DE LA CUNA A LA CUNA

Rehaciendo la forma en que hacemos las cosas



Por William McDonough y Michael Braungart
North Point Press. New York, 2002


En un momento dado, se encuentran un arquitecto y un químico, interesados en cambiar las maneras en que se emplean materiales y desechos en la construcción y la industria. Establecen una relación de intercambio de ideas e intereses y resulta que tienen muchos criterios en común. Deciden en consecuencia ponerlos por escrito para explicarlos y difundirlos. Este libro hecho con material 100% reciclable es el resultado de ese esfuerzo a cuatro manos realizado por McDonough y Braungart.


 Hoy en día todos los discursos bienintencionados, tanto académicos como sociales, económicos, políticos etc. suelen estar trufados de términos como salvaguarda de los ecosistemas, sostenibilidad ambiental, reciclaje de residuos, eficiencia energética, etc. Su uso continuado en el discurso cotidiano como herramientas propagandísticas, demagógicas y políticas ha ido generando una devaluación constante de su significado hasta casi perder su contenido implícito.
De la cuna a la cuna trata de centrar el discurso de la sostenibilidad sobre una parte de este problema. Sus autores enfocan la cuestión poniendo el énfasis en la necesidad de reorientar el consumo acelerado de materias primas no renovables que se produce actualmente. Para ellos, el reciclaje primario no es suficiente para afrontar un mundo futuro donde la escasez se va a hacer omnipresente. Pero, es más, la ignorancia y el encubrimiento de las consecuencias ambientales en el uso inadecuado de determinados productos químicos ha ido conduciendo a un insidioso envenenamiento de nuestro entorno.
Debido a ello, sus autores propugnan acometer los cambios necesarios para lograr una mayor responsabilidad en la interacción con el planeta; en la identificación y reclasificación de todos los productos empleados en la industria desde nuevas perspectivas y consideraciones, así como su empleo responsable y la consideración de su reciclaje desde el mismo inicio del proceso de diseño de lo que consumimos.
La primera reflexión que apuntan es la que se refiere a su interacción con el medio y la salud de las personas. Numerosos elementos que usamos cotidianamente -o consumimos como alimentos y enseres- contienen enormes cantidades de ingredientes químicos y minerales tóxicos que afectan a la naturaleza y también directamente condicionan la salud de las personas. Son los agentes mutágenos, cancerígenos, pesticidas y conservantes presentes tanto en aparatos, como especialmente en aquellos plásticos de todo tipo que se incluyen en los mismos. Y que generaran enormes costes en su tratamiento posterior si se quiere realizar su reciclaje seguro. Los residuos que producirán estos productos han ido transformando progresivamente nuestro entorno en un espacio agresivo donde la toxicidad está presente de una manera creciente e invisible.
 Container city, Londres. Uno de los muchos barrios que se han proyectado usando contenedores de mercancías reciclados. Imagen: nobbiwa, Flickr
Los autores hacen un repaso crítico a las diferentes ideas que han ido condicionando el pensamiento sobre la sostenibilidad hasta el momento. Desde Malthus y su énfasis en el problema que supondría el crecimiento exponencial de la población, hasta el informe titulado Nuestro futuro común, que publicaría las Naciones Unidas en 1987 donde se denunciaría que las condiciones crecientes de polución amenazan la propia supervivencia humana sobre el planeta. El inventario incluye también la referencia a Silent Spring, el trabajo que Rachel Carson publicaría en 1962 en el que se expresaría la necesidad de preservar la escasa naturaleza salvaje restante desde una visión romántica, frente a la agresión de los poderosos agentes contaminantes que se difunden desde la actividad industrial. Su denuncia significaría por ejemplo, el abandono paulatino del DDT un producto químico que hoy ya suena a historia en las prácticas agrícolas. En 1982, aparecería una secuela maltusiana titulada Los límites del crecimiento, un esfuerzo conjunto de determinadas personalidades que se aglutinarían en el llamado Club de Roma y que tendría una gran repercusión mundial. En ese texto se enfatizaría el gravísimo problema que significará la desaparición próxima en el tiempo de recursos esenciales para el mantenimiento de la vida como consecuencia del crecimiento poblacional acelerado y la extensión del comercio mundial. Sus autores señalarían que en los próximos cien años, la tendencia a la acción humana descontrolada llevará a la humanidad a un inevitable decrecimiento demográfico y de la capacidad industrial. Veinte años después publicarían un segundo informe, Más allá de los límites, en el que daban por hecho la inevitabilidad del proceso, haciendo recomendaciones que inciden en esa idea: Minimicemos el uso de elementos no renovables, prevengamos la erosión, frenemos el crecimiento de la población y del capital físico, por ejemplo. McDonough y Braungart reflexionan también sobre la base de otros libros y proclamas similares como el titulado Lo pequeño es hermoso de Fritz Schumacher de 1973, Usar menos cosas: soluciones ambientales para quienes somos realmente de Lilienfeld y Rathje de 1998 e incluso presentan algunos esfuerzos realizados por los grandes conglomerados químicos como Basf, Monsanto y DuPont para afrontar las criticas que han ido surgiendo de una manera creciente.

El resultado es que la percepción popular frente a este problema ha crecido con los años y somos cada vez más consciente de la insostenibilidad de los procesos en curso que genera la humanidad. Sin embargo, el sistema ideológico dominante manipula constantemente esa forma de entender la situación. La aplicación de tenues distorsiones en los medios que difunden las ideas impiden las acciones necesarias para afrontar con éxito la imprescindible corrección a la insostenibilidad global. La necesidad de una acción mundial coordinada es una evidencia papable que es muy difícil en las actuales circunstancias. La acción de los innumerables intereses y agentes que intervienen en la economía planetaria distorsionan sutilmente las ideas racionales en su beneficio. Así, se ha venido enfatizando la búsqueda de lo menos malo como la actitud correcta sobre el uso de materiales y productos en el discurso que aparece en los escenarios de la comunicación de masas.

Propuesta para la remodelación ambiental del complejo fabríl de River Rouge, de la Ford Motor Co. Proyecto de William McDonough + Partners

Sin embargo, esta posición es totalmente insuficiente ante la situación actual de creciente degradación ambiental. Según McDonough y Braungart sería necesario actuar con una mayor radicalidad actuando sobre lo que presentan de una manera muy anglosajona como la Ecoefectividad de las 4 Rs: Reducir, Reusar, Reciclar y Regular.

- Reducir el uso de materiales contaminantes y, en consecuencia, la producción masiva de basura tóxica. Al respecto, señalan que los sistemas de incineración de basuras, que generan ingentes cantidades de partículas microscópicas, están produciendo una contaminación invisible que va afectando paulatinamente a grandes masas de población. Debido a ello los tejidos humanos presentan ya cantidades apreciables de minerales tóxicos como cadmio, mercurio, etc. que inducen enfermedades letales a corto y medio plazo. Las nuevas alergias masivas serían un ejemplo de este fenómeno
- Reutilizar los productos supone contribuir a disminuir el consumo de combustibles fósiles, al atenuar el transporte de mercancías y también aprovechar más eficientemente recursos escasos en trance de desaparición. Es más, una consecuencia del uso es la incentivación del empresariado local, aquel que crea empleo en el sitio, atenuando el inexorable proceso de deslocalización global del trabajo.
- Reciclar los productos debe extenderse tanto al ciclo de uso orgánico como al técnico. Lo que usamos y consumimos contiene materiales que son biodegradables – y que, por, tanto, deben considerarse siempre como alimento dentro de la cadena biológica- pero también minerales básicos y compuestos que es posible mantener dentro del sistema tecnológico al ser nutrientes valiosos para la industria.
- Regular implica que es necesario imponer normas que incentiven eficientemente el comportamiento colectivo en esa dirección y con ello lograr los tres objetivos anteriores. A este respecto, el libro remite a la argumentación que haría Jane Jacobs en su libro de 1992 Sistemas de superviviencia. Ella describiría las dos principales tensiones inherentes al desarrollo de las civilizaciones, la que comercia y la que guarda. Para Jacobs, el cometido principal de los guardianes se debe centrar en la protección del bien común frente a las tendencias autodestructivas de los comerciantes. Mientras que la acción incontrolada del comercio puede corromper en última instancia el esfuerzo de los que actúan como guardianes; pero también el exceso de celo de éstos últimos pueden llegar a detener la acción positiva del comercio. Según ella, una buena regulación es aquella que permite el equilibrio entre estas dos tendencias contrapuestas y extremas de construcción y destrucción colectiva.
El empleo de madera reciclado en la arquitectura reciente. Villa Welpeloo. 2012 Architecten.
La combinación de los criterios anteriores debería conducirnos a la implantación de una mayor ecoefectividad colectiva. Un concepto que no es una estrategia para la total supervivencia de la especie, ya que los procesos desatados no se pueden combatir solo con un mejor o menor consumo. El ecosistema global acabará imponiendo despiadadamente sus mecanismos de autorregulación. Sin embargo, sí se puede lograr una mayor capacidad de resistencia colectiva a largo plazo si se adoptan esos principios.
En consecuencia, según McDonough y Braungart, sería necesario un cambio de actitud colectiva, que implicara la eliminación radical del concepto de basura, ese elemento que es el resultado del consumo masivo al que nos fuerza el sistema económico imperante. Ello significaría diseñar y programar las cosas que usamos y nos alimentan -junto a los envases, procesos y sistemas de distribución- en el entendimiento de que es necesario que -de una manera o de otra- todo pueda reintegrarse constante y nuevamente a los ciclos productivos, en una especie de metabolismo integral que afecte a la totalidad del planeta.
De esta idea esencial y simple surge el título del libro De cuna a cuna. Frente a la situación actual del consumo material en la que se fomenta ciclos de uso en que se extraen cosas del territorio para luego enterrarlas nuevamente -lo que los autores consideran la estrategia de cuna a tumba- se propondría transformar radicalmente el sistema productivo para que los productos que usamos, materiales, alimentos e instrumentos, se estuvieran constantemente reintegrando en los ciclos metabólicos que nos afectan tanto como humanos como al conjunto de los ecosistemas.
Finalmente, propondrían un cambio radical de paradigma para que se reestablezca el equilibrio ambiental frente a la dictadura económica a la que ha derivado finalmente nuestra civilización tecnológica. El criterio convencional de diseño de productos, basado exclusivamente en costes, funcionalidad y estética debe reorientarse hacia una actitud más responsable con las verdaderas necesidades colectivas y la preservación de nuestro entorno, alejándonos así paulatinamente de la influencia dominante de la economía.

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