La desolación de las calles y plazas del centro, derivada de la transformación urbana hacia un enclave de servicios sin apenas residentes, se ha ido imponiendo con la ayuda de un diseño aséptico que elimina radicalmente cualquier elemento acogedor. Paulatinamente, la ciudad bulliciosa de nuestra niñez con sus concurridas calles provincianas ha ido viéndose invadida por símbolos abstractos y piezas geométricas que, en el mejor de los casos, allanan y facilitan el proceso de colonización del espacio público por iniciativas privadas y elementos publicitarios destinados a la extensión del consumo de masas.
La recientemente terminada Plaza de Candelaria a la entrada de la ciudad refleja de una manera clara esta sensación de desamparo que nos invade al recorrer la ciudad en un día festivo. Su diseño ha pretendido arrasar con aquellos elementos caligráficos sutiles que se habían definido anteriormente, que la anclaban al pasado y a la historia para sustituirlos por la implantación de un plano escueto de repetidas piezas de adoquín de basalto. Esta superficie pura no reconoce o dialoga siquiera con los edificios colindantes en su encuentro. Las articulaciones son inexistentes, los hitos escultóricos que forman parte de la fisonomía histórica de la ciudad son un engorro que dificulta la implantación espacial isótropa que se ha pretendido. El clásico monumento a la Candelaria yace aislado e ignorado dentro de este mar de piedra como si quisiera demolerse para permitir la extensión de lo nuevo sin obstáculos. Algo parecido sufren los elementos vegetales, las palmeras preexistentes, que, mantenidas con dificultad, se rodean con unos asépticos aros metálicos rellenos de un árido blanco de mármol, ajenos completamente a la forma tradicional en que se trata aquí la jardinería.
Tratamiento realizado en la Plaza de la Candelaria de acuerdo a la propuesta de reforma de Herzog&Meuron
Estas nuevas arquitecturas son el último resultado de un potente esfuerzo inversor público para dotar a la cultura insular con espacios y contenedores homologables con las formas y diseños de la vanguardia contemporánea. Para ello se han contratado a figuras cada vez más renombradas del estrellato de la arquitectura internacional hasta alcanzar a la oficina suiza de Herzog & Meuron, con sede en Basilea, galardonada con el premio Pritzker de Arquitectura del año 2001.
Hoy en día, una arquitectura reconocida como vanguardista en la escena internacional de los medios de comunicación de masas ha ido introduciéndose puntualmente en el paisaje de muchas ciudades, imponiendo en algunos casos, una percepción de la realidad que se podría adjetivar como siniestra. Sería interesante intentar entender porque se produce este fenómeno de extrañamiento progresivo de la arquitectura respecto a la idiosincrasia de los lugares.
La ausencia de referencias al territorio circundante y a las peculiaridades de sus habitantes, más allá de manifestaciones retóricas, es generadora de una desvinculación creciente de los edificios impuestos e incita a sensaciones extrañas y angustiosas como si empezarán a invadir nuestro entorno singulares naves vanguardistas llegadas desde una galaxia lejana. Es significativa la propuesta de la artista italiana Sarah Ciraci al respecto, Oh my god is full of Stars, que presenta a determinadas obras de arquitectos del star system como naves extraterrestres o posibles arcas de Noé de una lejana civilización al rescate de una humanidad al borde de la catástrofe.
Quizás este carácter infausto de la arquitectura apoyada por los medios sea consecuente con el sentimiento del momento, caracterizado por una retirada de lo público y su sustitución por una cultura urbana en la que se ha institucionalizado el miedo al otro. Como señala Zygmunt Baumann en Modernidad Líquida y en relación a la deriva actual del espacio contemporáneo, poco a poco se va imponiendo un concepto de comunidad definida por límites estrechamente vigilados y no por sus contenidos; la defensa de la comunidad traducida a la contratación de guardianes armados para custodiar la entrada; los merodeadores y vagabundos promovidos al rango de enemigos públicos número uno; la retirada de las áreas públicas a los enclaves defendibles de acceso selectivo; la separación y la no negociación de las vidas en común y la criminalización de las diferencias residuales; estas son las principales dimensiones de la evolución actual de la vida urbana.
Lo que se podría calificar como síndrome del Museo Guggenheim es una actitud muy extendida entre los responsables de las ciudades a lo largo y a lo ancho del planeta en los últimos tiempos. Un ejemplo para políticos y mecenas de distinto pelaje que han observado el resultado positivo producido en la ciudad de Bilbao y que pretenden imitar a partir de una lectura simplista de la estrategia llevada a cabo en aquella ciudad.
En Bilbao se ha superado con un relativo éxito la transformación de una urbe industrial en decadencia mediante la implantación de un programa múltiple basado en la búsqueda de la excelencia, el marketing urbano y un partenariado del más alto nivel. Ello a partir de un análisis y planificación global así como de un importante esfuerzo inversor en el que las arquitecturas finales son el resultado de un proceso muy detallado y complejo liderado desde otras disciplinas menos artísticas.
Las simplificaciones derivadas de una percepción lejana de ese ejemplo han llevado a nuestros dirigentes a caer en lo que podría denominarse como el síndrome del traje del emperador. Influidos por una propaganda masiva, tanto los arquitectos de a pie como las personas no relacionadas con la arquitectura sucumben a un mundo de maquetas tridimensionales, fotografías glamorosas y los encendidos elogios de críticos especializados que contribuyen a la introducción de engrasadas maquinarias para la producción de imágenes incapaces de producir unos resultados edificados de una mínima calidad funcional y constructiva.
Muchos arquitectos contemporáneos reconocidos son unos grandes vendedores de humo con su aura de artistas valorados internacionalmente y que, como en Bilbao, requieren de fortísimos esfuerzos técnicos locales para poder llevar a cabo sus escenificaciones grandilocuentes. Habría que recordar que en el País Vasco la iniciativa del museo Gugenheim llevó a la ruina a varias empresas constructoras locales ante la dificultad técnica para la ejecución de unas carpinterías imposibles y alambicadas superficies de titanio y cartón yeso.
Pero es que el principal problema es la dificultades para sintonizar con las culturas y sentimientos locales de unas personas que se vanaglorian de su carácter nómada y de su falta de voluntad real para lograr una inmersión adecuada en los lugares por los que revolotean más allá de meras declaraciones para encandilar a los neófitos y a otros personajes pobres de espíritu.
El resultado, en nuestro caso, es una importante colección de edificios a los que les falta el alma. Son un reflejo del zeitgeist en el que brilla una estética de la indiferencia atroz y una ignorancia recíproca entre los artistas que aterrizan y los posibles usuarios que, una vez terminadas esas arquitecturas, se quejan amargamente por la colección de incongruencias, inconvenientes y despilfarros que albergan esas construcciones megalómanas.
Y este es otro problema que está empezando a tener un nivel preocupante: la vampirización de los escasos recursos locales. La concentración del esfuerzo inversor en unas pocas obras grandilocuentes impide (y es contradictorio con) la diseminación de actuaciones en otros lugares periféricos de la región deficientemente dotados de servicios colectivos. Las arcas públicas suelen quedar exhaustas e incapaces para atender la multitud de necesidades más ligadas a la vida cotidiana de los ciudadanos.
Haciendo un repaso sobre algunos ejemplos de intervenciones significativas de los últimos años podemos empezar por referirnos al Museo de la Ciencia y del Cosmos de los arquitectos catalanes Jordi Garcés y Enric Soria, inaugurado en el año 1993.
Plaza de acceso alMuseo de la Ciencia y el Cosmos. Garcés y Soria, arquitectos
Este edificio constituye una referencia urbana significativa del extrarradio de La Laguna con su antena parabólica orientada a las estrellas y su vinculación directa a su vecino, el Instituto de Astrofísica de Canarias. No obstante, una infraestructura de gestión escasa ha impedido una renovación constante y progresiva de sus elementos expositivos así como una vinculación más vibrante con los inmediatos usuarios del área metropolitana de Tenerife. Por ello, este museo desempeña un papel algo mustio que languidece paulatinamente a pesar de los ímprobos bríos de sus esforzados responsables.
En este caso, el posible valor de su arquitectura queda ensombrecido con su carácter autista que se retrae frente a su entorno para definir unos lienzos exteriores ciegos que no dialogan para nada con su entorno.
El auditorio de Tenerife es una pieza apoteósica en este despropósito siniestro en que se ha convertido la arquitectura de autores supuestamente consagrados. Sin límites económicos, con problemas de confort, funcionales y constructivos evidentes, un volumen lleno de gestos más propios de una falla que de un edificio, refleja una concepción de la arquitectura como alarde escenográfico y de monumentalidad mal entendida. En comparación, hace a la opera de Sydney de Jorn Utzon, a la que pretende imitar sin éxito, una maravilla de la arquitectura contemporánea. En mi opinión de arquitecto de provincias, es un fracaso sin paliativos teniendo en cuenta el mimo político en que se gestó, así como el importante esfuerzo inversor y técnico que tuvo lugar para que esta obra viera la luz. El edificio de Calatrava nos amenaza a comienzos del siglo XXI desde su posición litoral preeminente en el nuevo ensanche de la ciudad, con su desproporcionado pico y sus geometrías descompuestas.
La vela y el basamento del Auditorio de Tenerife. Santiago Calatrava, 2003
La nueva sede del instituto Oscar Domínguez de Arte Contemporáneo empieza a emerger también como un espacio significativo del centro de la ciudad de Santa Cruz. Sus tímidos volúmenes y sus inacabadas formas inspiradas en el paisaje local nos impiden tener todavía un criterio fundado sobre cual va a ser el resultado final de esta instalación. No obstante, la mudez de sus fachadas y el color oscuro que pretende dialogar con un supuesto entorno volcánico no dejan de contribuir ya a esa percepción siniestra a la que hago reiteradamente referencia. El gesto de atravesar diagonalmente los volúmenes, cuyo objetivo es peatonalmente la parte alta de la ciudad con el núcleo fundacional, es una incógnita; al igual que sus espacios interiores excesivamente monumentales con la futura biblioteca a modo de aplastante catedral de la cultura.
Recientemente, ha surgido una última obra del afamado arquitecto francés Dominique Perrault, autor de la Biblioteca Nacional de Francia a orillas del Sena en París, el llamado enfáticamente Infobox de Las Teresitas. Es este otro volumen autista que ha supuesto un costo desmedido para un espacio destinado a informar y albergar la maqueta de la futura remodelación de la playa de Las Teresitas, al norte de la ciudad y de la que es autor.
Infobox de Las Teresitas. 2006. Dominique Perrault, arquitecto
Una propuesta, la remodelación de Las Teresitas, teñida por una fuerte polémica ligada a corruptelas sin cuento y un saqueo descarado de los bienes públicos donde el grueso de la plusvalía generada por la ciudad se ha derivado directamente a particulares con una posible connivencia de los responsables administrativos y políticos. Alguien ha señalado que la estética sin ética es un mal negocio y este edificio ejemplifica claramente este pensamiento. Lo cierto es que esta pieza de arquitectura es una ruina ya desde el momento mismo de su inauguración; Su lenguaje absolutamente descontextualizado es inadvertido por los habitantes del vecino barrio de San Andrés. Otra payasada fantasmagórica, responsabilidad de los ediles municipales, que es ignorada por la población en un desprecio mutuo creciente.
Espero que mis reflexiones no se interpreten como una visión celosa del éxito de colegas reconocidos. La intención real es que constituyan un aviso hacia el futuro y una advertencia en relación al recurso a técnicos foráneos de prestigio que no son una garantía de éxito en si mismos. Quizás, desde una posición más humilde, los profesionales locales están llevando a cabo unas propuestas mejor insertadas en la realidad local, ampliamente aplaudidas y mejor valoradas por sus usuarios.
Finalmente qualche voce critica sulle cinseguenze dell’architettura delle archistar, anche dalla Spagna. Ha ragione Giorgio Muratore: tutto il mondo è paese!
Si, esa misma sensación tuve al ver por primera vez la Casa da Musica de Rem Koolhaas, destacando no sólo por su forma -que exige un aislamiento total para poder ser lo que es, no por nada se ha negado Koolhaas a que se hagan otros edificios “estrella” en la plaza/rotonda- sino por el contraste con esa zona tan pobre en la que está ubicada y que seguramente en poco tiempo será demolida para dar paso a más arquitectura de firma… quizás siguiendo el ejemplo de Bilbao.
Lo de Bilbao fué, a mi entender, una clara muestra de planificación estratégica de la ciudad que pusieron en marcha para conseguir un nivel de competitividad urbano del que la ciudad carecía anteriormente. El problema con estos planteamientos es que generalmente no se tienen en cuenta, o se minimizan, las consequiencias que puedan tener a nivel local.
Mis felicitaciones por los post, siempre me resultan muy intereantes! y ya de paso desear una feliz navidad!
¿arquitecto de provincias?
Estoy de acuerdo en lo nefasto de algunos ejemplos que has puesto, sobre todo con el auditorio de calatrava, totalmente ajenos a las necesidades y oportunidades de las zonas donde se asientan. Sin embargo, lo que más me molesta de esos ejemplos no es tanto la falta de carácter “acogedor” como dices, o el “desencaje” formal con el entorno, sino la sensación de vacío conceptual y ensimismamiento en la imagen que padecen.
Gracias por los comentarios. En cuanto a lo de arquitecto de provincias, supongo que se referirá a mí.
Y como contestación creo que habría que explicar porque considero que es más conveniente la proximidad en la obra de arquitectura.
Creo que la arquitectura para ser universal, antes debe de pertenecer a un lugar. Y para lograr este objetivo, el arquitecto debe conocer muy profundamente ese lugar. Esto es algo que no se consigue mediante la producción de imágenes sino mediante la inmersión en ese sitio.
Cuando Jorn Utzon ganó el encargo de la Opera de Sydney se trasladó desde Dinamarca para vivir en esa ciudad durante la construcción del edificio y aunque no conozco el edificio se nota por el enraizamiento que el edificio ha tenido en la representación del país.
Algo similar ocurre cuando visitas la Filarmónica de Berlín o la Stadt Biblioteque de Hans Scharoun. Allí ves el amor por las cosas bien hechas y la mano del arquitecto en cada detalle.
La poesía de la arquitectura no puede surgir de operaciones de marketing como las que llevana a cabo los arquitectos estrella de nuestros días, solo vemos meros decorados de cartón que están bien para una obra de teatro o para las fantasías de Hollywood.
Muy buen post, Federico, con algunos párrafos ciertamente brillantes. Tu alusión a la “colección de edificios sin alma” inevitablemente me ha traído a la memoria la Maurilia de las Ciudades Invisibles de Italo Calvino que no me resisto a transcribir:
“En Maurilia se invita al viajero a visitar la ciudad y al mismo tiempo a observar viejas tarjetas postales que la representan como era antes: la misma plaza idéntica con una gallina en el lugar de la estación de autobuses, el quiosco de música en el lugar del puente, dos señoritas con sombrilla blanca en el lugar de la fábrica de explosivos. Para no decepcionar a los habitantes hace falta que el viajero elogie la ciudad de las postales y la prefiera a la presente, aunque cuidándose de contener dentro de límites precisos su pesadumbre ante los cambios: reconociendo que la magnificencia y prosperidad de Maurilia convertida en metrópoli, comparada con la vieja Maurilia provinciana, no compensan cierta gracia perdida, que sin embargo se puede disfrutar ahora sólo en las viejas postales, mientras que antes, con la Maurilia provinciana delante de los ojos, de gracioso no se veía realmente nada, y mucho menos se vería hoy si Maurilia hubiese permanecido igual, y que de todos modos la metrópoli tiene ese atractivo más: que a través de lo que ha llegado a ser se puede evocar con nostalgia lo que fue.
Hay que guardarse de decirles que a veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, que nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí. En ocasiones hasta los nombres de los habitantes permanecen iguales, y el acento de las voces, e incluso las facciones; pero los dioses que habitan bajo esos nombres y en esos lugares se han marchado sin decir nada y en su lugar han anidado dioses extranjeros. Es inútil preguntarse si éstos son mejores o peores que los antiguos, dado que no existe entre ellos ninguna relación, así como las viejas postales no representan a Maurilia como era, sino a otra ciudad que por casualidad se llamaba Maurilia como ésta.”
¿Le estará pasando a Santa Cruz lo que a Maurilia? Felices Fiestas.
Buenísimo, Federico. La arquitectura comprometida, que sale de vivir el lugar y creer en la gente, siempre es única y original, y supone la construcción de algo valioso arraigado en su contexto, del que es inalienable.
Quememos las revistas, yo me apunto al provincianismo..
Carlos M B
Hola Federico: Un placer leerte. Lo geográfico es un mero accidente. Muchas de tus conceptualiaciones dan sustento a mis intuiciones. En mi Ciudad, Rosario, Argentina, pareciera que todo lo que nos sucede es una serie de desaciertos y desinteligencias entre los órganos rectores, directrices y de planificación. Pero, ya estoy entendiendo!!!. Gracias!!!Esto está perfectamente planificado!!!
En Groenlandia, hará mucho frío?
Entiendo que la arquitectura deba corresponder a las necesidades reales de lo local fundamentado en una ética con estética o viceversa -tampoco sé muy bien si le queda algo de contenido a esta frase hecha y tan trillada-. Creo en una arquitectura del esfuerzo mínimo y el resultado óptimo -toma, otro topicazo-. No estoy de acuerdo en que sean los arquitectos autóctonos los más capacitados para resolver los problemasde su propio ámbito. Esto que digo no es apología de las grandes estrellas de la arquitectura, ni mucho menos, pero también pieso que es necesaria cierta distancia con los problemas, cierto análisis en escorzo -¿transversal? palabra tan de moda y que parece servir para todo- para optimizar las solución. La cercanía o el ensimismamiento a veces acaban en circulos viciosos o miopías chovinistas. Siguiendo con ejemplos citados, Utzon ganó el concurso desde Dinamarca, y vivir en Australia solo le sirvió para abandonar el proyecto porque no supo resolver la complejidad técnica de su construcción. Posiblemente su casa en Mallorca sea un mejor ejemplo para este artículo.
Un saludo.
El problema, Rodrigo, de las grandes estrellas de la arquitectura que nos han ido enchufando desde los medios profesionales de la arquitectura en estos últimos años, es que también se han vuelto incapaces para producir una arquitectura valiosa para las distintas comunidades. Por lo general, su trabajo adolece de un excesivo cote y un valor icónico dudoso, tan del gusto de políticos y periódicos y, sin embargo, tan alejado de las verdaderas necesidades de la población a las que va dirigida la obra de arquitectura. Incluso en lo que se refiere a la representación del “zeitgeist” de esos grupos humanos.
Esta ciudad nuestra ha crecido como nuestras plataneras : somos una gran enana
Felicidades Federico, por el blog y en particular por este texto que he leido tarde y que me parece que pone algunas cosas en su sitio con una exactitud “calviniana”. La pura espectacularidad vacía suplanta cada vez más a la arquitectura de la ciudad; el espacio público más que líquida adquire una consistencia gaseosa. Como el humo.
Saludos
federico, haz perdido el juicio y estás empezando a mezclarlo todo…
¿ como se puede comparar el oscar domínguez con el auditorio? ¿ por qué no lo comparas con tu hospital de los dolores?
“Haz perdido el juicio?”
Llamas loco a alguien y ni siquiera sabes escribir??
Por Dios,no puedo dar credito a este discurso, aunque creo que tendrás bastantes apoyos, ya me entiendes. Como no logro entender ni una frase de tu discurso, ¿me podrías explicar que significa “La ausencia de referencias al territorio circundante y a las pculiaridades de sus habitantes”? y a la vez me aclaras cuales son las referencias al territorio y a las peculiaridades de sus habitantes, del hospital de Dolores. Gracias.
No sé quienes serán los que se esconden bajo el anonimato, pero lo presumo.
Creo que se debieran buscar más argumentos y menos descalificaciones. Les reto a que me señalen exactamente donde insulto.
Son mis opiniones, abiertamente expuestas y el que tenga otras que las exponga lo cual es sumamente sano y no se hace con normalidad.
No he señalado a nadie como orate.
Hola, soy el último anonimo y solo el ultimo, escribo bajo el anonimato, pero con tiempo si me interesa, me registraré, aclaro que en mi única intervención no he insultado a nadie, no es mi estilo. Sin embargo sigues sin aclararme la duda que te planteo, gracias.
Pues me cocnretamente me refiero a que el Auditorio se podría haber situado en una isla junto a la costa o en Alaska y habría resultado igual de incomodo. Al arquitecto lo usuarios tinerfeños le han importado un pimiento. Podría haber situado su artilugio aquí o en una glaxia muy lejana. El Infobox de las Teresitas es también como una especie de edificio autista al que no le interesa el contexto y mucho menos las necesidades reales de los usuarios. Es exclusivamente una escenografía para consumo de los medios profesionales y de los políticos que le pagan.
Reconozco que eres un gran escitor, pero en este caso creo que te has quedado sin argumentos y lo mas triste de este debate es que en el fondo solo hay una defensa de lo nuestro frente a lo que viene de fuera, utilizando argumentos tan demagógicos que insultan la inteligencia de los que te leemos, por otra parte, con interes. Un saludo.
A mi no me parece tan descabellada esta serie de edificios nuevos de la ciudad de Santa Cruz, ya que casi todos ellos se ubican fuera del centro histórico de la ciudad. El auditorio es impresionante, es precioso, cualquiera que llega por la ciudad y lo ve no piensa en lo poco funcional que es, en lo poco que lo usa la gente de Tenerife o en el dinero que costó, sólo pueden pensar en que es una obra realmente espectacular y que a nadie deja indiferente. En cuanto al museo de Herzog y De Meuron si hay que decir que se encuentra más próximo a la ciudad y no tiene nada que ver su arquitectura con la tradicional, pero como todo movimiento artístico, la arquitectura de estas moles no deja iniferente a las personas que las ven y yo creo que ahí se encuentra la grandeza de una obra de arte, en la facilidad de provocar emociones.
Concido con Federico.
Tenemos una avalancha de edificios antifuncionales, caros, que dan las espaldas al entorno.
Hay exquisiteces como el Infobox que son autenticos fracasos sin ton ni son. Ya se está oxidando todo.
Me agrada en cambio La Candelaria. Un poco fría, pero es lo mejor que han hecho desde el diseño antiguo. Ese sí era genial: al igual que la Plaza del Príncipe de Asturias, todo plano, con barandas, bancos: ideal para leer, pasear con el perro, darse besitos y todas las cosas que los “archistar” no quieren que hagamos.
Encuentro muy vulgar el auditorio. En casi todas las ciudades del mundo ya hay uno o dos trastos así… el burro-grande-ande-o-no-ande. Y nuestro burro para mí no es de los más bonitos. Nada tiene que ver con Sydney, edificio más sobrio, más útil y más a escala con el entorno.
Mi opinión es personal y sin embargo la obra tiene varios absurdos objetivos:
- La puerta principal orientada al NE, frente a los vientos dominantes y sin marquesinas.
- La plaza infinita azotada por el sol y el viento.
- La insuficiencia de espacio interior util, que permita “juego”.
- El pavimento interno con gran pendiente. Ideal para ancianos.
Lo que manda hoy es la integración con el territorio. Y aquí vamos muy p’atrás. Hay grandes architectos “de Marca” que lo hacen y son los que no llevan el atuendo negro… quizás los Renzo Piano que en el blog de la semana pasada vestían de manera colorista. Esos pisan Canarias muy poco.
Yo
Una exposición extensa pero que se resume en una única frase: A usted no les gusta ninguna obra arquitectónica o intervención urbanística realizada en Santa Cruz de Tenerife en los últimos años.
Bueno. Cuestión de gustos… Y para gustos, colores. Sin embargo, yo me considero una persona de las numerosas a quien le gusta la mayoría de las últimas obras realizadas en Santa Cruz, como se puede corroborar en multitud de blogs y páginas webs, además de revistas especializadas (AV). Obras que muestran racionalidad, inteligente, plasticidad y diálogo, frente a una arquitectura muerta, disecada, estéril, compuesta básicamente por obras religiosas, casas, haciendas y palacios de dominio exclusivamente privado con predominio de la arquitectura tradicional. En cambio, el siglo XXI es la explosión de la arquitectura pública. Definitivamente, las mejoras obras en arquitectura y urbanismo hacen referencia a terminales de pasajeros de aeropuertos puertos, estaciones de ferrocarril y guaguas, puentes, museos, auditorios, estadios deportivos, bibliotecas, centros culturales, universidades, hospitales, ayuntamientos, parques, plazas, áreas peatonales, etc. Espacios diseñados exclusivamente para el disfrute y deleite de TODOS, para atender las necesidades de la inmensa mayoría.
El triunfo de lo público frente a lo privado, aspecto que era inverso en épocas anteriores.
No puedo remediarlo, pero cada vez que me acerco al TEA o al AUDITORIO no puedo evitar dedicar un par de minutos para contemplar estas obras, descubrir una nueva perspectiva y sentir orgullo de esta ciudad que estaba muriendo lentamente. Ahora se han creado nuevas áreas de recreo; El TEA es un continuo hervidero de personas curiosas, estudiantes, lectores o quienes se acercan a visitar las exposiciones y otros eventos. No cabe duda que su diseño abierto y luminoso, la calle que lo atraviesa, un mobiliario acorde o sus luminarias son su gran acierto. De igual modo ocurre con el Auditorio y su entorno, un lugar de encuentro de turistas y lugareños que, a pesar de la distancia que los separa del Centro, piensan que merece la pena acercarse. Un Auditorio que sorprende por sus líneas sencillas, pero con una gran carga plástica; una escultura que juega permanentemente con un equilibrio en constante amenaza por una ola que parece querer romper definitivamente y nunca lo hace. Y un interior, que no deja indiferente a nadie. Al igual que su calidad acústica.