Socotora me ha llamado la atención en alguna ocasión porque es una isla del tamaño de Mallorca que padece uno de los climas más extremos del planeta y, sin embargo, contiene riquezas naturales indescriptibles. Un espacio azotado por calurosos vientos y limitado por extensas playas de dunas altísimas. En esa tierra florecen los dragos, esos árboles ancestrales, que crecen en mi archipiélago canario y que también tienen su cuna allí. <---
Árbol florido de Socotora o Rosa del desierto
Lo más sorprendente son los bosques de dragos que al cortarse ofrecen su abundante savia rojiza, la sangre del dragón. Es una especie única, la Dracaena cinnabari que es un pariente lejana de nuestro drago canario. En Canarias hay pocos lugares en los que convivan naturalmente varios especímenes juntos mientras que allí las agrupaciones alcanzan los centenares de individuos y, en muchos casos, su forma es la de un perfecto casquete esférico sobre un intrincado laberinto de gruesas ramas apoyado en su característico tronco. El Drago de Socotora tiene un porte menor que el canario, alcanzando en el mejor de los casos, los quince metros de altura y como el de aquí vive varias centenas de años.
Según la Wikipedia, el griego Dioscórides hizo la primera referencia histórica a este lugar remoto, reconvirtiendo al griego el nombre sánscrito de Sukhadara que la definió como la Isla de la Felicidad. Otra curiosidad que se señala en ese artículo es que en el siglo X el geógrafo árabe Abu Zaid Hassan comentaría que la mayoría de sus habitantes eran de religión cristiana de la facción nestoriana. Marco Polo la cita como la mítica Skara en el relato de sus viajes a China. En 1507, una flota portuguesa capitaneada por Tristao da Cunha desembarcó allí con una fuerza ocupante que tenía el objetivo de liberar a los cristianos del yugo islámico, empezando a construir un pequeño fortín. Sin embargo, se encontraron con una oposición hostil que les obligó a abandonar posteriormente el archipiélago. Tradicionalmente, sus habitantes se han dedicado a la cría de ganado caprino y a la pesca tradicional en su riquísimo entorno costero. Otra curiosidad cultural del lugar es la utilización de un calendario peculiar definido por meses de trece días con el cual los socotris han contabilizado tradicionalmente el paso del tiempo. El consumo masivo de esa yerba estimulante llamada Qat es otra de las costumbres locales, al igual que hacen sus vecinos cercanos.
Actualmente Socotora, que ha sido declarada como patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2008, debido a sus peculiaridades naturales, comienza a desarrollar una incipiente economía turística. Para ello, aprovecha desde el año 2000 la pista de una antigua base británica para atraer pequeños grupos de turistas. En 2007 los visitantes alcanzarían la extraordinaria cifra de 2.500 personas. Hoy en día existe ya una carretera pavimentada que une los dos núcleos habitados e, incluso, las viviendas troglodíticas que existen en el interior de la isla disponen de antenas de televisión por satélite.
Las disponibilidades actuales de información a través de Internet me han permitido realizar este artículo sobre un lugar del que tenía noticia a través de referencias de especialistas en biología y botánicos locales. Es increíble lo que significa para el acceso al conocimiento esa ventana de la que ya muchos disponemos y que ha cambiado radicalmente nuestra manera de relacionarnos con la ciencia y la erudición. La cultura de las muchedumbres, como ciertos comentaristas califican a este fenómeno, ha venido para erradicar el monopolio de los expertos muy a su pesar.
Algunos se podrán preguntar porque hablo de estas cosas en un espacio dedicado normalmente a reflexionar sobre los problemas de la arquitectura y de la planificación del territorio. Y es que algunas veces también a mi me gustaría recluirme en un paraíso soñado como el que imaginamos que existe en un archipiélago tan desconocido como Socotora. —>
Me habían enviado hace unos meses unas imágenes de estos árboles, tan parecidos a nuestros dragos. Pero no decía tantas cosas atractivas como las que cuentas. Tengo el GEarth mal, una pena, porque enseguida (con lo que me priva aprender cosas nuevas) entraría para ver algunas otras fotos…si es que se puede…
Tan sugerente siempre, Federico, un abrazo.
En una de las fotos, en las que sale florido, me recuerda el baobab.
Interesante artículo para refrescar el blog