Sería necesario cambiar radicalmente de actitudes filosóficas y prácticas que atenúen las desigualdades y también, la acumulación de mercancías por una parte de la humanidad que se reduce aceleradamente y que se sitúa en un número de lugares cada vez menor. Algo de ello ya lo intuyó ya en los años 70 del siglo XX el humanista alemán Erich Fromm cuando escribió Del tener al ser, un pequeño opúsculo sobre la necesidad de cambiar el discurso ideológico dominante del consumo por otra de enriquecimiento personal en lo intelectual y afectivo.
<---La creciente preocupación colectiva por el estrechamiento de los límites planetarios y la necesidad de ofrecer alternativas razonadas a la imperante visión conservadora ligada a la expansión economicista genera constantes reclamos para un cambio de modelo político y social. Frente a esa ideología implacable basada en una financiarización del mundo surge una conciencia ética en todos los órdenes que pretende contrarrestar la potencia de la manipulación con argumentaciones razonadas, ejemplos sobre formas alternativas para mejorar la vida colectiva que no supongan una expoliación descarnada de los recursos y el incremento del intercambio desigual entre las distintas partes del mundo. Un campo en el que existen pocas ideas verdaderamente innovadoras a este respecto es el del urbanismo, una disciplina colonizada por los expertos en la obtención de todo tipo de rentas parasitarias. Frente a los vendedores de humo y parafernalias pseudo tecnológicas hay escasas propuestas de interés a las que referirse.
Meisho, una idea para la recuperación de los vestigios de las culturas locales como espacios verdes entrelazados
Prefiguración de la Red Verde sobre la ciudad de Tokio. De la propuesta Fibercityde Hidetoshi Ohno
Señala que en el siglo XXI muchas regiones del planeta se verán abocadas a afrontar una reducción en su tamaño como consecuencia de la disminución de la población y de los enormes problemas ambientales ya generados, con el resultado de fuertes tensiones políticas y sociales. En el caso del Japón, si el decrecimiento poblacional continúa al ritmo presente se producirá una devastación de consecuencias impredecibles en los entornos urbanos y sus colectividades asociadas.
Frente a este reto, los arquitectos, planificadores y la clase política deberían reflexionar sobre el conjunto de escenarios posibles y estrategias para poder actuar de una manera paliativa. Ohno plantea la posibilidad de considerar el territorio y la ciudad contemporánea como un tejido compuesto de innumerables fibras que se entrecruzan y tejen, formando un rico tapiz de usos e infraestructuras. La idea subyacente a Fibercity es la focalización de los esfuerzos en las líneas principales de la ciudad en un entorno de decrecimiento demográfico y económico ya que los lugares concretos pueden definirse como ámbitos entrelazados y conectados por líneas. Frente a la concepción puramente arquitectónica de la intervención puntual en las ciudades la acción urbanística debería concretarse en espacios más extensos y para ello las fibras que definen las infraestructuras sería un concepto más apropiado cuando se produzca la aceleración del decrecimiento.
Sin embargo, un escenario de decrecimiento podría representar también una oportunidad ya que en las ciudades de las naciones más desarrolladas, no hay una escasez de materiales y recursos aprovechables. Lo que ocurrirá es que se requerirán nuevas tecnologías y estrategias para el reciclaje que conduzca a optimizar el territorio nuevamente disponible.
La estrategia de fibras consistiría por tanto, en la concentración gradual de los esfuerzos en aquellas estrechas franjas residenciales en las que existe ya un alto despliegue de infraestructuras y, por el contrario el reverdecimiento y abandono a su suerte de los espacios más alejados. En particular, las actuaciones públicas deberían organizarse en aquellos barrios próximos a las estaciones de las líneas de transporte público. Allí debería acelerarse la disposición de equipamientos y servicios dentro de un área accesible a pié.
Ello tendría que coincidir con las expectativas y necesidades de una población cuya pirámide de edad evoluciona hacia un estrechamiento generalizado de la franja joven. La tendencia imparable hacia un mayor envejecimiento general va también a suponer el mantenimiento de los mayores como fuerza de trabajo aprovechable más allá de la edad de retiro hasta ahora convencional. En este contexto de las ciudades post industrializadas, los hogares unipersonales van a ser probablemente la pieza residencial básica. Un territorio en el que la disponibilidad de espacio para residentes será excedentaria y para los que el desplazamiento paseable al lugar de trabajo será un criterio ineludible para elegir vivienda.
En Japón, lo anterior es ya una realidad constatable. Una parte muy significativa de la población tiene ya más de 65 años y, en consecuencia, su fuerza física y capacidad económica reducida, induciendo con ello una inevitable menor dependencia del vehículo privado y casi un trasvase obligatorio a los transportes públicos.
Atendiendo a este respecto, la propuesta de Fibercity establece una estrategia específica denominada Green fingers. Consistiría en la reorganización de los entornos de las estaciones de transporte guiado existente, añadiendo nuevos espacios verdes junto a superficies de oficinas, comerciales. El espacio verde así organizado se destinaría no tanto a parques en el sentido convencional sino a jardines y huertos para residentes, junto a espacios más organizados para el cultivo de cereales y granjas destinadas al consumo local. Coincidiría esta reorganización de la alimentación con una posible disminución de los intercambios económicos derivada de un más que previsible aumento exponencial de los costes de la energía dedicada al transporte de productos agrícolas y ganaderos.
Otra estrategia que se propone es la redefinición de las redes viarias interiores de alta capacidad como lugares en los que se restrinja el tráfico masivo de vehículos privados. Es lo que denomina Green web. Para ello habría que transformar sus secciones dedicando espacio a mayores superficies verdes y la reserva de carriles para el acceso de vehículos de emergencia en caso de catástrofes probables allí tales como terremotos, incendios, etc. La propuesta del profesor Ohno plantea también la reconversión de una de las principales vías de la ciudad de Tokio, la autopista metropolitana central como un espacio para la introducción de una red inteligente de producción energética, localmente administrada y basada en el viento y el sol junto a la fabricación y almacenaje de hidrogeno mediante la combustión de la biomasa originada por las basuras generadas en la proximidad.
Esquema para la reutilización de una de las autopistas centrales de Tokio. De la propuesta de Fibercity de Ohno
Un elemento complementario es el aprovechamiento de lo que define como arruga urbana o meisho, recurriendo a un concepto japonés que identifica a aquellos enclaves dentro de la trama de la ciudad que concentran una alta gama de elementos heredados de la historia; una acumulación de memoria que debe preservarse y optimizarse como espacios de interés frente a la monotonía general del espacio residencial.
Una variante del meisho es la que identificaría, en el contexto de Fibercity, los fragmentos restantes y las reliquias de un territorio natural altamente transformado por el desarrollo de la urbanización. Las arrugas urbanas así definidas constituirían una suerte de intersticios culturales alternativos, liberados del orden económico artificial impuesto y orientado esencialmente al consumo. Frente a los parques temáticos y los espacios comerciales indiscriminados, la potenciación de la intrahistoria y la recuperación de la biología y las formas naturales pretéritas.
El tren bala que une los centros urbanos de Tokio y Osaka. Shinkansen, Modelo E4 Max. Foto: Sam Doshi, Flickr
Estas son algunas ideas deslavazadas que he extraído de la Ciudad de las Fibras que Hidetoshi Ohno ha desarrollado como propuesta alternativa. Una interesante reflexión que enriquece un debate en curso y abierto sobre la sostenibilidad futura de las ciudades.—>
Hola Federico, había leído tu anterior entrada, pero la encontraba muy áspera para mí. Sin embargo ésta me ha encantado. He aprendido montón de cosas. Lo de los “green fingers”,”green web” y las arrugas urbanas ya me lo he grabado porque me ha parecido genial. Y digo genial porque me parece “ver físicamente” esos conceptos, aún cuando a niveles reales seguramente no será tan fácil. De todas maneras, si los japoneses se pone a ello porque lo consideren factible, lo conseguirán.
Es un lujo para mí haberte encontrado aquella vez que buscaba sobre el Panteón, meses ha, pues siempre tocas temas muy interesantes.
Un abrazo, vuelvo…
Vuelvo porque acabo de entrar en el link de Maya Lin…¡qué maravilla!
Sólo he visto un poco y he vuelto para darte las gracias.
Sigo en ello, besos
Es que Maya Lin es una gran artista americana.
Sus ideas para el tratamiento del paisaje son muy inspiradoras.
Me alegra que te interese.
Hola Federico: no dejas de sorprenderme con tus artículos y tus referencias, en una apasionada carrera por poner en la práctica cuestiones de ideología; porque, ¿no es ahí donde se nos debe de encontrar a los arquitectos del S. XXI? A nivel más local y con las limitaciones que eso supone, debes saber que en Valencia se está defendiendo una línea de pensamiento que, salvando las diferencias, me recuerda esto que expones aquí, por enlazar en una sola malla el verde metropolitano, territorial y urbano:
“Hay una falta de cultura de territorio”:
http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/Hay/falta/cultura/territorio/elpepiespval/20091115elpval_2/Tes
Enhorabuena, y me apunto la referencia. AM.
Hola Federico, he leído sus artículos con mucho interés y lo considero una persona preocupado con lo que le rodea.
¿Por qué no ha hecho ningún artículo refiriéndose al PGOU de Tenerife?
Un artículo excelente Fedrico. Es un lujo contar con un investigador inquieto y erudito como tu. El número de visitantes de tu blog está más que justificado. Gracias por compartir tus pesquisas.