ESPACIO MÍNIMO HABITABLE

Usuarios en un hotel capsula japonés. Imagen: Avy Abrams, Flickr
Determinar cual es el mínimo espacio habitable ha sido una cuestión recurrente en los últimos años en relación a la necesaria transformación de la producción establecida de vivienda social. En este asunto, el enfoque de la discusión se suele orientar hacia las cuestiones de espacio y las superficies necesarias. Mientras los problemas relacionados con las infraestructuras y las conexiones con las redes suele quedar relegado a un segundo plano Es sintomático de la orientación excesivamente formal de la arquitectura actual hacia la imagen en la que no se le suele prestar mucha atención a la disposición de servicios y los sistemas constructivos necesarios.

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En las primeras décadas del siglo XX hubo un debate intenso sobre esta cuestión: cual podría ser el mínimo espacio necesario para la habitación familiar. El llamado existenz minimum fue motivo inspirador de uno de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, el que tuvo lugar en Frankfurt en 1929 auspiciado por Ernst May.
Los discursos sociales de inspiración marxista sobre las necesidades de las clases trabajadoras tuvieron algo que ver en este interés de los arquitectos sobre la determinación de la vivienda mínima adecuada para el desarrollo de la vida familiar. Una deriva interesante de estos planteamientos fue el pensamiento sobre la ciudad y la arquitectura residencial de masas que dio lugar a determinados episodios heroicos de la historia de la disciplina en países como Holanda y Alemania.
Como resultado de esas deliberaciones surgió el concepto de vivienda mínima que inspiró el trabajo de análisis sobre series tipológicas de viviendas de Alexander Klein, que se publicó en 1930 como Beiträge zur Wohnungsfrage als praktische Wissenschaft (Cuestiones sobre la vivienda como ciencia práctica) y que posteriormente recogió en su ensayo Vivienda Mínima 1906-1957 (editado en España por Gustavo Pili en 1980). Ahí se evaluó en profundidad el problema de las superficies existenciales necesarias para la residencia de la familia obrera y ese esfuerzo han dado lugar a una casuística muy concreta de la vivienda social. En nuestro país tuvo una repercusión política, e incluso normativa, a partir de la década de los años 60 con el establecimiento del intervalo superficial de la llamada vivienda protegida y, más allá, los requisitos administrativos para la producción pública de vivienda social.
Un marco legal que ha derivado en un entorno coercitivo que no se adapta adecuadamente a la evolución experimentada por las nuevas formas de convivencia familiar. Los requisitos espaciales de la llamada vivienda protegida ha seguido conservando unos estándares superficiales y unos espacios mínimos que servían para una familia ideal compuesta por padre, madre y varios hijos, que podría ser el modelo habitual en 1950 pero que hoy no responde para nada a una realidad sociológica totalmente diferente.
UN-House. Reiner Bahma y François d’Allegret. 1965
La evolución del concepto de espacio mínimo habitable ha tenido diversos saltos temporales durante todo el siglo XX hasta alcanzar una formulación extrema en los años 60 y 70. Un ejemplo de estas preocupaciones lo reflejaba el crítico británico Reiner Banham cuando presentaba el concepto de burbuja ambiental como una alternativa viable a los mínimos requerimientos habitacionales. Su imagen seccionada de la Un-House le presentaba desnudo junto a su amigo François D’Allegret en un entorno climatizado formado por una membrana transparente e inflable, junto a unos elementos centrales de comunicación. La burbuja ambiental de Banham se situaba idealmente en un lugar cualquiera representado por una roca indeterminada.
Era este un concepto apoyado en una supuesta ultra tecnología que pretendía abrir un campo de debate que iba más allá de la cuestión técnica para espolear una transformación estética del entorno habitado. La estrategia de aquellos arquitectos británicos de los años 60, como el grupo Archigram, se orientaría a actuar, en estos casos, como auténticos provocadores con el objetivo de producir una renovación ante todo estética de la arquitectura. Un esfuerzo que fructificaría años después en la obra de compatriotas suyos como Norman Foster y Richard Rogers. El Centro Pompidou en París daría carta de naturaleza a esta visión tecnológica de la última arquitectura de vanguardia.
Unidad habitable de la Torre Nagakin. Kisho Kurokawa. Tokyo, 1972
En los años 50 surgió también un interesante grupo de debate sobre cuales deberían ser las estrategias para albergar a la población en zonas densamente pobladas. Este movimiento se autodenominó Metabolista y se desarrolló fundamentalmente en Japón. Su planteamiento se basaba en la imitación de las formas naturales en su acomodo a las condiciones ambientales de contorno y la aplicación de las tecnologías más avanzadas para lograr la mejor respuesta construida y de encaje en la red de servicios. La inspiración en las estructuras y formas orgánicas les llevó a poner un especial énfasis en la disposición de las infraestructuras técnicas como un elemento que pauta irremisiblemente la composición de la arquitectura.
Uno de los ejemplos más significativos del movimiento de Arquitectura Metabolista es la Torre Nagakin, terminada en 1972 por Kisho Kurokawa en el barrio de Ginza en Tokio. Desgraciadamente, parece que está a punto de desaparecer como consecuencia de la falta de mantenimiento técnico y constructivo y su sustitución por otro edificio que intensifique el denso proceso especulativo de esta parte de la ciudad japonesa.
El complejo Nagakin consiste en la agrupación flexible de un conjunto de capsulas habitables unipersonales que permitían el acomodo vital en unas condiciones espaciales y de servicios mínimas. Sería la expresión final y tecnológica de aquellas ideas relacionadas con el existenz minimun del que tanto se discutió en el mundo de la arquitectura internacional desde un siglo atrás.

Planta de distribución de un Capsule Hotel en Tokyo.
Una deriva interesante y curiosa de esta búsqueda del espacio mínimo es la que suponen los hoteles-capsula japoneses. Una necesidad social sobrevenida -la que en su momento supuso la alternativa al regreso tardío al hogar para los oficinistas de los céntricos barrios de la capital nipona- dio origen a un nicho de negocio que ha configurado una forma de organización espacial que hoy es también un atractivo turístico más.
La disposición tipológica de los hoteles capsula, inspirados en el precedente de la Torre Nagakin, se suele organizar mediante unidades de dormitorios alineados en cubículos superpuestos a lo largo de pasillos estrechos junto a espacios comunes de aseo y almacenamiento. Otra característica de estos edificios es la aportación de un entorno habitable personal altamente sofisticado en el que se dispone de acceso a telecomunicaciones digitales y entretenimiento visual muy sofisticado.
El hotel cápsula japonés se adapta a un entorno de una densidad extraordinaria y a unos costes inmobiliarios altísimos. En la competencia extrema por el espacio parece que se vuelve a la conformación de un entorno matriz muy similar al útero materno y que ofrece alimento intelectual.

Interior de la unidad habitable del hotel capsula. Foto: Tyas, Flickr
Una última propuesta, quizás más futurista y por ello puede ser una anticipación interesante, es la que ha sido denominada como arquitectura de terminales. Es una idea que el periodista británico Martin Pawley propuso en 1998, en su último y póstumo libro del mismo título, Terminal Architecture. Allí describía un porvenir de maquinas ambientales que permitían la reconfiguración del entorno personal a voluntad del usuario. La disposición de un espacio protegido por una lámina -a la manera de la UN-House de Banham- ofrecería a sus habitantes la recreación de cualquier espacio visual, paisaje o arquitectura mediante proyectores holográficos. La terminal arquitectónica así imaginada conectaría imaginariamente a cada usuario con el mundo de una manera inmaterial.
Pawley argumentaba que toda la arquitectura reciente sufre de un importante error conceptual. Los esfuerzos de diseño se orientan masivamente a la definición formal, diría objetual de los edificios, justo en un momento en que esa estrategia ha dejado de tener un sentido y no está dentro de los intereses tanto sociales como de la economía en general. Mientras, los arquitectos se esfuerzan incoherentemente en dotar a la arquitectura con una imagen identificable, lo que está dando lugar a unos entornos urbanos cacofónicos, llenos de edificios que expresan estilos dispares y confusos.
Sin embargo la apariencia de los edificios es una cuestión que está dejando de ser relevante en una época de distribución masiva de información digital. La concepción monumental de la arquitectura solo tiene sentido en estos momentos, en cuanto aporta marca a las grandes empresas o se inserta en la industria turística de las ciudades en competencia. La gran masa de la arquitectura contemporánea no va a poseer una significación cultural, en cuanto su papel fundamental va a ser funcional ante todo, por su condición de espacio final de enlace con las redes eléctricas y de telecomunicaciones.
De hecho el anonimato y el camuflaje se han convertido ya en las tácticas esenciales para el desarrollo de la arquitectura ligada a las empresas transnacionales. Hoy en día, la amenaza del terrorismo ha espoleado la búsqueda de la seguridad a través de la localización de las infraestructuras básicas en espacios anodinos y no identificables. Los centros de datos de los que he hablado en otra ocasión, son piezas esenciales del sistema de distribución en red de la información y esta arquitectura no tiene un correlato narrativo muy brillante: grandes estructuras de naves casi ocultas, situadas en parques empresariales insustanciales, próximas a las grandes redes viarias y de la comunicación telemática.

Centro de datos de la empresa Google en la universidad holandesa de Groningen. Foto: Erwin Boogert, Flickr
Existen ejemplos significativos a este respecto como algunos que ya señalaba Pawley en su libro: El edificio para la sede de la empresa Exxon en Dallas, un trabajo del equipo Hellmuth, Obata y Kassabaum de 1996 es un proyecto absolutamente desconocido porque la propia empresa exigió el anonimato total. En ese caso se impidió radicalmente la publicación de sus características espaciales en la prensa especializada, o simplemente la difusión de imágenes sobre su aspecto exterior. O el caso de la empresa Lufthansa que cuenta con oficinas públicas en todas las principales ciudades alemanas y algunas otras en el resto del mundo pero que, sin embargo, el centro donde se produce la actividad económica principal, es decir su central de reservas, se realiza en un edificio desconocido en un polígono industrial impersonal en la región irlandesa de Galway.
Debido a este fenómeno también, la arquitectura popular de nuestro tiempo, aquella relacionada con la producción de vivienda contemporánea, recurre a la estrategia de la representación de pasados históricos soñados e idealizados. Lo importante no es ya el continente sino la calidad de su conexión con las redes de servicios y, principalmente, con el acceso a las telecomunicaciones.
Deberíamos de dejar de pensar en la arquitectura como un reclamo publicitario y pasar a interesarnos más en cuales son sus funcionalidades esenciales y, por ello, en la importancia de la disposición de las redes de infraestructuras que lo conectan con el territorio circundante y con el mundo en general. Se debe incidir no solo en la forma en que llegan y salen el agua y los productos físicos que consumimos, sino también en toda aquella mercancía inmaterial que depende de un suministro eléctrico y de información de calidad.

Torre Nagakin en el barrio de Ginza en Tokyo. Kisho Kurokawa, 1972>

HACIA UNA ADMINISTRACIÓN DIGITAL DEL TERRITORIO

Faustus. Grabado de Rembrandt van Rijn, 1653
En una época de vastos océanos de información y la llegada constante de nuevos datos desde los inmensos ríos que representan los medios de comunicación, una capacidad adecuada para el manejo de este caudal numérico se hace especialmente trascendente. En el caso particular de las administraciones locales, la gestión continuada e inteligente de estos flujos puede ser, seguramente, el fundamento básico para una política eficiente apoyada en el conocimiento ajustado de los lugares.

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Recoger y almacenar grandes cantidades de datos espaciales no es una tarea sencilla ante la enorme avalancha que se cierne en nuestros días sobre los receptores. Para ello es muy importante el establecimiento de una estructura comparativa común relacionada con el territorio y a partir de ella, lograr su segmentación en paquetes asumibles en su análisis racional. Una metáfora adecuada para comprender esta forma de fraccionar el constante flujo informativo es la de la piel de cebolla, un conjunto de capas que se van superponiendo paulatinamente hasta formar un volumen complejo y denso de materia informativa. Cada capa que se añade sobre los sitios constituiría lo que los geógrafos definen como un mapa tematizado. Y la primera capa imprescindible es la cartográfica.

El acopio de grandes masas de información espacial requiere una organización y estructuración en el tiempo que no es fácil de desarrollar. Es necesario tener una idea clara sobre los objetivos y los criterios formales con que se construirán las capas de datos, cuya organización coherente es primordial para una buena administración pública. El problema es que en nuestros días las posibilidades son infinitas, y además el elenco de disciplinas y actores que quieren contribuir a este análisis es muy variado, desde la geografía y el urbanismo, pasando por la ingeniería, el derecho, la biología, la economía, etc.
En unos momentos en los que se demanda una mayor participación ciudadana, la organización eficiente de esta información territorializada es una herramienta decisiva para la administración de la vida colectiva de las sociedades. Por el contrario, la acción política en los municipios y territorios es extremadamente frágil cuando no se dispone de información consistente y estructurada, lo cual depende del acceso a datos, fiables y organizados, que permitan describir con facilidad los caracteres específicos de cada sitio.
La segmentación por capas temáticas que posibilitan los actuales Sistemas de Información Geográfica
En pocas décadas, se ha pasado de una forma de estudiar el territorio en compartimentos estancos a una integración muy densa del trabajo realizado desde disciplinas próximas. El papel de la cartografía ha sido esencial en todo este proceso de unificación de la información. Y junto a ella también la contribución de los geógrafos ha mejorado notablemente la comprensión de la realidad territorial.
La construcción de una cartografía digital en nuestros días pasa por la generación de una representación tridimensional del territorio. Por ello, el modelo digital del terreno como herramienta básica debe poder formularse y verse siempre en 2 y 3 dimensiones simultáneamente, en aplicación de las tecnologías de dibujo disponibles.
Una cartografía digital orientada a la administración pública debe incluir una serie elementos mínimos que describan los componentes esenciales de un territorio. Entre ellos, las formas topográficas existentes en los lugares, los componentes de la geología y la vegetación natural, la disposición de las construcciones agrícolas y urbanas, de las infraestructuras y redes territoriales, etc.
Hoja tridimensional de la cartografía digital de la isla de Tenerife. Cartográfica Canaria, 2005
En un segundo nivel de precisión cartográfica se hace esencial la descripción de los elementos que formalizan la urbanización y la edificación. La interpretación precisa de las redes viarias urbanas y las construcciones situadas sobre el catastro parcelario en los núcleos habitados, ciudades y pueblos, es una base fundamental para que se pueda acometer una correcta ordenación urbanística. En Canarias, esa tarea cartográfica la ha asumido la empresa pública, Cartográfica de Canarias (GrafCan) que ha impuesto unas bases metodológicas rigurosas para la construcción cartográfica y, con ello, está permitiendo una generación, explotación y desarrollo eficiente de la riquísima información asociada.
Sobre esas bases digitales de la representación del territorio se están empezando a construir densos universos de datos que se afrontan desde las más variadas aproximaciones. Las bases de datos asociadas a la cartografía se establecen a partir de la formalización de un entramado continuo de piezas identificables que permita la asociación de etiquetas y, en consecuencia, la asignación univoca de referencias. Una cuestión esencial es la construcción de ese mosaico territorial digital de una manera muy precisa, ya que sin esta herramienta sería muy difícil verter una información localizada fidedigna. Aquí adquiere un papel central el análisis catastral del suelo.
El parcelario catastral refleja la historia de segmentación del suelo a lo largo de los siglos y establece un continuo de piezas superficiales que es la aplicación continuada de técnicas y criterios tradicionales en el reparto del territorio. La determinación de la forma y la estructura de la propiedad del suelo es un factor esencial para el desarrollo de ulteriores análisis y aportaciones. La averiguación de los límites geométricos precisos del parcelario urbano y rústico es un instrumento muy potente para el conocimiento de la realidad territorial.
En España, la inexistencia de unas bases cartográficas unificadas para el conjunto del estado, junto al trabajo excluyente de los pioneros en el análisis y determinación del catastro territorial, están contribuyendo a una ineficiencia muy importante en el trabajo de identificación del mosaico digital del espacio geográfico. El primer organismo interesado en conocer el alcance de la geometría de la propiedad del suelo ha sido la Hacienda Pública, con el objetivo evidente de construir un sistema impositivo sobre el suelo. Para ello, algunos países suelen hacer extensos trabajos cartográficos y de estudio de la realidad parcelaria sobre la base de ese interés concreto. Y debido a lo cual, está pasando una factura negativa de creciente inconsistencia con otras aproximaciones y bases de datos territoriales.
Representación del mosaico parcelario en el municipio de Tacoronte. SigPac
Una aproximación reciente y más precisa en esta línea es la que está ofreciendo el cuerpo de registradores españoles de la propiedad. Después de centurias en que sus antecesores, escribanos, notarios, han descrito la propiedad del suelo solo a partir de su identificación oral y escrita, estos funcionarios públicos se han decidido también a concretar gráficamente el alcance de las transacciones que fiscalizan y certifican. La tarea de dibujar la propiedad del suelo sobre bases cartográficas a partir de los datos aportados por los documentos derivados de las transacciones sobre el suelo, constituirá en el futuro una herramienta definitiva. Evitará las dudas habituales en la identificación y permitirá esclarecer innumerables operaciones económicas que tienen su fundamento en la disposición del suelo.
Un ejemplo notable de este proceso, liderado por algunos registradores de la propiedad como Oscar Vázquez, se desarrolla actualmente en el conjunto de las islas Canarias. Desde hace algo menos de una década, se viene formalizando una cartografía catastral ajustada a las sucesivas transacciones realizadas sobre el suelo. Todo ello a partir de los datos aportados en las escrituras identificativas de operaciones de compra y venta y la información oral recabada a los propietarios y directamente reflejada sobre la cartografía homologada en el archipiélago.
Una tercera capa esencial para la administración digital del territorio es la que aporta la ordenación territorial, un trabajo heredero de la planificación urbanística y que se suele confundir con ella. La ordenación territorial debe actuar partiendo tanto de las bases cartográficas como de la información catastral más precisa, para lograr establecer una correcta asignación de usos y aprovechamientos admisibles sobre el territorio.
La ordenación urbanística y del territorio se basa en la segmentación precisa del espacio entre aquellas superficies que pertenecen a la colectividad y aquellas otras que son de titularidad esencialmente privada. Esta parte de la ordenación del espacio se construye a partir de la definición de las alineaciones, esas líneas geométricas que definen la frontera entre lo público y lo privado a los efectos de la ordenación del suelo.
La ordenación urbanística trata, entre otras cosas, de la necesidad de definir de una manera eficiente la estructura de la accesibilidad, el alcance de calles y caminos en lo urbano. Por ello, es una componente que adjetiva muy precisamente la forma en que las distintas sociedades conciben la vida en común. Cuando observamos las formas urbanas a lo largo de la historia vemos que la evolución de las sociedades hacia formas de organización más complejas incide en el paulatino incremento del espacio público.
La ordenación urbanística y territorial es una convención de gobierno que representa un esfuerzo público muy importante para establecer una infraestructura tutelar que permita la intervención ordenada de los particulares sobre el espacio. Es a partir de una estructuración y coordinación ajustada de todos los elementos descritos anteriormente cuando se logra disponer de una buena herramienta de gobierno político de las entidades administrativas que conforman el espacio geográfico (municipios, islas, provincias y regiones en el caso español).
Análisis geográfico del carácter biótico de las superficies de la isla de La Palma. Proyecto de la fundación Reserva Biosfera de La Palma, 2009
Una adecuada administración del territorio es un recurso técnico que caracteriza a las sociedades y regiones avanzadas ya que permite un mejor aprovechamiento de unos suelos cada vez más escasos. También ofrece un arbitraje racional entre intereses contrapuestos en el uso del espacio. De su aplicación eficiente y precisa depende la economía de los territorios y por ello su carácter como instrumento estratégico de gobierno.
Es evidente que la tentación natural de las sociedades al desorden incide en la constante extensión de ámbitos opacos y poco justificados que son fuente de todo tipo de corruptelas administrativas en la ordenación territorial. La única salvaguarda a estos procesos autodestructivos que expanden una mayor ineficiencia social y económica es la transparencia pública, junto a la justificación racional de las decisiones que apoyan la asignación de los usos del suelo y la limitación de los aprovechamientos privados que es posible asignar.
Un efecto que resulta preocupante para arquitectos y urbanistas de todo este proceso, es la creciente insensibilidad sobre la buena forma urbana. Una actitud que, por ignorancia, se expande en este mundo relacionado con el manejo de datos digitales sobre el territorio. La arquitectura ha pasado a tener aquí un carácter marginal. Como consecuencia, el espacio urbano se resiente ante la inconsistencia y vulgaridad de la forma de los edificios. Todo ello obedece a esa lógica ineluctable relacionada con la marginación que padecen todas las opciones artísticas no monetizables claramente. Este hecho es una secuela más que se desprende de las extensas energías que hay que dedicar a otras cuestiones más inmediatas. Entre ellas, encauzar y examinar ese flujo constante de datos espaciales que señalaba al principio.
Alguien lo expresaba así: En una época de masiva disponibilidad, el derroche de cosas físicas genera basura y el exceso de información produce ruido. Y en este caso, en lo que se refiere al manejo de las ciudades y el territorio, el ruido ambiental también nos está impidiendo constantemente discernir cuales son las cuestiones esenciales que se deberían estar acometiendo.>

SAMSØ, UNA ISLA AUTOSUFICIENTE

Adolescentes dentro de un aerogenerador en la isla danesa de SamsØ

Desde hace algunos años, una de mis obsesiones reiteradas consiste en imaginar como sociedades tan frágiles como las insulares podrán sobrevivir en un futuro próximo de creciente escasez de recursos.
Algunas islas han sobrepasado sobradamente su capacidad de carga poblacional. Es la situación de las Canarias en donde vivo. Con dos millones de habitantes y 7.500 km2, el archipiélago canario no puede sobrevivir desde hace ya bastante tiempo limitado a sus teóricos recursos disponibles, tanto naturales como primarios. Harían falta 4,5 archipiélagos.
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Estas islas se han convertido claramente en una especie de región urbanizada en medio del océano que basa su supervivencia en el atractivo de un clima privilegiado, la oferta de servicios especializados y la exportación de algunos bienes en menor escala. En consecuencia, se ha abandonado radicalmente la producción local de alimentos con destino a los que aquí habitamos, que no llegan a cubrir las necesidades ni en una veinteava parte de lo que se precisaría. En una hipotética circunstancia de hecatombe que implique una restricción radical de suministros, algunos han calculado en solo una decena de días, el tiempo en que se tardaría en empezar a pasar hambre.
El sistema económico imperante refuerza constantemente este tipo de desequilibrios suicidas en gran parte del mundo. Refiriéndonos al contexto internacional, se observa como algunas partes del mundo luchan denodadamente para obtener el máximo de materias primas, productos manufacturados, servicios, etc. mientras que otros lugares –la mayor parte del territorio disponible- van contando con una decreciente disponibilidad de elementos esenciales para la vida, agua, alimentos, etc.
En un supuesto extremo, esta carrera despiadada hacia la concentración geográfica de la población en escasos puntos del globo nos podría llevar a una situación límite en el que la totalidad de la población estuviera localizada en varias regiones del globo muy densamente habitadas y que no supusieran más de una milésima parte del suelo emergido, mientras el resto de las superficies de tierra y los océanos se dedicaran al suministro de esos espacios exclusivos.
Naturalmente, ese proceso se fundamenta en varios pies de barro de los que no somos conscientes de una manera cabal. Y es que el propio sistema de relaciones imperante trata de ocultarlos o dulcificarlos. Una de esas bases funcionales que está en estos momentos en una situación radicalmente precaria, debido a la desaparición paulatina de sus fuentes de origen tradicionales, es la disponibilidad de energía barata y abundante que permita el fácil y rápido desplazamiento masivo de bienes y personas.
Volviendo a las islas y sus sociedades, algunas podrían haber asumido sin mayor vacilación ese tipo de estrategia altamente depredadora como ocurre con Singapur en el sudeste asiático. Una ciudad estado cuyos habitantes trabajan esforzadamente para sacar el máximo partido de esta forma despiadada e incontrolada de estructuración del mundo contemporáneo. Singapur ofrece los productos y servicios más avanzados para mantener una población de 4,5 millones de habitantes en un espacio de 700 km2 (similar a la pequeña isla de La Gomera). Allí la densidad poblacional es altísima, 6.400 habs/km2 y al mismo tiempo, ese índice absurdo que mide el éxito económico de las sociedades, el PIB per capita, alcanza casi los 40.000 $.
Esa ciudad estado necesita de un extenso hinterland para poder subsistir. Es decir, aplica y se basa en la característica esencial de la urbanización: la concentración de poblaciones cada vez más densas en lugares dotados de accesibilidad, tecnologías, servicios e infraestructuras complejas, llevando implícito la disposición de un territorio extenso asociado al suministro de todo tipo de recursos que garanticen su funcionamiento. En el caso de Singapur, su situación estratégica le permite en primer lugar, aprovecharse del comercio con todos los países en torno al estrecho de Malaca y el mar de China meridional, Indonesia, Malasia, Vietnam, etc.
Otras islas, por el contrario, han alcanzado un equilibrio más razonable para mantener a su población. Es el caso de Tikopia, una isla de la Micronesia de la que ya he hablado en varias ocasiones aquí, en este espacio. La característica que más me llama la atención de este tipo de islas autosuficientes es su diminuto tamaño y una población pequeña en un relativo aislamiento del exterior.
Recientemente, he descubierto otro ejemplo muy significativo a este respecto que ha tenido un éxito notable en lo que se refiere a su autosuficiencia energética, transformado una situación desfavorable en un período de tiempo relativamente corto. Es el caso de la isla danesa de SamsØ, situada en el mar del Norte, entre la península de Jutlandia y la gran isla de Selandia en la que se sitúa la capital del país, Copenhagen.
Isleño conectando a la red su automovil eléctrico
Dinamarca es un país que se caracteriza por el alto espíritu cooperativo de sus habitantes. Gracias a ello han podido construir un estado de bienestar altamente competitivo y eficiente que es la envidia de muchas naciones. Fruto de esta forma especial de puesta en común de los recursos y la ayuda mutua generalizada es su inmejorable economía que supera claramente la de Singapur con una producción global de 311.000 millones de dólares y un PIB per capita de 57.000 $.
La isla de SamsØ es también un pequeño territorio en medio de la nada, con 112 km2 y 4.500 habitantes, dependiente administrativamente de la ciudad de Aarhus y dedicada tradicionalmente al cultivo de cereales, fresas y ganadería de baja intensidad. Un lugar como tantos otros del Norte de Europa, en el que la existencia transcurre placidamente.
Pero lo verdaderamente interesante de SamsØ, es que en 1997 sus habitantes decidieron colectivamente transformar la isla en un espacio libre del consumo de combustibles fósiles y sin emisión de gases de efecto invernadero. Su decisión tenía según señalan ellos mismos un carácter esencialmente egoísta, lograr la independencia energética total y que el combustible necesario para sus necesidades funcionales cotidianas fuera gratuito al menos. Durante un tiempo esos isleños reflexionaron sobre esta cuestión organizando seminarios sobre energía eólica y otras formas de suministro energético, llevando posteriormente a la formación de grupos cooperativos.
Finalmente, decidieron -entre otras estrategias- construir un sistema independiente de provisión energética. Para ello, establecieron también que la propiedad del sistema energético fuera del conjunto de personas que habitan la isla y que habían decidido alcanzar la autosuficiencia. El resultado organizativo no es una empresa pública sino una sociedad colectiva liderada por la administración local.
El sistema se basa en la disposición de una central de producción eólica situada en la plataforma costera formada por 10 aerogeneradores de viento de 77 metros de alto alineados en el mar próximo a la isla. A ellos se ha añadido un onceavo en tierra. El coste de la operación supuso el desembolso inicial de 28 millones de €uros de entonces, a razón de algo más de 2 millones por cada elemento situado en el mar y un desembolso promedio de 15.000 € por cada participante. La financiación de la operación fue financiada con el apoyo del estado danés.
Hoy, una docena de años después, la situación es que las infraestructuras se han ejecutado y se encuentran en una proporción económica estable. Según declaraciones de los residentes se ha producido una transformación radical, ya que en 1990 se importaba la totalidad de la energía consumida en la isla; en 2001 ya se habían alcanzado un equilibrio en lo que se refiere a las emisiones; y en 2003 se logró la total autosuficiencia energética pasando la isla a ser exportadora neta hacia el continente desde entonces. En ocho años habían recuperado la inversión y hoy, los habitantes de SamsØ sacan ya beneficios económicos directos de la producción local de energía eólica y solar. En 2009 cada persona adherida al proyecto obtuvo un dividendo de 400 €uros, según Jesper Jens, periodista de Aarhus.
Además, los samsigers (nombre con el que se reconocen a sí mismos estos isleños) han empezado a adaptar sus casas para aprovechar la poca energía solar que ofrece el clima de Dinamarca, en donde el sol aparece realmente en verano y la luz es constante solo desde Mayo hasta finales de Agosto. En muchas casas se han instalado paneles solares para producir el agua caliente sanitaria. Y para la calefacción que es necesaria para combatir las bajas temperaturas del invierno, se usa biomasa; se quema una combinación de madera y hierba seca acumulada en verano. Los granjeros han adquirido motores adaptados al uso de aceite de colza, producto vegetal cultivado localmente. Un combustible alternativo usado también para la maquinaria agrícola y los tractores.
Otro hecho significativo es que uno de cada cuatro habitantes no ha creído en el proyecto y continúan recibiendo la electricidad de la red o produciendo la energía que necesitan sus casas a base de gasóleo. No obstante, la mayoría se ha decidido a mejorar las condiciones de aislamiento térmico de sus casas y a contribuir con la producción local de electricidad, gestionada y financiada por la comunidad, adhiriéndose todos globalmente al suministro colectivo ya organizado independientemente.
Se desprende de todo esto que es posible que los habitantes de una isla cualquiera se puedan organizar comunalmente para solucionar uno de los problemas más candentes en nuestros días, la energía. Se apoyan en una organización no gubernamental para gestionar la adquisición y suministro eléctrico denominada SEA (Samso Energy Agency) al margen de grandes empresas energéticas y compañías transnacionales.
Su objetivo principal es estimular una aproximación desde abajo a la gestión de la energía. Se plantean aumentar la eficiencia a través de la instalación de dispositivos que aprovechen las posibles fuentes renovables locales y ofrecer la experiencia acopiada a nivel regional. SEA es miembro de INRES una organización europea que promueve la investigación en energías renovables en la cual participa el Instituto Tecnológico de Canarias. En INRES se apoya también la experiencia de la central hidroéolica de la isla canaria del Hierro que he comentado y puesto como ejemplo en otra ocasión.
La espina que permanece irresuelta en este objetivo global de la autosuficiencia completa de SamsØ, la isla en el viento, es la que se refiere al transporte de personas y mercancías. Pese a que muchos usan las bicicletas y la caminata, el ferry de acceso y algunos vehículos de usuarios locales siguen consumiendo petróleo o, en algún caso, biodiesel fabricado con aceite vegetal producido en la propia isla. Recientemente, han pretendido introducir vehículos eléctricos de pequeño tamaño con los que eliminar definitivamente las emisiones contaminantes.
Proyecto para una pequeña urbanización de casas solares pasivas en la isla de SamsØ. Arkitema
Hoy en día los samsingers, están muy orgullosos de su experiencia y piensan en el intercambio de experiencias hacia una mayor sostenibilidad territorial como algo positivo para su propio lugar y el resto del mundo. De hecho, este pequeño enclave se ha convertido en una especie de lugar de peregrinación de aquellos que quieren observar en directo como viven esos personajes que han logrado solucionar la obtención de energía de una manera más eficiente y menos dañina para el entorno. Han atraído con ello una especie de turismo de baja intensidad.
La isla danesa de SamsØ ha demostrado que en un período relativamente corto, una década escasa, se puede transformar una situación energética desfavorable en un sistema completamente autosuficiente.—>

LA DICTADURA DE LA INCOMPETENCIA

Xavier Roig

Gestión 2000. Barcelona, 2010

Acabo de leer este libro que presenta un desolador panorama sobre la situación de nuestro país. Publicado por primera vez en 2008, ahonda en las razones de la crisis actual, aportando numerosas anécdotas sobre este asunto a través del proceso vivido al respecto en Cataluña estas últimas décadas.

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Visto a día de hoy asombra la clarividencia de su autor sobre las causas profundas de que nos hallemos sumidos en un pozo económico muy oscuro. Y es que las consecuencias de la crisis económica internacional son especialmente graves aquí, debido a la actitud con que solemos afrontar estos problemas colectivamente.

El libro comienza con la presentación de una frase del ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani que dice:

El primero de los Derechos Humanos debe ser la libertad de no tener miedo

Y es que realmente para progresar no se debería temer a aquella libertad de expresión que nos permita argumentar y poder con ello cooperar para avanzar. Libertad para opinar, a pesar de que algunas personas se puedan sentir agredidas por las críticas y razonamientos que se vierten. Y es que me parece que el autor sufre esa actitud generalizada aquí que condena al ostracismo al que disiente.
Xavier Roig –que se define como un liberal firmemente admirador de la práctica organizativa de las sociedades anglosajonas- comienza su libro haciendo una reflexión sobre el significado de lo público. Explica una evidencia, esa concepción ideológica sumamente arraigada entre la sociedad española consistente en que todo aquello que desarrolla el sector público es esencialmente bueno para el conjunto de los ciudadanos. Pues bien, tal y como lo presenta, esa forma de pensar sería una de las causas fundamentales de la presente crisis económica que nos atenaza.
Para Roig la dicotomía entre lo público y lo privado que algunos propugnan, en la que las tareas que se realizan desde la esfera pública son esencialmente positivas para el desarrollo colectivo y que lo que ejecutan los privados suele estar imbuido por intereses oscuros y malévolos, es esencialmente falsa. Y es consecuencia de un planteamiento argumental destinado a favorecer los intereses de una clase concreta, la de aquellas personas que se hayan ya incrustadas dentro de las administraciones públicas.
Sin embargo, el verdadero problema estriba en la incapacidad nacional para valorar si lo que se ejecuta se hace de una manera realmente eficiente o, por el contrario, la forma de organización es mejorable. Se considera sistemáticamente que aquello que se realiza desde las administraciones públicas suele ser bueno porque representa per se la solución social de las necesidades, sin tasar o medir la consecución o no del objetivo perseguido.
Según el autor la situación insostenible a la que hemos llegado se fundamenta en el desembarco masivo durante varias décadas en el sector público de un falso progresismo de derechas y de izquierdas, representado por aquellos excomunistas y sindicalistas que protagonizaron las revueltas universitarias contra el régimen anterior, allá por los años 70. La visión colectivista de la organización social ha acabado así imponiéndose de una manera sutil y progresivamente dominante.
El ejemplo extremo de esta situación es la colonización asfixiante de la política española por una visión administrativista y burocrática. Ejemplifica ese hecho una comparación de nuestro parlamento nacional con los que existen en nuestro entorno. Mientras el Congreso de los Diputados español tiene más de un 70% de miembros provenientes del sector público, la composición de esos órganos es claramente divergente en otros países de nuestro entorno. En Francia solo el 50% de sus componentes son funcionarios y en la House of Commons británica esta proporción disminuye al 45%.
Ahí, en la esfera política, los representantes de la función pública -que no de los ciudadanos- defienden claramente sus objetivos corporativos y los privilegios adquiridos por encima de cualquier otra consideración. Y todo ello, claramente por encima de los intereses de los que los han votado.
Marcianos. Imagen: Le Toy
Según Roig, han querido convencernos de que las políticas sociales implican más control público…la burocracia que ha surgido de este planteamiento y que pretende pasar por “social”, no es ni mucho menos bienintencionada. Para él, la obligación de crear una sociedad más justa la tenemos todos y los aparatos públicos solo deberían ejercer como administradores de los recursos, no como ejecutores omnímodos y exclusivos de las políticas.
Por ello la actuación colectiva en la provisión de productos y servicios debería enmarcarse siempre en la consecución de la mayor eficacia. Y a este respecto, los departamentos administrativos son espacios reacios a la evaluación de resultados y al establecimiento de objetivos realmente medibles y fiscalizables. Es preciso analizar y medir los resultados para detectar comparativamente donde se realizan las tareas con mayor calidad, menor coste y menor tiempo. Frente a la necesidad anterior, los espacios de opacidad son sumamente característicos de la burocracia, sin que los ciudadanos podamos tener herramientas de juicio para poder discernir cuales son las necesidades reales ni el cumplimiento de los objetivos.
La introducción de conceptos como la mejora organizativa constante, el incremento de la productividad, el análisis para la mejora de procesos, la introducción de métodos productivos más eficientes, etc. junto a una formación continuada son estrategias bastante arraigadas dentro de la iniciativa privada. A los operadores empresariales y profesionales privados no les ha quedado más remedio que aceptar estos esfuerzos para poder sobrevivir en un entorno local e internacional crecientemente abierto y competitivo.
Por ello, muchas tareas que se realizan dentro de la propia administración, que se asignan también indefectiblemente a las empresas del sector público, deberían abrirse más a la posibilidad de que se hagan siempre desde la iniciativa privada. Sin embargo, el concepto de subsidiariedad, que se impone desde la Unión Europea es algo a lo que las castas burocráticas son extremadamente reacias. Cuando hablamos de subisidiariedad hay que entender que las tareas deben realizarlas efectivamente aquellos que tienen la mejor capacidad y efectividad, es decir las empresas y profesionales privados y en su defecto, el organismo más próximo a los ciudadanos. Por el contrario, la práctica de los que detentan poderes públicos es ir acaparando progresivamente cada vez más trabajo. Y ello a pesar de que el que tengan ya asignado se haga francamente mal. Pero así se tiene un argumento para reclamar constantemente una mayor provisión de recursos.
Lo cierto es que aquí el conjunto de la maquinaria estatal trabaja para proteger y defender sus intereses corporativos por encima de las declaraciones grandilocuentes. Los empleados del sector público se han buscado muchas áreas de influencia, tales como los parlamentos convirtiéndolos en instrumentos de protección de sus intereses. Algo así hacia la aristocracia en los regimenes monárquicos. Aquí se presenta una anécdota sobre Cuba que no por real deja de ser significativa: Fidel hace ver que nos paga y nosotros hacemos ver que trabajamos.
De acuerdo a lo expresado en el libro, el sistema de estado providencia ineficaz, propugnado en la mayoría de los países europeos meridionales, es un mal común en los despectivamente llamados PIGS (Portugal, Italy, Greece, Spain). Donde el poder efectivo lo detenta una burocracia cada vez más autoprotegida, y que por el contrario se necesita un nuevo escenario en el que los individuos asuman la responsabilidad de sus actos y, en consecuencia, entiendan que también tienen obligaciones colectivas. En el que no exista la creencia de que siempre tenemos derechos para cualquier cosa; que existen servicios para todo, que deben ser ofrecidos por un estado en crecimiento constante con la contrapartida de un control que recorta las libertades individuales y genera amplísimas ineficiencias.
Por ello deberemos batallar para imponer actitudes contrarias a estas tendencias. Frente a la opacidad, ausencia de evaluación y descontrol público, habría que propugnar la imposición de una mayor transparencia, la búsqueda de eficacia en el empleo de los recursos colectivos y la eliminación de trabas legales innecesarias.
Roig presenta algunos ejemplos extremos y graves de esta situación de creciente esclerotización de la sociedad española. Un proceso de empobrecimiento que nos hunde cada vez más frente a la competencia de aquellos que si han sabido adaptarse a un entorno crecientemente competitivo. Es el caso de la educación universitaria y el mundo de la cultura. El sistema educativo imperante constituye un monopolio de facto que, además, no funciona adecuadamente. Las universidades españolas padecen el mismo mal que se denuncia respecto al sector público, pero llevado al extremo. El profesorado se identifica con las actitudes funcionariales, parece que colectivamente buscan la unificación por abajo: todos deben ser igual de malos. El proceso de selección universitaria no se deriva del merito sino de la sumisión. Al no incentivarse la competencia no hay estímulos para mejorar, lo que tiene una grave repercusión para las posibilidades de supervivencia nacional.
Como consecuencia del desastre universitario, esta generación que viene va a ser la primera en la historia del país en la que existirán menos titulados que la anterior. Su conclusión sobre España es demoledora: el aparato público ha arañado tanto poder como ha podido, que controla la educación y que con la excusa de transformar esta sociedad mediterránea en una sociedad disciplinada como la del centro y norte de Europa, ha creado una sociedad pasiva, asustadiza, ciertamente perezosa y sin fuerza de voluntad ni ímpetu.
Tendremos que superar esta Dictadura de la incompetencia para poder sobrevivir. Pero en mi opinión no todo es tan negativo. Este polemista catalán sufre también de uno de los males que nos aquejan a muchos de los que vivimos en los rincones que conforman el estado español, la queja infinita. Lo que si es cierto es que la realidad internacional nos obliga a cambiar radicalmente las actitudes en el manejo y disposición de aquellos recursos públicos crecientemente despilfarrados hasta ahora por una ausencia de suficiente responsabilidad social.
Es absolutamente necesaria una autocrítica colectiva que contribuya a distribuir más eficientemente los bienes de todos, reduciendo incluso aquellos puestos de trabajo innecesarios para el buen funcionamiento del sector público. Se hacen muchas cosas que no tienen ya sentido. Y para ello es preciso analizar la funcionalidad y necesidad real de tantos programas y departamentos administrativos de los que, a veces, no se sabe ni cual es su misión.
Burocracia. Imagen: Fabricio Brito, Flickr

Margaret Thatcher, el mayor referente que la derecha internacional ha tenido en las últimas décadas, decía en su autobiografía política, Los años de Downing Street, que

La propiedad estatal elimina (o cuando menos reduce de un modo radical) la amenaza de quiebra que impone disciplina en las empresas de propiedad privada. Para las empresas públicas las inversiones no son más que una nueva petición al erario público; compiten por tanto con las escuelas o las carreteras por el mismo dinero. Como consecuencia las decisiones económicas se toman en función de criterios completamente diferentes de los que primarían en una empresa del sector privado.
¿Sorprendente, no? Pues me parece que va a tener razón, manteniendo el argumento toda su vigencia en una situación como la actual.—>

ACTUAR POLÍTICAMENTE

Hace escasamente quince días una candidatura -que yo he encabezado- ha sido designada para dirigir los destinos de la organización de los arquitectos en la isla canaria de Tenerife. Aun no hemos tomado posesión de nuestros nuevos cargos pero muchas personas me han hecho ya reflexionar sobre el esfuerzo que significa liderar una organización profesional como ésta.

Han sido dos semanas intensas en contactos y conversaciones. Mucha gente nos ha querido transmitir sus parabienes, ideas e ilusiones sobre lo que hay que hacer en una situación tan complicada como la que padece el sector de la construcción en este archipiélago. Un solo dato explica la magnitud de la debacle: En solo tres años, los arquitectos canarios han perdido el 80 % del mercado de trabajo disponible. Algo que ya he explicado sobre el contexto español con más detenimiento en otro lugar.

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La exuberante y explosiva situación del mercado inmobiliario residencial, que existía antes de 2007, es muy probable que no vaya a resurgir en una década, al menos. La comparación de la situación nacional de esos años con lo que se producía en otros países del entorno europeo era ya preocupante entonces; muchos hablaban de la expansiva burbuja inmobiliaria en curso. Pues bien, finalmente ha estallado y nos ha precipitado en un profundo pozo económico. En España se construía más que en Alemania, Inglaterra y Francia juntas, lo que ha llevado a la ocupación masiva de amplias porciones del territorio costero y de la periferia de las principales ciudades. El excesivo stock de viviendas sin colocar, fruto de una irresponsable actuación de bancos y administraciones, está impidiendo una relocalización eficiente del crédito. Y con ello, la precipitación de numerosos colectivos en la penuria. Entre ellos, los arquitectos. 

El trabajo que nos toca, a los que entramos a dirigir el Colegio de Arquitectos de Canarias, consistirá en reorientar eficientemente el rumbo de este barco que se apoya en un presupuesto de varios millones de €uros y que representa a un grupo de más de setecientos profesionales en la isla de Tenerife. Heredamos una situación de creciente insostenibilidad en un entorno extremadamente hostil: los recursos económicos son insuficientes, existe un cuestionamiento legal de nuestras bases financieras que está a punto de hacerse efectivo, junto a una desaparición casi completa del mercado de trabajo al que aspiran los arquitectos, etc.
La primera tarea de gobierno se debe concretar en el establecimiento de un sentido de misión claro, que permita tener una imagen certera, en referencia a lo que hay que hacer, para todos los que vamos a participar en este esfuerzo: cargos directivos, personal administrativo y colegiados arquitectos. Una metáfora que explicaría la situación se asemeja a la del árbol enfermo que hay que podar urgentemente para que no muera. Y si podemos, injertarle algunas ramas nuevas para que crezcan y fructifiquen mejor.
Una interpretación del cuadrante de las posiciones políticas. Political compass. org 

Por todo lo anterior, es necesario construir una visión hacia el futuro, orientada a la supervivencia del colectivo de los arquitectos canarios, que se articule en la definición detallada de un conjunto de prioridades estratégicas. El establecimiento de un conjunto de objetivos claros y la creación de las herramientas adecuadas para medir su cumplimiento es también esencial. Y para superar las reticencias habituales, este esfuerzo debe construirse desde la participación y cooperación más amplia posible. La incorporación amplia de los compañeros en los procesos de toma de decisiones será determinante para la estrategia de gestión que estoy esbozando aquí. Eso implica, claro, articular esfuerzos que dinamicen el debate; ello nos obligara a los que estamos comprometidos en esto a trabajar para presentar las ideas, discutirlas y articular criterios que puedan ser lo más ampliamente asumidos.
Los que nos hemos presentado a esta tarea de dirigir la organización de los arquitectos en la isla de Tenerife, hemos pensado algo sobre esto y que aquí empezaré a exponer. Son una serie de enfoques que se ha intentado plasmar primariamente en nuestro programa de gobierno para los próximos tres años. Evidentemente, las alternativas que hay que explorar pasan por la búsqueda de nuevos campos de trabajo profesional.
En un futuro inmediato hay que intentar convencer a las autoridades locales para que se estimulen los procesos de reconversión de edificios antiguos, aquellos que formarían parte del parque de viviendas obsoleto. A pesar de la intensa construcción experimentada en los últimos años, existen innumerables edificios en un estado de decrepitud considerable que deberían analizarse y valorarse en aras a estimular la mejora de su calidad y garantizar con ello unas mínimas y mejores condiciones de habitabilidad. Algo que legalmente está previsto de una manera exhaustiva y que no se ha exigido por negligencia de muchas administraciones públicas. En Canarias, lo anterior debería hacerse extensivo a la primitiva planta alojativa turística, situada en los núcleos vacacionales más antiguos; Construcciones que suponen número considerable de edificios hoteleros y de antiguos grupos de apartamentos turísticos. La rehabilitación de la planta alojativa no se ejecuta, de una manera evidente, debido a la fronda legal excesiva que lo impide. Algo inconcebible en nuestra situación y extremadamente necesario para garantizar la competitividad del sector económico que hoy sustenta la menguante economía canaria.
Otro espacio de trabajo de arquitectura es el que se relaciona con la provisión de dotaciones públicas de todo tipo. Mientras en Europa, e incluso en el resto del estado español, hace ya muchos años que se cuenta con una gran oferta de servicios y equipamientos sociales, en Canarias la demanda insatisfecha de servicios sanitarios, asistenciales, culturales y educativos dista muchísimo de estar cubierta adecuadamente. En Canarias, el llamado estado del bienestar es todavía una utopía que presenta carencias muy notables, como consecuencia de desigualdades extremas y una ineficiente y endémica distribución de los recursos. Construir guarderías, centros para la atención a ancianos, colectivos desfavorecidos, espacios para la enseñanza especializada, recursos sanitarios, etc. es una tarea que todavía no se ha concluido a pesar de los importantes esfuerzos realizado en las últimas décadas y podría suponer una importante fuente de actividad para los arquitectos de aquí.
La mejora paisajística de nuestros deteriorados espacios insulares es también otro ámbito de trabajo en el que hay una tarea ingente por hacer y que, sin embargo, se ignora sistemáticamente como algo secundario. Y tiene una relación directa con la percepción global del espacio turístico y, en consonancia, con la competitividad global de ese sector económico frente a nuestros competidores más inmediatos.

Sede del Colegio de Arquitectos de Canarias en Santa Cruz de Tenerife. Arquitectos: Díaz Llanos y Saavedra, 1972.

El problema es que todo lo anterior exige el acopio de ingentes fondos públicos que no están disponibles actualmente. No hay una voluntad política de establecer los mecanismos necesarios para obtener los recursos precisos, mediante una mejora de la eficiencia administrativa o de la ampliación de impuestos o tasas. Por el contrario, aquí impera exclusivamente la consigna de la reducción del tamaño de las administraciones públicas y la reducción abstracta del déficit público.
La exploración de los mercados de arquitectura e ingeniería fuera de nuestro archipiélago es otro territorio que requiere ser tanteado de una manera sistemática. La aproximación a los países y regiones de nuestro entorno inmediato debería ser un objetivo evidente. Y ello, por la gran acumulación de competencias técnicas y de conocimiento de las que ya disponemos aquí; y de la escasez y necesidad de apoyo técnico que hay en lugares como Marruecos, Mauritania, Senegal, Cabo Verde, etc. Nuestro papel debería centrarse en secundar tanto los procesos inversores en marcha, como el seguimiento y canalización de recursos de ayuda al desarrollo que se dirigen a esta región, desde los distintos organismos, instituciones y estados avanzados.
La recuperación de especialidades técnicas y tareas abandonadas – que a lo largo del tiempo han sido asumidas por otros profesionales desde perspectivas y disciplinas próximas- es un campo que hay que volver a reconsiderar. La incapacidad actual de los arquitectos, por falta de herramientas, habilidades y conocimientos esenciales, requiere de una intervención potente para actualizar nuestros conocimientos y volver a adquirir la competencia técnica en una multitud de campos relacionados con el núcleo central de nuestra profesión.
En consonancia con el objetivo anterior, la promoción de un sistema de reciclaje profesional permanente es otra asignatura pendiente que requiere un esfuerzo muy importante en estos momentos. Necesitamos continuar y ampliar urgentemente la formación de los arquitectos en temas constructivos, tecnológicos, manejo presupuestario, mejora de los procedimientos de trabajo, acceso a la información, gestión empresarial, etc. El desarrollo profesional requiere hoy en día una continua actualización y reciclaje de nuestras habilidades en consonancia con la acelerada transformación técnica que existe en el sector. Probablemente, con ello se adquieran capacidades no ejercidas hasta ahora que amplíen el panorama del acceso al trabajo que tanto necesitamos.
Finalmente, hay que lograr una presencia continuada ante la sociedad, mejorando nuestra reconocida capacidad de influencia en el entorno canario. Ello se refiere a la explicación argumentada de nuestras posiciones en temas específicos que nos atañen y para los que tenemos una opinión cualificada. Debe ser también una herramienta con la que contribuir a la transformación de un territorio, una cultura y un entorno social extremadamente debilitado, falto de perspectivas, debido a un liderazgo colectivo que, en gran medida, ha declinado de sus responsabilidades en este momento tan crítico.
La responsabilidad que nos ha sido asignada y a la que hemos optado voluntariamente consiste en liderar todos estos procesos y objetivos que he esbozado más arriba. Una tarea apasionante que asumimos con ilusión y entrega. Intentaremos hacer todos los esfuerzos que sean precisos para lograrlo. Espero que no defraudemos a todos aquellos que han puesto su esperanza en mí y el equipo que voy a empezar a dirigir.
Está claro que la tarea que tenemos en el horizonte se refiere a actuar políticamente y liderar. Para ello, lo mejor sería escuchar el consejo imperecedero de Lao Tse:

El buen líder habla poco. Y cuando ha concluido su trabajo y alcanzado su propósito, la gente dirá: Lo hicimos nosotros.

No es mi caso en este momento. Pero es que necesito primero poner en orden las ideas y comunicarlas de la manera más amplia posible.

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TRES AÑOS

El 3 de junio de 2007 publicaba por primera vez un texto en esta plataforma que bautice como Islas y Territorio. En este tiempo de 36 meses he escrito ya centena y media de artículos sobre una gran variedad de cuestiones.
Tres velas. Denimas, Flickr

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Es ésta una efemérides cuya conmemoración se ha convertido ya casi en una costumbre para mí. Recordemos lo que dije en 2008 y en mi primer aniversario aquí.
Al principio, mis intereses se centraban en exponer ideas sobre la ordenación del territorio y la situación específica de las islas. De ahí el título que elegí en su momento para encabezar esta plataforma de comunicación personal.

Con el tiempo he ido ampliando mi panorama hacia una multiplicidad de temas referentes tanto al urbanismo como el diseño del paisaje, la geografía, el arte contemporáneo, la energía, el turismo, la tecnología, etc. etc. Al final me he ido concentrando cada vez más en los aspectos profesionales de la arquitectura. Un argumento sobre el que he escrito casi en una tercera parte de las entradas que he realizado aquí. Era seguramente algo inevitable al ser mi profesión de origen; aquella en la que me gradué como arquitecto por la Universidad Politécnica de Barcelona y a lo que me he dedicado esforzadamente a lo largo de mi experiencia de trabajo. Son ya más de 30 años dedicados a proyectar y construir en las islas Canarias. Y a partir de la que he hecho de casi todo.
Es curioso porque la vida te lleva a los lugares y tareas más insospechados. Después de tanto tiempo sobre mis espaldas, cuando comento sobre esto con aquellos que recién se titulan, lo que les aconsejo es que se abran a cualquier oportunidad. Es muy probable que el trabajo que haya que realizar no tenga nada que ver con aquello para lo que creen que están preparados.
Por ejemplo, en mi caso, he hecho algunas decenas de intervenciones paisajísticas, a raíz de ganar un concurso público para realizar un pequeño parque en la primera periferia de mi ciudad, convocado por el Ayuntamiento. En ese entonces no tenía ni la más remota idea sobre plantas y jardines, pero con el tiempo vas complementando tu formación de una manera improvisada a veces y consciente en la mayoría de los casos.
Lo que para mí, este espacio en Internet si ha propiciado es una mayor notoriedad pública. Aquí he podido exponer mis ideas e inquietudes sin las cortapisas y censuras a las que nos somete el sistema habitual de medios de comunicación, revistas profesionales, periódicos, etc. Es el gran debate del momento: hasta cuando va a mantenerse abierta esta ventana que ha incrementado exponencialmente la libertad de opinión y la capacidad de comunicarse la humanidad con facilidad y sin intermediarios con intereses.
Ya, hoy en día, muchas plataformas digitales periodísticas están bloqueándose e imponiendo costes que restringen el acceso igualitario al conocimiento. En mi opinión, un retroceso social que pretende prolongar la inviabilidad de un sistema económico moralmente injusto e insostenible a largo plazo, el del capital financiero transnacional y sus estructuras corporativas opacas y cuasi feudales.
Y aquello ha llevado a lo otro, probablemente. En este tiempo he sido elegido Académico de Bellas Artes, lo que también he contado aquí en otra ocasión. Y, ya muy recientemente, he sido elegido para representar al conjunto de los arquitectos de mi isla. Es muy posible que la tarea de Presidente de la demarcación de Tenerife del Colegio de Arquitectos de Canarias sea una ocupación que me va a llevar muchísimo tiempo de dedicación personal, teniendo en cuenta las difíciles circunstancias actuales que rodean el desempeño de esta profesión.
A pesar de ello, espero hacerlo con la máxima ilusión y esperanza porque considero la contribución de nuestro colectivo es muy importante para la sociedad en que vivimos. La transformación en positivo del territorio y la mejora de las condiciones de vida en las ciudades ha sido durante mucho tiempo una responsabilidad en la que los arquitectos han hecho aportaciones criticables y también otras muy positivas. Lo que es cierto es que los arquitectos somos unos técnicos que disponemos de conocimientos que pueden mejorar el uso del escaso espacio disponible y hacer más eficiente la decreciente disponibilidad de recursos colectivos.
Últimamente he orientado mis intereses -y en consecuencia, aquello sobre lo que escribo- hacia cuestiones más profesionales: el análisis del entorno en el que se desenvuelven los arquitectos en España. Un contexto extremadamente difícil que refleja un solo dato que he conocido hoy: los proyectos de viviendas realizados actualmente en el conjunto del estado español son solo una veinteava parte de los que se hacían hace solo 3 años. Un escaso 5% sobre las 900.000 unidades de 2007.
Me temo que en los próximos tiempos, en los que todavía se va a prolongar esta crisis que padecemos -aquí, en España y en Europa- voy a seguir bombardeándoles sobre este tipo de temas, ya que van a estar en el centro de mis ocupaciones y preocupaciones.
Seguiré informándoles. Con argumentos, optimismo y, sobre todo, gratis. Gracias por estar ahí, al otro lado de la pantalla.
En el Jardín Botánico de Montjuich, Barcelona delante de una representación de las maravillas de la flora de mi archipiélago.—>

CONCURSOS ADMINISTRATIVOS DE PROYECTOS

Imagen de la propuesta no ganadora presentada al concurso administrativo para un centro de enseñanza en Haría, Lanzarote. Jorge Mosquera y Ralf Veyrat, CPPA Arquitectos, 2008
La actual fase recesiva de la crisis económica que padece España ha tenido una repercusión muy grande en la actividad de los arquitectos. La caída de la contratación de trabajo profesional, tanto pública como privada, supera ampliamente el 70% en muchas regiones del estado. Si el proceso inmobiliario se encuentra atascado, es esencial que el reparto de la escasa tarea de proyectos y obras que promocionan las distintas administraciones públicas se haga de la manera más justa y equitativa posible.
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Llevamos ya tres años de reducción de la aportación del sector de la construcción al conjunto de la economía. Y, además, la puesta en marcha de políticas anticíclicas con las que atenuar los efectos de la crisis ha conducido a una posterior e imperiosa necesidad de atajar el déficit creciente de las administraciones públicas. Es la situación en la que nos encontramos actualmente: un punto temporal que puede dar comienzo a una gran depresión al estilo de lo que ocurrió en los años 30 del siglo XX.

<--- Por lo menos, esa es la percepción que se tiene en regiones periféricas como las islas Canarias donde el peso de la construcción era enorme y la caída reciente, inmensa. Posteriormente, no se han podido desarrollar muchas inversiones en obras públicas más allá del conocido como Plan Zapatero impulsado por la administración central y el paro está a punto de alcanzar nominalmente el 30% de la población activa.
En este contexto, los arquitectos hemos sido abandonados a nuestra propia suerte. Y, además, una percepción social de unos supuestos privilegios profesionales nos aboca a buscar solos soluciones que nos permitan posibles formas de supervivencia.
Una de los asuntos que más malestar ha estado generando en los últimos años es la forma en la que se promueven y se adjudican los trabajos de consultoría de proyecto y dirección de obras relacionados con la arquitectura y el urbanismo. La situación de despiadada competencia entre profesionales ha llevado a que traten de optar a los trabajos decenas de técnicos y empresas con unos esfuerzos descomunales que ponen en cuestión incluso la rentabilidad de los encargos resultantes.

Propuesta de Estación en Candelaria. Concurso de intercambiadores del Tren del Sur. Metropolitano de Tenerife, Jorge Mosquera, Ralf Veyrat y José Aguilar, CPPA Arquitectos, Febrero de 2010

Optar a una consultoría administrativa de proyectos y dirección de obras conlleva indefectiblemente la movilización de grandes recursos económicos, humanos y de gestión. La actual legislación exige una aportación de gran cantidad de documentación administrativa que acredite todo tipo de cuestiones: capacidad profesional (evidentemente), cumplimiento de requisitos frente al fisco y la seguridad social, solvencia y avales económicos, ratificación externa de datos, etc. Una presentación documental que conlleva un esfuerzo bastante importante y que hace que muchos profesionales desistan de entrada y a la que se agregan unos costes de gestión ya relevantes. Otro problema se ha añadido cuando se exige sin contrapartida la presentación de planteamientos técnicos complejos, referidos a temas metodológicos, de planificación de la forma de ejecución y coordinación y, de una manera más relevante, también propuestas específicas que anticipen la solución técnica que se requiere. Incluso, se está llegando a exigir la preparación de todo tipo de documentación complementaria que facilite el marketing político de la futura propuesta ya desde el inicio, en un esfuerzo muy considerable de proyecto.
Si consideramos que todo lo anterior supone un trabajo de gestión y diseño importante -solo para poder optar a la adjudicación de un contrato de consultoría- lo cierto es que se está avanzando gratuitamente una parte muy importante del valor añadido que va a significar ese encargo. En una estimación muy simplificada podríamos considerar que la presentación a cualquier concurso administrativo de consultoría de arquitectura significa la aportación de un mínimo de 12.000 a 15.000 € a cada equipo que opta, incluyendo costos de trabajo, de materiales y de gestión. Si observamos que a este tipo de encargos optan normalmente varias decenas de equipos profesionales en estos tiempos de escasez, los recursos económicos movilizados onerosamente son bastante excesivos y avalarían la hipótesis del enriquecimiento injusto de la administración junto a un despilfarro descomunal de esfuerzos.
Pero es que la cuestión del sistema de adjudicación de consultorías para las administraciones públicas tiene otros matices negativos. Si se consigue la adjudicación de trabajo ya se parte de una inversión negativa que habrá que imputar al propio coste de ese compromiso adquirido. Y es que incluso las bajas temerarias que se han acabado imponiendo sin mayor rigor están conduciendo a una situación de inviabilidad económica global, de la que muchos arquitectos no quieren ser conscientes en una especie de ignorancia autoestimulada.
Según he podido corroborar personalmente, algunos profesionales adjudicatarios de consultorías administrativas de arquitectura están llegando a poner dinero de su propio bolsillo para sufragar las colaboraciones que son necesarias para la redacción y ejecución de los trabajos. Encargar un proyecto de arquitectura no es solo realizar unos dibujos que encajen unos programas y unos espacios demandados sino también, como sabe cualquier profesional con experiencia, la realización de estudios técnicos muy complejos que conllevan cálculos estructurales y de instalaciones, diseños constructivos adecuados a una legislación excesivamente prolija como la que ha establecido el nefando Código Técnico de la Edificación vigente, cumplir unas condiciones de habitabilidad disparatadas, realizar unos presupuestos precisos y especificados para que impidan el despilfarro económico en la ejecución de las obras, etc., etc. Muchas de estas tareas requieren de la colaboración de especialistas que también tienen sus costes y suponen un esfuerzo de coordinación cada vez más importante para el que estaba entre medias.
Organización espacial de la propuesta de colegio para Haría, Lanzarote. CPPA Arquitectos, 2008
Adjudicar los concursos de consultoría de proyecto bajo el criterio exclusivo del menor costo y
del menor tiempo está llevando a una degradación del trabajo profesional sin parangón y, como consecuencia, a un deterioro de la imprescindible capacidad técnica que sería necesaria para evitar el constante y creciente despilfarro de los escasos recursos públicos. Un mal proyecto técnico implica casi siempre la automática aparición de modificaciones y desvíos en los presupuestos iniciales previstos y adjuntados a esos proyectos de calidad decreciente.
Pero es que es, además y claramente, un escenario de enriquecimiento injusto de las distintas administraciones implicadas. Y, por ello, las razones para esta lamentable situación deberían analizarse y valorarse, proponiendo soluciones para que los criterios simplistas que se aplican y pueden suponer un ahorro en primera instancia, conducen indefectiblemente a largo plazo, a un derroche inasumible de los recursos colectivos escasos en una mala coyuntura de decrecimiento económico.
A todo lo anterior, deberíamos añadir la picaresca y las prácticas alegales que se derivan de algunas preferencias políticas directas que suelen influir en los procesos administrativos de adjudicación de trabajos. Es lógico que determinados dirigentes y responsables quieran tener a su lado a los técnicos de su confianza pero ello no es argumento para subvertir y manipular descaradamente las formas legalmente establecidas en las que se deben convocar los concursos administrativos. En cualquiera de los casos, se debe siempre garantizar la concurrencia de todos en igualdad de oportunidades



Esquema de organización espacial y constructiva de la propuesta de concurso para la Estación de Candelaria. CPPA Arquitectos ,2010. 
Buena parte de la argumentación sobre la inevitabilidad de los sistemas administrativos actuales para la adjudicación de consultorías técnicas se apoya en la Ley 30/2007 de Contratos del Sector Público y su reglamentación complementaria. Esta estricta ley surge para atajar los desmanes y corruptelas sin cuento que se produjeron en las adjudicaciones de obra pública, realizadas en etapas anteriores. Sin embargo, esa cautela administrativista ha arrastrado también la exigencia de unos mayores niveles de control y transparencia en los procedimientos para la adjudicación de las concesiones, los suministros los servicios.
En lo referente a los concursos se da una paradoja que proviene de una aplicación simplista del artículo 134 de la Ley de Contratos, relativo a los criterios de valoración de las ofertas. Una lectura básica indicaría que las propuestas deben valorarse siempre teniendo como preferencia el precio más bajo o cualquier otro tipo de criterios numéricos mensurables. Con ello, se hace tabla rasa administrativa de todo un capítulo posterior que se refiere expresamente a los trabajos de arquitectura (sección 6ª del Capítulo I del Título I del Libro III). Allí se hace referencia a que las ofertas de concurso de arquitectura deben plantearse con primas de participación o pago a los participantes.
Y es que aun así las ofertas de consultoría y concursos de arquitectura son extremadamente costosos y las posibles compensaciones que se están dando a los participantes solo están cubriendo una parte pequeña del costo global del esfuerzo realizado. En otros países europeos, el esfuerzo de diseño para el concurso, en el que se expone la forma que puede tener el edificio, se remunera a todos los participantes de una manera razonable. Y, además, se estimula la presentación de ofertas cubriendo los costes de la aportación documental para la tramitación administrativa previa.
Lo que está cada vez más claro es que el trabajo específico orientado a la arquitectura pública está en un proceso de deterioro progresivo en este país. Y es que la estimación de los costes y la superación del sistema de subasta imperante, -que imponen los funcionarios de las distintas administraciones como una solución fácil- están conduciendo a un despilfarro cada vez mayor de los recursos públicos y a la explotación injusta de los profesionales también.


Propuesta ganadora para la estación de San Isidro. Concurso de intercambiadores del Tren del Sur. Metropolitano de Tenerife, Correa y Estevez, Arquitectos. Febrero de 2010. —>

EL ACCESO AL TRABAJO DE ARQUITECTURA

Godfather1. Boo Ritson, 2006. Saatchi Colection
En dos años el trabajo profesional de los arquitectos en España se ha encogido en más de un 80%. Toda aquella forma tradicional de acometer las tareas de la construcción, a la que estábamos acostumbrados en este país, está en un proceso de transformación acelerada.

Ello ha ocurrido y sigue todavía ocurriendo en un momento en el que las Escuelas de Arquitectura se han multiplicado exponencialmente a lo largo y a lo ancho de la geografía española. En consecuencia, las cifras de profesionales jóvenes que se incorporan cada año al mundo profesional son cada vez más abultadas y el conjunto de la profesión tiene que acostumbrarse a una situación de enorme escasez de trabajo.
<---Tomando como referencia lo que existe en la periferia remota de este archipiélago, el espectro sociológico de la profesión en España se podría caracterizar por una presencia todavía masiva de equipos pequeños, aquellos formados por menos de 5 personas, en los que uno o varios arquitectos se apoyan en algunos otros técnicos, ayudantes y colaboradores en una especie de diminutos talleres artesanos.
Muchos de estos equipos han sido los cómplices técnicos necesarios para llevar a cabo el negativo proceso inmobiliario ocurrido. Ese que ha significado la dañina transformación de nuestros cascos tradicionales, la ocupación salvaje de los espacios costeros y la privatización masiva de los paisajes más representativos de muchos territorios. Aquellos valores que constituían una parte intangible de nuestro patrimonio colectivo han desaparecido con la ayuda de muchos arquitectos.
Junto a este conjunto más extenso de profesionales de la construcción, en años más recientes, se ha iniciado también una práctica más compleja, caracterizada por el liderazgo de figuras prominentes a nivel de este país concreto: arquitectos multipremiados y con encargos cada vez más suculentos que han sido catapultados por los medios profesionales en una suerte de retroalimentación constante. Esta especie de las estrellas de la arquitectura local, ligadas a veces a la docencia y a veces a las instituciones públicas, ha estado apoyada por numerosos estudiantes y titulados jóvenes que han aportado una gran ilusión, a los que se les ha exigido una dedicación de alta intensidad y a los que se les ha solido retribuir paupérrimamente, cuando se les pagaba. Las marcas de arquitectura reconocidas se han caracterizado una intensa dedicación a la forma espectacular y una escasa disposición ética, junto con una baja habilidad empresarial más allá del acceso al reconocimiento mediático local; algo que, en su conjunto, les ha impedido consolidarse realmente.
Transparent house, Crescent Tower. Concurso Thyessen-Krupp. Dubai, 2008 
Al mismo tiempo y también en España, numerosas obras de nueva planta se han realizado por arquitectos de la elite más reconocida a nivel mundial. Un reguero de edificios estéticamente discutibles que han consumido recursos ingentes en una suerte de despilfarro colectivo y que han generado una imagen profesional que nos presentan globalmente como técnicos poco fiables. Esta inconsciencia elitista, junto a la falta de generalizada de escrúpulos y códigos éticos respetables, ha dejado una imagen muy deteriorada de la profesión, tal como la ha presentado Llatzer Moix en su último libro Arquitectura Milagrosa.
Un fenómeno que afecta a la posición genérica de la profesión, que ha adquirido con ello un sello espurio de artistas del manejo del espacio, expertos que no tienen en cuenta los problemas reales de la gente, y que promueven un proceso de estetización del espacio que conduce en muchos casos al nihilismo colectivo. La devaluación del papel social de los arquitectos se ha visto secundada por la continua erosión sobre sus responsabilidades técnicas incentivada por otras profesiones vecinas como las que han ido asumiendo los promotores, gestores de obras y todo tipo de ingenierías. Además, muchos arquitectos españoles suelen regalar previamente sus conocimientos y servicios más esenciales, en una suerte de ceguera colectiva que apuesta por la obtención de unos encargos públicos y privados crecientemente elusivos. Una práctica suicida que está contribuyendo a la acelerada canibalización del conjunto de los arquitectos
Sin embargo, en las grandes ciudades se están imponiendo ya la estrategia de la empresa consultora de proyectos formada por grupos de técnicos, extensos y multidisciplinares, tan característica de los países anglosajones. Son mastodontes de eficiencia consultora que pueden acceder a encargos profesionales más complejos y extensos bajo una aureola de capacidad técnica y músculo financiero. Su mayor visibilidad junto a una oferta de servicios más especializados y sofisticados es una baza potente que incide en la consolidación paulatina de las consultorías técnicas lideradas por la ingeniería en la gestión, promoción y construcción de edificios y todo tipo de infraestructuras.
Mientras ha habido una efervescencia de trabajo muy considerable, el mundillo profesional de los arquitectos ha estado distraído –lo que podríamos encuadrar en las dos décadas más recientes- con las actividades de las estrellas de la profesión en una suerte de juego de los famosos y el cotilleo sobre sus peripecias. Al mismo tiempo, la formación recibida en las universidades se ha ido orientando paulatinamente hacia un conjunto de habilidades que se relacionan casi más con la creación de imágenes publicitarias que con los conocimientos ligados a la edificación real. Las capacidades técnicas del arquitecto, constructivas, de instalaciones y sobre el manejo presupuestario se han ido deteriorando de una manera progresiva.
Hace unos años descubría en el blog austriaco Anarchitecture un gráfico inspirador que relacionaba el número de personas con el número de arquitectos en varios países de la Unión Europea. Ese gráfico reflejaba claramente aquellos lugares en los que el exceso de profesionales se correspondía con un claro deterioro de la arquitectura. Italia y Grecia encabezaban la lista de países con mayor proporción de arquitectos y la Republica Checa y Polonia, el extremo opuesto.
Número de arquitectos por 1000 habitantes en cada comunidad autónoma española

En base a esa prefiguración casi se podría establecer que el punto de equilibrio podría estar en 0,8 arquitectos por habitante, como cifra optima de profesionales en un país con la estructura y condiciones de los europeos. He querido hacer un ejercicio parecido en lo que se refiere a las distintas comunidades autónomas del estado español, relacionando población y número de arquitectos junto a la relación entre arquitectos y millones de €uros de PIB regional disponibles, tomando como referencia el año 2007. Un análisis de los resultados no deja de ser sorprendente de los lugares más favorables al desarrollo de esta profesión y, al mismo tiempo, concluyente sobre las razones del fuerte deterioro que existe en las grandes ciudades en las que la posición de los arquitectos se enfrenta a una competitividad autodestructiva.

Madrid, Navarra y Cataluña serían los lugares más problemáticos para establecer una práctica razonable de la arquitectura, mientras que Murcia y Extremadura podrían ser los más benignos. Algo similar podría ocurrir en Castilla La Mancha sobre la que se podría presumir que es, no obstante, una región técnicamente dependiente de la capital. Otras zonas privilegiadas serían Cantabria, Aragón y Asturias mientras que el resto formaría un grupo compacto de comunidades en las que se podría haber percibido atenuadamente el deterioro en la rentabilidad de la arquitectura mucho antes de que llegara la actual crisis.
Sobrevivir en Madrid y Barcelona como arquitecto debe ser una tarea muy ardua. A estos efectos es sintomático también que allí haya sido el lugar donde recientemente se ha constituido el primer sindicato profesional al objeto de reivindicar unas condiciones laborales más justas para los arquitectos asalariados. La competitividad en esas ciudades debe ser extrema y explicarían la predisposición de sus figuras más destacadas a competir fuera del país. La arquitectura española se habría orientado con fuerza hacia el exterior, antes del advenimiento de la actual crisis el sector de la construcción residencial, que se ha llevado ya más del 80 % de su aportación económica a la producción conjunta nacional.
Número de viviendas iniciadas anualmente en España. 1980-2008

Este panorama previo de la profesión nos lleva al contexto actual de la arquitectura española que es un reflejo del fuerte deterioro de la situación económica que vive el país en su conjunto. El fulgurante crecimiento del Producto Interior Bruto español en la última etapa de la democracia ha estado muy ligado al desarrollo masivo del sector inmobiliario, apoyado en una financiación barata otorgada por el sector bancario. Ello ha dado lugar a unas periferias urbanas que han adquirido una extensión descomunal y unos territorios costeros devastados por masivas actuaciones especulativas. Es, por ejemplo, el caso del arco de la ribera del mediterráneo, una auténtica megalópolis conformada por una estrecha y continua banda urbanizada de cientos de kilómetros.

Todo un excedente especulativo que se va a tardar en liquidar bastantes años haciendo con ello redundante la enorme capacidad productiva del sector de la construcción, la industria auxiliar y los servicios técnicos asociados. Ello agravado con el problema financiero que sufren las entidades bancarias, que tienen que cubrir como sea las mermas patrimoniales que ha supuesto la increíble disminución del valor de sus activos. Todo un efecto consecuente con la reducción real sufrida en los precios de los productos inmobiliarios avalados. Hasta el momento, las entidades bancarias han sido incapaces de trasladar esta perdida a sus cuentas manteniendo unos valores contables ficticios, año tras año en sus balances patrimoniales. La consecuencia más evidente de este grave problema financiero es la fuerte restricción del crédito inmobiliario y con ello la práctica detención de la producción de viviendas.
La realidad es que, en el conjunto de las principales regiones españolas, las necesidades sociales de arquitectura han variado radicalmente en un periodo temporal muy corto, de escasos tres años. Hoy en día existe un excesivo número de profesionales en oferta y una demanda reducida a una mísera parte de la que existía hace poco tiempo. Una crisis colectiva que permanece invisible para una sociedad insensible a los problemas de este gremio de profesionales, a los que estigmatiza como responsables de muchos desaguisados y a los que identifica como personajes siempre relacionados con múltiples casos de corrupción colectiva.
Lo cierto es que hoy los arquitectos españoles pertenecemos a un gremio extremadamente depauperado, con escasos visos de volver a acceder a un mercado de trabajo intenso en recursos humanos. Es necesario pasar urgentemente a transmitir esta realidad profesional y contribuir a establecer los mecanismos para recuperar unas mínimas perspectivas de supervivencia, igual que les debe estar ocurriendo a otros también ligados al sector de la construcción. En esta situación, la deteriorada forma en que se accede al escaso trabajo profesional se convierte en un elemento crucial sobre la que se debe reflexionar y debatir colectivamente.
Oldman13. Sun Yuan y Peng Yu, 2007. Saatchi Collection

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LOS MÁGICOS ÁRBOLES DE SOCOTORA

Dragos de Socotora. Imagen: Soqotra, Flickr

Hay sitios de los que uno ha oído hablar que tienen un halo mágico y que representan algo así como el último reducto encantado. Uno de estos lugares es el archipiélago de Socotora, compuesto por cuatro islas, situado en el océano Índico a 300 kilómetros de la costa africana de Somalia y junto al indómito país de Yemen.

Socotora me ha llamado la atención en alguna ocasión porque es una isla del tamaño de Mallorca que padece uno de los climas más extremos del planeta y, sin embargo, contiene riquezas naturales indescriptibles. Un espacio azotado por calurosos vientos y limitado por extensas playas de dunas altísimas. En esa tierra florecen los dragos, esos árboles ancestrales, que crecen en mi archipiélago canario y que también tienen su cuna allí.
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Localización del archipiélago de Socotora en relación a África y Oriente Medio. Fuente: EduTexas maps
La isla mayor del archipiélago tiene un tamaño similar al de Mallorca o a la de la Long Island neoyorkina (3.800 km2 apróx.). Es la única realmente habitada en aquel archipiélago, contando con algunos pequeños enclaves poblados como Hadibo y Qalansiyya. Un lugar alejado y tranquilo, que alberga una escasísima población de 50.000 personas aproximadamente, que hablan 4 dialectos distintos de una lengua sibilante, incomprensible para el resto del mundo árabe. El clima, extremadamente caluroso, hace de Socotora un lugar intenso donde se concentran curiosidades extremas relacionadas con la biología y el paisaje. Algunos consideran a este archipiélago algo así como las Galápagos del océano Índico.
Playa cercana al enclave de Qalansiyya en la isla mayor del archipiélago

En su interior existen también otros microclimas relativamente húmedos por los que corren arroyos permanentes de cierta intensidad. Es un lugar en el que se han detectado más de 800 especies de plantas, de las que más de un tercio son únicas de allí. La fauna también es muy peculiar caracterizada por una gran variedad de pájaros e insectos. Según dicen los científicos que han visitado este archipiélago yemení señalan que ha sufrido un aislamiento radical desde tiempos muy antiguos, incluso anteriores al comienzo de la evolución de los mamíferos. El mar siempre presente es abundante en todo tipo de especies marinas como delfines, tortugas, langostas y peces.
Bosque de la especie de Dragos de Socotora, Dracaena cinnabari

Según el informe sobre el archipiélago de Socotora, realizado por el Centro de Seguimiento de la Conservación Mundial de las Naciones Unidas, este lugar cuenta con el mayor número de especies biológicas endémicas, después de Madeira y el archipiélago de las Canarias.
Lo más sorprendente son los bosques de dragos que al cortarse ofrecen su abundante savia rojiza, la sangre del dragón. Es una especie única, la Dracaena cinnabari que es un pariente lejana de nuestro drago canario. En Canarias hay pocos lugares en los que convivan naturalmente varios especímenes juntos mientras que allí las agrupaciones alcanzan los centenares de individuos y, en muchos casos, su forma es la de un perfecto casquete esférico sobre un intrincado laberinto de gruesas ramas apoyado en su característico tronco. El Drago de Socotora tiene un porte menor que el canario, alcanzando en el mejor de los casos, los quince metros de altura y como el de aquí vive varias centenas de años.

Árbol florido de Socotora o Rosa del desierto

Entre las maravillosas especies existentes en la isla destaca también el llamado Árbol de las Botellas o de los Pepinos, Dendrosicyos socotranum. Con un tronco suave y obeso se abre en una explosión de ramas como manos que contienen ramilletes de flores rosadas es increíble el Adenium obesum, junto a otras múltiples maravillas botánicas.
Según la Wikipedia, el griego Dioscórides hizo la primera referencia histórica a este lugar remoto, reconvirtiendo al griego el nombre sánscrito de Sukhadara que la definió como la Isla de la Felicidad. Otra curiosidad que se señala en ese artículo es que en el siglo X el geógrafo árabe Abu Zaid Hassan comentaría que la mayoría de sus habitantes eran de religión cristiana de la facción nestoriana. Marco Polo la cita como la mítica Skara en el relato de sus viajes a China. En 1507, una flota portuguesa capitaneada por Tristao da Cunha desembarcó allí con una fuerza ocupante que tenía el objetivo de liberar a los cristianos del yugo islámico, empezando a construir un pequeño fortín. Sin embargo, se encontraron con una oposición hostil que les obligó a abandonar posteriormente el archipiélago.
Tradicionalmente, sus habitantes se han dedicado a la cría de ganado caprino y a la pesca tradicional en su riquísimo entorno costero. Otra curiosidad cultural del lugar es la utilización de un calendario peculiar definido por meses de trece días con el cual los socotris han contabilizado tradicionalmente el paso del tiempo. El consumo masivo de esa yerba estimulante llamada Qat es otra de las costumbres locales, al igual que hacen sus vecinos cercanos.
Actualmente Socotora, que ha sido declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2008, debido a sus peculiaridades naturales, comienza a desarrollar una incipiente economía turística. Para ello, aprovecha desde el año 2000 la pista de una antigua base británica para atraer pequeños grupos de turistas. En 2007 los visitantes alcanzarían la extraordinaria cifra de 2.500 personas. Hoy en día existe ya una carretera pavimentada que une los dos núcleos habitados e, incluso, las viviendas troglodíticas que existen en el interior de la isla disponen de antenas de televisión por satélite.

Plano de la localización de los asentamientos existentes en la isla de Socotora. Fuente: Master Plan de HCL

Sin embargo, el riesgo de una sobre explotación de ese territorio maravilloso es algo ya evidente y han empezado a aparecer basura y vandalismo. La consultora de planificación HCL, radicada en Chipre, ha realizado un Master Plan que pretende encauzar estos flujos de visitantes hacia el ecoturismo y estimular la preservación de las riquezas naturales mediante su inventario y puesta en valor. Ya existe una empresa dedicada a ello, la Socotra Ecotourism Society que ofrece la organización de estancias y visitas guiadas a este lugar en el que se han organizado dos campamentos y centros de información.
Las disponibilidades actuales de información a través de Internet me han permitido realizar este artículo sobre un lugar del que tenía noticia a través de referencias de especialistas en biología y botánicos locales. Es increíble lo que significa para el acceso al conocimiento esa ventana de la que ya muchos disponemos y que ha cambiado radicalmente nuestra manera de relacionarnos con la ciencia y la erudición. La cultura de las muchedumbres, como ciertos comentaristas califican a este fenómeno, ha venido para erradicar el monopolio de los expertos muy a su pesar.
Algunos se podrán preguntar porque hablo de estas cosas en un espacio dedicado normalmente a reflexionar sobre los problemas de la arquitectura y de la planificación del territorio. Y es que algunas veces también a mi me gustaría recluirme en un paraíso soñado como el que imaginamos que existe en un archipiélago tan desconocido como Socotora. —>

CUARENTA UNIVERSITARIOS AÑOS

Vista del patio interior de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria. Portada del libro ETSALP: 40 años
Los que comparten mi edad saben que nos adentramos en el espacio poético de los testamentos. De repente nuestra vida ha transitado ya una gran parte de su lapso temporal máximo y comienza el momento de las reflexiones y la evaluación. Por eso hoy les voy a hablar nuevamente de cosas que son parte de mis recuerdos como arquitecto y -supongo- que también lo son para otros que, como yo, han compartido profesión aquí en el archipiélago canario durante el último medio siglo.

El otro día acudía a la presentación del trabajo que culmina la trayectoria académica de mi hija en la Escuela de Arquitectura de Las Palmas, en la vecina isla de Gran Canaria. En ese momento, me dí cuenta de que habían transcurrido ya cuatro décadas desde que también allí había empezado a estudiar esta disciplina que tanto me ha ocupado y preocupado.

<---De mis inicios universitarios en la arquitectura y el urbanismo les he hablado en otra ocasión, un momento clave de la vida en el que a muchos nos ha ocurrido peripecias parecidas. Un tiempo de actitudes impulsivas y poco racionales, pero también con la alegría y esperanzas de la juventud, junto con un despiste descomunal. Aquellas eran maneras que uno podía compartir con numerosos camaradas, en esos momentos de los comienzos de una actividad que luego con el tiempo llegaría a ser profesión. Algo de esto se ha contado en un libro titulado Escuela de Arquitectura de Las Palmas: 40 años, que me regalaron entonces, que abrí aquella misma tarde y no pude parar de leer hasta llegar a sus últimas páginas (Gracias, Chano por el obsequio). Para mi es un delicioso relicario porque refleja también buena parte de mi trayectoria y mis recuerdos. Un anecdotario posiblemente muy similar al de aquellos que han compartido conmigo geografía, tiempo e inquietudes. La historia no debería construirse solo con el relato de la acción de algunas figuras encumbradas, sino también con la descripción de las peripecias cotidianas de nuestros iguales y coetáneos, aquellos que nos acompañan en nuestro trayecto vital. Por eso la novela es una herramienta fundamental para conocer los lugares y las personas realmente. El libro ETSALP, 40 años es una magnífica recopilación de relatos e imágenes que identifican al grupo humano en el cual me considero encuadrado, el de los arquitectos canarios. A lo largo de 40 textos se expresan los avatares y recuerdos de muchos de nosotros y, en consecuencia, constituye una pieza fundamental para una posible historia colectiva sobre la arquitectura desarrollada en Canarias durante las últimas décadas. Todo ello, a través de un elemento básico, la Escuela de Arquitectura con la que nos hemos relacionado indefectiblemente y que nos ha ofrecido cohesión y pensamiento a lo largo de todo este tiempo.

Sede del Centro Atlántico de Arte Moderno en el barrio de Vegueta, antigua sede de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas. Imagen: Wikipedia

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La Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria ha sido, para muchos arquitectos canarios, el punto de partida de nuestra profesión. También ha cumplido el papel de faro cultural que nos ha identificado y relacionado con el mundo. Un lugar al cual se regresa reiteradamente para tratar de entender cuales son las estrategias para afrontar los constantes cambios que ocurren en esta sociedad y lugar específico. Así mismo, para profundizar en los instrumentos que fundamentan nuestra aportación en la disciplina que tratamos de desarrollar.
Yo viví como estudiante los años iniciales de ese espacio para la enseñanza. Una experiencia que tuve desde la perspectiva de los que recibimos el esfuerzo académico desarrollado por los que nos precedieron y que también debieron aprender con nosotros en que consistía eso que había que enseñar. Ha sido muy interesante percibir la visión de aquellos que tuvieron la responsabilidad de sacar adelante un nuevo centro académico que es lo que han contado a corazón abierto algunos de nuestros profesores de la primera hora como Julio Melián, Domingo Ángulo, Félix Juan Bordes, Eduardo Cáceres, Agustín Juárez, etc. Vaya por delante mi más sincero agradecimiento a su generoso esfuerzo de siempre.
Este centro universitario estuvo localizado en sus comienzos en el centro de la ciudad de Las Palmas, en la calle de Tomás Morales junto a la plaza del Obelisco. Su primer asentamiento allá por 1970 fue un edificio docente compartido con los Ingenieros Industriales y Técnicos, que contaba con inapropiados recursos de espacio. Yo pasé allí un par de años intensos entre clases y aventuras urbanas, en lo que casi fue una prolongación del bachillerato. Viendo las fotos de entonces no deja uno de experimentar una cierta nostalgia por un tiempo pasado con un estilo muy diferente al actual. A mi hija le resulta sorprendente ver esas imágenes de entonces y preguntar el porque de las largas melenas y barbas de casi todos los que aparecemos allí. No sabría explicar las razones de la coincidencia en la estética. Es posible quizás una voluntad para escenificar un deseo de cambio radical en un tiempo oscuro y de silencios obligados como el de los años 70 en la España de Franco.
Algo mejor fue la cosa estudiantil cuando nos trasladamos a una casona señorial del barrio de Vegueta, ya en el segundo curso de carrera. Allí empezamos a percibir cual era la razón de ser de la disciplina, rodeados por la añoranza de un pasado de grandeza arquitectónica y urbana. Un año de enseñanzas y discusiones cercanas con nuestros profesores de entonces, en un lugar extraordinario que fue una pena que tuviéramos que abandonar.

El edificio del instituto de Tamaraceite tomado por los estudiantes de arquitectura en huelga a mediados de la década de los 70. Imagen extraida del libro
El último año que pasé en aquella facultad universitaria de las Palmas representa para mí la etapa del destierro a la periferia de la ciudad. Los responsables políticos insulares decidieron que estaríamos mejor ubicados ocupando compartidamente las dependencias del Instituto de Bachillerato de Tamaraceite. Un lugar inclemente sin urbanización todavía entonces, rodeado de restos de fincas y con unos espacios disponibles, diseñados por el arquitecto madrileño Antonio Fernández Alba, cuando menos inapropiados para una enseñanza especifica como la de la arquitectura.

El flamante campus universitario y la actual sede de la escuela en Tafira ya no tuve oportunidad de aprovecharlos porque en 1973 me desplacé a terminar la carrera a Barcelona. Su inauguración en 1989 ha constituido otro hito esencial en la historia de la enseñanza universitaria de esta región. Cuando se transita hoy por el recinto universitario de Gran Canaria se observa con envidia una efervescencia intelectual y un movimiento estudiantil que nosotros los alumnos primeros de aquella Escuela de Arquitectura no pudimos disfrutar, allá en las décadas de 1970 y 1980.
Lo que más me ha interesado de esta publicación se condensa en aquellos relatos con los que algunos compañeros de entonces y ahora se han atrevido a narrar sus sentimientos más intensos, aquellos que nos llegan a través de las nieblas de la memoria compartida.
La narración sobre unos hechos y personajes recurrentes que nos sirvieron como modelo y de los cuales aprendimos. La rememoración de instantes que representan la condensación del esfuerzo por saber y conocer, como aquel viaje mítico de los primeros alumnos, allá por 1970 a Nueva York, Boston y Washington, casi una epopeya digna de los argonautas; las huelgas realizadas en aquella década pasada, al socaire de la lucha final contra la dictadura del General Franco y con el objetivo profundo de lograr una mínima calidad de la enseñanza; la dignificación y respeto por el esfuerzo académico de unos esforzados profesores casi amateurs frente a la imposición de la nomenclatura central del Ministerio de Educación; etc., etc.
Estudiantes de arquitectura en el Patio de los Naranjos de la Catedral de Las Palmas. Imagen extraida del libro
Más recientemente podría añadir otros innumerables ejemplos que han consolidado una institución académica pujante. La celebración de innumerables encuentros, congresos, cursos de posgrado, junto a la consecución de publicaciones de todo tipo han representado un aporte esencial a la cultura regional. Un esfuerzo que refleja el interés del colectivo humano de los arquitectos, esforzado en participar en el crecimiento y la mejora intelectual, experimentada por esta sociedad archipielágica a partir del último tercio del siglo XX.
De entre todos lo acopiado en este libro torrencial de vivencias y crónicas personales me ha tocado especialmente la primera parte del texto de Flora Pescador sobre sus recuerdos de los años pasados en Tamaraceite y titulado El árbol torcido. Leyéndolo inmediatamente me han venido a la memoria similares evocaciones a las que ella expresa. Algunos pasamos allí un tiempo compartiendo rituales de acceso a una Escuela de Arquitectura que tuvo que residir durante largos años en aquel modesto Instituto de Bachillerato del extrarradio de la ciudad de Las Palmas. Recuerdo vividamente el trayecto cotidiano en autobús desde el casco urbano. La guagua de la empresa Utinsa, subiendo renqueante la cuesta del castillo de Mata, recogiendo parroquianos al amanecer en dirección a Arucas. Atravesábamos esos barrios densos de la primera periferia de la ciudad y la visión escorzada del cementerio de San Lázaro nos indicaba la proximidad de nuestro destino.

Interpretación del árbol torcido de Tamaraceite. Dibujo de Ángel Casas

Desde la parada en la carretera, cada día un reducido número de estudiantes traspasábamos las escasas manzanas del núcleo de Tamaraceite para adentrarnos en un descampado ventoso, puntuado por plantaciones lejanas de plataneras. Me viene a la mente la imagen fría del ascenso del sol sobre el horizonte de la ciudad y el mar, mientras caminábamos hacia el edificio en el que se desarrollaban las actividades de la Escuela. Una construcción aislada en escueto hormigón, acompañada por aquél solitario eucalipto que existía en su parte posterior. He hecho nuevamente el recorrido visual en los alrededores de ese centro de enseñanza, con una de esas herramientas magníficas que hay disponibles en Internet como es el visor de calles de Google, y no soy capaz de discernir si realmente el cambio experimentado constituye una mejora o si, por el contrario, ha empeorado notablemente las condiciones previas a la urbanización que aquí se relatan.
Otro texto emocionante es el que ha escrito Francisca Martel en el que acopia algunos recuerdos personales de todos los años pasados en las tareas administrativas de la Escuela. Es muy bonita la anécdota que refiere, relativa al momento de las exposiciones del proyecto de fin de carrera en las que el personal de la Secretaría del centro salía a aplaudir y felicitar a los que aprobaban y a sentir en silencio acompañando el sufrimiento de los que suspendían. Habría que homenajearles junto a gentes como Gabriel Quintana, alguien que recuerda a casi todos los que pasamos por allí a fuerza de vernos entrar y salir desde su atalaya en la portería del centro.

Gabriel Quintana y Francisca Martel. Dos personajes importantes para la historia de la Escuela de Arquitectura de Las Palmas

Finalmente, el libro me devolvió también la remembranza de Sergio T, el profesor Pérez Parrilla, del que tuve el placer de recibir sus enseñanzas en la asignatura de estética y con el que luego compartí amistad. Alguien para el que la enseñanza era un flujo bidireccional y con el que realmente llegamos a aprender de alguna manera en que consistía esto de la arquitectura.—>