UNA EXPRESIÓN ARQUITECTÓNICA PERSONAL

Nave industrial en Arico. Tenerife, 1988. Foto: Alejandro Delgado
La arquitectura es quizás la expresión artística más dependiente de las condiciones de contorno en la que se produce. En el otro extremo, el desarrollo de la literatura como obra de arte, y mucho más claramente la poesía, necesita solamente de las capacidades del autor, de su pensamiento y sus recursos.

<---Hay arquitecturas –como algunas en las que uno ha participado- en las que el azar ha producido una conjunción favorable de los factores necesarios para lograr una buena obra. Y sorprendentemente, aquellos proyectos en los que se pone una mayor voluntad y esfuerzo proyectual luego no se han llevado a efecto adecuadamente y resultan finalmente un fracaso. Uno de los elementos que condiciona la evolución disciplinar de un arquitecto consistiría en la referencia a los maestros que le precedieron, aquel espacio sobre el que basar el propio despliegue de recursos proyectuales. En una fase joven de la arquitectura de autor, la obra se fundamenta casi exclusivamente en el reconocimiento de aquellos edificios que tuvieron un cometido similar y constituyen un referente inevitable. En un proceso de maduración profesional se trataría de superar aquellas tácticas y los recursos estilísticos aprendidos permitirían llevar la propia experiencia a un ámbito más complejo, el de la expresividad auténtica. En mi caso personal, los esfuerzos iniciales por comprender el paisaje y el folklore local del archipiélago han ido dando paso con los años al empleo de un lenguaje más ligado a la arquitectura heredera del Movimiento Moderno. Así, mi propio tránsito disciplinar ha circulado desde una gran introspección local a una aspiración hacia un lenguaje contemporáneo más ligado a ideas universales. Decía el profesor Garí Hayek, en su estudio sobre los nacionalistas canarios, que el internacionalismo ha sido siempre uno de los factores de signo positivo que determinarían la especificidad de esta región. Es decir, el carácter de Canarias como tierra de paso en la que se hibridan distintas sensibilidades y que ha contribuido a configurar a esta sociedad como un espacio tremendamente cosmopolita. De cierta manera y en base a la argumentación anterior, entendería el internacionalismo como la voluntad crítica para reconocer receptivamente las aportaciones culturales venidas del exterior y como un impulso a favorecer el intercambio de aquellas ideas positivas que contribuyen a un desarrollo autocentrado de cada sociedad específica.—> <---

El espacios entre el cielo y la tierra. El celebre dibujo que acompañaba al texto Platforms and Plateaus, publicado por Jorn Utzon en la revista italiana Zodiac en 1962

Volviendo al mundo de la arquitectura, podríamos también rastrear esta estela del internacionalismo en muchas obras construidas en este archipiélago. En el caso de la isla de Tenerife, el hálito internacionalista se concretó en el último tercio del siglo XX con la incorporación de las ideas del brutalismo anglosajón, difundidas por Reiner Banham y a las que he hecho referencia en una ocasión anterior. En esta isla, el magisterio de personas como Saavedra y Díaz Llanos, Rubens Henríquez, Francisco Artengo o José Ángel Domínguez ha significado para los arquitectos de mi generación un referente esencial sobre como realizar una arquitectura apropiada a este contexto geográfico y social.
El recurso a la austeridad de los materiales entre los que adquiere un papel esencial el hormigón bruto, la comprensión de la fuerza paisajística de los lugares, la racionalidad, el orden y el método lógico son actitudes recurrentes de la arquitectura de nuestros mayores que habría asumido también mi generación.

Nave industrial en Arico. Tenerife, 1988. Foto: Jorge Nerea

Una primera obra en la que ya pude aplicar estas ideas simplificadamente fue la que se refiere a un pequeña nave para una industria láctea, realizada en el Poris de Abona y construida a finales de los años 80. Allí desarrollé un trabajo de experimentación con la luz y las estructuras murarias, que acabarían definiendo un edificio humilde en su intento de dialogo con el paisaje desolado del sur de la isla. Un trabajo que sería celebrado hasta extremos inconcebibles y asombrosos para mí. Obtuvo una Mención Oraá de Arquitectura Canaria en 1991, siendo publicado en las revistas ON Diseño, Basa y también en Arquitectos, revista del Consejo Superior de la Arquitectura Española, de la cual fue portada.
El edificio estaba localizada en una zona bastante desértica de Tenerife, próxima a la autovía que conduce al sur de la isla. El paisaje se caracterizaba por una vegetación muy escasa y en el que la presencia del mar y la línea del horizonte son las referencias inmediatas y casi exclusivas del lugar. La ausencia de elementos construidos en el entorno en los que apoyar la ordenación de la pieza motivó que la composición propuesta intentara por ello un mínimo diálogo con el paisaje. En consecuencia, se subrayó la horizontalidad del edificio que queda delineada por la sombra del alero.
Fueron as especiales condiciones higiénicas, esenciales para la preparación de la leche, las que motivaron un tratamiento particular del cerramiento que impidiera el soleamiento directo y la elevación de temperatura que ello implica. La solución empleada para resolver esa cuestión, una simple fábrica de bloque de hormigón con el intercalamiento de piezas de pavés de cristal, permitió garantizar una iluminación de los interiores tenue pero suficiente. La ventilación cruzada en la parte inferior de la cubierta contribuye también a garantizar, el confort térmico interior. Con estos dos elementos constructivos se ha atendido a la especificidad del edificio, combatiendo los inconvenientes ambientales que tiene un territorio como éste: alto soleamiento y viento con fuerte arrastre de arena y sal.
En una ampliación que proyectamos de esa nave se extendió aquella voluntad de expresión tectónica que caracterizaba al proyecto original. El serialismo de las estructuras y su simplicidad en la ejecución, la articulación con los cerramientos perforados, zócalos y cubiertas, serían elementos que se estudiaron entonces con mayor cuidado y detenimiento. A lo largo de toda la concepción de este trabajo me perseguía aquella idea de la arquitectura como un territorio entre el cielo y la tierra, expresada magistralmente por Jorn Utzon en su célebre texto de
Plataformas y Mesetas. Todo ello en un generoso esfuerzo que nunca llegaría a construirse.

Grupo de 40 viviendas de promoción pública en Santa Clara. Santa Cruz de Tenerife, 1993. Foto: Jorge Nerea

Una obra más reciente dentro de esta línea expresiva es la que se refiere a un conjunto de 40 viviendas sociales que mi equipo diseñó en 1993, en Santa Cruz de Tenerife. Este grupo residencial se planteó dentro del proceso de rehabilitación urbana del barrio capitalino de Santa Clara; allí se tenía un objetivo claro, mejorar las condiciones de vida de un grupo de familias que disponían de viviendas públicas muy deterioradas. Por ello, el interior de cada vivienda respondía a una distribución convencional y la austeridad de costes se logró aplicando materiales que garantizasen la mejor relación entre calidad y precio.

Todo ello, sin grandes concesiones a formalismos ni frivolidades. La única concesión de estilo es la que significó dotar al conjunto de una cierta voluntad escultórica, una presencia casi contundente. Allí podría rastrearse quizás, mi admiración por la obra de Richard Serra y su recurso a la gravedad como instrumento poético en la configuración de una espacialidad casi barroca.
En respuesta al nulo mantenimiento constructivo previsible, la expresividad formal del edificio se confió a la definición de sus fachadas como grandes láminas protectoras que utilizan materiales muy duraderos, hormigón visto y enfoscado a la tirolesa,. El edificio podría encuadrarse dentro de una especial visión de la vivienda pública. Una posición de un realismo exacerbado, que casi podría calificarse como sucio. El resultado es que 15 años después de su construcción conserva un alto grado de dignidad con un mantenimiento inexistente.
En 1997, realizaríamos otro ejemplo de este lenguaje descarnado en la cercana isla de Gran Canaria, una pequeña vivienda para una pareja de amigos. Allí, en las proximidades de la caldera de Bandama, el uso de materiales ásperos y volúmenes cúbicos simples permitieron concluir un edificio de austero exterior pero de una gran riqueza espacial. Una escueta combinación de cajas que conformarían un mullido estuche, casi un joyero para sus propietarios.

Propuesta ganadora del concurso para la sede del Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana. Gran Canaria, 1998
GBGV Arquitectos. Foto: Jorge Nerea

Un lustro después, en 1998, mi oficina ganó el concurso nacional convocado para la construcción de la nueva sede del ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, en la isla de Gran Canaria. Sobre la llanura de Maspalomas y con el fondo de la ladera colindante, se planteó situar un nuevo elemento edificado que tenía la voluntad de implantarse allí como un hito urbano significativo.
El volumen del edificio propuesto sobrepasaría la vegetación y la masa urbana definida, colocándose sobre un podio o plataforma elevada una planta sobre el terreno bajo la que se proponía albergar a los aparcamientos necesarios para el uso administrativo y de servicios. Las conexiones con los equipamientos y oficinas circundantes y futuros se previeron mediante un conjunto de sendas peatonales y rampas que atravesarían el atrio semiexterior del edificio y conectarían la superficie horizontal de la plaza bajo la sombra de un palmeral.
La forma del edificio se componía mediante dos sistemas volumétricos diferentes: uno, interior compuesto por prismas de vidrio y piedra, engarzados alrededor de un gran espacio central y otro, exterior, conformado por un entramado de lamas metálicas que proporcionaría el control sobre el fuerte soleamiento existente en el lugar. Con este recurso último se definiría finalmente una escala monumental para el edificio. Desgraciadamente, problemas presupuestarios y el cambio continuo de responsables políticos en ese municipio han descartado reiteradamente su construcción a lo largo de los años transcurridos desde entonces.

Centro socio sanitario del Hospital de Dolores. La Laguna, 2005. GBGV Arquitectos

Cuando nos eligieron en 2001 para la responsabilidad de construir un centro para la atención de personas mayores con problemas sanitarios serios se presentó una nueva oportunidad para hacer una arquitectura realmente adaptada a las necesidades sociales y culturales de nuestro entorno. Un camino de enlace con la modernidad internacional que desembocaría en el esfuerzo proyectual del Hospital de Dolores. Un edificio desgajado ya de lastres románticos y que apuesta por un lenguaje plenamente contemporáneo. Aquí la expresividad se confió a una dinámica espacial adaptada al lugar que daría lugar a unos espacios orgánicos muy preocupados por sus usuarios.
Vista aérea del Polideportivo de la Higuerita. La Laguna, 2007. GBGV Arquitectos
Finalmente, una última obra que he realizado entre innumerables avatares y enormes dificultades es la que se refiere al nuevo centro deportivo del barrio de la Higuerita, en la periferia del área metropolitana principal de Tenerife. El programa requerido era bastante complejo ya que se trataba de organizar servicios destinados a la práctica de numerosos deportes. Principalmente, los usuales en canchas cubiertas, junto a un ámbito destinado a varias piscinas y un gimnasio de mantenimiento.
Se pretendió introducir un edificio muy compacto, tanto para abaratar costes como para garantizar una alta eficiencia energética; ello sin menoscabo de una buena ventilación e iluminación. Especialmente se cuidó el encaje de la nueva infraestructura deportiva en su entorno, mediante un preciso estudio de ajuste a las rasantes viarias exteriores, de tal manera que se pudiera siempre acceder a nivel de acera a los distintos espacios.
Y hasta aquí, les he presentado a lo largo de los últimos meses un resumen de mi propia práctica arquitectónica a lo largo de más de tres décadas ya. Quizás me haya excedido en presentar aquello que he considerado más exitoso y he dejado para otros la interpretación de muchísimos trabajos que presentan un carácter más profesional o, incluso aquellos que considero un rotundo fracaso.—>

4 comments to UNA EXPRESIÓN ARQUITECTÓNICA PERSONAL

  • Anonymous

    Me gustaría una entrada con los rotundos fracasos y que explicara por qué los considera asi.
    Sería una buena manera de aprender.
    Eloy González

  • Ya había pasado hace tiempo por la nave de Arico y me había llamado la atención…¡así que es tuya!
    Nada, que tengo que hacer el recorrido que me he propuesto. Como me encanta el paisaje del sur (aparte de que trabajé muchos años en un sitio súper), me gustaría subir hasta Teguedite y ver la obra que mencionas. También la de Taganana, que tiene una pinta preciosa.
    ¡Ah! y la reforma del paseo del Puerto…siempre me pareció genial.
    Felicitaciones con años de retraso.

    Como sabrás, el PGO de Tac. lo tendrán que rehacer. Las incongruencias, expolios y atropellos que hemos ido viendo en estas semanas son del todo incomprensibles.
    Otra vez gracias por el ofrecimiento que me hiciste.
    Un abrazo

  • … …traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazon
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro…

    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ

    TE SIGO TU BLOG

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesia …

    AFECTUOSAMENTE
    ISLAS Y TERRITORIOS

    jose
    ramon…

  • Muchas gracias por los comentarios.
    Aunque no los puedo responder como debiera ya que cada vez me queda menos tiempo disponible.
    Tempus fugit!

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