Proyectar y construir arquitectura que exprese anhelos comunitarios se ha vuelto una tarea de titanes en nuestros días. Si además la ambición del arquitecto es conseguir espacios innovadores y memorables el esfuerzo se vuelve en casi imposible. Toda una coalición de agentes, obstáculos e incomprensiones se confabulan contra la arquitectura concebida como una manera de expresión poética del espíritu colectivo.
El mundo de la empresa y, en su interior el espacio del negocio inmobiliario, casi ha desaparecido para las aspiraciones de la arquitectura, pues sus objetivos son otros muy distintos y obras expresivas solo se solicitan cuando es evidente su contribución a reforzar la marca empresarial. La definición de la producción de viviendas desde la perspectiva empresarial como un sistema para la puesta en el mercado de bienes estandarizados es bastante incompatible con una visión artística destinada a la aportación de una mayor calidad y la innovación estética en el espacio doméstico.
Sin embargo, los encargos que promueven los gobiernos municipales y estatales relacionados con dotaciones educativas, sanitarias, jardines, etc. por su carácter generalmente poco convencional y esporádico permiten una mayor libertad formal y una relativa experimentación espacial. Precisamente por tratarse de bienes comunes, la elaboración de equipamientos y espacios colectivos para las administraciones públicas es un ámbito donde ha podido florecer la arquitectura y el urbanismo de mejor calidad en algunos países como el nuestro.
Pero las cosas están cambiando rápidamente también en las administraciones públicas hacia un contexto más restrictivo. La creencia ciega de las administraciones en la norma está generando una complejidad excesiva e innecesaria en la gestión de los equipamientos públicos, lo que motiva todo tipo de disfunciones y entre las que las corruptelas administrativas son su expresión de más baja estofa. La incomprensión del esfuerzo que supone lograr edificios significativos en los pueda florecer la poesía de la arquitectura es cada vez más patente entre los que detentan la responsabilidad de administrar los recursos de todos.
Centro Polideportivo de la Higuerita. Vista del espacio interior de piscina
El paisaje político y del funcionariado responsable de la promoción de obra pública suele estar colonizado por personajes que promueven la ventaja personal por encima de cualquier otra consideración y para los que la tarea ética de conseguir los mejores edificios y espacios colectivos es un asunto a situar en un segundo plano. Aunque como es lógico siempre existen honrosas excepciones dentro de este mundo, personas imbuidas por una consciencia ética singular que trabajan denodadamente para superar un sistema orientado a la igualación y mediocridad de las actuaciones orientadas al servicio colectivo.
Viene esta digresión a cuento de una experiencia personal relacionada con la construcción de un edificio de equipamiento deportivo que hemos terminado recientemente y que ha supuesto esfuerzos considerables para el equipo que dirijo. Es una historia que nos ha ocupado durante los últimos 5 años y que ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los avatares que están normalmente detrás de las imágenes glamourosas finales que se presentan en los medios profesionales. Textos, gráficos y fotografías que ocultan normalmente las dificultades y esfuerzos de todo tipo que supone intentar hacer una obra de arquitectura coherente con las necesidades reales de nuestras sociedades contemporáneas.
El edificio en cuestión, cuyas imágenes y planos hemos presentado más extensamente en el
Vista aérea del edificio en su entorno inmediato
Un objetivo social loable en principio, liderado por unos dirigentes políticos conscientes de las necesidades a suplir a la población, se fue convirtiendo poco a poco en un calvario de papeles, burocratizado en extremo y fiel reflejo de las carencias y dificultades ejecutivas que existen en las administraciones locales de este país.
En España, una iniciativa pública puede llevar años, incluso décadas, lastrada por prácticas burocráticas implantadas paulatinamente a lo largo del tiempo y en las que la simplificación administrativa brilla por su ausencia. Si a ello se añade la ineficacia de unos cuerpos funcionariales que en muchos casos desconocen masivamente la propia reglamentación aplicable, la resolución de los problemas puede llegar a ser titánica.
Con carácter previo a la formulación de la iniciativa, obra, actividad o lo que sea, debe abrirse un expediente justificativo de que la propia administración actuante no tiene capacidad para llevar a cabo el acto por si misma. Se debe contar también con partida presupuestaria aprobada y consignada dentro del presupuesto anualizado o, en otro caso, se debe proceder a la modificación precisa para su encaje económico. Este procedimiento previo puede llevar en sí mismo varios meses entre trámites y desplazamiento del expediente entre distintos departamentos administrativos.
Un elemento básico es el sistema de contratación exigido por la legislación española, y que más recientemente ha incorporado extensamente las prácticas exigibles a nivel europeo. La nueva Ley de Contratos del Sector Público, de 2007, al igual que la anterior exige estrictamente la convocatoria de concursos públicos y en condiciones de igualdad para la adjudicación de los trabajos que no pueden llevar a cabo directamente las distintas administraciones públicas. Una obligación positiva, la de los concursos administrativos, que evita actuaciones discrecionales pero que requiere de un tiempo que se transforma en largísimo.
Una vez superados los poderosos escollos que supone la fase previa de la iniciativa, se debe iniciar el procedimiento de contratación que en el caso de obras de arquitectura o infraestructura precisan de la adjudicación previa del correspondiente proyecto técnico. Ello comporta la elaboración de pliegos de condiciones específicos para la elaboración de la consultoría técnica además de los administrativos necesarios.
Centro Polideportivo de la Higuerita. La Laguna, 2008. Planta semisótano de Piscina
Los pliegos técnicos para la adjudicación de los correspondientes proyectos tienen una incidencia decisiva en el resultado de la obra pública que se pretende ejecutar y a lo que no se le suele prestar la atención debida. Normalmente, el criterio fundamental que aplican muchas administraciones es el del menor coste y menor tiempo de ejecución del trabajo en la elaboración del proyecto técnico lo que redunda de una manera absolutamente lógica e implacable en un deterioro de la calidad final del edificio y, en definitiva, de la inversión. Ello se hace por que estos criterios hacen el trabajo mucho más fácil y sencillo para el funcionario responsable a la hora de elaborar el y resolver el expediente de concurso obligatorio.
En el caso del edificio que nos ocupa, el conjunto social y deportivo de la Higuerita, el criterio fundamental por el que se nos adjudicó el trabajo tuvo que ver con un cóctel relacionado con una pequeña baja en el coste, un tiempo de ejecución disparatado y, sorprendentemente, el planteamiento metodológico para la ejecución del trabajo, lo cual nos fue comunicado con posterioridad. La posible calidad del futuro trabajo no fue contemplada en ningún caso, de acuerdo al baremo de adjudicación,. Lo cierto es que no se presentó ninguna idea sobre la arquitectura a realizar porque no se nos exigía.
La elaboración del proyecto tuvo muchas dificultades puesto que el programa exigido finalmente no encajaba de una manera adecuada en la parcela designada. Se pedía un polideportivo cubierto, piscina doble para natación terapéutica y de entrenamiento que permitiera competiciones hasta 25 metros y gimnasio junto con las instalaciones complementarias de servicio, vestuarios, sauna, administración, etc. Por otra parte, debía encajarse también un centro orientado específicamente a la mujer, con una guardería y ludoteca incorporadas. En algún momento, se consideró también la posibilidad de realizar un gran aparcamiento subterráneo que alcanzase las doscientas plazas. Finalmente, se pedía la ordenación de los espacios exteriores como plazas ajardinadas de acceso.
Para encajar este extenso y variado programa hubo que hacer múltiples filigranas y cuyo resultado final significó propiciar la modificación de la ordenación prevista por el plan urbanístico del municipio. La solución final consistió en la separación de las actividades deportivas y las sociales y su concentración en edificios específicos que, en el primer caso, dio lugar a un edificio de cuatro alturas, colocándose la piscina y el gimnasio en semisótanos y el polideportivo con su espacio para espectadores sobre rasante de las calles colindantes. La suerte fue que la parcela presentaba un desnivel global superior a los 8 metros lo que permitió encajar semienterrado el edificio deportivo en el extremo superior y el social en la parte inferior, reservando un gran espacio central para plaza pública de acceso.
Lógicamente, el ensamblaje y la resolución técnica de este complejo llevaron muchos meses. Más de los previstos inicialmente debido a los múltiples cambios y ajustes que fueron necesarios, tanto en la definición del proyecto como en la esfera administrativa y urbanística.
La segunda parte de la cuestión fue la adjudicación de la obra. Nuevamente en este caso, el criterio administrativo predominante se impuso y la obra se otorgó a la oferta que presentó el menor coste. En este caso, hubo que remodelar el expediente para encargar solo uno de los edificios, el que se refería a las instalaciones deportivas y con unos plazos exiguos y una baja económica descabellada, superior al 20% de lo presupuestado, lo que evidentemente trajo consecuencias. Algo normal, por otra parte en este país, que generalmente tiene unas consecuencias económicas nefastas.
Centro Polideportivo de La Higuerita. La Laguna, 2008. Sección general del edificio
En una situación así, las empresas constructoras que trabajan en el entorno de Canarias confían en las imprevisiones de proyecto o la aparición de circunstancias que desvirtúen lo previsto inicialmente para recuperar el dinero previamente rebajado. En este caso, surgió un procedimiento administrativo superpuesto que consistió en la adjudicación administrativa de la gestión posterior del centro, justo al comienzo de la obra. La empresa adjudicataria de la gestión deportiva exigió inmediatamente un cambio sustancial de los espacios definidos en el proyecto adjudicado dando pié a lo que se conoce en el argot de las constructoras como el “reformado”.
Es en la definición de este nuevo documento (y en la dura negociación posterior) cuando el adjudicatario trata de restablecer el equilibrio económico y lograr los mejores beneficios posibles para la empresa. En este caso, la negociación del monto final del “reformado” ha llevado más de dos años con innumerables versiones y batallas para las que se han empleado todo tipo de recursos, artimañas y descalificaciones.
El resultado final es una obra que ha sufrido la incidencia de las incomprensiones de los numerosos actores intervinientes y que a pesar de haberse acabado y puesto en uso, todavía presenta numerosos inconvenientes y elementos mal ejecutados. Es significativo del disparate ejecutivo que estuvo incluso en cuestión la capacidad portante de la estructura debido a una mala calidad de los elementos constructivos empleados que no cumplían las exigencias mínimas de la instrucción constructiva aplicable.
Toda esta intrahistoria que está presente de una manera parecida en muchos trabajos de arquitectura para las administraciones públicas es el resultado de unas prácticas burocráticas lastradas por una ineficacia manifiesta que redundan en la ejecución de unos bienes públicos de baja calidad, orientados indefectiblemente a una mala construcción o a un despilfarro de los cada vez más escasos recursos económicos colectivos.
Se me quitaron las ganas de ser arquitecto.
Eloy González Suárez
El principal problema, Eloy, es que estás cosas no las explican en las Escuelas de Arquitectura. En esos nobles templos del saber solo están preocupados por el Arte como expresión de las más altas aspiraciones humanas. Y la realidad es que allí donde se mueve el dinero se desatan las más bajas pasiones y hay que estar preparado para navegar en esos mares procelosos. Ojalá los universitarios se dignen a salir de sus torres de marfíl y observar el mundo real más allá del Olimpo académico.
Estoy totalmente de acuerdo Federico
En mi pequeña experiencia en la ejecución de obras públicas de la capital, pude comprobar que toda la parafernalia que envuelve un procedimiento administrativo para la ejecución de obras, es constantemente aprovechada por las empresas constructoras para sacar el mayor beneficio posible o para recuperar la rebaja inicial, como tú tan bien lo ha descrito.
Si esta lección la tienen más que aprendida. Una lástima que no se utilice al menos una parte del gran esfuerzo derrochado en las negociaciones, para realizar un buen trabajo.
Gis
Las empresas constructoras (y casi todas las consultoras) se han creado con la exclusiva finalidad de ganar dinero. De forma que no es extraño que, tanto a la administración como a los particulares, traten de sacarles el mayor beneficio posible. Y no me parece mal. Es su misión. Pero la misión del particular (también entiendo como particular otras empresas) es conseguir la mayor rentabilidad para su dinero. Es decir, que la relación precio – calidad sea la mejor posible. Si el dinero es público, y la admón trabaja con dinero público, esta misión ha de ser mirada con el máximo cuidado. De ahí las cautelas administrativas que siempre deben estar presentes cuando se utiliza un dinero que es de todos. El problema, como denuncia Federico, se presenta cuando estas cautelas (imprescindibles) son sustituidas por meros artefactos formales (muchas veces en forma de absurda burocracia) que, en algunos casos, encubren auténticos fraudes.
La Administración vista desde dentro por desgracia está llena de elementos que sólo van a cobrar y muchas veces se entiende esta actitud ante la visión de políticos descabellados que desarman cualquier iniciativa, políticos estos sin conocimientos o formación alguna y que por sólo su condición de político opinan de todo y de todo saben, y como no son fácilmente “dirigibles” por el mayor poder factico de esta sociedad “EL DINERO” que compra voluntades ; Que persona que en su vida personal no es nada no intentará perpetuarse en puestos donde se supone que se adquiere prestigio y además se gana dinero ; Bueno de todas formas a lo que iba las obras públicas son un derroche de dinero, nadie controla verdaderamente la ejecución, los materiales etc y al final siempre pasa lo mismo obras que a los pocos años están echas una mierda; Como conclusión y pensé que nunca diría esto en mi vida estoy de acuerdo con Federico, no obstante piensa y reflexiona Federico que en este mundo de lo económico a ti no te ha ido nada mal.
Un Saludo
No tenia noticias de este punto, pero al leerlo hoy, me entraron la ganas de hablar; pero no de manera ANONIMA como el anterior, sino con nombre soy Paco León Arencibia; y por suerte o por desgracia participe en esta obra; de la cual me siento contento por varios motivos, pero principalmente (como “elemento” de la Administración – Arquitecto y Gestor de este edificio -)no fuí SOLO A COBRAR; me deje la piel y más en este proceso constructivo, el bajo coste y el riguroso control por mi parte al DINERO PUBLICO empleado; pero sobre todo porque lo estan DISFRUTANDO muchisimas personas de un barrio de mi ciudad, que no tenían NADA; no hemos DERROCHADO el dinero.
De todas formas amigo Federico, es evidente que trabajar para la administración es muy COMPLICADO, pero…. cuanto cuesta el tan cacareado -por nuevo- TEA de los archifamosos Herzog&De Meuron- y Don VIRGILIO Gutierrez. La vida es así de dura…. y finalizar este obra de arquitectura tardara mucho tiempo, pero como lo han sido muchisimos ejemplos que tenemos en nuestra isla; Recinto Ferial, Auditorio, Magma Center, Edificio de Presidencia, Cuartel de San Carlos, en fin interminable.
Al sr. Federico García Barba
Mi nombre es Cristobal Medina, estudiante de curto año, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. El motivo de mi comentario es que estoy analizando su obra (polideportivo la higuerita) en la parte constructiva, y me interesaría saber si existe la posibilidad o se encuentra en alguna página de internet la resolución de los cerramientos verticales y horizontales utilizados, el trabajo de investigación que tengo que realizar consiste en, cambiar la materialidad de la obra si modificar los aspectos ambientales de la misma, desde ya muchas gracias por su atención. Mi mail es arquitectura_cba@hotmail.com
Muy divertido…. tambien somos de la faudi…. estamos en la misma…. nunca encontraremos mas de esto… nos vemos en clase…
anonimo…
Para hacer buena arquitectura publica se debe lidiar con el aparato burocratico, el arquitecto muchas veces debe someterse al regimen politico de turno para hacer arquitetura