EL DÍA MUNDIAL DEL URBANISMO

El urbanismo de los patriotas. Bandera de Canarias sobre Barrio Nuevo, Santa Cruz de Tenerife

Con motivo del Día Mundial del Urbanismo, el periodista José Luís Zurita me ha entrevistado sobre la actualidad de la planificación en las islas Canarias para el periódico tinerfeño Diario de Avisos (Sección Sociedad, 05/11/2007). Estas son mis contestaciones.

¿Como presidente de la Agrupación de Arquitectos Urbanistas, ¿qué temas son los que, en la actualidad, centran más su trabajo?

El colectivo de los Arquitectos Urbanistas, aunque tiene ya una cierta historia, ha tenido una presencia discreta en los debates públicos que tienen lugar en nuestra región sobre las cuestiones territoriales. Nuestra intención actual es participar más activamente trasladando a la opinión pública la visión que nos otorga la responsabilidad de tener que llevar a cabo la ordenación de un territorio tan complicado como el canario. La preocupación principal que pauta nuestro trabajo es lograr unos entornos de mayor calidad que compaginen un crecimiento poblacional muy fuerte, la demanda de servicios y equipamientos derivada así como conseguir un funcionamiento minimamente correcto del sistema. Algo en lo que se está fracasando desde las instituciones como cualquiera puede comprobar, debido a las enormes dificultades para llevar a cabo una tarea tan sumamente complicada.

¿Han transmitido ya estas preocupaciones al nuevo Gobierno presidido por Paulino Rivero?

Sí, hemos tenido ya algún contacto con representantes del Gobierno actual y hemos encontrado una muy buena disposición para atacar los problemas principales que existen en la ordenación territorial del archipiélago. Entre estos habría que destacar la baja calidad de los instrumentos de planeamiento municipales que se realizan debido a la escasez de medios humanos y materiales, la superabundancia de legislación sobre el territorio que presenta caracteres maximalistas y contradictorios que convendría urgentemente corregir y la necesidad de atajar la indisciplina urbanística que condiciona negativamente nuestro escaso territorio para el futuro.

¿Con qué otros colectivos han mantenido contacto?

En los últimos meses hemos mantenido varias reuniones y contactos. Entre otras, con representantes del sector turístico, del colegio de Geógrafos y de los Ingenieros de Caminos. Esperamos continuar en el futuro con este tipo de iniciativas puesto que facilita el intercambio de posiciones y el conocimiento de perspectivas sectoriales muy necesarias para llevar a cabo una actividad de carácter tan holístico como el diseño del planeamiento urbanístico y territorial.

¿Qué conclusiones o planes de acción sacan en claro de estos encuentros?

En el primer caso, se detectó una gran sintonía al considerarse que el turismo, como principal motor de la economía canaria, atraviesa una fase de transición que requeriría de mayores esfuerzos intelectuales para garantizar su viabilidad a medio plazo. Ello con el objetivo de que el sustento principal de la economía del archipiélago pueda ser viable frente al crecimiento de competidores próximos y lejanos que están ofertando ya los mismos productos que Canarias. En el segundo caso, se constató la escasa influencia que los profesionales tenemos en una organización más racional de los espacios insulares y la existencia de opiniones poco cualificadas sobre estos temas que tienen, desgraciadamente, una mayor incidencia en los medios de comunicación.

El Colegio de Arquitectos mantiene un discurso crítico hacia el urbanismo que se diseña en Canarias. ¿Hay visos de mejora o, por lo menos, voluntad política para variar la estrategia?

Esta claro que el discurso de nuestros gobernantes siempre es favorable a la mejora de las distintas actividades que tienen una incidencia directa en la calidad de vida de los ciudadanos. No obstante, la realidad de lo ocurrido en los últimos años es que hemos dedicado una enorme cantidad de esfuerzos al cumplimiento de los requisitos formales de una legislación urbanística muy prolija y sin parangón en el conjunto de la Unión Europea, mientras la realidad territorial de nuestras islas continuaba deteriorándose progresivamente. Los planes urbanísticos de los municipios canarios son complejísimos y no abordan la cuestión de la calidad del espacio urbano, el correcto funcionamiento del sistema ni una asignación eficiente del territorio para los distintos usos que se demandan, sino solamente de una manera tangencial y subsidiaria.

¿Por qué la aprobación de los planes generales de ordenación genera tanta controversia?

Porque son el campo de batalla de intereses de todo tipo y es muy difícil compaginar posiciones contradictorias. El interés público suele estar mediatizado por la actuación de los promotores y propietarios de suelo que quieren obtener la máxima plusvalía que las recalificaciones urbanísticas generan. Este es un problema generalizado en este país, derivado de la forma legal en que se llevan a cabo estos procesos sometidos a la voluntad exclusiva de la iniciativa privada. En otros países de nuestro entorno se ha enfocado esta cuestión de otra manera en la que la salvaguarda de los intereses públicos está más garantizada. Lo cierto es que la población ha empezado a darse cuenta y ya no traga tan fácilmente los disparates en el manejo del suelo y del paisaje.

Este jueves se celebra el Día Mundial del Urbanismo. ¿Qué valor desempeña esta disciplina dentro de la Arquitectura?

Yo creo que tiene un papel cada vez más fundamental y del que los arquitectos no solemos damos mucha cuenta, obnubilados por los edificios emblemáticos que nos venden como el epítome del marketing de las ciudades. La mayoría de los encargos para obras significativas que observamos en Europa han tenido el soporte de un buen planteamiento urbanístico que previamente ha organizado y pensado correctamente el espacio urbano que podría resultar.

Qué supone para Tenerife y para la Agrupación que usted preside la organización del I Encuentro de la Unión de Arquitectos Urbanistas del Consejo Superior de los Arquitectos de España?

Pues es una gran satisfacción de recibir a colegas de todo el país y una oportunidad para que los canarios conozcan la importancia que tiene la planificación del espacio a medio y largo plazo en las sociedades desarrolladas. Las grandes ciudades y regiones urbanas que admiramos no son el resultado de la improvisación constante sino de un esfuerzo continuado durante largos períodos temporales para mejorar las condiciones de vida de sus habitantes a través del pensamiento sobre el mejor aprovechamiento del suelo.

Aparte de esta reunión, ¿qué actividades prevén organizar a medio plazo?

En estos momentos creemos que es muy importante la formación de técnicos cualificados en la ordenación urbanística y territorial ya que en Canarias existe una escasez muy notable. Formación dirigida al diseño de la ciudad y del espacio urbano y que se concretará a muy corto plazo en un curso de varios meses que está a punto de comenzar y va a estar impartido por profesionales españoles y canarios con una dilatada experiencia y reconocimiento. Este curso va a estar dirigido a todos aquellos que tengan interés en el diseño del territorio, tanto a Arquitectos como a Ingenieros, Geógrafos y Biólogos.

IL PROGETTO LOCALE

Alberto Magnaghi
Bollati Boringhieri Editore. Torino 2000

Es este un libro de una densidad extraordinaria donde se proyecta la unificación de un extenso conjunto de ideas y reflexiones sobre la actualidad del territorio como alternativa a los procesos de globalización en curso. Una consecuencia plausible de su lectura es la necesidad de revisar ampliamente los planteamientos políticos dominantes y su sustitución por un nuevo paradigma basado en la preservación de los lugares como única alternativa para la supervivencia de la especie humana en un mundo de recursos decrecientes.

El objetivo principal del libro se resume en un aforismo del premio Nóbel de Química, Ilya Prigogine, que inicia la segunda parte del libro, la utopía del futuro construye el presente. De acuerdo a este pensamiento y a la propuesta del autor, la tarea actual del pensamiento consistiría en la definición de nuevas ideas-fuerza que facilitaran estrategias viables para la radical transformación del sistema económico político dominante que, posiblemente de no modificarse, conducirá a un incremento paulatino de las importantes dificultades actuales de la humanidad.
Hacer un resumen de las ideas y propuestas incluidas en el texto es bastante dificultoso debido a la alta consistencia intelectual de las cuestiones que se plantean. Un primer grupo de reflexiones se presentan frente a la tendencia a la imposición exclusiva de criterios de carácter económico para la homologación generalizada de los lugares como factores de producción. Como alternativa se propone un concepto de globalización desde abajo, desde el reconocimiento de las características específicas de cada territorio como fundamento para una alternativa de convivencia y desarrollo centrado en lo específico.
Según Magnaghi, la alternativa para la convivencia global futura debería partir de la construcción de redes locales solidarias y entrelazadas que contrarresten la tendencia generalizada de lo global a absorber infinitamente las energías y recursos y a imponer el dominio de los mercados globalizados, la tecnología asociada y, finalmente, del capital financiero que ejerce el control del sistema imperante. De acuerdo al autor, se trataría de construir una relación dialéctica superadora de la situación actual en la que la estrategia de los actores globales se apoya en una serie de criterios y planteamientos ideológicos considerados naturales y, por tanto, no cuestionados.
Entre ellos destaca la promoción de la competitividad de los individuos y regiones en detrimento de la cooperación y la creación de redes colectivas de apoyo mutuo; también señala el disfrute incontrolado y concentrado de la riqueza por unos pocos frente a la valoración del patrimonio local como construcción histórica colectiva; igualmente, la polarización social excluyente y la desigualdad cada vez más extrema frente al reconocimiento de la complejidad de las relaciones humanas y la solidaridad hacia los desfavorecidos, etc.
En apoyo de las tesis a favor de lo local aparece la búsqueda de una definición precisa de los conceptos de metrópoli y de patrimonio territorial. Para Magnaghi, la metrópoli contemporánea o “forma metrópoli”, como la define, adquiere un significado central para entender los procesos de globalización en curso. La forma metrópoli sería una extensión de la concepción occidental de la ciudad en un proceso de reorganización de la geografía concentrando a la población en grandes áreas metropolitanas que se han ido revelando ecocatastróficas a largo plazo debido al gigantesco consumo de suelo que implican, la voracidad energética y sobre todo tipo de recursos no renovables y, en definitiva, la extensión y reproducción de la pobreza a lo largo y ancho del planeta, incluso en las propias regiones urbanas que componen el tipo de asentamiento contemporáneo por excelencia.
El diseño final del proceso llevaría a la conformación de lo que el autor llama cosmópolis o, quizás más precisamente, terrapolis, cuyos atributos serían una exclusiva forma repetida, perversa, homologante e iterada sobre el territorio mundial; una distribución de objetos seriados que recorre y oculta todo significado incompatible con la razón del desarrollo económico; una forma que niega las relaciones que no se establezcan consigo misma y que deviene finalmente en una tautología, la repetición monótona de una seña que se autorrepresenta, bajo la bandera del pensamiento único.
La situación actual la describe como una economía de rapiña basada en una sutil forma de política imperial en la que la imposición de la forma metrópoli produce una entropía creciente y que se alimenta de recursos extraídos de lugares cada vez más lejanos y escasos y que determina el fortalecimiento jerárquico de unas pocas regiones y el incremento exponencial de la pobreza y la sumisión de los territorios dependientes a los cuales se les pretende siempre asignar las funciones menos interesantes económicamente como depositarios finales de los desechos del sistema.

Carta del patrimonio territorial de Scandicci. Fabio Luchessi. En Rappresentazione identitaria del territorio

En contraposición a la extensión de este proceso de polarización territorial, Magnaghi trata de recuperar la visión sobre el conjunto de los diversos lugares geográficos ya antropizados y que compondrían el patrimonio territorial junto con los espacios naturales supervivientes. Así, el territorio y su patrimonio asociado se referiría al conjunto de lugares que integran el ambiente físico y biológico junto con los espacios antrópicos, formado por las concentraciones construidas que suponen una segunda naturaleza artificial y las superficies agrarizadas que garantizan el sustento de la población. Desde la visión económica, el patrimonio territorial sería algo irrelevante que debe sustituirse por su percepción como un espacio geométrico, isótropo, abstracto e intemporal. Para el autor, la valoración y preservación de todos los elementos que componen el patrimonio del territorio adquiriría en la situación actual una importancia decisiva en la viabilidad de las distintas poblaciones hacia el futuro frente a la simple visión depredadora de la economía.
La imposición de un pensamiento economicista equivocado habría supuesto la interrupción de los procesos de construcción de los lugares y la extensión del patrimonio territorial asociado, para pasar a concebir la geografía como un mero soporte de las actividades económicas, como un folio en blanco en el que las acciones productivas se puedan llevar a cabo siguiendo reglas abstractas y que no tienen en cuenta la identidad de los lugares, sus riquezas y la sedimentación histórica existente, en un proceso de desterritorialización que deviene paulatinamente en salvaje destrucción de lo precedente.
Una cuestión central que aporta Magnaghi es la crítica a lo que denomina la aproximación ambientalista a la comprensión de los procesos territoriales. Se entendería como aproximación ambientalista a aquella que propugna para la salvaguarda del territorio la protección y salvaguarda exclusiva de los relictos de un pasado biológico ideal. El ambientalismo supondría una valoración cuasi religiosa de los restos naturales existentes en el planeta y cuya destrucción sería el exclusivo problema del momento.
Frente a ello, se presenta el argumento de que es necesario una visión más amplía de los procesos en curso que quedarían englobados en una aproximación antropobiocéntrica o, como define el autor, territorialista. Esta valoración globalizadora del territorio constituiría el punto de partida para establecer mejores alternativas correctoras de los excesos autodestructivos sobre el medio físico que la especie humana viene estableciendo en las últimas décadas.
En apoyo a esta visión se señala en el Prefacio que el territorio es una obra de arte, quizá la mas importante, la que ha supuesto una expresión más coral de la humanidad. A diferencia de muchas obras artísticas (en pintura, en escultura, en arquitectura) o técnicas que se han producido por el hombre a partir de materia inanimada, el territorio se ha construido a través de un diálogo, una relación entre entidades vivas, el hombre mismo y la naturaleza en el largo tiempo de la historia. Es una obra coral, coevolutiva, que crece en el tiempo. El territorio se genera en un acto de amor que conlleva el cuidado y el crecimiento de lo otro fuera de uno.
Para llevar adelante el cambio de paradigma que Magnaghi propone recurre a las ideas avanzadas por Ernst Bloch en la necesidad de construcción de utopias concretas. La utopía concreta trataría de llevar adelante la definición de objetivos y tareas específicas de alcance limitado a partir de su proposición teórica con el objetivo de posibilitar una mejora colectiva incremental. La anticipación de un futuro posible no partiría según Bloch de una visión globalizadora sino de la aportación y búsqueda de visiones parciales que puedan definir por agregación los elementos para la reconstrucción de una conciencia social anticipadora.

Prato,Piano Territoriale di Coordinamento. Massimo Carta, 2003

El problema principal para el establecimiento de un escenario territorial estratégico para una comunidad local, formalizado a partir de la utopía concreta estribaría en la construcción de la relación entre los potenciales actores de las transformaciones necesarias y la calidad de su diseño específico. Esta relación que debería ser dialéctica, tiene un carácter de mutación continua lo que dificulta enormemente la tarea para el establecimiento de los objetivos colectivos y desembocaría en lo que Magnaghi define como estatuto del lugar.
Finalmente, otra idea relevante que se desprende de la lectura del libro es la necesidad de un nuevo municipalismo. Uno de los graves problemas de nuestro tiempo estaría en el secuestro de la política por la democracia formal o representativa. El tránsito hacia una participación más efectiva de la población en los procesos decisionales es, desde este punto de vista, un imperativo cada vez más evidente. Los medios disponibles así lo permiten aunque el secuestro del poder por las élites del dinero y de los medios de comunicación hace difícil esta transformación.
ara ello, Magnaghi propugna el establecimiento de un nuevo pacto entre la población y sus dirigentes centrado en el ámbito municipal. Considera que el municipio es el espacio social básico que permite un diálogo más eficaz entre los actores sociales para el control de las acciones sobre el territorio que las estrategias y actores de la globalización tratan de imponer.
Según la tesis desarrollada, la intervención de lo global en lo local tiende a sustraer energía y recursos y a incrementar el dominio jerárquico de los espacios centrales de la economía mundial. La alternativa que se propone, conceptualizada como globalización desde abajo, consistiría en la convivencia con lo global siempre bajo el control local, la extensión de las redes solidarias con base en el municipio y, en su extremo más exacerbado, la resistencia activa atendiendo a que la actitud que se impone desde lo general no consiente una relación dialéctica sino la imposición de reglas que excluyen la sostenibilidad local.
Las tareas para la definición del estatuto del lugar, es decir la concreción pactada del aprovechamiento del territorio municipal se convertiría en el acto fundacional del proyecto local que da título al libro. Y es ahí donde deberían concentrarse los esfuerzos para la recuperación del control social sobre los lugares. El problema principal para llevar a cabo esta tarea consistiría en dar voz a los colectivos que actualmente no la tienen e impedir con ello el secuestro de la actividad política por los ocultos detentadores del poder.
Todo un proyecto político el que se propugna desde este libro, que debería servir de reflexión para superar las visiones negativistas imperantes hoy en día. Su lectura incita a realizar multitud de comentarios parciales que darían origen a otras reflexiones concretas que, si es posible, convendría plantear. Esperemos que se lleve a cabo con prontitud una traducción al castellano que permita su difusión en nuestro país y en el conjunto del universo de habla hispana.

CACARIAS Y SUS HABITANTES, LOS CACARÉANOS

Multitud. Antonio Saura, 1982

Hay especies de animales, como los leones, las águilas o las hormigas que sobreviven en este mundo intentando aprovechar radicalmente las ventajas que se les presentan en una suerte de lucha despiadada por la supervivencia. El entorno geográfico ha condicionado su forma de actuar e, incluso, su propia morfología, como nos han enseñado los biólogos. Así, en las planicies y sabanas, el león dispone de una variada oferta alimentaria que ha llevado a los especimenes de esta especie a vegetar la mayor parte de su tiempo. Más difícil lo tienen las águilas que deben de rastrear extensas superficies para localizar el propio sustento y el de sus crías, lo que les ha llevado a desarrollar una capacidad visual asombrosa. Las hormigas trabajan cooperativamente acopiando todo lo que pueden para garantizar su supervivencia colectiva y generando, en su rapacidad, espacios asombrosos para la comunidad.
Dentro de estas geografías donde se desarrolla la vida de los animales, Cacarias es una región singular en la que la especie predominante es el cacaréano. Como es evidente una vez que el observador se aproxima al lugar, su actividad principal es el cacareo y, de ahí ha surgido lógicamente el nombre que los identifica. Al cacaréano le va la vida en ello y le encanta cacarear para quejarse y protestar de todo y contra todo. Se siente abandonado por el mundo y grita continuamente para difundir la injusticia de que sus problemas no sean atendidos debidamente.
El malestar que alberga esta especie, se relaciona con el marco incomparable donde desarrolla su vida, que no es tenido en la consideración debida o suficiente por los otros habitantes del planeta. El razonamiento principal del cacaréano, es que Cacarias es un lugar para estar orgullosísimo y debido a ello, sus vecinos próximos y lejanos deben de pagar un peaje obligatorio que les haga más placentera la existencia. Ello, sin que les llegue a interesar realmente cuales son las inquietudes y problemas de los habitantes cercanos o lejanos. Históricamente, la actitud favorita de la sociedad cacaréana es el individualismo y por ello la cooperación o el trabajo en común con las comunidades próximas no ha entrado, por lo general, en sus planteamientos.
Esta especie, en vez de dedicarse a realizar acciones constructivas, prefiere identificar continuamente los errores de sus paisanos y de los demás en una suerte de cántico infinito. Los cacaréanos que sobresalen entre sus congéneres son indefectiblemente machacados por altaneros y prepotentes con lo cual es muy difícil liderar a la manada. La calumnia, la burla y el despiste hacia el prójimo son actividades que han alcanzado un alto grado de sofisticación entre este grupo animal.

Habitante de Cacarias

Como se señala, el individualismo y el ensimismamiento son condiciones innatas en la sociedad cacaréana. La bronca, la descalificación permanente del vecino, la incentivación de la irracionalidad frente a los problemas, así como la máxima separación entre las posiciones intelectuales y, en consecuencia, la falta de acuerdo o la cooperación que hace a una sociedad fuerte, son atributos que adjetivan a este grupo tormentoso de individuos. En Cacarias es casi imposible llegar a acuerdos sobre las cuestiones importantes o fundamentales que afectan a su colectividad.
El disimulo es otra de las actitudes más queridas de los habitantes de esa tierra. Esconder las opiniones propias es todo un arte transmitido familiarmente de padres a hijos. La utilización de epítetos de todo tipo para descalificar al adversario es también una práctica extendida. Bananero, narcisista, revolucionario o corrupto son, entre los muchísimos adjetivos que se escuchan, calificativos que resuenan durante los cacareos habituales como sustitutos de verdaderas argumentaciones.
Los poderosos de Cacarias suelen usar dobles raseros a la hora de afrontar los desafíos y la necesidad de actuar. Se suelen utilizar criterios singulares como el que considera lógico que al hermano se le tiende la mano, al enemigo no se le da ni un higo y al indiferente se le aplica la legislación vigente. Un adagio que resuena en la mente de algunos cacaréanos como una lógica irrefutable de comportamiento en el trato colectivo.
Los dirigentes de Cacarias suelen desgranar interminables relaciones de afrentas y demandas frente a otros territorios en una extensión de la estrategia de confrontación habitual que se suele llevar a cabo en las distintas aglomeraciones cacareánas locales. Esta tragicomedia insulsa que no afronta la necesidad de un cambio de actitud ante la gravedad de las amenazas futuras se representa mediante una perversión del lenguaje y del significado de las palabras que hacen inescrutable las verdaderas intenciones de grupo.
A los cacaréanos les encanta reunirse para comer, bailar y cantar y, de esta manera, olvidar temporalmente los problemas que les aquejan y con ello no tener que afrontar su solución. Las inquietudes artísticas, la música y aquellas otras experiencias que confortan el espíritu han alcanzado un grado de desarrollo notable gracias a la energía personal de algunos individuos frente a la indiferencia colectiva. Debido a la falta de respeto y consideración por esos esfuerzos, su repercusión siempre es muy minoritaria y no trasciende de los círculos relacionados con esas actividades.
En los últimos años, se ha extendido una enfermedad conocida como la modorra subvencionada, que está afectando la salud de los cacaréanos. Comienza con una creciente inhibición para atender decorosamente las necesidades cotidianas del individuo, para extenderse posteriormente a una total falta de voluntad de procurarse el sustento. Recientemente, la modorra subvencionada se ha propagado como una epidemia de tal manera que la inmensa mayoría población vaga errabunda sin un objetivo discernible. Desde fuera, algunas instituciones y expertos llevan algún tiempo aplicando terapias equivocadas y medicamentos defectuosos para tratar de aliviar los síntomas graves de este padecimiento, consiguiendo por el contrario la extensión del fenómeno.
El territorio que ocupan los cacaréanos se asemeja a aquellas islas cubiertas de pájaros que son habituales en los reportajes televisivos de Nacional Geographic. Sobre extensas superficies costeras y rodeadas por el mar, se arraciman los cacaréanos practicando un intenso griterío colectivo de protesta para atraer la atención de alguien que les alimente. Cuando se retiran masivamente se observa una extensa superficie de excrementos que deja irreconocible el lugar.

Posible cartografía de Cacarias. Souvenir de l’avenir, Oscar Domínguez.1938

A lo largo de la corta historia de Cacarias se ha producido una expansión física paulatina que ha llevado a ocupar prácticamente todo el territorio disponible así como algunos lugares geográficos próximos. Multitud de pequeñas aglomeraciones y, sobre todo, el desparrame de infinitos núcleos familiares en los sitios más insospechados han dado lugar a una ocupación masiva del hábitat disponible que amenaza la continuidad global de esta curiosa civilización.
En sus inicios la región cacareána estaba cubierta de frondosos bosques y un paisaje singular que le daba un atractivo por encima de lo común. Con el paso del tiempo y la intensa actividad de sus habitantes, todo el espacio ha sido hollado y ha ido llenándose de construcciones y residuos de una fealdad extrema. El aprovechamiento despiadado de las riquezas naturales y un picoteo sin tregua ha llevado a que el territorio esté extensamente cubierto de excrecencias, restos y basura acumulados a lo largo de los siglos, haciendo el lugar cada vez más irrespirable. El espacio cotidiano ha sido en este caso ampliamente descuidado en la etapa última generando enormes dificultades a la convivencia de los individuos que chocan y se suelen agredir indefectiblemente.
Cuando algún visitante increpa sobre la posible responsabilidad en este desastre, el cacaréano interpelado mira hacia otro lado y suele acusar a otro de los desmanes cometidos. En su extremo individualismo se solicitan apoyos y servicios colectivos de todo tipo canturreando sobre lo mal que está la situación. Ello sin ofrecer colaboración o contrapartida a cambio. Cuando es necesario realizar alguna iniciativa para paliar las graves deficiencias existentes suelen argumentar que es conveniente corregir los inconvenientes en cuestión pero que en cualquier caso no se haga cerca del territorio propio. El sacrificio, si es necesario, debe corresponder siempre a otros. Los zoólogos han clasificado a este subgrupo de especímenes como Nembos, No En Mi Barrio.
La contradicción llega a tal extremo que mientras se increpa al cielo pidiendo solución al destrozo territorial y se originan concentraciones masivas de protesta de una manera cada vez más frecuente, por otro lado, no se acepta ninguna alternativa posible, produciéndose una suerte de parálisis esclerótica colectiva.
Hoy en día, los cacaréanos observan y exploran lugares distantes hacia donde expandir su sociedad ante las dificultades que están haciéndose cada vez más visibles relacionadas con la supervivencia propia y de sus congéneres. Para ello, la vanguardia de la sociedad cacaréana se desplaza constantemente, buscando nuevos espacios para la localización de más actividades. Se exploran los desiertos y las selvas, se navegan los mares y se escrutan islas distantes en una especie de huida desesperada a la búsqueda de otros paraísos.
Pero la magnitud de los problemas del espacio vital de Cacarias está creciendo a una velocidad incontenible lo que augura una debacle en una perspectiva temporal no muy lejana. Es posible que, en los próximos decenios, una parte sustancial de la especie de los cacareános se vea obligada a emigrar nuevamente ante la dificultad de dar sustento a sus descendientes.
Hoy en día, no se ve una alternativa plausible para la comunidad y en el horizonte planean nubes tormentosas que pueden degenerar en auténticos huracanes que acaben de destrozar las condiciones físicas que han permitido la convivencia de los cacaréanos a lo largo de las eras. Siempre queda la esperanza de que en algún momento se produzca un milagro y una luz ilumine las conciencias de los habitantes de Cacarias.
Que me perdonen Robert Musil y Ulrich, el hombre sin atributos, por utilizar sus ideas y argumentos para quejarme una vez más de un colectivo animal concreto pero es que el narrador es cacaréano y, por tanto, también pertenece a esta sociedad específica.
Lo cierto es que, a muchos cacaréanos como yo, nos gustaría que las cosas fueran de otra manera y que en lugar de la queja permanente, los habitantes de esta región asumieran verdaderamente la responsabilidad sobre su destino colectivo y se trabajara más intensamente en la búsqueda de las mejores respuestas a los graves problemas que se avecinan en un futuro que está a la vuelta de la esquina.

LAS POSIBILIDADES DEL PAISAJE COMO CONSTRUCCIÓN ESTÉTICA

Piscina del Peñón. Hermigua, isla de la Gomera

El paisaje es un concepto que surge de una percepción estética de la realidad observada visualmente. Así, acudiendo al diccionario, constatamos que la componente visual es algo intrínseco a la idea de paisaje. Al respecto María Moliner define en su diccionario de usos del español, extensión del campo que se ve desde un sitio. O también, el campo considerado como espectáculo.

Pero ¿Qué paisaje? ¿El urbano, el natural o el pastoral y de la agricultura?

Desde esta perspectiva, el paisaje urbano englobaría la percepción de la artificialización completa de la geografía. A raíz de ello, las ciudades y, sobre todo, el espacio público son motivo de reflexión artística en consonancia con su repercusión para la vida en común. Un espacio o imaginario colectivo que envuelve ya a más de la mitad de la humanidad.
El paisaje natural incontaminado podría considerarse como aquel que fue valorado por los pintoresquistas anglosajones del siglo XVIII, a partir de Edmund Burke y su reflexión sobre lo sublime ligado a la naturaleza. Aquellos pioneros intentaron la reconstrucción del territorio para la creación de escenarios bucólicos soñados. Actualmente, el paisaje natural es una entelequia que obnubila a románticos empedernidos porque nuestro entorno planetario en su conjunto ha sido ampliamente tocado o modificado sutilmente a lo largo de la historia.

La reconfiguración del paisaje según los pintoresquistas. Humpfrey Repton

Como ejemplo, las grandes extensiones boscosas presentes en Japón son el resultado de una política de gestión forestal positiva promovida desde la época del Shogunato para recuperar un elemento esencial en la sostenibilidad de aquella sociedad medieval, la madera. En 1500, en los inicios de la era Tokugawa, existía una fuerte deforestación, la superficie arbolada había disminuido tan drásticamente que llevó a una fuerte crisis poblacional y de supervivencia de la propia sociedad feudal. Actualmente, y a pesar de la alta densidad poblacional, el país asiático cuenta con una superficie de bosques superior al 80% y que continúa incrementándose paulatinamente. Estos lugares nada tienen que ver con el paisaje natural entendido como espacio incontaminado que funciona exclusivamente de acuerdo a las leyes propias de la biología.
Desde la disciplina de la arquitectura y el urbanismo, algunos propugnan la necesidad de proyectar el paisaje en su concepción pastoral, al igual que se ha podido proyectar y transformar el espacio urbano, en una extensión maximalista de la idea de arquitectura como técnica para la corrección de los problemas ambientales de nuestro entorno cotidiano. Pero la arquitectura del paisaje no logra superar el carácter espectacular de la aproximación estética, algo que conviene al sistema económico imperante y que en definitiva va en contra de la sostenibilidad a largo plazo.
El problema de esta aproximación para la salvaguarda del territorio es que resulta inadecuada ante la constatación de la incapacidad de las herramientas proyectuales de la arquitectura para resolver los problemas ambientales de nuestro tiempo que tienen una raíz fuertemente económica. El diseño y reconstrucción del territorio para mejorar la calidad ambiental implica necesariamente la participación de una amplía variedad de técnicos y especialistas que aporten conocimiento desde muy diversas disciplinas y que tienen que ver con cuestiones técnicas y científicas que superan una visión meramente estética.
A lo largo de nuestra era, algunos personajes, ya históricos y próximos a la arquitectura, han dedicado ingentes esfuerzos para redefinir el paisaje antropizado para expresar el poder de sus clientes o a la búsqueda de una visión ideal del paraíso.
Hacia 1700, surge André Le Notre que representa un punto de inflexión de la relación de la humanidad con la naturaleza. Por primera vez en la historia se pretendió establecer definitivamente la autoridad de la especie humana en la transformación del territorio en una vasta escala. Primero en Vaux Le Viconte y luego en Versalles, Le Notre llevó a cabo el mayor ejemplo de diseño del paisaje en el devenir de la humanidad. La utilización formalizada de la vegetación se afronta allí en una escala territorial de tal manera que ya se puede considerar bajo control estético a todo el territorio que abarca la vista.

Versalles. Intrepid Luke, Flickr

Versalles todavía asombra por la capacidad intelectual para concebir la formalización de una idea empleando elementos naturales. Le Notre nunca vería su obra en todo su esplendor. Los trazos simétricos de la composición, la forma y los colores de la vegetación necesitarían varias decenas de años para alcanzar una madurez plena. Conseguir su propósito, reflejar el poder y la gloria del Rey Sol, el dominio de una sola persona sobre los hombres y las cosas, llevaría toda una generación.
Los pintoresquistas ingleses del siglo XVIII, hombres como
Capability Brown o William Kent, fueron más allá e inventaron la disciplina de la arquitectura del paisaje como técnica para la remodelación de los cultivos y lo natural con el objetivo de su acomodación a una visión estética ideal. El bucolismo en el cual se apoya esta fruición del paisaje denota una percepción romántica del territorio independientemente de los aspectos culturales que están en la base de la forma concreta de cada lugar. Posteriormente, Humpfrey Repton acuñaría el concepto de arquitecto paisajista, demiurgo capaz de transformar el paisaje a su antojo.En tiempos más recientes, los americanos han extendido la idea del disfrute de los elementos paisajísticos como una parte sustancial de la monumentalización de la naturaleza y su recuperación para las ciudades. La fuerte impronta de Frederick Law Olmsted en la cultura americana, autor del Central Park neoyorquino, ha extendido su ascendiente más allá de sus fronteras a lo largo de todo el siglo XX. A Olmsted y su círculo de influencia, deben los americanos la declaración del primer parque nacional de la historia Yosemite, legislado como tal por el Congreso de los Estados Unidos a finales del siglo XIX.

Yosemite en invierno. Maomatt, Flickr

Sin embargo, el desarrollo de estrategias de diseño del paisaje y más precisamente del territorio, tal como se concibe a partir de la aplicación de disciplinas específicas como la botánica, la ingeniería y la arquitectura, ha encontrado limitaciones evidentes en los tiempos recientes. La reconstrucción de los lugares desde una perspectiva de la sostenibilidad a largo plazo no se puede llevar a cabo desde una reconfiguración unidimensional solamente, ya sea científica o estética.
Habría que entender que en nuestros días el desarrollo metropolitano ha alcanzado una extensión francamente insostenible a largo plazo. Las grandes regiones urbanizadas que se han ido conformando a lo largo del planeta, las
megalópolis teorizadas por J. Gottman en la década de los sesenta del siglo XX, dependen crecientemente de recursos exóticos situados en lugares cada vez más lejanos y, por tanto, de la disponibilidad ilimitada de medios de transporte rápidos y baratos.
El propio modelo territorial de la metrópoli contemporánea es una de las causas principales de la crisis ambiental generalizada, junto con la social y cultural que comporta su desarrollo hasta el infinito. La jerarquización y polarización implícita que conlleva la extensión de la urbanización produce fuertes desequilibrios a todas las escalas, congestión, una simplificación en las relaciones sociales y un empobrecimiento final en determinadas partes del sistema, tanto en su centro como en las periferias cada vez más alejadas. Las grandes regiones urbanas concentran la mayoría de los recursos planetarios llevando a cabo una progresiva acumulación de riqueza y capital a corto plazo pero que, en el tiempo largo de la historia, está generando una producción masiva de contaminación y degradación ambiental con la contrapartida de la desaparición no renovable de la mayoría de recursos básicos para la vida, agua, minerales, terreno fértil, biodiversidad, etc.
La reconsideración de la aproximación paisajística como una estrategia equivocada para la recuperación del patrimonio territorial debería permitir la superación de las ensoñaciones estéticas. En primer lugar se debe de rescatar a la agricultura como el elemento esencial para la extensión de la sostenibilidad a largo plazo de nuestras sociedades
La planificación de las intervenciones sobre el territorio requiere de una elaboración teórica sobre cuales son las iniciativas de base agrícola y forestal que deben de tenerse en cuenta para la reconstrucción del territorio y, en definitiva, del paisaje. La recualificación de los cultivos, la reestructuración del parcelario rural, la protección e incremento de la fertilidad del suelo, la salvaguarda de los sistemas hidrogeológicos, etc. son, entre otras muchas cuestiones, los temas que requieren de un pensamiento específico que conduzca a la definición de herramientas de proyectación territorial específicas así como la proposición de instrumentos normativos que posibiliten su regulación.
ero ello no puede producirse desde una concepción exclusivamente tecnológica. Sería preciso contener y contrarrestar los procesos de concentración y mundialización en curso. La batalla en el plano político conlleva lo que algunos autores, como el egipcio
Samir Amin, definen como la progresiva desconexión del sistema económico mundial insostenible. Una concepción territorial diversa al crecimiento económico supondría la redefinición de las regiones urbanas como geografías puntuadas de pequeñas ciudades vueltas a relacionar con su territorio agrícola circundante e inmediato de una manera directa. El objetivo del decrecimiento es otra hipótesis a considerar seriamente aunque en este momento suene a descabellado.
La exigencia de una mayor eficacia cualitativa en las acciones colectivas enfocadas hacia la mejora de nuestro entorno, una mayor diversidad en el aprovechamiento del territorio que no suponga un despilfarro de los recursos existentes y el incremento de la complejidad en las relaciones entre los seres vivos deberían ser los objetivos principales que guíen las actividades espaciales de la humanidad.

Hawai’i 2050. Un futuro posible en el Paraiso

 Resort Hyatt Regency en la isla de Kauai. Walt K, Flickr
 
El 22 de Septiembre de 2007 se ha presentado el primer borrador del Plan HAWAI’I 2050 en la Cumbre para la Sostenibilidad de ese archipiélago polinesio. Este hito inicia la última fase para la aprobación de su nueva estrategia de progreso humano, cuyos análisis y propuestas llevan debatiéndose más de 2 años.
 

ROGELIO SALMONA. IN MEMORIAM

Rogelio Salmona. Ritore, Flickr
Esta semana ha muerto a los 78 años el arquitecto Rogelio Salmona, maestro de la arquitectura latinoamericana.
Impulsor de los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana (SAL) y de tantas iniciativas culturales relacionadas con Colombia y el continente americano, fue un gran defensor del carácter peculiar de cada lugar para expresar la idiosincrasia de los pueblos a través de la arquitectura.
Solo por dos de sus obras, las Torres del Parque en Bogotá y la casa de Huéspedes de Cartagena de Indias, hitos urbanos significativos de estas ciudades, merecería figurar en la historia de la arquitectura.
Yo le conocí en el SAL de Tlaxcala, celebrado en Mexico en 1992, y luego hubo oportunidad de invitarle a un ciclo sobre Arquitectura latinoamericana que organizamos en Canarias unos años más tarde.
Su sabiduría de la profesión y sus anécdotas sobre las posibilidades de llevar a cabo Arquitectura, con mayúsculas, en contextos de subdesarrollo y escasez de recursos han sido toda una fuente de inspiración para muchos.
Una gran perdida.

Torres del Parque, Santafé de Bogotá. Philip Bouchard, Flickr

COSAS QUE SE VEN EN GOOGLE EARTH

Esta herramienta que ha proporcionado el buscador Google es fantástica. Aparte de permitirnos escudriñar los lugares más insospechados desde el espacio y ver su forma en planta o en tres dimensiones, también es posible obtener fotografías de algunos lugares con ese otro servicio relacionado y maravilloso que han bautizado como Panoramio.
Esta fotografía aérea concreta es de un edificio sorprendente que se ha localizado desde el aire y pertenece a la base militar de la Marina estadounidense de Coronado en San Diego, California. Yo la he visto en el periódico Le Monde y luego en Google Earth, tecleando Coronado.
Creo que alguien se la ha encajado a Amérika y la svástica, el proverbial símbolo nazi, marca a vista de pájaro la entrada al Imperio desde Mejico. En realidad y según comenta alguien, son unos barracones para dormitorio de los marines. Probablemente, su diseño es obra de un infiltrado simpatizante del partido Nacional Socialista, cuya imagen en planta ha pasado desapercibida durante muchos años.
Parece que el Departamento de Defensa USA está buscando recursos sobrantes de sus múltiples guerras para corregir el desaguisado y camuflar el edificio.
Para el que lo quiera localizar en Google Earth, la posición geográfica es Coronado, CA o bien Latitud 32º40’34.03”N y Longitud 117º09’21.29”O.

OTRAS ISLAS ARTIFICIALES

A raíz de la reflexión que presenté sobre la artificialización de la costa para la implantación de usos urbanísticos, he localizado nueva información sobre iniciativas para la colonización del mar.

Una de las más sorprendentes es la que se refiere a la creación de un archipiélago de 330 hectáreas de superficie artificial que se plantea con el nombre de Federation Island, cerca de la ciudad rusa de Sochi en el mar Negro. Esta propuesta, del arquitecto holandés Erick van Eggeraat, tiene como objetivo establecer la sede de los Juegos Olímpicos de 2014 en ese lugar. Este proyecto ha sido presentado recientemente en esa ciudad al presidente Putin en el marco del Internacional Investment Forum 2007.

El archipiélago de Federation Island, según Building Desing, contendría todos los elementos necesarios para el desarrollo de las actividades olímpicas junto a hoteles, espacios complementarios culturales, recreativos y de ocio. La idea es crear también un ecosistema artificial que contenga toda una diversidad de paisajes como arenales, playas, bosques y praderas que definan en su conjunto un espacio geográfico a la manera de maqueta a escala de la forma global de Rusia con brazos de mar que atraviesan el conjunto y contornean las islas para rememorar los principales ríos del país. Cadenas montañosas como los montes Urales también tendrían su reflejo en el relieve diseñado.

Esta y otras propuestas similares reflejan una creciente tendencia a la colonización del mar, algo que podría considerarse como de ciencia ficción en el pasado. Las islas artificiales suscitan cuestiones como quien establece el derecho de propiedad sobre los nuevos territorios conquistados y qué repercusiones tendría sobre el derecho del mar y la delimitación de las aguas ribereñas.

Recordemos que hace unos meses se ha planteado algo parecido en Canarias. A iniciativa de la empresa pública GesPlan y a partir de un diseño del arquitecto Fernando M. Menis, se propuso la realización de un puerto deportivo como un ámbito aislado sobre el mar, próximo a la costa del Puerto de la Cruz.

En el caso de que se quisieran llevar a cabo una colonización de la franja costera de la isla de Fuerteventura, algo que podría ser factible la cuestión podría ser, por ejemplo, como influiría en la definición de las aguas territoriales canarias y el contencioso que permanece larvado con el reino de Marruecos.

Más información sobre islas artificiales urbanizadas

LA GRAN EMERGENCIA

Por James Howard Kunstler

Barrabés Editorial. Huesca 2007.

1ª Edición en inglés. New York 2005

El autor, antiguo periodista de la revista americana Rolling Stone al que ya he citado en otra ocasión, ha escrito un libro curioso en el que hace una crítica muy dura al modo en que habitualmente se ha producido el crecimiento de la ciudad americana, el suburbio extensivo o sprawl en la terminología anglosajona. La tesis principal de Kunstler es que, una vez alcanzado ya el pico máximo en las posibilidades planetarias de extracción de petróleo, el declive subsiguiente y la escasez de combustible que este hecho va a ocasionar obligarán a que gran parte de la humanidad deba llevar a cabo una transformación sin precedentes en los modos de vida habituales hoy en día, sobre todo en los países más desarrollados.

La hipótesis del pico del petróleo y su progresiva desaparición implica una transformación radical en el modo de vida existente en los Estados Unidos. A partir de este presupuesto y desde una perspectiva quizás romántica, cuestiona la forma característica del desarrollo suburbano que ha condicionado a las metrópolis norteamericanas durante casi todo el siglo XX. Un modelo de desarrollo que ha supuesto la transformación de los centros urbanos antiguos en emporios comerciales, financieros y de entretenimiento en contrapartida a un crecimiento extensivo de sucesivas coronas residenciales metropolitanas.
La forma de la ciudad americana, ampliamente estudiada por diversos autores como
Manfredo Tafuri y Peter Rowe entre otros, ha conducido a una ocupación extensiva creciente de extensas superficies territoriales y a la obsolescencia prematura de amplías partes de los continuos urbanos. Posteriormente, este mismo fenómeno se ha trasladado a Europa y otras partes del mundo como consecuencia de la asimilación cultural de la forma de vida estadounidense. En Alemania, Thomas Sieverts ha teorizado sobre ello calificando a esta forma de expansión urbana como las ciudades sin ciudad o Zwischenstadt, lo que está entre medio de las ciudades.
En América, el caso de la ciudad de Detroit es paradigmático y ha sido citado masivamente como ejemplo. Su centro fundacional, allí donde Henry Ford situó su primitivo taller y la primera fábrica de automóviles se encuentra en una situación deplorable hoy en día. El proceso de abandono y guetificación del centro ha sido imparable a lo largo de varias décadas mientras la población con mayor poder adquisitiva se iba trasladando a periferias cada vez más lejanas solamente accesibles en automóvil.
Pero leamos la visión de Howard en sus propias palabras a la que califica como el final de la utopía del urbanismo residencial suburbano:

Los Estados Unidos se enfrentan al fin de la era de los combustibles económicos con la certeza de haber invertido la riqueza nacional en un modo de vida, el sprawl, que no tiene futuro. Mientras los tertulianos mediáticos buscan crear una batalla campal justificativa sobre lo que ocurre en la economía americana, omiten unánimemente el colosal error financiero que supone el urbanismo residencial suburbano: una prodigiosa a la par que incomparable distribución errónea de los recursos, todo ello sin mencionar las tremendas deficiencias sociales, espirituales y ecológicas de las que el sprawl adolece como entorno diario. Los norteamericanos hemos construido un armazón vital que simplemente dejará de funcionar cuando falten suministros de crudo barato, y es significativo que pronto nos encontraremos sin petróleo para mantenerlo y sin recursos para sustituirlo por otro sistema. Tampoco parece plausible que seamos capaces de encontrar un milagroso recambio energético que nos permita mantener estas infraestructuras de una forma remotamente parecida a la que lo hacemos ahora.

En cualquier caso, la trágica verdad es que no existe forma de adaptar la mayor parte de los conceptos relativos al urbanismo de la residencia suburbana. El propio sistema no permite que se pueda reorganizar como el entorno de usos mixtos, a menor escala, más sutil y de menores distancias que necesitaremos para seguir adelante con nuestra existencia cotidiana en un mundo futuro en el que cada vez será más raro ver un vehículo a motor. Difícilmente podrá aparecer un bondadoso magnate presto a recoger los millones de casas ubicadas en las lujosas urbanizaciones del extrarradio con su medio acre de terreno por vivienda localizado en calles sin salida, y volver a colocarlos juntitos en entornos más cívicos. En lugar de eso, las propiedades inmobiliarias de estos complejos residenciales, incluyendo las McViviendas de cartón aglomerado y vinilo, los centros comerciales alineados, los parques de oficinas y el resto de sus componentes, entraran en una fase de rápida y cruel devaluación en su valor de mercado. Muchas de estas urbanizaciones se convertirán en los barrios bajos del futuro.
Por encima de todo, veo este período que se avecina como uno de contracción generalizada y crónica. A este proceso lo denomino la recolocación descendente de los Estados Unidos, aunque también podrían utilizarse los términos reubicación o reevaluación. Todas nuestras formas de actividad habituales tendrán que redirigirse hacia lo menor, lo más pequeño y lo mejor. La crisis agrícola será una de las características más definitorias de la gran emergencia. Se resume en que tendremos que cultivar nuestros propios alimentos a una escala más local. La crisis aparecerá cuando la producción intensiva, que depende de la producción del gas y el petróleo a una escala gigantesca, deje de resultar económicamente viable. Las implicaciones de este fracaso del actual modelo de explotación de la tierra son tremendas, y el cambio inevitable vendrá, con toda probabilidad, acompañado de un momento de turbulencia social, por no mencionar el hambre y otras privaciones a los que la población se verá expuesta. Con la gran emergencia ya bien avanzada, la alimentación de producción local podría convertirse en la piedra angular de la economía norteamericana. El hecho de que requerirá casi con toda seguridad gran cantidad de mano de obra tiene sus propias implicaciones añadidas.
Tendremos que vivir en un ambiente geográfico notablemente más reducido. Dada la desintegración del extrarradio residencial, podremos considerarnos afortunados si logramos reconstruir nuestras ciudades ladrillo a ladrillo y calle a calle, dolorosamente a mano. Nuestras ciudades más notorias estarán en peligro, y algunas de ellas ya no serán habitables, especialmente si el suministro de gas natural se vuelve tan gravemente problemático como a todas luces parece que será, y si los generadores de energía eléctrica que dependen de él convierten su producción en errática. Los rascacielos podrían volverse arquitecturas más experimentales de lo que creemos. En general, probablemente tengamos que volver a un esquema de asentamientos en forma de pueblos y pequeñas ciudades rodeadas de áreas periféricas dedicadas al cultivo. Cuando esto ocurra, seremos una sociedad mucho menos opulenta y la cantidad, escala e incremento de nuevos edificios nos parecerá muy modesta en los años venideros, en comparación con los estándares actuales. Tendremos acceso a muchos menos sistemas de construcción modular, en caso de haber alguno. La edificación volverá a depender de la artesanía tradicional, mampostería, carpintería y otras habilidades manuales propias de talleres que hagan uso de materiales simples, fáciles de obtener y característicos de la zona. Nuestros códigos sobre la construcción y la división por zonas se irán ignorando con progresiva frecuencia. Si volvemos a la edificación a escala humana es posible que nuestros nuevos barrios urbanos sean más cercanos y cálidos, en definitiva más hermosos. La era del automóvil demostró que la población es capaz de tolerar edificaciones feas y funcionales y los horribles paisajes urbanos siempre que puedan compensarlos con una huida rápida en coches lujosamente equipados con el mejor sonido estéreo digital, aire acondicionado y portavasos para las bebidas frías. Todo esto cambiará de forma radical. El número de automóviles se reducirá drásticamente. El futuro se basará más en la idea de permanecer en un mismo sitio en vez de viajar incesantemente de un lugar a otro, tal y como hacemos ahora.

Este texto debería mover a reflexión a los que vivimos en otros entornos metropolitanos, cuyo desarrollo histórico ha sido diferente del estadounidense, pero sobre los que se trata de imponer sistemas funcionales similares para la organización del crecimiento residencial.
Así como la ciudad compacta europea es un modelo espacial más sostenible, rodeado de entornos masivamente suburbanizados, quedaría también en cuestión en la hipótesis de una grave escasez de combustible como la que vislumbra Kunstler.
La funcionalidad del modelo territorial metropolitano actual se cimenta sobre la potente capacidad de una logística sofisticada y la distribución masiva de bienes con una alta velocidad de acceso a los mercados. En la hipótesis de una ausencia de tecnologías de distribución adecuadas debido al fallo de alguno de sus elementos básicos, habría que llevar a cabo una reorientación radical de la forma en que la población se relaciona con el territorio.
Las carencias más perentorias en una situación de crisis energética serían probablemente los alimentos, la movilidad y la distribución eléctrica. La falta de alimentos implicaría la necesidad de buscar lugares adecuados para reiniciar su producción de una manera más descentralizada y próxima a los lugares de residencia. En consecuencia, habría que destacar la importancia de los parques urbanos y las periferias próximas desocupadas que podrían funcionar como espacios de emergencia para la producción directa de alimentos en el ámbito de las grandes ciudades. La condición habitual de los parques como garantes de un confort ambiental y de la recuperación de una relación con lo natural quedaría ampliamente superada por la provisión inmediata de alimentos.
Las dificultades para la movilidad tendrían como consecuencia la disminución de los servicios basados en medios mecánicos y darían lugar a un colapso del sistema de funcionamiento actual. La organización política, el trabajo y el acceso a los bienes básicos de consumo serían extremadamente dificultosos. El problema de la escasez energética y la falta de electricidad implicaría la inviabilidad de la calefacción y la ausencia de iluminación nocturna adecuada, lo cual llevaría aparejado la incapacidad para reorganizar los edificios de una manera inmediata y produciría una obsolescencia prematura de un parte sustancial del espacio construido situado en los centros de las ciudades actuales.
Es muy discutible, la posibilidad de que se produzca una emergencia como la señalada por el autor, ya que la desaparición del petróleo es todavía una perspectiva a largo plazo. En cualquier caso, se trabaja en el campo científico para su sustitución por alternativas energéticas viables y aunque una tecnología plausible, barata y eficiente no existe todavía para la sustitución de los combustibles fósiles con destino al transporte, es bastante posible que surja en los próximos años.
No obstante, lo que si es evidente es la insostenibilidad futura del modelo de desarrollo económico experimentado a lo largo del siglo XX en el que la utilización masiva de todo tipo de recursos y el despilfarro generalizado ha llevado a que estemos experimentando la aparición de límites y una progresiva escasez cada día más acusada.
El crecimiento poblacional descontrolado así como la extenuación de elementos esenciales para la vida como el agua, la tierra fértil, los minerales y la biodiversidad debería llevar a un replanteamiento exhaustivo del modelo de desarrollo imperante.

Islas artificiales urbanizadas

Palm Jumeirah. Dubai, 2006En nuestros días ha surgido una nueva forma de colonización del territorio, la construcción de islas artificiales en las plataformas costeras de poca profundidad. Estos procesos de alteración del medio natural marino suponen retos desconocidos tanto económicos como tecnológicos y administrativos y nacen con el objetivo de crear nuevos enclaves urbanizados que aprovechen las ventajas paisajísticas inherentes al mar.

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