EL BARRIO DEL TOSCAL

 Tramo de la calle de Santiago en el barrio del Toscal, con casas inspiradas en los diseños del arquitecto neoclásico Manuel de Oraá.

La zona central de la ciudad en que vivo -Santa Cruz de Tenerife en las islas Canarias- cuenta con algunos barrios pintorescos que conservan todavía ese sabor que caracterizó a los núcleos urbanos del archipiélago, a pesar de las potentes transformaciones experimentadas a lo largo del siglo XX. Uno de ellos es el barrio del Toscal, en el cual yo viviría mi segunda infancia y juventud. Este artículo hace una indagación sobre sus orígenes, forma urbana y singulares piezas arquitectónicas.
 

Hace unas semanas una asociación de ciudadanos de la ciudad, denominada Mi Santa Cruz, me invitaría a realizar con ellos un paseo por las calles del barrio para explicarles algunas cosas sobre su idiosincrasia. En ese paseo se mezclarían mis recuerdos, la constatación del alto grado de abandono de sus calles y el deterioro injustificable de sus edificios. Y también, verificaríamos la vitalidad que aun muestra hoy en día. A pesar de todo.
Como tantos y tantos canarios, mis padres emigraron a Venezuela a comienzos de los años 50 del siglo pasado. Yo pasaría mis primeros años allí, en la ciudad de Caracas, en la bonita zona de Colinas de Bello Monte. Fueron esos tiempos en los que se empieza a tener recuerdos. Entonces, la capital venezolana era una ciudad muy moderna con extraordinarios edificios y calles anchas, parques inmensos y una gran alegría de vivir.
En 1960, moriría mi padre. Y a mi familia no le quedó más remedio que regresar a las islas en difíciles circunstancias. Mi primera impresión de niño sobre Canarias fue la del atraso: la diferencia entre una ciudad cosmopolita y unos pueblos y ciudades insulares anclados en el pasado y en los que existía todavía entonces una gran pobreza. No había televisión para ver mis programas favoritos y, ¡ni siquiera, disfrutar de los dibujos animados!
Pasaríamos parte del invierno en el interior de la isla. Primero en Tacoronte, donde experimentaría por primera vez el desagradable frío húmedo y luego, en Los Silos, un municipio en su extremo norte, donde iría con mi tío a pescar a la costa, casi todos los días. A finales de aquel año volveríamos a vivir al barrio del Toscal, a casa de mi abuela y allí haría mis primeros amigos locales. En aquella época se podía jugar todavía en la calle que era un lugar usado plenamente por transeúntes y vecinos. Apenas circulaban vehículos y los barrios eran unos espacios en los que el contacto personal era inmediato, lo que daba lugar a un uso más seguro y humano de la ciudad. Años después, cuando leí las descripciones de Jane Jacobs sobre North End en Boston, entendí en seguida a que se refería, en relación con aquella experiencia tenida en la niñez.
En el Toscal, con diez años, podíamos hacer expediciones infantiles de un extremo al otro y aventurarnos a los campos y caminos colindantes para explorar en las plataneras y cazar lagartos. La paulatina invasión y ocupación del viario por los coches iría reduciendo esta forma de disfrutar del espacio público hasta eliminarla completamente. Junto a ello, la transformación del centro histórico en un inmenso espacio comercial y de oficinas ha desnudado de usos residenciales aquel espacio urbano más amable, habitado y habitable. Sin embargo, el barrio del Toscal ha resistido esa embestida debido a razones que, probablemente, tienen que ver con la planificación urbanística aplicada, como más adelante argumentaré.
Extracto del plano de Santa Cruz de Tenerife, realizado en 1771 por el ingeniero militar Joseph Ruiz. Imagen publicada en Historia de las antiguas fortificaciones de Canarias. J.M. Pinto de la Rosa, 1954.
 Haciendo una revisión histórica de la cartografía de la ciudad se puede entender como se fué produciendo la conformación de esta parte característica de nuestro urbanismo insular. Es lo que harían también con anterioridad el historiador Alejandro Cioranescu y el arquitecto José Ángel Domínguez Anadón. Este último, hace un repaso a la generación del urbanismo de Santa Cruz a lo largo de su magnífico libro de 1983, Construir la ciudad que sirve de referencia esencial para el que quiera entender los procesos de definición de su forma urbana.
Esos accidentes geográficos, junto con los caminos de conexión hacia el exterior son los que van a establecer las pautas básicas de la colonización espacial y, especialmente, su retícula de calles. En ese plano, se observa el barranco de Guaite o de San Francisco que discurre paralelo a la actual plaza del Príncipe y cuya traza se dirige desde la montaña colindante hacia el mar por el vacío que luego ocuparía el parque de García Sanabria. Se podría considerar el límite Oeste del barrio. También se marca claramente el barranco de San Antonio, cuya traza ocuparía la calle del mismo nombre. Al sur, paralelo a la costa, se distingue la calle de San Francisco que establece una directriz hacia el Noreste y servía ya como soporte para la ocupación edificada y el crecimiento natural de la pequeña villa existente. Al Norte aparece dibujado el llamado camino de los Coches (la actual Rambla), que parte del extremo de la calle anterior y gira hacia el Oeste paralelo a otro barranco, el de Los Lavaderos. Son estos elementos, junto con la orilla del mar los límites que definen el espacio del barrio del Toscal.
 
A mediados del siglo XVIII, esta zona en la primera periferia del casco más antiguo no había sido ocupada todavía. Si se observa el plano de 1771 realizado por el ingeniero militar Joseph Ruíz, se aprecia que el espacio que conformará el Toscal se encuentra prácticamente vacío, salpicado por algunas edificaciones y caminos. Una especie de arrabal con gran cantidad de huertas atravesado por barranquillos que lo dividen de Norte a Sur.
 
Plano de situación del Fuerte de Almeyda en 1898. Autor desconocido. Imagen publicada en Historia de las antiguas fortificaciones de Canarias.
Durante el siglo XIX, se producirían dos hechos esenciales que influenciarían el desarrollo urbano de Santa Cruz de Tenerife: son la consolidación de su puerto como hegemónico en el territorio insular y su nombramiento institucional como capital de la provincia constituida por todas las islas Canarias. Ello significaría su definitivo despegue urbano con un posterior crecimiento espectacular.
 
El desarrollo portuario, que se derivó también de la posición geoestratégica del archipiélago como punto de escala del denso tráfico marítimo hacia África y América, significó la ocupación y crecimiento residencial del Toscal. Así, en 1900 se ha producido una completa ocupación de esa parte de la ciudad en la que se asentarían emigrantes del interior y de otras islas atraídos por la boyante economía en marcha. En planos de la época se puede observar ya la trama viaria completamente definida en su conformación actual. Al mismo tiempo se realizaría otras infraestructura urbana fundamental, el bastión defensivo de Almeyda en su extremo Este. Así, entonces, este sector de la ciudad habría acabado de conformarse urbanísticamente.
Mapa de Santa Cruz de Tenerife a comienzos del siglo XX. Publicado por A. Martin, editor. Imagen recogida por Carmen Delgado Viñas en Las capitales de provincia en el proceso de modernización del sistema urbano español.
Otro hecho urbanístico significativo para el barrio sería la aprobación del Plan General de Urbanización de Santa Cruz de Tenerife en 1959. Ese proyecto urbanístico trató de actuar en esta parte ya consolidada y construida, proponiendo una estrategia de reforma interior. Definiría la ampliación en la sección de ciertas calles y la introducción de nuevos equipamientos y espacios libres sobre el espacio ya consolidado. El redactor del plan confiaría de una manera optimista en la iniciativa de los pequeños promotores privados para la realización de sus propuestas.
 
Vista aérea del barrio del toscal en 1964. Imagen cedida por Juan J. Brito
Como señaló Domínguez Anadón en su libro, el Plan General de 1959 fue un instrumento urbanístico incumplido y vulnerado recurrentemente. Lo cierto es que en el Toscal sus propuestas nunca llegarían a realizarse plenamente, quedando congeladas en su interior inmensas manzanas de edificación original que han llegado así hasta nuestros días. En aquel momento, la ciudad dirigió sus esfuerzos a orientar el crecimiento hacia el Noroeste añadiendo nuevos barrios e infraestructuras como Los Gladiolos y Somosierra. El urbanismo posterior tampoco ha logrado solucionar esa gestión irresuelta para lograr una transformación positiva del barrio, que ha quedado en una situación de postración y abandono creciente.
Considerando la situación en positivo, esa congelación de grandes superficies y arquitecturas ha permitido que conservemos solo ahí una representación magnífica del ambiente tradicional que tenía la ciudad en el pasado. Y precisamente, en su espacio más central. De ahí el inmenso valor que tiene para que sea tratado con sumo cuidado, conservando esa muestra relevante de nuestra historia y de las formas de vida existentes en el pasado. En esa parte de nuestra ciudad, la arquitectura presente merecería un reconocimiento mucho más preciso y una salvaguarda más intensa de la que se ha hecho hasta ahora y, también, una gestión urbanística más adecuada y realista que permita la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes y usuarios, superando la contradicción y confilctividad actual.
Propuestas de Manuel de Oraá para fachadas nuevas y reformadas, en Santa Cruz de Tenerife. Dibujos recolectados por el historiador Francisco Galante y que acompañan a su artículo Urbanismo de M. Oraá. Basa nº 3. 1985.
Manuel Oraá, fue el primer arquitecto -titulado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando- que ejerce en la isla su protagonismo técnico sobre un cúmulo de maestros de obras, alarifes, canteros y carpinteros. Estos tuvieron la responsabilidad real en la construcción de las ciudades y la arquitectura del archipiélago hasta finales del siglo XIX. Oraá prepararía para ellos una serie de dibujos de fachadas de corte neoclásico que sirvieran como pauta para el desarrollo de los edificios. En el caso del Toscal, realizaría varios modelos de casa de una planta, que caracterizan todavía grandes tramos viarios del barrio. Algunos de ellos se conservan fortuitamente hoy en día y se localizan en la calle de Santiago, entre las San Francisco Javier y San Martín. Curiosamente, siendo una parte incuestionable de la idiosincrasia del barrio no se encuentra completamente catalogados ni protegidos por el planeamiento actual de la ciudad, ni se prevé que sea así en el futuro.
Otras arquitecturas características presente en esta parte de la ciudad son las que oscilarían entre el regionalismo y el historicismo fin de siecle. Unos estilos que trataría de reinterpretar las arquitecturas reconocidas históricamente, para una reutilización moderna de sus recursos estilísticos. Algunos edificios que permanecen en el Toscal conservan este sabor. Son obras de arquitectos como Antonio Pintor, Mariano Estanga, Pelayo López, etc. que representan esa época a caballo entre los siglos XIX y XX y son reconocibles en las más conocidas casas Pisaca y Siliuto.

Un elemento singular extendido en todo el barrio y representativo de una forma de habitación popular son las llamadas ciudadelas. Una tipología urbana característica y recurrente en multitud de ciudades del mundo consistente en un espacio en patio común al que se adosan una serie de habitaciones de proporciones exiguas y que se comunican con el espacio común por un solo hueco o puerta. En el Toscal, muchas ciudadelas se hallan abandonadas debido a su condición de infravivienda y a la mejora económica generalizada. No obstante, deberían conservarse como ejemplo de una forma de vida ya superada afortunadamente. Para ello, y en la medida de lo posible, habría que buscar alternativas razonables de uso a estos espacios.

Perspectiva del edificio para vivienda y estudio. J. Enrique Marrero Regalado, 1933. Del libro Marrero Regalado, 1897-1956 de M. Isabel Navarro. 1992.
Otro estilo de arquitectura que se encuentra relativamente representado en esta parte de la ciudad es el racionalista. Hay calles enteras que conservan el valor de esa forma de hacer edificios que tiene una presencia destacable en nuestra ciudad. Es el caso del espacio recoleto que permanece en la calle de San Luis. También destaca el magnífico edificio que construiría el arquitecto Marrero Regalado para sí mismo en la Glorieta del mismo nombre, también conocida como la Muralla. Allí, Marrero se expresaría en clave expresionista con unos soberbios interiores Art Decó que desgraciadamente han desaparecido. Otras muestras destacables de arquitectura racionalista son el edificio Nuñez  situado la plaza de Isabel II esquina a La Marina, obra de José Blasco e inspirado en las figuraciones del alemán Mendelsohn. O la sede del Hogar Escuela en la calle de La Rosa, de Domingo Pisaca, un edificio que rememora las escuelas holandesas de W.M. Dudok en Hilversum y que constituye un hito urbano de primera magnitud
Interior de la casa estudio de Marrero Reglado. Imagen extraída del libro Marrero Regalado, 1897-1956.
Existen otras arquitecturas posteriores representativas como la antigua sede de Radio Nacional, que ejemplifica el período autárquico con su portada pétrea y su réplica de balcón canario en hormigón, curiosamente diseñado también por Marrero Regalado. O ya más recientemente, algunos otros edificios contemporáneos que ejemplifican una forma de introducir arquitectura actual añadiendo calidad artística y espacial, sin vulnerar el carácter del barrio.
 
Finalmente, el barrio ha sucumbido en gran parte a las apetencias especulativas de algunos promotores que, con el consentimiento y apoyo de las autoridades municipales, han regado el barrio de edificios de muy baja factura y alta ocupación volumétrica. Lamentablemente la mayor parte de lo construido desde 1960 solo ha significado deterioro visual, congestión y merma de funcionalidad urbana.
Espacio interior de la típica ciudadela del barrio del Toscal. Calle de Santiago
La situación actual no puede ser más desalentadora. No solo se han construido numerosos edificios discordantes, añadiendo habitantes a una zona ya ampliamente colmatada, sino que también numerosas casas antiguas han sido abandonadas y devastadas por la ruina y la cochambre. Se requeriría una actuación decidida y urgente por parte del Ayuntamiento para lograr una transformación en positivo de esta zona tan importante de nuestra ciudad.
 
El Toscal, no obstante, conserva aun un gran carisma en cuanto que es una de las pocas partes de la ciudad que contiene todavía gran número de edificios originales. Un espacio histórico que permanece sumido en un letargo urbanístico que se prolonga hasta nuestros días. Requiere que, como ciudadanos, exijamos una alternativa positiva cuanto antes.
Edificio residencial contemporáneo en la calle de San Francisco. N3 Arquitectos (A. Corona, E. Martinez y P. Amaral) 1995

3 comments to EL BARRIO DEL TOSCAL

  • Magnífico recorrido histórico. El abandono de esta interesante zona de Santa Cruz por parte del Ayuntamiento y de otras instituciones con responsabilidades en su conservación es lamentable e inadmisible.

    Una zona que debería estar en la vanguardia de la protección urbanística está dejada de la mano de dios y sujeta, como casi todo en estas islas, a la voracidad especulativa de quienes tienen el poder económico en esta isla.

    No creo que sea suficiente con que los vecinos exijan alternativas. Esto ya se ha hecho reiteradamente y los poderes públicos no han hecho el más mínimo caso.

    La situación de El Toscal es un síntoma de esta época de crisis donde decide quien tiene más poder económico, los poderes públicos olvidan a quién representan y donde todo, absolutamente todo, está sujeto a la especulación dineraria.

    Saludos

  • Nunca pensé que se podía aplicar las teorías de Jane Jacobs al Toscal de Sta Cruz, pero ¡eso es lo que tienen las verdades universales! Un fuerte abrazo Fede, y espero que siga todo bien. A.

  • Te leo y voy saltando de recuerdo en recuerdo con lo que nos contaba mi padre, mientras pienso en la similitud de la infancia.
    Un abrazo cariñoso. Mucho.

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