Roque de los Muchachos, la Palma. Foto: José Madrid, Flickr
Nuevas miradas sobre La Palma
Esta semana participo en un debate sobre la geografía y la economía de la isla de La Palma, titulado Miradas hacia el futuro. Un encuentro que organiza la fundación Fydes de CajaCanarias y ha sido coordinado por los profesores Carlos Fernández y Francisco Rodríguez de la Facultad de Economía de la Universidad de La Laguna.
En ese evento se van a exponer algunas ideas sobre cuales son perspectivas posibles para un futuro económico y territorial de un espacio insular tan característico, frágil y limitado como el de La Palma, en el contexto global. Como algunas veces he señalado, las islas y, sobre todo, las pequeñas islas, son un lugar privilegiado para actuar como laboratorio territorial que analice las cambiantes circunstancias que modelan nuestros lugares y hacia las que se encamina el conjunto del planeta.
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En cierta medida, las islas, debido a su carácter de espacio limitado y finito, anticipan las tendencias que se van imponiendo mundialmente en el manejo de los territorios, en un contexto económico cada día más interconectado. Por ello, creo, son un lugar privilegiado para hacer prospectiva. Es decir, instrumentos para analizar esas tendencias, su repercusión territorial y, en consecuencia, diagnosticar la situación y evaluar cuales son las posibles alternativas e ideas para poder afrontarlas con unas mínimas condiciones de éxito.
En mi caso, se me ha pedido que haga una pequeña aportación de ideas sobre el territorio y la arquitectura. Espero responder a lo que se me requiere no repitiendo argumentos ya conocidos y excesivamente trillados.
Para el que no la conozca, habría que explicar que La Palma es un lugar que cuenta con valores geográficos indudables. La mayor parte de ellos están relacionados con aspectos biológicos, paisajísticos y culturales. Cuenta con un parque nacional, el de la Caldera de Taburiente, que atesora innumerables especies endémicas, botánicas y zoológicas, en un espacio preservado de una manera correcta. Su condición como espacio que se ha sustraído a un desarrollo inmobiliario incontrolado, junto a otras innegables condiciones culturales y paisajísticas, le ha valido también su declaración como Reserva de la Biosfera, de acuerdo a los criterios de la Unesco.
No obstante, actualmente, La Palma es una sociedad que decrece demográficamente, estancada económicamente dependiendo de unas estructuras agrarias de exportación subvencionada, en proceso de extinción y sumamente depauperadas. En consecuencia, sus perspectivas de futuro no son muy halagüeñas a menos que se exploren alternativas que mejoren sus fortalezas y atenúen sus debilidades.
El Consejo Económico y Social de Canarias ha abordado valientemente la cuestión en su último informe anual sobre la economía regional, dedicando un capítulo entero a esta isla y que titula, La Palma, economía, sociedad y medio ambiente. Es un trabajo documentado y valioso que ha aparecido recientemente, un ingente esfuerzo intelectual que trata de abordar estas cuestiones para ofrecer algo de luz sobre los problemas de ese territorio insular concreto en la coyuntura actual.
Muchas de las cosas que se dicen en ese trabajo, creo que son sumamente enriquecedoras para alumbrar algunas alternativas posibles para estimular el desarrollo de la isla de La Palma en el futuro. Entre ellas, la propuesta de distintas innovaciones agrícolas ligadas a las tradiciones seculares del lugar parecería -a un profano como yo- un mecanismo viable para garantizar una mejora de las rentas menguantes de los palmeros. Se propone abordar inteligentemente una estrategia de la diferenciación y la calidad, ofreciendo productos agrarios reconocibles con alguna distinción peculiar y apoyándose en la naturalidad y la ausencia de fertilizantes como sinónimo de excelencia. Criterios que parecen correctos.
En mi percepción de lo allí expuesto, la recuperación de los mercados cercanos, insulares y regionales con productos frescos y perecederos, verduras, hortalizas y frutas, presentados como orgánicos y con marca propia, contribuiría a ese objetivo de mejora de las rentas agrarias insulares.
Un tercer elemento que sería esencial debería consistir en la construcción de circuitos avanzados de comercialización, para lo que es necesario el apoyo de la administración regional. Habría que acelerar la promoción de mercados y mercadillos municipales como un mecanismo que ofrezca una distribución alternativa frente a las grandes cadenas comerciales de capital exterior que no apoyan realmente la producción regional más allá de las declaraciones huecas.
Unidades de paisaje de la isla de la Palma. En azul, antrópicas; en verde, bióticas; y en ocre, abióticas. Analisis realizado por el equipo de la Reserva de la Biosfera de La Palma
Continuando con las ideas expuestas por el informe sobre la isla del Consejo Económico y Social de Canarias, parecería necesario incrementar el atractivo hacia el exterior para aumentar el volumen de visitas y de esa manera apoyar la sostenibilidad insular. En esta línea, La Palma constituye un tesoro escondido muy apreciado por un reducido número de conocedores que valoran enormemente el disfrute de sus condiciones paisajísticas y naturales. El senderismo es una actividad privilegiada en ese sentido. No obstante, el número anual de pernoctaciones es excesivamente bajo para apoyar adecuadamente una supervivencia económica de un territorio en el que habitan 80.000 personas.
El mundo es un espacio geográfico en el que se mueven cuatro tipos de flujos esenciales: capital, información, mercancías y personas. Estos flujos son los que evidentemente determinan la economía de los lugares. Como ha expresado Richard Florida en una brillante metáfora sobre las diferencias de producto interior bruto entre las regiones, el mundo ha dejado de ser plano para convertirse en un territorio de valles extensos y unas pocas cumbres altísimas.
Respecto a lo anterior, Canarias solo cuenta con alguna intensidad en lo que se refiere al movimiento de personas, ya que la actividad turística genera un movimiento de pasajeros considerable, superior a los 25 millones anuales. Existen algunos intentos por mantener una actividad ligada al trasvase de mercancías y a la exportación decreciente de productos del sector primario. Esta región tiene pocas posibilidades, aunque se intenta, en lo que se refiere a la información y podría decirse que es transparente para los flujos de capitales.
Dentro de este contexto ¿cuales son los atractivos que una isla concreta -como puede ser La Palma- tiene para incrementar el flujo de las personas?
La posición de una isla como La Palma en el sistema de las redes de transportes de pasajeros es doblemente periférica. De ello se deduce una debilidad manifiesta lo que debe inducir a que los esfuerzos para dar a conocer sus bondades y ventajas tienen que redoblarse a través de todos los canales en que ello sea posible.
Pero como contrapartida, algunos apuntan (como Gilmore y Pine) que el atractivo de los lugares se mejora ofreciendo experiencias únicas y no reproductibles por otros competidores. En esto, la isla tiene bastantes cosas que ofrecer y es cuestión de disponerlas en las condiciones de visibilidad más eficaces.
Patio de Tazacorte, La Palma. Foto: Carlos Schwartz, Archivo Histórico del COAC
Algunas ya son conocidas y se relacionan con el acceso a unos espacios paisajísticos singulares. Otras deberían conectarse con una adecuada combinación entre la gestión inteligente de ese territorio que aun contiene elementos naturales, la preservación de la cultura tradicional agroganadera heredada y una acogida razonable de los flujos de visitantes, aprovechando las infraestructuras y arquitecturas ya existentes.
Estos son activos inmateriales que serán fundamentales para el desarrollo de la posible industria de la recepción turística en este espacio insular: Es decir, las peculiaridades ambientales y paisajísticas; la forma en que se ha concretado el proceso de antropización, la específica construcción territorial realizada históricamente en la isla; y finalmente, el sabor de una cultura muy caracterizada y anclada en las tradiciones del sur de Europa que se expresa formalmente en la arquitectura popular heredada.
Pero es que podría haber otros muchos elementos que todavía no se han explorado consecuentemente en aras a aquel objetivo de generar atractivos para el ofrecimiento de experiencias basadas en la cultura local. Un trabajo reciente de un brillante investigador palmero, Arnoldo Santos, titulado Paseando entre jardines, ofrece una nueva perspectiva relacionada con la vegetación exógena acumulada a lo largo de la corta historia del archipiélago.
El carácter de La Palma como relicto biológico presenta singularidades relacionadas con la botánica y la zoología que son un activo fundamental cuyo aprovechamiento ya se ha organizado convenientemente. Un paso más allá es el que se relaciona con la introducción de flora exótica. Un hecho que se ha producido de una manera natural a lo largo de su historia y que permanece relativamente oculto.
Pero en esto comparte características con la isla de Madeira. Y allí parecería que lo están aprovechando con mayor inteligencia. El lema con el que se publicita esa isla atlántica, la isla de las flores, bien podría transponerse a La Palma. Un ejemplo de las estrategias desarrolladas en la isla portuguesa es la presencia de un jardín botánico en Funchal que es una infraestructura que ofrece una experiencia didáctica al visitante; una oferta que permite entender las cualidades específicas de la flora propia e introducida en aquella isla.
Jardín Botánico de Funchal. Foto: José Ferreira Jr, Flickr
De acuerdo a esta argumentación, otro elemento que podría incrementar el atractivo de la isla es la puesta en valor de la jardinería tradicional. Un circuito explicativo de las formas, especies y caracteres utilizados en los jardines domésticos que subsisten, podría ser un nuevo valor que se podría aportar.
Otra cuestión que ofrecería una nueva área a explorar es la que podría suponer la arquitectura de calidad como un elemento que aporte valor añadido a los atractivos presentes. Es preciso para ello, la identificación de la autenticidad en los elementos de valor patrimonial superadora de una visión, muy extendida en la isla, romántica y retrógrada de la arquitectura popular. Me refiero a la necesidad de estimular el talento en la producción arquitectónica, permitiendo la aparición de una expresión contemporánea que no sea meramente imitativa de las formas del pasado. Un complemento que se echa también en falta en La Palma es una mayor sofisticación en el interiorismo; algo que requiere de la aportación de especialistas preparados que den un toque de modernidad a las inserciones en los edificios más allá de actuaciones superficiales y meramente cosméticas.
Hay que recurrir nuevamente al ejemplo de alguna arquitectura reciente de Madeira y Azores para ejemplificar esta tesis. Unas experiencias insulares ligadas también netamente al lugar, pero que no renuncian al Zetgeist, la expresión estética que corresponde a la contemporaneidad.
Casa das Mudas. Espacio exterior de acceso. Paulo David, arquitecto. Calheta, Madeira 2005
Es relevante el caso del proyecto del centro cultural de la Casa das Mudas en Calheta, del colega macaronésico Paulo David, que hace una interpretación brillante del paisaje magmático de la isla para insertar un programa museístico con reminiscencias cultas plenamente actuales. Un edificio que fue nominado como edificio del año 2005 en el Premio Mies van der Rohe de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea.
Por supuesto, que hay una multitud de posibilidades relacionadas con esta cuestión del desarrollo autocentrado pero creo que no es este un espacio adecuado para extenderse con la profundidad que ello requeriría
Now I see. Instalación de Brigitte Kowanz en su exposición del MUMOK—>
Interesantes reflexiones las que haces en este artículo sobre la isla de La Palma. Me genera aún más expectativas la posibilidad de enriquer estas reflexiones al interactuar, en el Espacio de Encuentros La Palma Miradas hacia el futuro, con el análisis y reflexión que aporte Juan Romero González y José León García y, por supuesto con las opiniones del público asistente. Será interesante estar allí para escucharte.
Estoy encantado con volver a oirte por La Palma, muy interesante el artículo y tus propuestas.
De las ideas que sugieres especialmente relevantes me parecen las que tienen que ver con la agricultura por su repercusión en el paisaje. Una isla tan intensamente transformada para la agricultura durante su historia tiene que rentabilizar esas estructuras porque son un recurso paisajístico de primer orden y porque forman parte de nuestro legado común y lo debemos preservar y reinventar. La cualificación de la producción agrícola mediante su condición de orgánica o ecológica es cada vez más demandada por todos y ello se ha de convertir en un objetivo más apremiante en un territorio insular con una biodiversidad tan singular y frágil. Qué decir del fomento de la producción agrícola y ganadera local, aunque no toda pueda ser ecológica, y sus ventajas asociadas como la potenciación de los mercados locales, el consumo de productos más frescos, la disminución de emisiones por transporte, el mayor control de los procesos productivos, etc. Veo claramente una oportunidad de futuro pero, especialmente, un deber de conservación que no podemos eludir.
La cualificación arquitectónica es otra asignatura pendiente fuertemente lastrada en todas las islas, y muy especialmente en ésta, por la reproducción hasta la parodia de los modelos tradicionales. En eso, como colectivo profesional, nos queda mucho trabajo por hacer.
La espectacularidad de los paisajes de la isla es incuestionable pero debemos ponerlos en valor y actuar en ellos siendo conscientes de su valor y fragilidad. La Casa das Mudas que citas en el artículo me parece un ejemplo a seguir que se puede completar con la obra de muchos otros colegas portugueses que han sido capaces de intervenir y transformar el territorio sin restar un ápice de protagonismo a la naturaleza.
Siento no haber podido ir ayer al debate. Gracias por tus reflexiones.