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Ese panorama cero parecía que contuviera ruinas al revés, esto es todas esas nuevas construcciones que podrían eventualmente construirse. Lo opuesto a la “ruina romántica” porque los edificios no se caen “después” de que se construyen sino que se levantan como ruinas ya desde antes de que empiece la construcción. Esta “mise en scene” antiromántica sugiere la desacreditada idea del tiempo y muchas otras cosas pasadas de moda.
Como contraposición, me viene también a la memoria el famoso tratado decimonónico de Camilo Sitte, Construcción de ciudades según principios artísticos que, ya desde el enunciado de su título, nos podría parecer un esfuerzo fútil, propio de sentimentales irredentos, teniendo en cuenta como se lleva a cabo la urbanización hoy en día. También los esfuerzos desarrollados en Inglaterra a finales del siglo XIX por las corrientes revolucionarias inglesas para lograr una forma de vida más armoniosa para las vastas masas proletarias y de las cuales
El carácter pintoresco de la forma urbana. Hampstead Garden Suburb. Londres, 1910. Barry Parker y Raymond Unwin, urbanistas. Foto: Steve Cadman, Flickr
Lo cierto es que para nuestra especie la cuestión de la belleza está situada en la cúspide de nuestras aspiraciones, como explicaba en un
Es un hecho que, a partir de un momento indeterminado del segundo tercio del siglo XX, hemos renunciado como regla general, a construir una arquitectura hermosa, y no digamos ya un urbanismo armonioso, que satisfaga realmente nuestras necesidades de contar con un entorno agradable para vivir. La generalidad del espacio habitado está poblada por monstruosidades que además de su fealdad, no son realmente prácticas haciendo la vida cotidiana más difícil si cabe.
En el caso de Canarias, los últimos intentos serios de diseñar el crecimiento de las ciudades de una manera estéticamente apropiada, superando meras funcionalidades, se remontan a las décadas de 1960 y 1970 en las que se proyectaron las primeras ciudades turísticas al sur de las islas mayores, Gran Canaria y Tenerife.
La ciudad turística de Playa del Inglés en el Sur de la isla de Gran Canaria. Foto: Eduardo Cáceres, Génesis y desarrollo del espacio turístico en Canarias
Haciendo historia ya, en 1970 en Gran Canaria, se desarrolló el concurso para la construcción de la urbanización turística Maspalomas Costa Canaria que abriría el camino a la primera ciudad de vacaciones de las islas. En el se plantearon ideas para colonizar un territorio dunar por aquel entonces desértico, aplicando algunas ideas debatidas en los últimos Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, liderados por Le Corbusier. Unas buenas ideas que dieron lugar a algunas obras relevantes de la arquitectura contemporánea de esa isla y un urbanismo comedido que finalmente fue sobrepasado por las ansías especulativas de los promotores inmobiliarios que vinieron después de los correctos impulsos iniciales.
Años despues en la isla de Tenerife, se planearon réplicas similares también más o menos afortunadas con la misma intención colonizadora de espacios marginales próximos a la costa, como las urbanizaciones turísticas de Ten-Bel y Playa de las Américas que son ejemplos coetáneos de la ciudad de Maspalomas. También y al calor de los fuertes beneficios económicos producidos, en otras islas del archipiélago canario surgieron otras iniciativas de este tipo que, en su conjunto, han convertido a Canarias en uno de los enclaves mundiales más relevantes del turismo de masas orientado al disfrute del sol y el mar, con un volumen consolidado de 12 millones de visitantes en el último año.
Los proyectos iniciales de las ciudades turísticas canarias, ideados como estrategias urbanas de base fuertemente arquitectónica, plantearon embrionariamente lo que luego han derivado en extensas conglomerados urbanos ocupadas por poblaciones que superan los 100.000 habitantes, en los casos de Gran Canaria y Tenerife.
Aquellas estrategias territoriales de nueva colonización se basaron en los principios del Movimiento Moderno y la Carta de Atenas. En el caso de Ten-Bel, los conceptos urbanos elaborados por los últimos CIAM, en particular las propuestas del
Las ciudades turísticas canarias han derivado en espacios con graves dificultades funcionales, escasez de zonas verdes, masificación, etc. y en los que la calidad arquitectónica brilla por su ausencia, sustituida por una estética de parque temático que trata de vender una imagen inspirada en una estereotipada arquitectura popular. Lo cierto es que estas estrategias de marketing han sido copiadas hasta la saciedad a lo largo de todo el mediterráneo, siendo imposible diferenciar este producto turístico caracterizado por una escasa calidad y una consecuente reducción constante de los beneficios aportados.
La ciudad de Gáldar en el Norte de Gran Canaria. Foto: Carlos Schwartz, BASA
En el desarrollo urbanístico de Canarias del último medio siglo ha ocurrido un fenómeno curioso que está a caballo entre lo que ocurre en Europa y lo que se produce en la periferia planetaria menos desarrollada, especialmente en Latinoamérica. Mientras las islas se han ocupado espacialmente de una manera anárquica y masiva que tiene que ver con las formas de la llamada urbanización marginal y la autoconstrucción, al mismo tiempo se ha impuesto una legislación territorial de corte centro europeo que pretende sofocar los excesos derivados de la incapacidad pública para controlar eficazmente los usos del suelo.
Ello ha originado que actualmente en las islas se practique una técnica que bautizaría provisionalmente como urbanismo de legalización. Esta práctica consistiría en dar paulatinamente estatus legal a toda la ocupación clandestina y desordenada que se ha realizado previamente por una multitud de agentes urbanizadores e inmobiliarios informales, que actúan preferentemente sobre las áreas de expansión urbana alrededor de las capitales insulares y las ciudades turísticas. El urbanismo de legalización se apoyaría en unas leyes que han ido traduciendo a la realidad del archipiélago, de una manera muy sofisticada, la experiencia legislativa española hasta llegar casi a un punto de paralización administrativa. Este hecho es debido al divorcio creciente entre la realidad informal de la construcción urbana y la complejidad alcanzada por el corpus legal aplicable.
Barrio de San Matías en la periferia de la ciudad de La Laguna. Isla de Tenerife
El caso es que la reglamentación urbanística y de ordenación del suelo, que se ha desarrollado en Canarias en los últimos 20 años, causa admiración en el resto del estado español y es considerada un ejemplo a seguir para combatir los desmanes que frecuentemente se producen en otros lugares como el arco mediterráneo español, por ejemplo. Sin embargo, la realidad de los conglomerados urbanos canarios es descorazonadora: se vive en lugares orientados indefectiblemente al acceso en vehículo privado en los que apenas existen espacios libres públicos accesibles y en los que los equipamientos imprescindibles son crecientemente escasos. Al mismo tiempo y con carácter general, se ha logrado una provisión mínimamente eficiente de algunas infraestructuras tales como abastecimiento de agua domiciliaria, suministro eléctrico y conexión telefónica así como la pavimentación global de las redes viarias básicas.
Sin embargo, con una reglamentación extensa y prolija no se ha logrado lo más importante, la construcción de ciudades habitables, en las que prevalezcan los principios de armonía urbana a los que se referían Sitte y Unwin. En Canarias se ha dedicado demasiado tiempo a cumplimentar los farragosos trámites que exige esa amplia legislación, dejando exhaustos a los escasos urbanistas supervivientes, casi sin capacidad real para proyectar realmente las ciudades. El esfuerzo realizado ene stos últimos veinte años se ha concentrado exclusivamente en el como hacer más que en lo que tiene verdadera relevancia el qué de las ciudades, la forma final de la urbanización y de la edificación que se va a concretar.
Lo cierto es que las tramas urbanas desarrolladas en estos últimos años en el archipiélago son ineficientes y cubiertas con una arquitectura deleznable, sometidas a poderosos energías especulativas y orientadas exclusivamente a doblegar las endebles normativas para obtener el máximo beneficio económico.
Es el momento para empezar a considerar seriamente lograr un nuevo salto adelante que suponga corregir las carencias a las que ha llevado este grave sometimiento político a los intereses particulares de todo tipo de operadores privados, agentes inmobiliarios y constructores principalmente.
Perspectiva de la calle O’Daly en el centro histórico de Santa Cruz. Isla de la Palma
Es necesario volver a repensar la urbanización para lograr que, de una manera generalizada, las calles tengan circuitos peatonales exclusivos, mejores andenes o aceras por las que caminar cómodamente; espacio para que puedan transitar las madres con sus carritos sin tener que arriesgar su seguridad, etc. Lugares para que el paseo a pie y los recorridos en bicicleta sean una posibilidad cierta.
Otro hecho significativo que conviene corregir en los espacios urbanos de Canarias es la ausencia de vegetación y jardinería, elementos que mejoran notablemente la calidad y la estética del espacio urbano. La falta de verde es clamorosa más allá de los centros de las ciudades y que es contrarrestada informalmente por la potente presencia cercana del espacio natural protegido de las islas. La vegetación es necesaria allí donde vive el grueso de la población que, en nuestros días, no puede desplazarse a un parque público porque su ausencia es total. La alternativa es acudir al centro comercial más próximo obligadamente para su esparcimiento y ocio.
La falta de vegetación denota una falta de sensibilidad social que contribuye al deterioro formal del espacio público. La existencia de arbolado y jardinería como regla general, supone un estadio superior de civilización que adjetiva claramente los espacios de aquellas ciudades que admiramos como París o incluso, Nueva York. Generalmente este hecho es fruto del ingente esfuerzo de generaciones anteriores, más conscientes que la nuestra de la importancia de estos elementos en el entorno cotidiano y que constantemente nos recuerda nuestro pasado vegetal primigenio, probablemente inserto en el propio genoma.
Finalmente, el espacio público es un bien esencial. Un lugar en el que se produce la necesaria socialización colectiva y que sufre el asalto constante para una reapropiación privada mediante concesiones, publicidad, actuaciones y espectáculos, etc. Se debería incrementar tanto cuantitativa como cualitativamente impidiendo su monetarización en la esperanza de mejorar en estos aspectos de lo urbano, el futuro común de nuestras sociedades. —>
FEDERICO :
Tu definición del URBANISMO DE LEGALIZACIÓN es preclara y deslumbrante.
Solo un detalle : me temo que no es una mera técnica, es el epicentro de una economía-política que está bien asentada en las dos partes del binomio del modelo de desarrollo insular : el ejercicio del poder y la generación de valor económico.
La “arquitectura normativa” ,de la cual están gozosos sus engendradores y así lo proclaman cada vez que se les pregunta y ensalza por la belleza de la estructura jurídica creada que soporta al planeamiento ( e impide de paso la gestión estratégica territorial)ha conducido, que pena, a la parálisis administrativa y a la aceleración de las practicas depredadadoras que han dado lugar al feísmo urbano que tu graficamente muestras.
El argumento de los padres fundadores de este inmaculado corpus ordenancista es que no se aplica,que no se desarrolla,que no se completa,que no se le dotan de de recursos para su ejecución….es decir que la ideología en que se sustenta es correcta ,que la técnica de la legislación sin fin también y que el problema está en que no se ponen los medios para llevar hasta el limite los deseos hiperregulatorios de quienes poseen el conocimiento.En resumen quieren más poder para hacer más de lo mismo.
Se obvian las múltiples incoherencias,la pobreza unidimensional de muchos de los textos aprobados y la imposibilidad de abarcar la regulación paramétrica total de las casuisticas socioeconomicas, de la rica diversidad de los tejidos urbanos y del caos de la propia vida , que hacen que el horror del orden higiénico propuesto siempre vaya por detrás de la realidad…y haya que legalizarla generando nueva normativa.
Sin entrar en muchos detalles,lo que se ha venido haciendo desde una perspectiva microeconómica es: “incrementar las imperfecciones de los mercados” de suelo, vivienda y artefactos sujetos al negocio inmobiliario, a través de la introducción de continuas “barreras de entrada” (solo sorteables por los operadores que tienen la información privilegiada,el asesoramiento adecuado incrustado en los bordes institucionales o la paciencia y recursos para mantener la tensión de irlas superando.Como cualquier estudiante de economía sabe estas imperfecciones incrementan la rentabilidad potencial de los sectores económicos afectados, para quienes sepan aprovechar sus oportunidades de negocio.Es decir cuanto más imperfecto el mercado (más opaco,más lejos de la concurrencia,mas sujeto a las decisiones discrecionales, más proclive a las rentas de posición monopolistas) más negocio en las operaciones.
Por supuesto que más “lio” ha dado más trabajo “técnico” a los “interpretes” y “conseguidores”,pero ese es un mercado secundario de complementadores.
Las consecuencias están a la vista
en las diligencias de la fiscalia anticorrupción, en los pasillos de los juzgados, en la acumulación primitiva de patrimonios unipersonales que pasan por ser empresas,en la perdida de atractivos inversores – hasta el reciente pinchazo de burbuja – de otros sectores económicos que no llevaran su dosis de ladrillo, en la degradación del espacio público invadido o desvalorizado y en la proliferación de un tejido marginal e informal de actividades relacionadas con la auto- y semi- construcción como negocio y como salida popular a lo que el mercado le niega : viviendas accesibles con equipamientos dignos.
El paisaje de las feas ciudades canarias está sustentado en un modo de crecimiento , en una subcultura escasamente comunitaria y ambientalista y en unas practicas y actores bien identificables , ahora que ha bajado la marea,de la que algunos profetas , con años de púlpito, no están libres de culpa.
MARRERO
Solamente quiero complementar las opiniones sobre el feismo de la ciudad diciendo que no nos olvidemos que también es un producto social como proyección cultural de una sociedad en su momento.
Por ello, haciendo una comparativa me da la impresión de que a día de hoy el barrio de San Matías conserva su “fealdad” con mayor dignidad que algunos de los planificados ensanches recientes de la ciudad, por ejemplo Cesar Casariego, en Ofra. Quizás pueda deberse al mayor grado de cohesión social de los habitantes de San Matias y a un mayor sentimiento de pertenencia al lugar.
Hoy sus calles y su viario forzozamente adapatado a la topografía primogénita se han ido dotando de equipamientos, dotaciones e incluso de conectividad, lejos queda la marginalidad que tanto preocupaba a los políticos en los años 70.
De todas maneras ¿que resulta feo? los patrones culturales de nuestra contemporaneidad resultan liquidos, citando a Zygmunt Bauman.
Federico, pienso que este artículo lo podrías extender a la práctica totalidad del territorio español y, probablemente, a buena parte del mundial. No sé donde estará el problema pero, probablemente, en la separación que existe entre planeamiento, diseño urbano y arquitectura. No tengo claro si las visiones estancas de los especialistas en los diferentes campos que intervienen en la construcción de nuestras ciudades (además de los citados) serán las culpables, pero no parece normal esta radical ausencia de belleza que se aprecia en nuestro entornos urbanos. Hace ya algunos años, cuando era alumno de arquitectura, mis profesores me decían que la arquitectura debía cumplir la misión que se le encomendara y, además, ser bella. Creo que esto se debe aplicar también a nuestras ciudades. A mis alumnos hoy los digo que, en el siglo XXI, además de funcionales y bellas han de ser sostenibles (es decir, eficientes desde el punto de vista de relación entre el consumo y los resultados obtenidos en forma de felicidad de las personas). Pero es que una parte muy importante de la felicidad de las personas y, por tanto de la sostenibildad de nuestros entornos, reside en esa belleza que se nos ha escapado. Desde este punto de vista no se puede entender ni la eficacia ni la eficiencia sin la belleza. Puede parecer cursi hablar de belleza en estos tiempos pero se trata de una componente esencial en la felicidad de personas. Muchos filósofos entienden la búsqueda de la felicidad precisamente como la búsqueda de la belleza (el desarrollo de esta cuestión no se puede hacer en los límites de un comentario, ni tan siquiera de un artículo). Eso no quiere decir que los cánones de belleza no cambien de geografía a geografía ni de situación a situación pero todos nosotros, en el fondo, sabemos que nuestras ciudades no son bellas y, por tanto, no nos proporcionan la felicidad que deberían.
Federico, bien sabes que estoy de acuerdo con la definición del urbanismo de legalización y de que esto, es lo que se nos exige, en la mayoría de los casos.
Pero por este motivo, también creo que debemos redoblar nuestros esfuerzos y nuestra creatividad en hacer lo mejor posible con las herramientas que tenemos a mano. Proyectando los barrios y pueblos de la isla con cierta calidad, pese a lo compleja y tediosa que pueda ser la legislación canaria.
En tu texto dices que los urbanistas “casi” no tienen capacidad real para actuar. Y yo me quedo con este casi. Difícil si que lo es, no hay duda, pero no imposible.
No hay que ser tan negativo aunque se este exhausto. Seguramente soy una romántica, pero sigo creyéndolo.
Gis
Sigues urgando en el interior de nuestra identidad; sabes que estoy de acuerdo en tus opiniones referente a todo la TRAMITACION o “ordenacismo” que nos rodea en nuestro urbanismo, y digo nuestro a colación de tu titulo LA FEALDAD DE LAS CIUDADES CANARIAS; pues no estoy de acuerdo con él.
En mi opinión, todo tiene su razón de ser y en concreto en la primera imagen esta es razón de las circunstancias que dieron pie a ella, o como diría Confucio
“Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.”
Luego el calificativo de fealdad no es a mi modesto entender el adencuado, maxime cuando te adentras en el contenido del comentario.
Sigue dandonos pequeños detalles que permitan opinar sobre LO NUESTRO