente por otra más acorde con los intereses colectivos de la época de la Modernidad Líquida a la que hace referencia el autor. Los lemas sustitutos que hoy importarían serían los de Libertad, Diversidad y Seguridad, habiendo quedado en olvido la igualdad y la fraternidad por incompatibles con los objetivos ocultos del capitalismo avanzado. Mi colega bloguero y maestro de urbanistas, José Fariña, ha realizado también una incisiva reseña sobre este libro de Baumann, centrándose en los aspectos espaciales que contiene y que recomiendo. En ella se hacen referencias a los espacios émicos y fágicos, que se expanden cada vez más como los sitios característicos de nuestra época. El propio autor los disecciona desde una perspectiva fisiológica como aquellos lugares cuya estrategia de relación con sus usuarios consiste en el vómito o expulsión en un caso y la ingestión en el segundo caso. Centro Comercial Aqua, Valencia. Nacho85, Flickr
Este tipo de lugares negocian de una manera nueva la posibilidad, considerada desagradable, de encontrarse con extraños en ámbitos públicos. Una característica de la vida en las ciudades que se busca rehuir cada vez más. La construcción de paisajes émicos es una tarea que encandila de una manera creciente a los arquitectos como recintos donde es posible llevar a cabo los ideales estéticos de la modernidad.
La Defense by night. Dan Trotter net, Flickr
La desolada descripción de Handke de un espacio émico paradigmático llevaría a pensar en la desorientación social vigente en nuestros días que promociona lugares inhabitables en aras de un negocio inmobiliario descarnado con la complacencia de técnicos y políticos.
Un ejemplo de espacio fágico sería un centro comercial contemporáneo que ofrece según Baumann, una condición que ningún otro lugar convencional puede entregar, un equilibrio casi perfecto entre libertad y seguridad. En el centro comercial se daría una alternativa ficticia a la idea de comunidad sin renunciar al ideal de la libertad perfecta y sin que se requiera confrontación o debate con los otros. El espacio fágico no requeriría según él, negociación ni acuerdo en las relaciones con los demás. Pero un aspecto significativo del texto es la reflexión sobre la transformación sufrida en los aspectos ideológicos y en la comprensión del mundo. Muy importante me parece la transición entre lo que denomina modernidades sólida y líquida. En la primera, el territorio tenía una importancia decisiva como lugar para la localización de las herramientas y actividades para ganar dinero mientras que en la modernidad líquida habría dejado de tener una importancia significativa. El capitalista líquido como su denominación indica no tendría raíces y su capital siempre está disponible instantáneamente para invertir allí donde se produzcan las oportunidades convenientes. En este sentido, el capital se habría vuelto totalmente líquido e inaprensible. Por ello, la conquista del espacio, un hecho que ha pautado el desarrollo de las sociedades a lo largo de la historia, habría dejado de tener interés en la era de la modernidad líquida. Según Baumann, el territorio habría sido una de las mayores preocupaciones humanas hasta un pasado reciente y su control una potente obsesión del poder que hoy habría perdido sentido para los detentadores de la verdadera riqueza. A este respecto se señala que: En su etapa pesada, el capital estaba tan fijado a un lugar como los trabajadores que contrataba. En la actualidad, el capital viaja liviano, con equipaje de mano, un simple portafolio, un teléfono móvil y un ordenador portátil con conexión a Internet. Puede hacer escala en cualquier parte, y en ninguna se demora más tiempo que el necesario. El trabajo, por otro lado, sigue inmovilizado como en el pasado…pero el lugar al que antes estaba fijado ha perdido solidez; buscando en vano un fondo firme, las anclas caen todo el tiempo sobre la arena que no las retiene. Algunos de los residentes del mundo no cesan de moverse; para el resto, es el mundo el que no se queda quieto. Hoy en día, es muy difícil encontrar un responsable de los desaguisados que se sufren. Antes había una confianza en aquellos que se habían instituido como destinatarios para liderar el mundo y que hoy solo son máscaras de un poder que busca ocultarse conscientemente. Como dice Baumann, los pasajeros del avión del “capitalismo liviano” descubren con horror que la cabina del piloto está vacía y que no hay manera de extraer de la misteriosa caja negra rotulada “piloto automático” ninguna información acerca del destino del avión, del lugar donde aterrizará, de la persona que elegirá el aeropuerto y de si existen reglas que los pasajeros puedan cumplir para contribuir a la seguridad del aterrizaje. De acuerdo a ello, y ante la invisibilidad del poder real la alternativa que se desarrolla en un universo de objetivos inciertos, es la que correspondería al fortalecimiento de la autoridad entendida como la transferencia del poder popular hacia aquellos que quedan definidos por su mayor número de seguidores. Terrible perspectiva en una situación plagada de vocacionales caudillos emergentes.
Nómada del capitalismo liviano
Fuente: Forbes Magazine, 2005
Las regiones urbanas avanzadas del mundo, o megaregiones, constituyen la meta final de todos los emigrantes que desean una vida mejor. Y ello por una razón básica, es allí donde se concentran las condiciones para llevar adelante una trayectoria vital llena de facilidades y satisfacciones. Las megaregiones constituyen hoy en día, el imán que atrae recursos económicos, mercancías, personas y todo tipo de ventajas como consecuencia del intercambio desigual que preside las relaciones internacionales. Por ello, definen una de las caras de la moneda de los problemas globales que atenazan el futuro de la humanidad. En 1961, el geógrafo francés Jean Gottman acuño el término Megalópolis para definir una nueva forma de colonización territorial. Para ello, Gottman se basó en el estudio que realizó sobre la costa Este de los Estados Unidos; un análisis que describía una vasta región compuesta de ciudades muy pobladas, ámbitos metropolitanos densos, suburbios y extensas zonas agrícolas que conforman un amplío territorio de 800 kilómetros de largo entre Boston y la capital federal de Washington, con una población entonces de más de 30 millones de personas. Este continuo de aglomeraciones urbanas de consistencia cambiante fue lo que le llevó a buscar un vocablo que pudiera definirlo y, en consecuencia, inventó un concepto que se ha convertido en primordial para entender el proceso de concentración mundial de la población en determinadas zonas de los países más desarrollados.
Inventario de ciudades globales situadas por continentes. Global and Wold Cities Group, 2003
Esta visión del mundo estructurado en tres ámbitos de desarrollo, organizados a partir de los continentes norteamericano, europeo y asiático y bajo el comando de Tokio, Londres y Nueva York, ha sido sintetizado brillantemente por Rem Koolhaas con su famoso acrónimo Y€$ que prefigura en una sola metáfora la organización actual del capital mundial presidido por el Euro en una posición cada vez más central. Las diez Megaregiones emergentes de los Estados Unidos. Lincoln Institute of Land Policy, 2007
Es esta última, la llamada
Las luces nocturnas de Japón. Defense Meteorological Satellite Program, 2007 En Europa, la situación es mucho más compleja como consecuencia de la más antigua historia urbana del continente. Los trabajos previos a la formulación de la Estrategia Territorial Europea durante los años 80 y 90 del pasado siglos sirvieron para identificar el corazón de Europa en lo que un ministro francés denomino como la
El corazón de Europa según el Informe Escenario Espacial de Europa en 2030. Fuente: ESPON No obstante, la Estrategia Territorial Europea, aprobada en 1999, ha venido a implementar toda una serie de mecanismos que pretenden equilibrar la excesiva concentración territorial en unos puntos concretos mediante la aplicación de políticas redistributivas basadas en el concepto de la cohesión territorial desarrollado a partir de ella. El Pentágono concentra una alta potencialidad de desarrollo pero ha llegado a unos niveles muy altos de saturación que quedan ejemplificados en la incapacidad práctica de crecimiento en su seno de los transportes, aéreos, de mercancías, etc.
La clave del mundo. De bigness and velocity. Rem Koolhaas. Este es el tipo de cliente con el que sueñan los arquitectos. Alguién con una visión que le lleva a conocer todo el proceso hasta llegar a los más ínfimos detalles. El delirio del racionalismo que escuchan con delectación sus devotos arquitectos. Escuchen los comentarios sino. Turistas nativos esperando para visitar la casa natal del lider carismático King Jong Il.
Corea de l Norte. Briehn, Flickr
Las ruinas del Hotel Ryugyong tienen una altura cercana a los 300 metros y en su origen está un proyecto de edificio para albergar 3.000 habitaciones junto con siete restaurantes en su cúspide. De haberse culminado, hubiera tenido casi 4 millones de metros cuadrados y la intención de sus promotores y creadores era que se convirtiera en el hotel más alto del mundo. Una expresión de la magnificencia y modernidad de la dictadura comunista en Corea del Norte que fue pensado para conmemorar un evento del régimen previsto para 1989 y que nunca llegó a celebrarse.
Según informaciones no contrastadas, a partir de aquel año las obras fueron abandonadas y pasó a constituir un hito referencial y siniestro del paisaje urbano de Pyongyang, la capital del país. Si se hubiera terminado, podría haber entrado en una de esas clasificaciones estúpidas que nos rodean. Hubiera sido, en su momento, el séptimo edificio más alto del mundo y el primero con más de 90 pisos fuera de los Estados Unidos. Hotel Ryugyong, Pyongyang. Corea del Norte. Urbanity Hoy, es un ejemplo patético de las miserias políticas de ese país asiático y un paradigma de la megalomanía que enmascaran ciertas arquitecturas cuya expresión se apoya en el gigantismo. El poder político, y en nuestros días más aun el económico, siempre ha acudido a la arquitectura para lograr una representación de su fuerza. El recurso a los maximalismos junto con el asombro son estrategias fáciles para cualificar la arquitectura o enmascarar los problemas reales de las ciudades. En el caso norcoreano se trataba de encubrir con ello los fantasmas de un racionalismo despótico como el que gobierna este país asiático desde hace muchos años, relicto de un pasado ideológico de desastres y excesos.
La ciudad de Pyongyang representa el paradigma de un entorno planificado hasta el extremo en que la vida ha sido sometida a un control y un ordenamiento carente de toda libertad. Debido a ello, esta capital es un espacio inhóspito en el que la urbanidad y las expresiones de vitalidad que normalmente acompañan a las urbes han sido abolidas por las imposiciones derivadas de la dictadura política. En el otro extremo de la balanza, el de la libertad sin contrapeso que propugnan los regimenes ultraconservadores y de economía neoliberal, se plantean espacios insolidarios que están definiendo unos territorios urbanizados que se encaminan hacia un futuro caracterizado por conflictos entre los que tienen y los desposeídos, así como una anomia social creciente. La aparición en los últimos años de reductos acorazados en las metrópolis americanas y en los que el control y la seguridad son una garantía ficticia de protección ante los desmanes de la vida en común, pretenden ofrecer una alternativa defensiva organizada en beneficio de los poderosos y excluyente de los desfavorecidos . La aparición de las llamadas Gated Comunities en Estados Unidos, urbanizaciones cerradas con alambradas, extremas medidas de seguridad y control de acceso junto con el establecimiento de estrictas reglas de comportamiento obligatorias para sus vecinos, se ha ido extendiendo a lo largo y a lo ancho del planeta en aquellos países y sociedades en las que no se confía en la capacidad colectiva para lograr entornos habitables adecuados para la vida en común. Son preludio del deterioro al que están abocadas las grandes concentraciones metropolitanas de varios millones de habitantes. El rascacielos como tipo arquitectónico es una construcción que también se adapta magníficamente a esta forma de concepción de la ciudad basada en el control y el acceso restringido a unos privilegiados. Su uso para actividades terciarias y sus posibilidades como espacio hotelero y residencial es un recurso urbanístico muy reivindicado en los últimos años. En el caso de Londres, forma parte de la estrategia para la consolidación de esta ciudad como centro de negocios a la cabeza del sistema económico mundial. Ello a costa de la forma urbana y el paisaje tradicional de la ciudad. En la capital inglesa se está produciendo un proceso de reconversión urbana que busca la aceptación de este tipo de enclaves a partir de su presentación como iconos de la modernidad. Algo que hubiera sido impensable hace 30 años (habría que recordar la polémica suscitada a comienzos de los años 60 con la pretensión de un promotor para construir una torre firmada por Mies van der Rohe en Trafalgar Square que fue abortada a raíz de una oposición ciudadana masiva), se está produciendo aceleradamente en nuestros días con la contribución de firmas famosas de la arquitectura, como ejemplifican edificios como la sede de Swiss Re de Norman Foster o la propuesta londinense de Renzo Piano, en curso de ejecución.
Edificio Swiss Re, Foster and Partners. Londres, GoogleEarth La fascinación de los arquitectos mediáticos por las arquitecturas superlativas y de gran tamaño es un reflejo del creciente sometimiento de la disciplina a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales y de los poderes económicos consolidados. El camino recorrido a partir de Rem Koolhaas y su apuesta por lo desmesurado, Bigness, como titulaba un ensayo muy citado años atrás, no oculta la potente voluntad de algunos arquitectos para llevar a cabo sus delirios artísticos y formales aunque sea desde posiciones extremadamente cínicas y conscientes de su carácter lacayo.
Los rascacielos adoran la obra incomparable del arquitecto estrella
Propuesta para Dubai Renaissance. Rem Koolhaas y OMA. Eikongraphia
Dentro de este contexto cultural e intelectual, es significativo que estos días se esté intentando recuperar las tipologías de los rascacielos para la recualificación de la ciudad europea. En un reciente libro del Departamento de Arquitectura del Instituto Federal de Tecnología de Zurich, titulado Bigscale, Grossform, (Gran escala, forma grande) Josep Lluis Mateo hace un panegírico del rascacielos para incentivar la reintroducción de este tipo edificatorio en la propia ciudad suiza, apoyándose en razones fútiles e inconsistentes que reflejan la enorme fascinación de los arquitectos ligados a la vanguardia estetizante así como de los responsables de la enseñanza en algunas Escuelas de Arquitectura por la forma como recurso exclusivo para llevar a cabo su visión del progreso ligado a la expresión artística. Propuesta para la transformación del paisaje de Zurich mediante el añadido de rascacielos. Zurich’s vertigo, Josep Luis Mateo. Big scale-grossform, 2006. La suerte futura de la arquitectura está ligada a su transformación en una herramienta para el marketing de las ciudades y la representación empresarial. La alianza entre las ciudades y las empresas basada en el objetivo de las primeras para atraer más y más visitantes y de las segundas para obtener un mejor posicionamiento y visibilidad en un entorno económico muy competitivo es el fundamento principal para el actual renacimiento de la arquitectura como herramienta al servicio del poder. Panoramica de Zurich desde la esplanada de la Universidad Interpretación del Londres central. Manifesto for London, Terry Farrell. Architectural Review 09/2007
Hay algunas ciudades que admiramos por su vibrante escena urbana. Se suelen rememorar las calles, algunas plazas, parques y otros hitos que esconden una rica cultura acumulada durante siglos.
Es el caso de Londres, una ciudad maravillosa que cuenta con un espacio central que es paradigmático en este sentido. Desde Picadilly Circus a Regents Park, barrios como Kensington o Chelsea cuentan con una alta calidad urbana y van conformando una serie de espacios que han sido el fruto de distintas intervenciones urbanísticas a lo largo de la historia.
El número de Septiembre de 2007 de la revista Architectural Review contiene una interesante reflexión colectiva liderada por Terry Farell, titulada Manifesto for London. Este importante trabajo ofrece datos y análisis tendentes a la mejora de la calidad de esa región urbana europea como una aportación desinteresada de un colectivo de ciudadanos. Entre el conjunto de propuestas y documentos aportados para el manifiesto destacaría un pequeño gráfico sobre la zona más característica de la ciudad. Es curioso el collage realizado para describir el centro de Londres en el que se constata que la mayor parte de la superficie del corazón de Londres es de propiedad pública. Al margen de los parques urbanos significativos como Hyde, o St. James, otras grandes manzanas y parcelas tienen, de una manera u otra, un carácter público: sedes ministeriales, universidades, museos, palacios, etc. han ido concentrándose en el lugar como parte de un ingente esfuerzo colectivo llevado a cabo durante muchas generaciones. El espacio privado, representado en negro junto con las calles, sujeto a las leyes del mercado representa un escaso 25 % del total. Lástima que en la actualidad y, sobre todo a partir del gobierno conservador de Margaret Thatcher, la ciudad de Londres y Gran Bretaña en su conjunto haya declinado seguir con el esfuerzo público en la mejora de sus ciudades y cedido la iniciativa a los operadores inmobiliarios privados en aras de una supuesta eficacia económica. Lo cierto es que los nuevos centros generados a partir del liderazgo de los promotores muestran síntomas de una anomia urbana y una baja calidad espacial contrastable como demuestra, el centro de Canary Wharf y el conjunto de remodelaciones llevadas a cabo en los antiguos muelles, una iniciativa para crear un nuevo distrito financiero que no acaba de generar una vida urbana vibrante en consonancia con su voluntad de centralidad. El marketing urbano y la iniciativa privada no son mecanismos suficientes para aumentar el atractivo de las ciudades. La calidad en las ciudades se debe apoyar en hechos tangibles que se concretan alrededor de la aportación de nuevos espacios públicos. Su construcción es siempre resultado de un esfuerzo y de la generosidad de la visión colectiva. |
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