El Gran Kan posee un atlas en el cual están reunidos los mapas de todas las ciudades; las que levantan sus murallas sobre firmes cimientos, las que cayeron en ruinas y fueron tragadas por la arena. Las que existirán algún día y en cuyo lugar solo se abren por ahora las madrigueras de las liebres.
El atlas tiene esta virtud revela la forma de las ciudades que todavía no poseen forma ni nombre. Está la ciudad con la forma de Ámsterdam, semicírculo que mira hacia el septentrión, con canales concéntricos: de los Príncipes, del Emperador, de los Señores; está la ciudad con la forma de York, encajonada entre altos brezales, amurallada, erizada de altas torres; está la ciudad con la forma e Nueva Ámsterdam, llamada también Nueva York, atestada de torres de cristal y acero sobre una isla oblonga entre dos ríos, con calles como profundos canales todos rectilíneos salvo Broadway.
Amsterdam: El plan desarrollado de los tres canales concéntricos: Herengracht, Kaisergracht y Prinzengracht. Creado por Hendrik Staets y aprobado por el Consejo Municipal en 1607. Mapa de la ciudad. J. Stockdale, 1800
En la vida de los emperadores hay un momento que sucede al orgullo por la amplitud de los territorios que hemos conquistado, a la melancolía y al alivio de saber que pronto renunciaremos a conocerlos y a comprenderlos; una sensación como de vacío que nos acomete una noche junto con el olor de los elefantes después de la lluvia y de la ceniza de sándalo que se enfría en los braseros; un vértigo que hace temblar los ríos y las montañas historiados en la leonada grupa de los planisferios, enrolla uno sobre otro los despachos que anuncian el derrumbarse de los últimos ejércitos enemigos de derrota en derrota y resquebraja el lacre de los sellos de reyes a quienes jamás hemos oído nombrar, que imploran la protección de nuestras huestes triunfantes a cambio de los tributos anuales de metales preciosos, cueros curtidos y caparazones de tortuga; es el momento desesperado en que se descubre que ese imperio que nos había parecido la suma de todas las maravillas es una destrucción sin fin ni forma, que su corrupción está demasiado gangrenada para que nuestro cetro pueda ponerle remedio, que el triunfo sobre los soberanos enemigos nos ha hecho herederos de su larga ruina.
¿Querría Calvino inducirnos un pensamiento más profundo?Probablemente algo oculto a desenterrar subyace en una capa más recondita situada bajo aquella primera lectura del texto.
Otros territorios invisibles han sido magistralmente creados, desde el mundo del comic, por otro autor llamado Hugo Pratts. Sus dibujos esquemáticos en blanco y negro sobre Corto Maltés, siempre estan acompañados de una gran historia. Yo siguiendo el guiño que haces de Moebius (otro gran autor del comic) recomendaría “Fabula de Venecia” de H. Pratt. La lectura de este relato te abre los ojos imaginariamente sobre los codigos urbanos que guarda Venecia.
Estas “curiosidades” me resultan muy sugerentes, Federico, pero me abren el apetito. ¿Alguién puede recomendarme otras lecturas de territorios invisibles? ya me gustaría en mis quince días de vacaciones …. poder disfrutar de una buena lectura ya sea comic o literatura.
gracias
Ahh!! el anonimo anterior es Rafa Daranas Carballo, me salte lo de identificarme.
Federico, la fantasí de Moebius sobre qué hay debajo del agua en un canal veneciano es sorprendente; también quería apuntar un comentario sobre tu post anterior: cuando la tecnología tiende hacia lo infinitesimal (infinitesimalmente preciso, se entiende), nosotros somos los interpretadores, los que añadimos el margen, lo rugoso e impreciso; desde un punto de vista más prosaico, entiendo que el contrapunto idóneo a la precisión de los sistemas CAD y GIS es… no parar de imprimir en papel, y dibujar con papel de calco encima.
Un abrazo, y gracias por tu comentario en mi blog, que contestaré en breve. am
Desde el inicio de los ochenta, cuando lo leí por primera vez, Las Ciudades Invisibles ha sido uno de esos libros mágicos que, cada cierto tiempo, releo al azar y siempre me sugiere, si no ideas, sí ensoñaciones. Me sumo calurosamente a tu recomendación.
Remitiendome al primer comentario donde se hace alusión a Corto Maltés, no solo recomendaría “fábula de Venecia” (siendo uno de los comics más bellos que he leído nunca), sino también cabría nombrar un libro titulado “la venecia secreta de Corto Maltés” donde se muestra un recorrido diferente a la Venecia que conoce el turista, nos describe un paseo por sus laberintas calles donde disfrutaremos de los pequeños regalos escondidos que tiene esta ciudad. Vale la pena por no quedarnos en la superficialidad de este obligado paraje de estudio para cualquier viajero, y como no, arquitecto. Un saludo.
por cierto, se me olvido comentar que este título que recomendé no es un comic, sino un libro que describe los lugares reales de Venecia que recorrió Corto Maltés. Un saludo.