UNA ARQUITECTURA DE LA HUMILDAD

Caja de Arquitectos
Juhani Pallasmma


Colección la Cimbra.
Fundación Caja de Arquitectos. Barcelona, 2010

He aprovechado unas cortas vacaciones -las que coinciden con la Semana Santa- para leer este libro extraordinario de Juhani Pallasmaa, ese arquitecto y crítico finlandés que se inspira en la filosofía fenomenológica para interpretar algunas ideas y obras de la arquitectura contemporánea. He aquí mi reseña sobre el mismo.

Exterior de la Villa Mairea con la cerca informal que diseñó Alvar Aalto sobre un boceto de su ayudante el arquitecto suizo Paul Bernouilli. Foto: Bjorn_cph, Flickr
Hoy en día es cada vez más difícil tener la tranquilidad para concentrarse en la lectura de un texto denso, como el que puede suponer un libro de ensayos. Hay que aprovechar para ello esos lugares aislados a los que se encamina uno en los períodos vacacionales que se imponen por la tradición. La tendencia cotidiana impuesta culturalmente es, el entretenimiento, la visión superficial y el continuo movimiento de las imágenes frente a nuestra retina. Es el efecto negativo que produce la aceleración contemporánea y la fugacidad de herramientas como Internet. Por el contrario, las vacaciones suelen ser tiempos en los que es posible el sosiego y la tranquilidad y, por tanto, la lectura intensa como la que he experimentado disfrutando esta colección de artículos y ensayos, englobados en esta Arquitectura de la humildad, y recopilados por la Fundación Caja de Arquitectos a iniciativa –supongo- del profesor Luis Martínez de Santa María.
Después de un período de excesos pirotécnicos en la arquitectura que nos imponen los medios convencionales de comunicación, resulta refrescante acceder a esas reflexiones que se presentan con un título, cuyo enunciado es ya toda una declaración de principios sobre otra forma de construir que algunos demandamos desde hace ya bastante tiempo. Señala Pallasmaa en el prefacio, escribir se ha convertido en mi segunda ocupación en paralelo a mi trabajo como arquitecto y diseñador. No veo ninguna diferencia fundamental entre mis dos ocupaciones. Ambos, diseño y escritura son formas de “observar” la arquitectura y de conocer el mundo y conocerse a sí mismo. Es una manifestación con la que siento una afinidad evidente. A mí me ocurre lo mismo.
 Padua, la ciudad ideal en la imaginación del artista. Una idea en la que se inspiraría Aalto para su Ayuntamiento de Säynätsalo a las afueras de Jyváskylä. La agonía en el huerto, Andrea Mantegna. 1460
Pero es más, creo que –como señalaba antes- desde el mismo título de la colección estoy muy de acuerdo con muchas de sus afirmaciones y pensamientos- La humildad es algo que necesitamos con urgencia en este tránsito a un nuevo escenario colectivo; al igual que necesitamos una espiritualidad de nuevo cuño y una recuperación de la poesía. Como señala Pallasmaa, en referencia a un pensamiento de Joseph Brodski, la poesía (tanto escribirla como leerla) nos enseña humildad, y de forma muy rápida. Sobre todo si somos escritores y lectores a la vez.
Un hecho que evidencia el libro nada más comenzarlo es la presencia gigantesca que supone Alvar Aalto para la cultura de Finlandia a lo largo del siglo XX. Numerosos textos específicos y referencias aparecen por doquier en la escritura de Pallasmaa, expresando así su admiración irrestricta por el arquitecto finés. Su análisis de la Villa Mairea, situada al occidente de Finlandia, junto al mar Báltico en Noormarkku, y titulado De una arquitectura tectónica a una pictórica, collage y juego en la arquitectura de Alvar Aalto, es una admirable pieza maestra de crítica de arquitectura que te sumerge en pocas páginas en el cimbreante espíritu creativo de una obra esencial para comprender la arquitectura del siglo XX.
Pero donde Pallasmaa ejerce un magisterio más profundo es en su denuncia de la arquitectura rutilante que nos ha acompañado en las postrimerías del siglo XX. Aquella que nos ha estado deslumbrando constantemente desde las revistas profesionales al uso. Desde el movimiento Postmodernista en adelante. En el artículo central del libro titulado, Por una arquitectura de la humildad. La tarea de la arquitectura en la edad del consumismo, nos propone una visión alternativa sobre cuales deben ser los cometidos éticos del arquitecto en un momento en que hemos constatado la finitud del planeta y la irreversible marcha hacia la catástrofe a la que nos incita el economicismo imperante. 
El bosque imaginario de abedules en el interior de  la Villa Mairea. Alvar Aalto, 1940. Foto: Andrew Paul Carr, Flickr
Señala en ese texto unas prácticas que se han ido imponiendo inexorablemente en la construcción en detrimento de la arquitectura entendida como práctica cultural y poética que enriquece a las sociedades. Dice al respecto, la competencia salarial, unas nuevas prácticas seudorracionales, los imperativos dictados por los costes y la velocidad, así como –y esto es lo más insidioso- la obsesión por la imagen, todo ello está erosionando el antaño suelo fértil de la arquitectura. Aun así reconoce que a pesar de ello, la arquitectura sigue produciendo obras de alta intensidad lírica en algunos lugares remotos y privilegiados. En contra del materialismo hegemónico, y solo en algunos casos insólitos, se continúa la ejecución de edificios hermosos que tienen la virtud de hacer vibrar la fibra poética de sus usuarios. Por ello, propugna una posición de resistencia como el camino correcto para estimular la misión humanista que debe representar la arquitectura: la resistencia a la decadencia de los valores espirituales y culturales es la tarea que hoy deben compartir arquitectos y artistas.
Según Pallasmaa, el individualismo ha socavado la idea de arquitectura como forma artística imponiendo la alternativa de la moda efímera y con ello la desaparición de la autenticidad y la autonomía cultural frente al imperio de lo económico. Para el autor tres tendencias estarían socavando el valor intelectual de las obras de arquitectura en beneficio de su aportación exclusivamente monetaria al funcionamiento del sistema capitalista: la mercantilización visual de los edificios, la contraproducente búsqueda de lo novedoso y la hegemonía de aquellas imágenes que pueden comercializarse.
Frente a ello aspira a una arquitectura de la experiencia personal, algo que define como háptico. La arquitectura háptica sería aquella que tiene que ver principalmente con el disfrute sensorial de las personas en los espacios; algo que solo podría apreciarse desde la lentitud y la paciencia. Frente al imperio de las propuestas cuyo origen están en el Estilo Internacional basado en el predominio de lo visual, Juhani Pallasmaa vuelve a recurrir constantemente a Alvar Aalto, glosando a esa figura nórdica como el ejemplo de arquitecto episódico que proyecta desde la fenomenología de los sentidos, atenuando las imágenes hegemónicas y únicas. Su arquitectura la interpreta como un collage de sensaciones y encuentros materiales con las formas y el espacio, desde la percepción de lo constructivo como fuente de experiencias irreproductibles visualmente.
Los edificios de Aalto (según él) se comprenden y aprecian de manera gradual y en una senda de descubrimientos progresivos. Un recorrido en el que la experiencia es guiada por el conjunto de los sentidos, el cuerpo y el roce de la piel sobre los detalles de manivelas, barandillas y lámparas especialmente diseñadas para la ocasión. Así la sensibilidad espoleada por lo háptico, pondría en su lugar subordinado a la dictadura de lo visual, realzando el tacto, la plasticidad de los materiales y finalmente, la intimidad del espacio. Por ello, las obras más intensas de Alvar Aalto -como la villa Mairea o el Ayuntamiento de Saynatsalo- no se podrían comprender cabalmente si no son recorridos para poder percibir la profundidad de sus espacios, el misterio y la sombra de sus recorridos o el tacto cálido de un pasamanos de cuero, por ejemplo.
El bosquecillo en la colina en la maravillosa obra paisajística de Erik Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1994. Skogskyrkogarden, Estocolmo. Foto: Xoxi Ra, Flickr.
Frente a lo único y excepcional de la percepción ocular o fotográfica que conduce al elitismo de la obra privilegiada por los medios de comunicación profesional al uso, Pallasmaa contrapone el carácter humanista de la arquitectura próxima. Y protesta contra el autismo arquitectónico que conduce a la desaparición de la persona: Es un reproche hacia esos edificios fotografiados desiertos, donde la ausencia de personas parece ser un valor más de la obra. Dice al efecto y como contraposición a lo anterior, las composiciones arquitectónicas auténticas –es decir entidades microcósmicas completamente logradas- refuerzan nuestro sentido de la realidad.
Frente a tanta arquitectura escenográfica que nos rodea, destinada a su consumo inmediato y a la desaparición instantánea sin más, una práctica de la humildad es algo conveniente en estos momentos. Un esfuerzo integrador de múltiples aportaciones donde la artesanía experta, la puesta en valor de la materialidad y el dominio del relato espacial serían recursos necesarios para que el arquitecto logre sus fines. Así, según pallasmaa, la verdadera arquitectura materializaría, por tanto un espacio mítico y poético que supera la mera construcción, generando un lugar evocador para la existencia del hombre junto a sus acciones personales y colectivas en este mundo. Algo cada vez más difícil de encontrar en nuestros días. Este concepto expresado de otra manera sería que para un arquitecto, más que la habilidad de imaginar espacios, lo importante es imaginar la vida. Tal y como se recoge en el libro, en palabras de otro pensador finlandés contemporáneo, Aulis Blomstedt,
En definitiva, una recopilación intensa de las reflexiones de un gran pensador de la arquitectura que nos devuelve a la cotidianeidad de nuestras experiencias, frente a la hegemonía de las imágenes de cuché que venden los promotores de una arquitectura de moda. La autenticidad del mensaje de personas como Juhani Pallasmaa, es, en nuestros días un tesoro oculto que es difícil de rastrear entre tanta impostura cultural como nos asedia.

2 comments to UNA ARQUITECTURA DE LA HUMILDAD

  • Andrés Martínez

    Decirte Fede que como tú me siento especialmente identificado con esa frase de JP sobre la (no) diferencia entre lo que puedo sentir al escribir o al proyectar. ¡Un saludo! Andrés

  • Federico, cuanto9 tiempo sin pasarme por aquí. A petición de un profe de la escuela leí un libro de este JP, los ojos de la piel, creo que era el título. Disfruté, me sentí invitado a aprender de arquitectura y a disfrutarla. Muy al contrario de las revistas que nombras donde los pavos reales sacan pecho y los demás los adulan por delante y critican por detrás..
    Voy a buscar el libro. Me has dado una buena idea para las tardes de verano, gracias!

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