En el pasado, las plazas eran lugares donde se efectuaba uno de los mayores esfuerzos sociales para dotar a las ciudades con espacios representativos, para los que se procuraba la mayor calidad estética y formal. Sin embargo, actualmente nuestras instituciones encomiendan la formalización de este tipo de lugares a una tecnocracia que no responde adecuadamente a la importancia estética de la cuestión.
La innovadora concepción escenográfica que aporta el barroco a los espacios urbanos. Planta de la Plaza del Campidoglio. Miguel Ángel, Roma 1550.
El espacio público es una necesidad colectiva que expresa lo urbano, y que está sujeta a múltiples presiones desde las que se pretende constantemente restringirlo, privatizarlo o reservarlo para unos pocos en detrimento de la mayoría. La urbanidad esencial sufre por ello invariablemente incontables agresiones en aras de intereses espurios y, siendo tan necesaria, se escatima la inversión para su producción y mejora.
En América, el sociologo Ray Oldenburg ha teorizado sobre esto en su libro de 1991, The great good place, donde identificaba lo que ha definido como Third Place. Frente al hogar y el lugar de trabajo, el Tercer Espacio consistiría en los lugares que facilitan lo que llama la interacción creativa, el encuentro informal que es vital para las necesidades sociales. Sus características fundamentales es que son espacios de libre acceso y gratuitos, altamente accesibles para la población y permiten reuniones masivas de una manera confortable. Finalmente, el Tercer Espacio permite un sentido de comunidad que es sumamente importante para la autoidentificación de una sociedad, su responsabilización en los asuntos colectivos y, en definitiva, la expansión de la democracia entendida como decisión colectiva.
La ciudad es en esencia un acceso libre a los lugares para la convivencia colectiva y, por tanto, el diseño de la ciudad se debería efectuar desde el proyecto del espacio público como expresión de lo social y la arquitectura debería supeditarse a la forma urbana decidida colectivamente dado su carácter subsidiario. En los últimos tiempos asistimos a una subversión de este principio esencial por el cual la arquitectura se ha tornado autónoma e impone una forma de entender la ciudad como una sucesión de monumentos que toman el control de la expresión urbana imponiendo la visión individual sobre la colectiva. Es la arquitectura mediática impuesta desde todo tipo de medios de comunicación que usurpa constantemente la representación de las metrópolis contemporáneas.
Con ello, en los últimos tiempos, la nueva imagen de la ciudad pasa a representar mayoritariamente los intereses particulares por encima de los colectivos y finalmente, las decisiones públicas sobre la urbanidad quedan subvertidas por la imposición exclusiva de los criterios de especuladores y promotores. Las necesidades reales de la ciudadanía que deberían expresarse a través de los Ayuntamientos, órganos básicos de la democracia quedan colonizadas por los designios de unos pocos.
El amigo Rafael Cáceres inventariaba sus esfuerzos como director del área de servicios urbanos del ayuntamiento de la Ciudad Condal, en un libro publicado en 1993 y titulado significativamente, Barcelona, espacio público. Con ello realizaba una reflexión última sobre las acciones que compusieron la estrategia desarrollada en esos años para la recualificación y mejora de muchos intersticios y lugares olvidados de su ciudad. Allí decía que la recuperación de los espacios públicos es una labor prioritaria de las instituciones democráticas. La recalificación urbana mediante la mejora de la calidad constructiva y formal debe ser un principio extensivo aplicable a toda la ciudad y debe realizarse con especial intensidad en las periferias tradicionalmente marginadas.
Otro texto del mismo libro del arquitecto catalán Oriol Bohigas, su predecesor, incidía en una visión similar desde su responsabilidad en el urbanismo local. Proponía ya una estrategia que algunos definieron como el “modelo Barcelona” consistente en llevar a cabo una serie de actuaciones concretas que hagan de focos regeneradores de su entorno, con el convencimiento de que este proceso real tiene a menudo resultados más radicales que la trayectoria deductiva que parte exclusivamente del planeamiento a gran escala. Bohigas entendía la ciudad como una agregación de fragmentos en el que la única mejora posible es la que se enmarca en el corto plazo y el urbanismo solo es realizable en la pequeña escala.
El modelo Barcelona se apoyaba en una metodología concreta de actuación. Se trataba de identificar aquellos lugares o intersticios de los barrios y centros del área metropolitana que supusieran una oportunidad para la mejora o aumento del espacio público. La programación de intervenciones de recualficación adaptadas a estos lugares y la aportación de recursos económicos suficientes, permitiría mejorar las condiciones globales de la ciudad a partir de una multitud de acciones de acupuntura urbana.
Lo interesante del planteamiento es que sus costes son ridículos si se compara con las necesidades financieras que definen cualquier obra pública de infraestructura. Los recursos necesarios para realizar un tramo de autopista, por ejemplo, serían suficientes para realizar cientos de acciones como las definidas bajo la metodología del modelo Barcelona. La cuestión es que para los grandes operadores inmobiliarios y del sector de la construcción es más rentable una gran infraestructura que cientos de pequeñas obras y, por eso, se ha acabado priorizando una estrategia de grandes obras en la ejecutoria habitual de las administraciones públicas de cualquier país o ciudad.
La concepción dura, representativa del modelo Barcelona. Plaza de la estación de Sants, Helio Piñón y Albert Viaplana, arquitectos
Todas estas posiciones y esfuerzos hoy están cubiertas por el manto del olvido que al igual que los esfuerzos realizados por Bohigas, Cáceres y algunos otros en Barcelona para la dignificación de sus espacios más abandonados son considerados como planteamientos caducos. Como consecuencia, la realidad actual de las principales ciudades de nuestro pais ha quedado condicionada por una renuncia a la intervención en la ciudad entendida como espacio público y una excesiva complacencia en las bondades del liberalismo y de la iniciativa privada.
Viene esto a cuento del otorgamiento del Premio al mejor Espacio Urbano Europeo de 2008, a la Barking Town Square, que forma parte de un conjunto de reformas urbanas para la renovación de esta parte del Este de la ciudad de Londres y que forma parte del denominado Barking Town Centre Action Plan, implementado en 2003 por la London Development Agency.
Planta de la propuesta de remodelación de la Barking Town Square. Muf Architecture/Art, 2006
El galardón al mejor Espacio Urbano Europeo se convoca cada 2 años por el Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona, conjuntamente con una serie de otras instituciones europeas interesadas en la evolución de las ciudades y el urbanismo. Su 5ª Edición se ha fallado el pasado mes de Junio, galardonando al remozado centro del barrio de Barking. Tiene como objetivo subrayar la importancia del espacio público como catalizador de la vida urbana, reconociendo el esfuerzo de algunas administraciones locales europeas en el fomento de la calidad de los ámbitos colectivos como una expresión clara de la salud cívica y colectiva de las ciudades.
Vista de la galería que forma la parte cubierta de la plaza, bajo el Barking Learning Centre, proyectado por la oficina de Alford, Hall,Monagham & Morris
La propuesta paisajística de la plaza cubierta de Barking Town se realizó a partir del proyecto paisajístico del equipo londinense Muf Architecture/Art. El jurado, presidido por Manuel de Solá Morales, valoró especialmente la participación integradora de profesionales de distintas disciplinas en la conformación de un espacio que recualifica un barrio degradado de la primera periferia de la ciudad de Londres. Según el jurado, el proyecto es un buen ejemplo de cómo regenerar un área urbana conflictiva con una acción coordinada entre los sectores público y privado. También se valoró la utilización de lenguajes estéticos diversos y la aportación de elementos significativos para expresar la diferencia, la pluralidad e, incluso el conflicto subyacente y que, normalmente, permanece oculto en algunos barrios marginados de las grandes ciudades.
Una mención se otorgó también a la renovación del barrio Centrum Odorf, en la ciudad austriaca de Innsbruck. Este enclave es una ordenación urbana de los años 70, realizada para albergar a los atletas de la Olimpiada de Invierno celebrada en dicha ciudad, que ha supuesto una mejora espacial destacable a partir de la redefinición de su ámbito central a la manera de plaza pública equipada; todo ello junto a un lavado de cara estético de los volúmenes residenciales colindantes. El proyecto de la arquitecta Froestcher Lichtenwagner, terminado en 2006, interviene con una nueva caligrafía espacial y trata de adecentar los espacios comunes dentro y entre la edificación que compone el conjunto.
Vista aérea del barrio olímpico de Centrum Odorf en Insbruck
En el caso de la plaza de Barking Town, es interesante reconocer que las propuestas paisajísticas y arquitectónicas que se han llevado a cabo en este enclave degradado no surgen espontáneamente, sino que forman parte de un plan urbanístico específico que analiza las condiciones preexistentes para a partir de un diagnóstico coherente, proponer acciones que supongan una mejora real de las condiciones de habitabilidad del conjunto de usuarios y residentes. Las acciones propuestas se plantearon en base a un concienzudo inventario sobre las posibilidades de intervención, tanto arquitectónica, económica y socialmente, de tal manera que se produjera una actuación que catalizase la mejora global de este suburbio londinense a partir de una planificación y programación racional de las intervenciones.
Folleto explicativo del conjunto de propuestas de mejora para Barking Town que forman parte del Action Plan de 2003
Sorprende la escasez de proyectos realmente innovadores que tengan como objetivo la mejora urbanística en el ámbito europeo, lo que se refleja en la escasez de propuestas presentadas así como la parquedad de los galardones otorgados en esta convocatoria.
Una apresurada reflexión que podría sugerir este hecho es la decreciente atención que se otorga al espacio urbano colectivo desde las instituciones municipales europeas responsables de las ciudades. Sin embargo, lo más probable es que se deba a una débil difusión de la convocatoria por parte de sus responsables, el Centre de Cultura Contemporánia de Barcelona y el Archivo Europeo del Espacio Público Urbano.
me pareció muy bueno tu articulo,te felicito y desde el blog que estamos arrancando pensamos bastante parecido,porque estamos convencidos que el espacio publico es el “lugar en donde todos somos iguales y en donde la arquitectura es patrimonio de todos” y a través de este es posible actuar como un motor sustancial de la transformación social, permitiendo mejorar el hábitat del hombre.excelente tu blog.