HACIA UNA ADMINISTRACIÓN DIGITAL DEL TERRITORIO

Faustus. Grabado de Rembrandt van Rijn, 1653
En una época de vastos océanos de información y la llegada constante de nuevos datos desde los inmensos ríos que representan los medios de comunicación, una capacidad adecuada para el manejo de este caudal numérico se hace especialmente trascendente. En el caso particular de las administraciones locales, la gestión continuada e inteligente de estos flujos puede ser, seguramente, el fundamento básico para una política eficiente apoyada en el conocimiento ajustado de los lugares.

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Recoger y almacenar grandes cantidades de datos espaciales no es una tarea sencilla ante la enorme avalancha que se cierne en nuestros días sobre los receptores. Para ello es muy importante el establecimiento de una estructura comparativa común relacionada con el territorio y a partir de ella, lograr su segmentación en paquetes asumibles en su análisis racional. Una metáfora adecuada para comprender esta forma de fraccionar el constante flujo informativo es la de la piel de cebolla, un conjunto de capas que se van superponiendo paulatinamente hasta formar un volumen complejo y denso de materia informativa. Cada capa que se añade sobre los sitios constituiría lo que los geógrafos definen como un mapa tematizado. Y la primera capa imprescindible es la cartográfica.

El acopio de grandes masas de información espacial requiere una organización y estructuración en el tiempo que no es fácil de desarrollar. Es necesario tener una idea clara sobre los objetivos y los criterios formales con que se construirán las capas de datos, cuya organización coherente es primordial para una buena administración pública. El problema es que en nuestros días las posibilidades son infinitas, y además el elenco de disciplinas y actores que quieren contribuir a este análisis es muy variado, desde la geografía y el urbanismo, pasando por la ingeniería, el derecho, la biología, la economía, etc.
En unos momentos en los que se demanda una mayor participación ciudadana, la organización eficiente de esta información territorializada es una herramienta decisiva para la administración de la vida colectiva de las sociedades. Por el contrario, la acción política en los municipios y territorios es extremadamente frágil cuando no se dispone de información consistente y estructurada, lo cual depende del acceso a datos, fiables y organizados, que permitan describir con facilidad los caracteres específicos de cada sitio.
La segmentación por capas temáticas que posibilitan los actuales Sistemas de Información Geográfica
En pocas décadas, se ha pasado de una forma de estudiar el territorio en compartimentos estancos a una integración muy densa del trabajo realizado desde disciplinas próximas. El papel de la cartografía ha sido esencial en todo este proceso de unificación de la información. Y junto a ella también la contribución de los geógrafos ha mejorado notablemente la comprensión de la realidad territorial.
La construcción de una cartografía digital en nuestros días pasa por la generación de una representación tridimensional del territorio. Por ello, el modelo digital del terreno como herramienta básica debe poder formularse y verse siempre en 2 y 3 dimensiones simultáneamente, en aplicación de las tecnologías de dibujo disponibles.
Una cartografía digital orientada a la administración pública debe incluir una serie elementos mínimos que describan los componentes esenciales de un territorio. Entre ellos, las formas topográficas existentes en los lugares, los componentes de la geología y la vegetación natural, la disposición de las construcciones agrícolas y urbanas, de las infraestructuras y redes territoriales, etc.
Hoja tridimensional de la cartografía digital de la isla de Tenerife. Cartográfica Canaria, 2005
En un segundo nivel de precisión cartográfica se hace esencial la descripción de los elementos que formalizan la urbanización y la edificación. La interpretación precisa de las redes viarias urbanas y las construcciones situadas sobre el catastro parcelario en los núcleos habitados, ciudades y pueblos, es una base fundamental para que se pueda acometer una correcta ordenación urbanística. En Canarias, esa tarea cartográfica la ha asumido la empresa pública, Cartográfica de Canarias (GrafCan) que ha impuesto unas bases metodológicas rigurosas para la construcción cartográfica y, con ello, está permitiendo una generación, explotación y desarrollo eficiente de la riquísima información asociada.
Sobre esas bases digitales de la representación del territorio se están empezando a construir densos universos de datos que se afrontan desde las más variadas aproximaciones. Las bases de datos asociadas a la cartografía se establecen a partir de la formalización de un entramado continuo de piezas identificables que permita la asociación de etiquetas y, en consecuencia, la asignación univoca de referencias. Una cuestión esencial es la construcción de ese mosaico territorial digital de una manera muy precisa, ya que sin esta herramienta sería muy difícil verter una información localizada fidedigna. Aquí adquiere un papel central el análisis catastral del suelo.
El parcelario catastral refleja la historia de segmentación del suelo a lo largo de los siglos y establece un continuo de piezas superficiales que es la aplicación continuada de técnicas y criterios tradicionales en el reparto del territorio. La determinación de la forma y la estructura de la propiedad del suelo es un factor esencial para el desarrollo de ulteriores análisis y aportaciones. La averiguación de los límites geométricos precisos del parcelario urbano y rústico es un instrumento muy potente para el conocimiento de la realidad territorial.
En España, la inexistencia de unas bases cartográficas unificadas para el conjunto del estado, junto al trabajo excluyente de los pioneros en el análisis y determinación del catastro territorial, están contribuyendo a una ineficiencia muy importante en el trabajo de identificación del mosaico digital del espacio geográfico. El primer organismo interesado en conocer el alcance de la geometría de la propiedad del suelo ha sido la Hacienda Pública, con el objetivo evidente de construir un sistema impositivo sobre el suelo. Para ello, algunos países suelen hacer extensos trabajos cartográficos y de estudio de la realidad parcelaria sobre la base de ese interés concreto. Y debido a lo cual, está pasando una factura negativa de creciente inconsistencia con otras aproximaciones y bases de datos territoriales.
Representación del mosaico parcelario en el municipio de Tacoronte. SigPac
Una aproximación reciente y más precisa en esta línea es la que está ofreciendo el cuerpo de registradores españoles de la propiedad. Después de centurias en que sus antecesores, escribanos, notarios, han descrito la propiedad del suelo solo a partir de su identificación oral y escrita, estos funcionarios públicos se han decidido también a concretar gráficamente el alcance de las transacciones que fiscalizan y certifican. La tarea de dibujar la propiedad del suelo sobre bases cartográficas a partir de los datos aportados por los documentos derivados de las transacciones sobre el suelo, constituirá en el futuro una herramienta definitiva. Evitará las dudas habituales en la identificación y permitirá esclarecer innumerables operaciones económicas que tienen su fundamento en la disposición del suelo.
Un ejemplo notable de este proceso, liderado por algunos registradores de la propiedad como Oscar Vázquez, se desarrolla actualmente en el conjunto de las islas Canarias. Desde hace algo menos de una década, se viene formalizando una cartografía catastral ajustada a las sucesivas transacciones realizadas sobre el suelo. Todo ello a partir de los datos aportados en las escrituras identificativas de operaciones de compra y venta y la información oral recabada a los propietarios y directamente reflejada sobre la cartografía homologada en el archipiélago.
Una tercera capa esencial para la administración digital del territorio es la que aporta la ordenación territorial, un trabajo heredero de la planificación urbanística y que se suele confundir con ella. La ordenación territorial debe actuar partiendo tanto de las bases cartográficas como de la información catastral más precisa, para lograr establecer una correcta asignación de usos y aprovechamientos admisibles sobre el territorio.
La ordenación urbanística y del territorio se basa en la segmentación precisa del espacio entre aquellas superficies que pertenecen a la colectividad y aquellas otras que son de titularidad esencialmente privada. Esta parte de la ordenación del espacio se construye a partir de la definición de las alineaciones, esas líneas geométricas que definen la frontera entre lo público y lo privado a los efectos de la ordenación del suelo.
La ordenación urbanística trata, entre otras cosas, de la necesidad de definir de una manera eficiente la estructura de la accesibilidad, el alcance de calles y caminos en lo urbano. Por ello, es una componente que adjetiva muy precisamente la forma en que las distintas sociedades conciben la vida en común. Cuando observamos las formas urbanas a lo largo de la historia vemos que la evolución de las sociedades hacia formas de organización más complejas incide en el paulatino incremento del espacio público.
La ordenación urbanística y territorial es una convención de gobierno que representa un esfuerzo público muy importante para establecer una infraestructura tutelar que permita la intervención ordenada de los particulares sobre el espacio. Es a partir de una estructuración y coordinación ajustada de todos los elementos descritos anteriormente cuando se logra disponer de una buena herramienta de gobierno político de las entidades administrativas que conforman el espacio geográfico (municipios, islas, provincias y regiones en el caso español).
Análisis geográfico del carácter biótico de las superficies de la isla de La Palma. Proyecto de la fundación Reserva Biosfera de La Palma, 2009
Una adecuada administración del territorio es un recurso técnico que caracteriza a las sociedades y regiones avanzadas ya que permite un mejor aprovechamiento de unos suelos cada vez más escasos. También ofrece un arbitraje racional entre intereses contrapuestos en el uso del espacio. De su aplicación eficiente y precisa depende la economía de los territorios y por ello su carácter como instrumento estratégico de gobierno.
Es evidente que la tentación natural de las sociedades al desorden incide en la constante extensión de ámbitos opacos y poco justificados que son fuente de todo tipo de corruptelas administrativas en la ordenación territorial. La única salvaguarda a estos procesos autodestructivos que expanden una mayor ineficiencia social y económica es la transparencia pública, junto a la justificación racional de las decisiones que apoyan la asignación de los usos del suelo y la limitación de los aprovechamientos privados que es posible asignar.
Un efecto que resulta preocupante para arquitectos y urbanistas de todo este proceso, es la creciente insensibilidad sobre la buena forma urbana. Una actitud que, por ignorancia, se expande en este mundo relacionado con el manejo de datos digitales sobre el territorio. La arquitectura ha pasado a tener aquí un carácter marginal. Como consecuencia, el espacio urbano se resiente ante la inconsistencia y vulgaridad de la forma de los edificios. Todo ello obedece a esa lógica ineluctable relacionada con la marginación que padecen todas las opciones artísticas no monetizables claramente. Este hecho es una secuela más que se desprende de las extensas energías que hay que dedicar a otras cuestiones más inmediatas. Entre ellas, encauzar y examinar ese flujo constante de datos espaciales que señalaba al principio.
Alguien lo expresaba así: En una época de masiva disponibilidad, el derroche de cosas físicas genera basura y el exceso de información produce ruido. Y en este caso, en lo que se refiere al manejo de las ciudades y el territorio, el ruido ambiental también nos está impidiendo constantemente discernir cuales son las cuestiones esenciales que se deberían estar acometiendo.>

1 comment to HACIA UNA ADMINISTRACIÓN DIGITAL DEL TERRITORIO

  • Hace poco me encontré con el clásico problema de delimitar unas propiedades rústicas. El catastro daba unas pautas absurdas, sin relaciós sobre el terreno, y buscando en la red encontré éste blog de un registrador que trabaja referenciando geográficamente las propiedades, y explica sus dificultades y avances sobre el asunto… A ver si empiezan a ponérnoslo más fácil.
    http://geobasevalidacion.blogspot.com
    Eso sí, jamás olvidaré las alineaciones de Valle de Guerra.

    saludos

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