En mi opinión, esta suerte de mal llamada democracia que padecemos es un proceso perverso, que ha mutado desde la administración de las necesidades colectivas hacia un mecanismo para desviar los intereses comunes en beneficio de unos pocos en demasiadas ocasiones. Y esto ya no se aguantará mucho tiempo más sin que haya que cambiarlo. Un liderazgo ético no se puede construir sobre cimientos tan endebles como los que fundamentan a la clase política en estos momentos, por mucha demagogia ideológica que se le eche.
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Vista de la periferia de la ciudad de Santa Cruz en 1935. Foto: Paco Yanes, Flickr PGO de Santa Cruz de Tenerife. 2009. Plano de los sistemas generales y locales de espacios libres, equipamientos y otras dotaciones Panorámica de la ciudad de Santa Cruz. 2003—>
Pienso que nos encontramos en otro de esos momentos en que es necesaria una regeneración en profundidad. En lo que se refiere a los temas territoriales, se constata que el crecimiento en extensión y ocupación salvaje de los espacios insulares se ha detenido momentáneamente. Y, sin embargo, muchos consideramos que sería una opción suicida reiniciar la carrera de la construcción residencial a la que hemos estado acostumbrados en los últimos tiempos. Ello, a pesar de que nos haya estado dando de comer en las últimas decenas de años. Sobre todo si tenemos en cuenta que el territorio de las islas ya lo percibimos como claramente finito. La creciente escasez del suelo para consumir se ha vuelto un axioma incontrovertible.
El problema que tenemos en el horizonte está relacionado con la necesidad de un cambio de modelo económico e, imbricado con ello, una nueva forma de tratar el suelo de nuestras islas. Un futuro económico que no se es capaz de imaginar todavía. No obstante, opino que la alternativa debería centrarse en la calibración muy cuidadosa de las posibilidades de implantación de nuevas actividades, la regeneración de los desmanes producidos en el paisaje y la implementación adecuada de las cuantiosas necesidades de servicios públicos colectivos insatisfechos. Y sigo creyendo en la planificación a largo plazo como una herramienta necesaria frente a la alternativa de la constante improvisación que tanto se aprecia.
Creo que si somos conscientes ya de la obsolescencia radical del modelo económico basado en la construcción. Ni la industria turística, ni el sector residencial necesitan ocupar nuevas superficies útiles. Lo que se requiere son nuevas ideas para recualificar intensamente los deteriorados espacios consumidos en los últimos cincuenta años. La forma en que se ha transformado de una manera tan despreocupada el territorio en Canarias ha estado premeditadamente dirigida por la improvisación y la constante apropiación particular de rentas colectivas. Arreglar los espacios urbanizados deficientemente es una tarea inaplazable en las que se tengan en cuenta cosas tan simples como aumentar el ancho de las aceras, el ajardinamiento y arbolado de las calles, la provisión de espacios públicos agradables, revegetar las periferias de los núcleos habitados. También, conseguir dotar de espacios suficientes para los servicios sanitarios, sociales, educativos, etc. en los distintos barrios y pueblos no en el centro de las ciudades. Guarderías para poder dejar a nuestros hijos, bibliotecas de barrio para poder acceder a la cultura y la información, residencias suficientes para atender a nuestros mayores, etc, etc.
Es por esto, que la clave estaría en la planificación de acciones sobre el territorio desde una perspectiva radicalmente opuesta a la que estamos acostumbrados. Si cada propuesta requiere decenas de años para ver la luz verde en los procesos participativos y aprobatorios, algo está funcionando muy mal en el sistema legal con el que nos hemos dotado.
Resta su nueva supervisión técnica y jurídica, la consideración del documento del Plan General de Ordenación por la Ponencia Técnica de la provincia occidental y su remisión posterior a la consideración de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias y -si el proceso no encuentra nuevos obstáculos- deberá redactarse su Texto Refundido y, finalmente, cursarse nuevamente para su aprobación por el Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio que dará la orden para su publicación en el Boletín Oficial de la Comunidad. Un proceso complejísimo y disparatado en el que el tiempo restante debe presuponerse más en años que en meses.
Opino que en las actuales condiciones es conveniente lograr la aprobación definitiva de este Plan General de Ordenación de Santa Cruz de Tenerife ya que es un documento que, legal y técnicamente, mejora al que está en vigor. Al margen de ello considero que no es un buen plan para la ciudad, ya que en líneas generales constituye una rectificación ligera del modelo definido por el plan anterior de 1992.
Su estrategia de ordenación ha consistido en transformar y redefinir innecesariamente muchísimas piezas de la ciudad consolidada. Con ello se han corregido numerosos errores puntuales de la ordenación anterior y también se ha amparado a muchas iniciativas económicas de carácter variopinto. Desde luego, es un documento de una precisión técnica superior y se adapta con bastante eficiencia a toda la parafernalia legal que es vigente en esta región.
Muchas operaciones específicas –espoleadas por los intereses especulativos de muchísimos operadores inmobiliarios- contribuirán a una densificación inconveniente de las partes más edificadas del municipio. Ello sin ofrecer como contrapartida, una mejora potente en espacios libres, dotaciones y equipamientos. Es más en algunos casos, se sustituyen equipamientos consolidados por nuevas operaciones de desarrollo residencial, incrementando la densidad edificatoria y una mayor congestión sobre la ya de por sí colapsada trama viaria.
Considero que se ha renunciado a un objetivo más acorde con los tiempos, el decrecimiento edificatorio en la ciudad central y, en general en el municipio, en aras de incentivar la inversión pública en los barrios infradotados y en los municipios más alejados.
Podríamos definirlo como un plan urbanístico bulímico en el que no ha quedado superficie o espacio sobre el que no se haya pensado una ordenación orientada a la generación de mayor desarrollo y crecimiento. Desde mi perspectiva, me hubiera parecido más correcto establecer un criterio general tendente a atenuar esa mayor concentración de actividades y servicios en el centro de esta ciudad y sus barrios periféricos que se propugna como algo inexorable. Vivimos sobre todo en la vertiente norte de una isla excesivamente polarizada, donde se reside en una periferia extendida a más de 50 kilómetros del centro de la capital. Y se trabaja principalmente en los espacios situados en el área metropolitana de Santa Cruz. Ello origina diariamente un flujo de desplazamientos masivos que pendulan entre unos lugares y otros a lo largo de determinadas franjas horarias, generando unos procesos congestivos absolutamente nefastos. El PGO de Santa Cruz va a contribuir notablemente con sus propuestas de mayor concentración de actividades a incrementar este problema. Finalmente, el modelo expresado en el plan tiene un déficit básico consistente en la falta de coordinación metropolitana: la ciudad que vivimos no se puede entender aislada radicalmente por los límites administrativos. Este problema ha motivado numerosas inconcreciones en su borde administrativo.
Es destacable la endeble capacidad técnica con que se afrontan estos procesos de planificación lo cual da lugar a que muchos documentos urbanísticos contengan multitud de errores tanto conceptuales como de aplicación práctica, dando lugar a la aparición de oposiciones masivas a su ratificación. Un ejemplo lo constituye el revuelo causado también por el documento para la revisión del Plan General de Ordenación de Tacoronte.
No es una cuestión de recursos económicos, ya que la Comunidad Autónoma ha hecho un gran esfuerzo al respecto. Es un problema de la enorme ineficacia en la aplicación y distribución actual de las asignaciones presupuestarias. La empresa que canaliza estas actividades, Gestión de Planeamiento de Canarias, es modélica en lo que se refiere a la hipertrofia administrativa y a la escasez de resultados positivos en sus objetivos. Después de un cuarto de siglo, cuenta con cientos de trabajadores en sus dos sedes, situadas en las dos islas capitalinas, maneja unos recursos públicos multimillonarios y solo han logrado terminar y aprobar unos escasísimos documentos urbanísticos relacionados con los municipios canarios.
Mientras unos escasos equipos técnicos de urbanistas, geógrafos, arquitectos, biólogos y abogados, luchamos por sacar adelante con menguantes recursos económicos el engorroso planeamiento que es necesario aprobar para cumplimentar la complejísima legislación territorial canaria. Y ello, con la aplicación de condiciones de contratación, que podríamos calificar como exorbitantes claramente, que escandalosamente nos aplica nuestro propio cliente y competidor la empresa pública GesPlan.
¿No existen Planes Territoriales en Tenerife, que resolverían esa incongruencia entre una planificación municipal y unos flujos de transporte y población metropolitanos? Saludos, AM.
Desde luego Federico estoy contigo en que en estas islas cada vez se piensa peor, por un lado llevamos años creando un modelo de leyes urbanísticas y del territorio que ponían millones de trabas a cualquier cosa ( Decreto 1/2000, directrices,planes territoriales……….) una maraña de planes que al final tardan años en salir y cuando lo hacen muchas veces son inconexos con los otros que son de aplicación, o lo que es peor ordenan ámbitos que los planes generales posteriores lo hacen de otras formas; en fin un caos legislativo; caos al que se trata de poner freno con una ley chapucera que se argumenta en que visto que estamos en crisis hay que sacar recursos de donde sea,ley 6/2009 que venga, otra vez trata de repetir el modelo que nos tiene agobiados y que nos ha destrozado.
Pero es que en esta isla nadie se da cuenta QUE LO QUE HEMOS HECHO ES VENDERNOS???, si nos hemos puesto en manos de todo tipo de inversores a los que esta isla le daba igual y que nos la han llenado de adefecios arquitectónicos carentes de servicios ( ver modelo Roycasa en el Norte que se desarrolla en edificios iguales que se encuentarn distribuidos de la Matanza a Buenavista pasando por lugares insólitos como macrourbanización de los Silos o San José de los llanos)que estarán años acompañándonos y que han degradado nuestra isla hasta un punto que no somos capaces de conocer todavía.
Bueno en fin mejor dejarlo porque cada día soy menos optimista con esto del urbanismo y la ordenación del territorio en las islas, bueno perdona en estas islas nunca ha existido esto, sino mira el claro ejemplo de una obra que arquitectonicamente creo que es tuya y resulta hasta agradable ( “HOSPITAL” ? DEL NORTE) que es ejemplo de la correcta planificación de los servicios públicos, ya que lo ponemos y ya veremos como llegamos después!!!!!! y ahora llegamos por un “escalextric” de mil curvas que intersecta una vía principal; Dios sálvame de este tipo de planificación!!!!!!!!!!!!!!!!!! y dame salud para no tener que bajar en ambulancia por ese circuito jajajaja.
bueno esperemos que esta crisis sirva para algo y por lo menos el parón nos haga replantearnos el futuro, aunque permíteme acabar con una frase ” el hombre es el único ser que tropieza dos veces en la misma piedra”
un saludo
Andrés:
Sí hay algunos planes territoriales pero suelen pecar de mucha complejidad normativa y poca coordinación.
Con lo cual vivimos en esta isla en algo parecido a una irracionalidad racional como señala el anónimo comentarista.
Sr. Anónimo:
No me acabo de acostumbrar a dialogar con gente que no da la cara. Pero que le vamos a hacer, si esto de los blogs es así, habrá que aceptarlo.
El principal problema que tenemos en Tenerife es el gran déficit colectivo en la defensa del interés común. Lo cierto es que los de mi generación hemos vivido sojuzgados a la visión privatista de promotores y propietarios de suelo.
Es algo que podría venir de una escasa cultura social y del extremo individualismo que nos caracteriza.
Pero ya va siendo hora de que aprendamos a cooperar y a defender de una manera potente lo que nos pertenece a todos en común. Y deberíamos asumir que no vale con echar la culpa a otros de nuestros males. Ya va siendo hora de que pidamos perdón por tanto desmán que vamos a legar a los que vienen detrás de nosotros. Para mí en 50 años hemos destrozado irreversiblemente la isla. Quizás ha sido el precio que hemos tenido que pagar para vivir algo mejor que nuestros abuelos y padres, aquellos que pasaron tantas miserias.
La tarea del futuro será reconstruir nuestro paisaje y pensar en soportes económicos más sólidos para poder subsistir en estos peñascos. Y poder actuar más solidariamente con el resto del planeta, sin depredación de recursos.
Una última aclaración: Ni la localización de la parcela del Hospital de Icod, ni el trazado de la vía de acceso han sido responsabilidad mía. Cuando ganamos el concurso para hacer el proyecto y hubo que presentarlo a la sociedad y los políticos del Norte de Tenerife en 2003, ya les hicimos ver éste y otros problemas a los verdaderos responsables.
Su respuesta fue que no nos preocupáramos, que ya se arreglarían. Es que la política en Canarias la ejercen más que personas, avestruces. Por aquello de no querer reconocer y afrontar los problemas.