A partir de que Lyndon B. Johnson definiera durante los años 60 el esquema para la Gran Sociedad, en ese país se establecieron las últimas iniciativas de corte social para atender a la ciudadanía. Es el caso de Medicare o Medicaid, programas que aun funcionan con grandes dificultades, en lo que se refiere a la asistencia sanitaria. Una parte de ese concepto incluía también estrategias para la reforma urbana (Urban Renewal) que afectaron a las principales ciudades estadounidenses; una política urbana genérica del gobierno federal americano que se concentró en tratar de mejorar la calidad de vida de las zonas centrales pobres en las grandes concentraciones habitadas.
<---En el conjunto de los estados miembros de la Unión, la reorientación experimentada desde entonces, relacionada con el tratamiento del urbanismo, paulatinamente ha ido dejando en manos de los operadores inmobiliarios la gestión del desarrollo urbano y la ordenación del crecimiento. El caso americano no es uniforme; varía de unos estados a otros y así, mientras en Oregon se promueve una cultura participativa para controlar el crecimiento, en Texas y California el imperio de los promotores se explaya por sus extensas costas bajo la hegemonía privada en la toma de decisiones urbanísticas. Un caso extremo de esta visión privatizadora de los bienes colectivos lo representa la ciudad de Houston, cuya expansión territorial se ha definido desde siempre a partir de los intereses privados y es actualmente, una ciudad sin planificación urbanística, tal y como entendemos este concepto en el entorno europeo. Elementos fundamentales para el desarrollo del mercado inmobiliario, como parcelación, volumetría, aprovechamientos, etc., es decir la zonificación en terminología americana, se concreta a través de la aplicación directa del derecho común, introduciendo cláusulas consensuadas en las escrituras de compraventa de terrenos; algo que ha descrito brillantemente Inés Sánchez de Madariaga, en su interesante libro La práctica urbanística en los Estados Unidos de 1998.
La extensión de las ciudades y su forma urbana concreta se establece en muchos casos a expensas de la voluntad de los operadores urbanísticos individuales y bajo el imperio de las actuaciones aleatorias. En muchos casos, no se cuenta con el recurso a instrumentos que dirijan globalmente los procesos. La ideología extrema de lo privado llega a planteamientos inverosímiles en otros países desarrollados. Una muestra de esto puede ejemplificarse en la consideración de la implantación de una línea de metro ligero como un despilfarro intolerable, de acuerdo a lo expresado por Randal O’Toole del conservador Cato Institute en su blog The Antiplanner.
La nueva administración de Barack Obama se ha propuesto producir un cambio en esta orientación paliativa y descontrolada que existe en el país norteamericano desde los tiempos de Kennedy y Johnson Sus primeros pasos proponen ya establecer nuevos mecanismos para ayudar a la intervención activa en la mejora urbana de las principales áreas metropolitanas. De acuerdo a un artículo aparecido en governing.com, la política federal se va a reorientar con el objetivo de estimular la conversión de las principales ciudades y regiones urbanizadas del país en instrumentos más potentes de desarrollo económico. Según al nuevo presidente estadounidense: Necesitamos dejar de ver a nuestras ciudades como el problema y empezar a verlas como la solución. Porque unas ciudades fuertes son las piezas que construyen regiones potentes y regiones potentes son esenciales para el progreso de América.
En las últimas décadas, los estadounidenses han considerado como un tópico incotrovertible a las ciudades centrales como reductos donde se arremolina la pobreza constituyendo el caldo de cultivo de la criminalidad. Según Valerie Jarret, la nueva asesora presidencial en temas de urbanismo, esa imagen debería cambiar atendiendo a que las ciudades y las regiones pueden ser y son motores básicos para estimular la economía de los países.
Según los nuevos planteamientos de la administración Obama, el refuerzo de las ciudades como activos económicos sustanciales debe conectarse a la cooperación entre entes locales y regionales. Pero la capacidad de intervención de la administración presidencial en la ordenación urbanística es escasa ante la autonomía legislativa de los distintos estados y la miríada de organismos autónomos. La legislación americana para la administración del suelo no constituye, por tanto, un sistema unificado como consecuencia de la estructura federal de gobierno.
Ello ha llevado a situaciones ya históricas y que resultan curiosas observadas desde la perspectiva de otros países. Es el caso de la experiencia que ha supuesto el Plan Estatal de Nueva Jersey, un documento heredero de los trabajos desarrollados por la Regional Planning Association (RPA) de Nueva York.
Según relata Inés Sánchez en su libro, esta institución privada de carácter filantrópico – que en la actualidad tiene más de 1500 miembros- se funda en la década de 1920, bajo los auspicios de declarados utopistas como Lewis Munford, con el objetivo de mejorar la calidad de la vida de los ciudadanos en el área metropolitana de 13.000 millas cuadradas, en torno a esa ciudad. La RPA ha preparado tres Planes Regionales a lo largo de su historia, siendo el más reciente, A region at risk, que data de1996. El primero de ellos, presentado en el año 1929, propuso facilitar el crecimiento extensivo y la transformación radical del área metropolitana neoyorkina. Sobre la base de un riguroso análisis del ámbito territorial en el que se enclava la metrópolis americana, el Regional Plan of New York trataba de potenciar de la movilidad sin perder calidad urbana. El documento aportado incluía un catálogo con 450 actuaciones concretas relativas a vías urbanas de alta capacidad, parques y vivienda pública. Es de destacar que este planteamiento planificador de carácter esencialmente privado, fue el soporte ideológico en el que se apoyó Robert Moses para llevar a cabo su visión reformadora de la metrópolis norteamericana; un esfuerzo hercúleo de gestión que transformó la ciudad y su entorno, de una manera substancial a lo largo de las siguientes décadas.
Imágenes explicativas de los posibles escenarios en distintas situaciones urbanas. Plan Estatal de Nueva Jersey, 2004
Este novedoso documento de planeamiento ha tenido la virtud de ofrecer un marco participativo para la contraposición de las opiniones entre los distintos agentes que intervienen sobre el suelo, sin por ello, actuar como elemento de decisión en si mismo.
Durante el siglo XX, una característica de la planificación territorial en Estados Unidos ha sido la creciente influencia de las técnicas paisajística en el diseño y planificación del suelo. Ello se ha ido concretando en la aplicación de sus recursos a ámbitos territoriales cada más amplios. Es el caso de lo ocurrido con la expansión del pensamiento generado alrededor del Landscape Architecture Department de la GSD de Harvard a partir de la segunda mitad del siglo XX. Personajes seminales como Hideo Sasaki o el escocés Ian McHarg (autor del recientemente traducido, Proyectar con la naturaleza de 1969) han tenido una influencia decisiva en la concepción actual de la planificación del territorio en los Estados Unidos, resultando en la fundación de oficinas y agencias de servicios especializados actualmente muy extensas.
Los conceptos analíticos de Ian McHarg para la preservación regional de los espacios naturales y la consideración de determinados elementos físicos como vectores básicos de la planificación territorial fue algo novedoso en los inicios de la década de los 70. Hoy en día, aquellas propuestas analíticas, que son ya algo común en los sistemas de información geográfica, en los documentos de ordenación urbanística y territorial, así como instrumentos como la imposición de las evaluaciones ambientales, surgen en parte de aquellas ideas avanzadas por este arquitecto paisajista.
En los años 80 aparece también en América una visión conservadora sobre el desarrollo urbano, el New Urbanism. Impulsado por gentes como Peter Calthorpe o Andrés Duany, el Nuevo Urbanismo introdujo técnicas participativas en el diseño de las nuevas piezas de ciudad y revivals de una concepción rancia en la formalización de la urbanización y la arquitectura. Visto desde la distancia se podría considerar una reivindicación de los modelos históricos, una extensión natural de lo que supuso el postmodernismo en arquitectura.
Propuesta de remodelación del centro de Omaha como Civic Place District. Imagen explicativa incluida en el Urban Design Master Plan de WRT, Omaha by design, 2005
La influencia teórica de Mc Harg, se ha mantenido a través de empresas como Wallace, Roberts y Todd, donde confluyen sus planteamientos con los del New Urbanism. Esta oficina es responsable de planes novedosos como el Urban Design Master Plan de la ciudad de Omaha o el recientemente premiado Action Plan for Central Delaware de 2008.
Sección de la propuesta de ordenación del waterfront del Central Delaware como Transit Oriented Development. Wallace, Robert & Todd
Metrovision 2040. Planificación del área metropolitana de Portland, sobre la base de la ordenación del transporte público. Calthorpe Ass.
Estas son algunas bases e ideas sobre las que la administración Obama va a retomar la recuperación de las ciudades como motivo para impulsar el desarrollo económico de las regiones. Esperemos a los próximos tiempos para ver en que medidas económicas y acciones urbanísticas se concreta esa posible política territorial en los Estados Unidos. —>
Interesantísimo artículo. Gracias por compartirlo.
Federico: el ideal de vida norteamericano siempre ha sido la referencia para las clases medias de todo el mundo. Sin embargo esto está cambiando (en realidad, ya había empezado a cambiar con la administración Bush) porque ni los propios norteamericanos se creen ya su ideal de vida. Un ideal de vida insostenible, con una de las huellas ecológicas más altas del mundo derivada de dos elementos esenciales. El primero, el despilfarro energético producido por unos automóviles (en general por todas las máquinas incluidos aires acondicionados) ineficientes hasta cotas impensables en Europa. Por ejemplo, los consumos medios de los automóviles multiplican por más de dos y medio a los europeos. Y el segundo por un sistema productivo en el que la construcción residencial tiene un papel clave (por otra parte muy parecido a lo que sucede en España). Y ahí no voy a decir nada porque el artículo que has escrito lo refleja perfectamente. En definitiva, que el “new deal” de Franklin D. Roosevelt ha perdido el norte y los norteamericanos con Obama a la cabeza están luchando por encontrarlo de nuevo. Por desgracia, aquí no.
Curiosamete, Federico, parece que en algunas ciudades americanas se está generando un debate sobre la “vuelta a los centros”, lo cual tiene mucho mérito, pues la mayoría de los downtowns son lugares desiertos y peligrosos tras la hora de cierre de los comercios.
Lo explicaba bien nuestro colega común Manuel en “Vuelta al centro de las ciudades en Estados Unidos”:
http://ciudadesaescalahumana.blogspot.com/2008/07/vuelta-al-centro-de-las-ciudades-en.html
Un saludo desde el Mediterráneo hasta el trópico. AM