PASEANDO POR EL DISTRITO 22@

 Espacio de la ciudad de Barcelona afectado por el Distrito de Actividades 22@

El sector oriental de Barcelona, conocido como Distrito 22@, es el espacio de la ciudad que mayores transformaciones ha experimentado en las últimas décadas. En fechas recientes y movido por la curiosidad, he recorrido de nuevo a pie ese barrio que se sitúa a lo largo de la prolongación de la Diagonal hacia el mar. Estas son las impresiones de un observador externo dos años después de mi última visita.


El debate urbanístico catalán del último medio siglo ha estado ligado prioritariamente a la reflexión sobre la mejora de la funcionalidad y las formas urbanas. A principios de los años 70, serían dominantes las preocupaciones más sociales, pero en el curso del tiempo, aquella discusión sobre la ciudad se ha ido inclinando paulatinamente hacia unas visiones economicistas y de la competitividad global de las marcas territoriales. La búsqueda de un mejor posicionamiento económico de la región ha sido finalmente el pilar básico del urbanismo en la consideración de Barcelona como ciudad “mediterránea” preponderante. Esa transformación urbana competitiva orientada a su integración en los flujos globales ha tenido una repercusión notable en la reforma radical del sector Noreste de la ciudad, aquel que se prolonga por la costa desde el parque de la Ciudadela hasta la ribera del río Besós. Un esfuerzo colectivo de primera magnitud en la redefinición urbanística de una parte de la ciudad que ha durado ya varias décadas.
Ello ha sido la consecuencia de la acumulación de una serie de hechos históricos que surgieron eventualmente en respuesta a una voluntad colectiva para la reformulación del espacio urbanístico. En primer lugar, ocurriría la reapertura de la ciudad hacia el mar, junto a la Barceloneta y también en la transformación del puerto central en un espacio integrado a la ciudad histórica. Posteriormente, se centraría en la terminación de otro espacio significativo inconcluso durante casi un siglo, el tramo Este de la avenida Diagonal desde la plaza de las Glorias y los espacios colindantes hasta el encuentro con la costa. Como colofón lógico a aquella operación surgiría otra iniciativa urbanística, el llamado Forum de las Culturas de 2004, que inauguraría una celebración de nuevo cuño a la manera de las exposiciones universales. En último lugar, la renovación y transformación radical de los barrios populares situados en ese cuadrante con los espacios situados en el entorno del Poble Nou como piezas más significativa. Todo ello, como decía con el objetivo de mejorar la integración a la ciudad en la competencia económica global.
 Hotel ME. Avenida Diagonal de Barcelona. Dominique Perrault, 2008
Los protagonistas de esta historia son numerosos pero habría que encuadrarlos en los diversos grupos e iniciativas culturales que se han desarrollado en la ciudad desde comienzos de la década de los años 70 del siglo XX. Personas y grupos que se posicionaron claramente frente a las decisiones urbanísticas que tuvieron como referente uno de los últimos alcaldes del franquismo, José María Porcioles. La aprobación en 1976 del Plan General Metropolitano (PGM) -un documento que constituye una pieza de planeamiento estructural técnicamente bien definido- fue el último eslabón de una política urbanística contestada que, sin embargo, no ha sido sustituida durante todo este largo período temporal transcurrido. Las operaciones urbanísticas desarrolladas han utilizado la técnica de la planificación y proyectación de la ciudad por partes. Diversos y numerosos planes especiales, modificaciones puntuales del PGM, estudios de detalle, etc. han sido acometidos durante las últimas décadas para conseguir los precisos objetivos pretendidos en cada momento. La tarea de liderazgo intelectual y material de este proceso colectivo ha sido protagonizado por gentes como Manuel Solá Morales, Joan Busquets, Manuel Ribas y Joaquín Sabaté que han ido aportando interesantes ideas y criterios de actuación desde la posición académica, mientras que otros como, Oriol Bohigas, Juli Estebán y Josep Antonio Acebillo, también Ricard Fayós y Oriol Clós más recientemente, han sabido gestionar los numerosos esfuerzos técnicos necesarios asociados a la arquitectura y el urbanismo a la búsqueda de una transformación adecuada de Barcelona y su hinterland territorial amplío.
El resultado final presenta tanto numerosos brillos como algunas sombras. Algo inherente a todo proceso complejo como es el que se relaciona con el urbanismo. Algunos alaban y admiran internacionalmente el éxito de las fuertes apuestas ciudadanas desarrolladas como reflejan, por ejemplo, la medalla concedida por el Royal Institute of British Architects a la ciudad olímpica tras 1992. Otros denigran la transformación inapelable de Barcelona en una ciudad de marca global y, también, su colonización turística radical. En 2008 se publicaría un opúsculo curioso titulado Odio Barcelona que reflejaría de alguna manera el descontento intelectual de unas elites locales, arrolladas por las fuerzas inexorables de una apuesta económica que trata de colocar a la ciudad en el Olimpo de las ciudades planetarias reconocidas. En ese libro manifiesto enloquecido, fruto de la impotencia, se proclamaría que en un escenario político y social desquiciado por los rigores del pensamiento unidireccional, la especulación inmobiliaria y el silenciamiento sistemático de cualquier voz discordante, “Odio Barcelonase erige en un grito dislocado y subversivo, necesario e impertinente, no exento de humor y cargado de altas dosis de ironía. Un salvoconducto imprescindible para la supervivencia de la autonomía intelectual. De alguna manera, algunos señalarían con esa escritura la necesidad de recuperar una visión social frente al economicismo que ha acabado imperando en la reconversión radical experimentada por la ciudad.
 Nueva ordenación de la plaza de las Glorias. Servei de Planejament del Ajuntament de Barcelona
En la zona Noreste de Barcelona, bajo el manto del llamado Distrito de Actividades 22@ (una modificación del antiguo PGM que transforma radicalmente la antigua zona normativa 22a), se ha intervenido de una manera fragmentaria, añadiendo paulatinamente nuevos pedazos transformados de ciudad. Desde la precursora villa Olímpica hasta la constitución de los recientes ámbitos especializados que se han dedicado a la biotecnología, los medios audiovisuales, las telecomunicaciones y la energía, pasando por la actuación del citado Forum de las Culturas. Todos ellos proyectados a partir de instrumentos urbanísticos concretos y armados mediante estructuras y burocracias de gestión específica, formadas por sociedades privadas ad hoc, pero con una parte sustancial de capital público. Solo en los ámbitos 22@ se ha intervenido en más de 2 millones de metros cuadrados de suelo neto edificable, dando carta de naturaleza a la transformación hacia un tejido urbano más complejo de usos diversificados, comerciales, de oficinas, hoteleros, para la investigación avanzada, etc. La consecuencia evidente ha sido la catalización de una importante especulación inmobiliaria y la sustitución acelerada de los usos y poblaciones tradicionales, hegemonizada por intereses privados locales.
El resultado de la transformación experimentada por la ciudad en esta cincuentena de años podría quedar representado por dos enclaves diversos, pero significativos, de esa parte de la ciudad que se ha convertido en el laboratorio por excelencia de las técnicas urbanísticas recientes de la iniciativa pública catalana. Estos serían las seis manzanas que conforman el recinto del Campus Audiovisual y el espacio tradicional en torno a la Rambla del Poble Nou.
El visitante de la recién reformada trama de la ciudad, orgullo de sus próceres, accede a ese nuevo fragmento urbano ascendiendo desde el corazón de la tierra, desde la estación de metro de la plaza de las Glorias. Se encuentra frente a un territorio colonizado por importantes infraestructuras, iconos arquitectónicos deslumbrantes y un sinfín de potentes transformaciones y obras en curso, cuyo exponente más visible es la presencia de numerosa maquinaria pesada. Posteriormente, me enteraría que la brillante intervención sobre el redondo nudo de infraestructuras viarias -realizada hace solo dos décadas- está siendo sustituido por un nuevo espacio libre que generará una nueva plaza parque de escala intermedia, integrando el mercado de antigüedades de Les Encantes en una nueva configuración más aséptica y cuadriculada.
 Edificio Media TIC del arquitecto Enric Ruiz Geli, 2010
En uno de sus vértices, la llamada torre Agbar, el edificio icónico por excelencia que publicita la imagen de la nueva ciudad, es una presencia poderosa cuyos elementos constructivos están sufriendo un acelerado proceso de envejecimiento, que ya empieza a ser preocupante. Desde allí, el usuario del transporte público puede abordar el flamante tranvía que transita ese nuevo tramo de la arteria de comunicación más importante de la ciudad, la avenida Diagonal.
Un poco mas allá se sitúa también el hotel, firmado por el arquitecto francés Dominique Perrault que ejemplifica meridianamente ese tipo de arquitectura reciente inexpresivo, originado desde los programas de ordenador y cuya imagen construida pregona en su similitud esa condición digital a la que recurren tantas y tantas otras propuestas similares. Unos edificios que acaban convirtiéndose en construcciones sin alma ni hálito poético debido a su propio fundamento proyectual.El recorrido a través de esa nueva vía de amable sección muestra las nuevas edificaciones que han aparecido en los últimos años, completando en su vera un perfil caracterizado por un cierto autismo expresivo y un desigual resultado arquitectónico.
Aquel día, al descender en el tramo final, comprobaría que el espacio central en rambla es todo un éxito de paseantes, corredores y ciclistas. El diseño aplicado a la urbanización es una nota positiva en esta parte de la ciudad. Junto a un nuevo centro comercial anodino, me adentraría en las calles y avenidas de sección generosa que albergan ya una multitud de nuevos edificios empresariales hasta llegar nuevamente a las traseras de la torre de la empresa Aguas de Barcelona.

En ese espacio reducido, bautizado como Campus Audiovisual, unas construcciones planteadas desde la diferencia lingüística extrema, pautan las calles y tratan de separarse a toda costa de sus vecinos. Pareciera que su máximo objetivo fuera lograr una forzada distinción en el idioma arquitectónico empleado que contribuya al realce de la marca empresarial y que, sin embargo en su grito, logran un efecto cacofónico contrario, próximo al ruido visual.

Sobre el fondo de la torre Agbar y sus larguiruchas hermanas en altura, el edificio Media Tic del arquitecto Enric Ruiz-Geli destaca sobremanera en su despropósito. Una demostración del discurso anecdótico tecnológico formal que enmascara un vacío de contenidos programáticos, apoyado en la retórica escasamente concreta de lo digital y las nuevas tecnologías y la sostenibiildad energética. Mantras publicitarios a los que se recurre para enmascarar la ausencia de un esfuerzo serio de diseño que contemple soluciones reales para eso que se reclama.
 Ordenación del Campus Audiovisual de Barcelona. Imagen de la propuesta del Plan Especial
Próximo al MediaTic se vislumbra otro esfuerzo icónico desafortunado en la nueva sede para la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, un proyecto de 2008 de los arquitectos paisajistas Batllé y Roig. Su sección irregular, recubierta por un sistema de lamas horizontales a modo de vestido parasol, enmarca un programa convencional de oficinas que pretende adquirir un redundante protagonismo sobre la calle desde la formalización de una piel que resalta su individualidad a toda costa. Una patata volumétrica que expresa el desconcierto de sus autores desde el desparpajo más extremo.
 Sede de la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones. Batllé y Roig arqutiectos, 2010
En contraposición a los anteriores, destaca la cuidadosa recuperación de la antigua fábrica de Can Framis como sede de la Fundación Vila Casas, responsabilidad del arquitecto Jordi Badía y el equipo BAAS. Una correcta intervención sobre un antiguo edificio industrial, protegido por su interés patrimonial, al que se le añade nuevos volúmenes funcionales en una síntesis espacial muy rica. Es destacable la interesante solución de acceso en patio, las transparencias visuales, junto al cuidadoso tratamiento de los materiales y, en definitiva, su contenido lenguaje.
 Fundació Vila Casas. Rehabilitación de las naves industriales de Can Framis. Jordi Badia y BASS, 2009
El antiguo enclave del Poble Nou fue uno de los núcleos poblacionales que formaban originalmente el extrarradio. En este proceso urbanístico, relacionado con el distrito de 22@, es aquel que ha sufrido más intensamente este proceso de transformación. Durante mucho tiempo fue considerado como una trastienda productiva de la ciudad en la que se habían ido situando numerosas fábricas y alrededor de la que el ensanche Cerdá quedó inconcluso y mal resuelto. Su espacio más significativo es la rambla central, que fue ligeramente ajustada en la década de 1990. En su entorno se conservan numerosos e interesantes edificios de su forma original, destacando el Casino de la Alianza.
A lo largo de las últimas décadas del siglo XX fue redescubierto por colectivos de artistas y profesionales del sector del diseño y la arquitectura como un territorio ideal para instalar sus talleres y estudios. Durante un tiempo fue un espacio chic de la ciudad que, con el advenimiento de las ideas de Richard Florida sobre la economía de la creatividad y su traslación a Barcelona, ha espoleado un interés por este lugar como elemento de la nueva oferta turística de lo barcelonés y catalán.
Indirectamente, y debido a ello, se ha espoleado y apoyado también aquí los procesos de transformación y elitización general que suelen ocurrir en las intervenciones de renovación urbana. La expulsión paulatina de los usuarios y residentes originales del Poble Nou está siendo una consecuencia de las transformaciones apoyadas por las estrategias en torno al proyecto 22@ Barcelona.
Aún así, y a pesar de la fuerza de la agresión sufrida en las últimas décadas, el Poble Nou es un barrio de Barcelona que mantiene las esencias de unas formas de vida peculiares. La potencia y vitalidad de sus habitantes hacen que sea todavía una de las zonas que conservan una autenticidad de la que ya carecen otras zonas de la ciudad, más celebradas por esa visión cosmopolita que se quiere imponer.
Rambla central del Poble Nou. Foto: Federico García Barba

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