EL CENTRO DE LONDRES

Interpretación del Londres central. Manifesto for London, Terry Farrell. Architectural Review 09/2007

Hay algunas ciudades que admiramos por su vibrante escena urbana. Se suelen rememorar las calles, algunas plazas, parques y otros hitos que esconden una rica cultura acumulada durante siglos.

Es el caso de Londres, una ciudad maravillosa que cuenta con un espacio central que es paradigmático en este sentido. Desde Picadilly Circus a Regents Park, barrios como Kensington o Chelsea cuentan con una alta calidad urbana y van conformando una serie de espacios que han sido el fruto de distintas intervenciones urbanísticas a lo largo de la historia.
El número de Septiembre de 2007 de la revista Architectural Review contiene una interesante reflexión colectiva liderada por Terry Farell, titulada Manifesto for London. Este importante trabajo ofrece datos y análisis tendentes a la mejora de la calidad de esa región urbana europea como una aportación desinteresada de un colectivo de ciudadanos.
Entre el conjunto de propuestas y documentos aportados para el manifiesto destacaría un pequeño gráfico sobre la zona más característica de la ciudad. Es curioso el collage realizado para describir el centro de Londres en el que se constata que la mayor parte de la superficie del corazón de Londres es de propiedad pública.
Al margen de los parques urbanos significativos como Hyde, o St. James, otras grandes manzanas y parcelas tienen, de una manera u otra, un carácter público: sedes ministeriales, universidades, museos, palacios, etc. han ido concentrándose en el lugar como parte de un ingente esfuerzo colectivo llevado a cabo durante muchas generaciones. El espacio privado, representado en negro junto con las calles, sujeto a las leyes del mercado representa un escaso 25 % del total.
Lástima que en la actualidad y, sobre todo a partir del gobierno conservador de Margaret Thatcher, la ciudad de Londres y Gran Bretaña en su conjunto haya declinado seguir con el esfuerzo público en la mejora de sus ciudades y cedido la iniciativa a los operadores inmobiliarios privados en aras de una supuesta eficacia económica.
Lo cierto es que los nuevos centros generados a partir del liderazgo de los promotores muestran síntomas de una anomia urbana y una baja calidad espacial contrastable como demuestra, el centro de Canary Wharf y el conjunto de remodelaciones llevadas a cabo en los antiguos muelles, una iniciativa para crear un nuevo distrito financiero que no acaba de generar una vida urbana vibrante en consonancia con su voluntad de centralidad.
El marketing urbano y la iniciativa privada no son mecanismos suficientes para aumentar el atractivo de las ciudades. La calidad en las ciudades se debe apoyar en hechos tangibles que se concretan alrededor de la aportación de nuevos espacios públicos. Su construcción es siempre resultado de un esfuerzo y de la generosidad de la visión colectiva.

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