Sede de la empresa aseguradora Swiss Re. St. Mary Axe, 30 Londres. Foster and Partners, 2004
Semanas atrás, Babelia -el suplemento cultural del diario El País- celebraba su milésima aparición semanal con una colección de intervenciones de reconocidas personas del mundo de la cultura global. Allí aparecían las reflexiones de dos miembros significativos del panorama espectacular de la arquitectura contemporánea: Zaha Hadid y Norman Foster.
La primera titulaba su aportación -redactada en colaboración con Patrick Schumacher- como Edificios adaptables, mientras el segundo deliberaba sobre El futuro de la arquitectura, en un extenso artículo personal. De alguna manera, ambos reflejaban ahí maneras diametralmente opuestas de entender el trabajo de los arquitectos y su aportación al progreso colectivo.
Mientras Zaha Hadid manifiesta una forma de entender la arquitectura como una de las Bellas Artes, poniendo el énfasis principalmente en la expresión estética, Norman Foster se ha caracterizado a lo largo de su ya dilatada trayectoria por una extrema confianza en la capacidad de la tecnología para superar los problemas de la humanidad.
Retrato de Zaha Hadid. Michael Craig, 2008. National Portrait Gallery
Hadid y Schumacher organizaban su discurso sobre la arquitectura necesaria desde una reflexión selectiva sobre las cuestiones que nos amenazan actualmente y que exigen una respuesta colectiva inmediata. Parten de la constatación de la evidencia de la finitud y fragilidad del planeta y lanzaban un canto a la innovación como herramienta para la sostenibilidad ecológica.
Siguiendo la argumentación del texto se desprendería su apuesta por el desarrollo de las ciudades como aquellos espacios que ofrecen las mejores condiciones para el desarrollo de la cultura y la vida en común. Propondrían el estímulo a la productividad, la creatividad y la innovación como mecanismos para potenciar el avance de la humanidad. Argumentos para enmarcar una apuesta por una concepción esencialmente comunicativa de la arquitectura de las instituciones y lugares colectivos.
En el artículo que se comenta, liderado por esta arquitecta, el discurso pasa a continuación a hacer una exposición sobre la evolución económica de las sociedades occidentales, desde prácticas productivas que propugnarían la fabricación en masa de bienes indiferenciados al ensalzamiento de la organización contemporánea que se adjetiva como postfordista siguiendo a determinados ideólogos de la economía contemporánea que siguen a Schumpeter. Hadid presenta el postfordismo como un argumento positivo que aportaría flexibilidad espacial y constructiva, especializando las formas de la arquitectura.
Otro recursos ideológico que aparece en el texto para la apoyatura de una arquitectura particular -evidentemente la suya propia- es la apropiación del lenguaje científico ligado a la complejidad y a los mecanismos que regulan la interacción de las estructuras orgánicas. Algo parecido ocurre con las referencias a las técnicas y sistemas para el tratamiento de la información en situaciones ininteligibles o difícilmente comprensibles.
Pero toda la argumentación extraída de otras disciplinas próximas o lejanas cae en la superchería cuando Hadid y Schumacher dan el salto en la proposición de una última corriente artística, la solución definitiva para el avance de la arquitectura, a la que denominan parametricismo. Un nuevo estilo arquitectónico que vendría a sustituir a los ya anticuados postmodernismo y deconstructivismo de los años 80 y 90 del siglo XX.
Según ellos, el postfordismo exigiría patrones espaciales nuevos, adaptables, variados e integrados en la nueva economía que podrían resolverse desde ese parametricismo que se propugna. Este nuevo formalismo defiende que todos los elementos que componen la arquitectura y el urbanismo integran una construcción lingüística diferente que debe ser capaz de adaptarse y ser flexible al cambiante entorno. Frente a las formas geométricas rígidas y simplistas, la nueva estética paramétrica que se publicita se apoyaría en diseños maleables y dinámicos adaptados a contextos en evolución. La variación y la indeterminación formal serían así recursos compositivos esenciales de un nuevo estilo que se presenta como universalista.
Estación de bomberos de la fábrica VITRA. Weil am Rhein. Zaha Hadid, 1993
Finalmente, ese texto titulado Edificios adaptables, pasa a hacer una apología directa de la propia arquitectura de sus autores. Una representación adecuada de esas ideas en la vanguardia de la evolución de la arquitectura. Se recuerdan para ello algunas obras proyectadas y ya realizadas en España, como la llamada Torre Espiral para Barcelona o el Pabellón Puente de la Expo de Zaragoza de 2008.
A lo largo del tiempo, he tenido oportunidad de visitar algunos edificios de esta arquitecta, atraído por la brillantez de su imaginería, y acompañado por otros colegas también subyugados por unas fotografías difundidas hasta la saciedad por las revistas profesionales. En particular, hace varios años estuvimos recorriendo la famosa empresa de mobiliario Vitra de Weil am Rheim, donde se construyó el primer edificio de Zaha Hadid, una supuesta estación de bomberos para la fábrica. Recorriendo sus espacios distorsionados y extremadamente difíciles en su ejecución, se constata la sinrazón de una arquitectura concebida como una mera escultura visitable y cuya utilidad es dudosa cuando no, meramente imposible. Creo que ese edificio manifiesto nunca se ha usado realmente. Una muestra evidente del despropósito de esa arquitectura basada exclusivamente en la imaginería absurda y la arbitrariedad.
Algo similar ocurre con el Pabellón Puente de Zaragoza, un reclamo de marca, que, en su momento, contuvo una exposición espectacular sobre el agua y que comunicaba la nada. Actualmente, esa obra excesiva y caprichosamente compleja en su formalización estructural, está en un estado de abandono y postración que ha llevado al Ayuntamiento de la ciudad a convocar un concurso de ideas para establecer cual puede ser una funcionalidad apropiada para un contenedor inútil, un uso factible para ese espacio impracticable y cubierto sobre el río Ebro.
Esta forma espectacular y publicitaria de concebir la arquitectura coincide con unas estrategias de mercadotecnia, dedicada a la difusión de las marcas empresariales y urbanas -muy en boga en la última década- que reflejan descarnadamente la venta de lo innecesario y con ello, se extiende un despilfarro inaceptable de los escasos recursos financieros colectivos.
Pabellón Puente de la Expo de Zaragoza. Zaha Hadid, 2008
En mi opinión, el planteamiento de Norman Foster es radicalmente diverso ya que parte de una posición ideológica humanista más a la busca del beneficio colectivo amplío, la confianza en la investigación sobre la tecnología para la resolución de los problemas técnicos que se desprenden de las amenazas contemporáneas. Foster en su artículo sobre el Futuro de la arquitectura quiere hacer un ejercicio de prospectiva sobre bases más sólidas.
Al igual que los anteriores intenta explicar el contexto contemporáneo extrayendo aquellas cuestiones relacionadas con la crisis de los recursos que constituyen un reto de primer orden para la supervivencia de la humanidad en las próximas décadas. Su visión social se refleja en su argumentación a favor de la eliminación de la brecha entre los países que disponen de los bienes y aquellos que padecen pobreza. Para ello, en uno de los primeros párrafos de su artículo propone -equivocadamente desde mi punto de vista- un aumento masivo de la producción y el consumo energético.
Es esa, una primera cuestión relevante que señala, aquella que se refiere a una disponibilidad energética menguante, que el arquitecto trata de enfatizar y sobre la que se esfuerza en dirigir el peso de su razonamiento para una necesaria transformación de la arquitectura. Lástima que se escamoteen o soslayen otras cuestiones también relevantes, relacionadas con la creciente escasez de materias primas, las insuficiencias alimentarias recurrentes y la injusticia de los sistemas de distribución y especialización impuestos. Todos ellos factores que se estimulan desde la actual organización del sistema económico mundial imperante.
El arquitecto Norman Foster al mando de uno de sus aviones privados. 1994
La idea central que Foster aporta en este texto es que una reconsideración global de la arquitectura y el urbanismo permitirían un mayor ahorro y eficiencia en el consumo energético. Un ámbito de reflexión al que su equipo profesional ha dedicado mucho pensamiento y esfuerzo, conjuntamente con los ingenieros que colaboran con ellos. La propuesta de formas revolucionarias para el aprovechamiento de la energía solar y el estudio de las condiciones ambientales para la mejor disposición de la refrigeración y el aislamiento de la edificación, han llevado a Foster y sus asociados a innovar en la espacialidad de la arquitectura sobre bases más sólidas que las de la arquitecta iraquí. Otras reflexiones asociadas que propone y que tienen su interés se centran en el manejo del agua y los residuos, siempre desde la apuesta por la máxima intensidad, eficiencia y reciclabilidad.
Foster representa una alternativa exitosa frente a las potentes consultorías de ingeniería británicas, y una evolución de los tradicionales estudios de arquitectura de pequeña escala, que a lo largo de los años ha logrado consolidarse con un equipo amplío, muy bien estructurado y eficiente, que produce una arquitectura con una alta capacidad técnica y una formalización estética aceptable basada en la expresión directa de la tecnología asociada. Pero es que, más allá de la organización y los procedimientos, las bases filosóficas de Foster and Partners estarían mejor alineadas con una evolución positiva de lo que es necesario acometer en el campo del entorno construido. Al menos, en los países avanzados.
Otra reflexión interesante que se incluye en este artículo sobre el futuro, es la que se refiere a las perspectivas de la urbanización. Considera necesario actuar en la transformación de la organización actual de las ciudades, corrigiendo los problemas generados por la expansión incontrolada e insostenible en el uso del automóvil individual. Para él una movilidad más apropiada tendría que ver con la estimulación de una mayor densidad y compacidad en las áreas urbanizadas y la promoción de las superficies recuperadas para el peatón.
La apuesta en curso, para la construcción de la nueva ciudad de Masdar en Abu Dhabi, sería una respuesta del grupo de Foster a estas preocupaciones sobre como lograr un urbanismo más responsable en el consumo de recursos. El lema utilizado, de consumo cero de carbón, refleja una idea de autosuficiencia energética en la construcción y la movilidad que es sumamente respetable.
Espacio interior del London City Hall. Foster and Partners, 2002
Aunque es evidente que solo desde la arquitectura no se pueden resolver en su globalidad las gravísimas amenazas que atenazan a la humanidad, particularmente creo que ha quedado claro que valoro más positivamente, el esfuerzo intelectual de Norma Foster que las pirotecnias formales de Zaha Hadid.
Bonita foto del valle y delta del Nilo, FGB encabeza tu página hoy, a la derecha. Y como tú, me quedo con NF antes que con ZH. ¿Sigue todo bien? Un abrazo, Andrés.
Me alucinó la cubierta del Reichstag y la simpleza del metro de Bilbao.
De ella sí sé, pero no he visto nada.
Mientras pueda, seguiré aprendiendo contigo, un abrazo.
Muchas gracias por los comentarios de Andrés y Virgi.
Ya son ustedes casi como amigos en este mundo paralelo.
Federico: Te has fijado en el mismo Babelia que yo y las conclusiones que sacas de su lectura son razonables y, sobre todo, tienen sentido común. No me posiciono de forma tan clara como tú (y no en este caso concreto de Zaha Hadid y Norman Foster, sino en lo que ambos representan) porque cada vez creo menos en las “soluciones mágicas” vengan de donde vengan si, a la vez, no van acompañadas de intervenciones sociales. Dado que en el ciclo de vida de un edificio los costes ambientales se reparten de forma muy desigual (aproximadamente en 60% por el uso y un 40% para todo lo demás incluida la construcción, el desmontaje, etc) y la forma en que los usuarios se comportan es básica, ya podemos luchar de forma desaforada en ese 40% que nos afecta, que como no consigamos modificar los hábitos correspondientes al 60% restante habremos aportado poco. Si conseguimos hacer las cosas muy bien en ese 40% podremos rebajar estos costes como máximo en un 5%. Mientras que si hacemos edificios y ciudades en los que el usuario se encuentre “casi obligado” a comportarse correctamente (es decir, en los que se sienta cómodo y viva en armonía con el medio) se podrán obtener ganancias que pueden llegar al 30%. La situación en la que nos encontramos es compleja pero pienso que hay que volver la mirada al sitio donde la hemos debido de tener siempre: al ciudadano. A la mayor parte de “los grandes maestros” (incluidos estos dos) los veo demasiado alejados de una ciudadanía que va a un ritmo que nada tiene que ver con el suyo. No se si he sido un poco críptico al explicar estas cuestiones pero me siento limitado por el teclado del ordenador. Gracias por seguir en la brecha. Reconforta volver de vez en cuando por este blog y ver que sigue al altísimo nivel de siempre. Un abrazo.
Fede: es un placer serlo, y es recíproco. Y estoy en total acuerdo con lo que apunta Fariña aquí arriba. Un abrazo, Andrés.
que el petroleo suba por la inestabilidad es, al menos, discutible, aunque hay quienes pensamos que sube más por la desvergüenza y avaricia de los especuladores que por motivos reales y mesurables.
pero ¿qué significa que en este preciso momento la gasolina cueste hoy MAS QUE NUNCA mientras el petroleo, aunque caro, no?
sencillo, significa que hay personas que cuanto peor le vaya a los demas, mejor les va a ellos; que a más sangre, e intestinos, de gente inocente derramados y esparcidos, más riqueza acumula
y la mayoría de ellos, aparentan ser decentes cuando se visten bien para ir a sus despachos, o a cenar, o incluso A MISA, al parecer a ponerse delante de su dios a rezar.